Los 18 son los 18 (Diario)
Publicado en Nov 18, 2015
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¿Qué me pasaba a los 18 años de edad? Según las "Crónicas Generales" de aquella época (dignas de haber sido estudiadas y analizadas profundamente por Ramón Menéndez Pelayo y Ramón Menéndez Pidal al mismo tiempo) lo que me sucedía es que, habiendo ya descubierto el universo de las chavalas desde mis 15 años de edad, con la categoría de capitán de navío, mi hoja de ruta estaba tan llena de nombres femeninos que era del todo imposible saber cuál era más y cuál era menos porque las había seleccionado muy sabiamente. El caso es que entre tantas Rosas y tantas Rosalías había demasiadas Rosalindas (y no es una metáfora de ficción sino una realidad contante y sonante) que me rodeaban por todas partes menos por una. A mis solos 18 años de edad sabía yo ya muy bien escapar del cerco de las piratas (esto de las piratas sí es una metáfora de ficción pero también una realidad contante y sonante) poniendo barco en popa a toda vela superando, incluso, a mi tocayo José de Espronceda.
 
Los 18 son los 18 y, como dijo alguien después, ¿quién no ha sido chulo a los 20 años de edad? Efectivamente, siendo yo un capitán de navío tan experto en sortear peligros y escollos femeninos que me hubiesen hundido en la miseria y el oprobio ante mis secuaces seguidores, a veces demasiado sinvergüenzas por cierto ya que todo hay que decirlo para responder a la verdad sólo con la verdad, no sólo era chulo a los 20 sino que había aprendido a serlo a los 18. Así que llevaba una ventaja de 2 años a todos los de mi generación; porque era menester saber nadar y guardar la ropa para no verse desnudo ante los ojos de ellas (que era lo que les pasaba a muchos para luego ser risión de todos los parroquianos del Bar Alegría) y, hablando del Bar Alegría, ¡qué felices momentos cuando, entre vino viene y vino va, contaba yo mis experiencias con las féminas ante el estupor y el asombro de Andrés y José Luis que se daban golpes de pecho como haciendo creer que no era posible hasta que se demostró que sí, que no sólo era posible sino que, además, era completamente cierto que las había seleccionado de tan buena manera que hasta Domingo Balmanya me envidiaba!  
 
Era un época espléndida (la de Garvey entre otras) del todo inolvidable. En aquel mundo de la LF, y no me refiero a la Liga Futbolística (que eso es otro capítulo aparte) sino a la Liberación Femenina, había que ser muy astuto, y hasta ladino si llegaba el caso, para no sucumbir en el empeño de admirarlas pero salir ileso de todas aquellas batallas en donde yo veía caer incluso a los de 30 que se las daban de comandantes maduros pero caían como cabos furrieles; o sea, como cocinillas al estilo merino poco más o poco menos. Cuando sonaba el zafarrancho de combate ante el asedio de todas ellas, yo me envalentonaba y me enfrentaba a las mejores; me refiero a las de mejor ver en todos los sentidos físicos, intelectuales e itneresantes al mismo tiempo. Y mi pendón jamás fue conquistado a los 18 años de edad como les pasaba a los más inexpertos (que eran demasiados por no decir muchos) a los cuales les veía, pocos años después, acodados en las barras americanas quejándose de sus males de amor. ¡Inolvidable época de los 18!
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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