Barro, sudor y goles (Diario)
Publicado en Nov 21, 2015
Una forma muy interesante para entender el porqué de mi inteligencia futbolística la tienen los campos de arena, de piedra, de matojos silvestres. Barro, sudor y goles. Mucho barro en días de lluvia, mucho sudor en días de combates, muchos goles en días de victorias. Antes de eso había vivido la época de las pelotas de goma y había que echarle muchos huevos para jugar bajo aquellas tormentas eléctricas que desarrollaban nuestros entusiasmos hasta llegar a la valentía sin límites. Quien no ha conocido o experimentado lo que es jugar al fútbol bajo un sol abrasador, en medio de un frío polar o con el viento moviendo el balón hacia cualquier lugar menos el deseado no puede comprendernos.
¿Por qué soy líder y capitán? Por jugar, jugar y jugar para luego después volver a jugar, jugar y jugar. Ese es mi lema. El tema consistía en ir tejiendo el tiempo con los balones cruzados hacia el espacio infinito; porque, en aquellos terrenos de juego, el espacio infinito era el punto exacto hacia donde apuntábamos antes de disparar a puerta. Capitán de madera. Sí. Capitán de madera pero de roble. Para mí la Victoria no sólo era Abril sino que había otras muchas más victorias. Esas victorias en forma de heridas que chorreaban la sangre del sacrificio pero que se cerraban con el paso de las horas mientras la sangre era el tributo por gozar de tantos espacios infinitos llenos de felicidad. Comenzábamos casi siempre bajo la niebla del amanecer. Una niebla que se iba disipando según íbamos haciendo realidad nuestros sueños. De la nebulosa pasábamos a la luz. Al final siempre se saciaba nuestra ansiedad por correr detrás del balón para poder alcanzarle antes que el rival, para poder detener su trayectoria inaudita, para poder templar, mandar y meter goles dirigidos hacia el triunfo final. Quien no ha jugado con aquellas botas més pesadas que mil lingotes de hierro no puede entender lo que es ser un líder y un capitán de las utopías: marcar goles a pesar de los aullidos del viento. Nota.- Un capitán está obligado a ser siempre un verdadero ejemplo para los demás tanto dentro como fuera de las canchas deportivas y más todavía si es un líder. A ver si se enteran muchos de esos que se ufanan de ser profesionales, internacionales y famosos en el mundo entero, pero que a la hora de la verdad no son ni chicha ni limonada. Porque lo cortés no quita lo valiente ni, viceversa, lo valiente no quita lo cortés.
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José Orero De Julián