Resulta que, jugando al 48, sin darme casi ni cuenta me encuentro en 1997. Hace ya tres años que resido en Quito, capital de la República de Ecuador, y ya soy conocido como periodista. Dentro de muy poco seré también conocido como escritor. Observo, con estupor, los absurdos acontecimientos de la política ecuatoriana que parece un patio de grillos por todas partes por donde se mire. Abdalá Bucaram Ortiz (Guayaquil, 20 de febrero de 1952) es un político y abogado ecuatoriano de origen libanés. Debido a su comportamiento excéntrico en el ejercicio de su actividad pública, es conocido popularmente por el sobrenombre de el Loco. Su nombre significa "servidor de Dios" en el idioma árabe. Fue presidente del Ecuador durante el período comprendido entre el 10 de agosto de 1996 y el 6 de febrero de 1997, el cual finalizó con su destitución por "Incapacidad Mental para Gobernar" por parte del Congreso del Ecuador. Su peculiar forma de gobernar incluía conciertos, bailes, charangas, mujeres casi desnudas, la insólita intención de querer fichar a Maradona cuando Maradona ya estaba totalmente acabado, entre otros más locos todavía. Estos actos sumados a las acusaciones de peculado que pesaban en su contra, provocó manifestaciones de descontento en la población (mayoritariamente de la ciudad de Quito) que ocasionó una ola de protestas que finalizó en la decisión del Congreso Nacional que con 45 votos a favor de 82 posibles, lo cesa de sus funciones del poder.
 
Quien no ha visto ¿gobernar? a este libanés más majara que todos los majaras del planeta Tierra no se lo puede creer. Si no fuera por lo serio del asunto todos terminaríamos muriéndonos de risa pero como, yo al menos, no quiero morir tan pronto... pues resulta que, en tiempos de ocio prolongado, me dedico a meter goles en los potreros donde juego al fútbol sin sentir, para nada, la tontería esa del "mal de altura" que se lo han inventado jugadores como los de Argentina para decir que pierden cuando juegan a ciertas alturas sobre el nivel del mar. Ni "mal de altura" ni nada de cualquier otra clase de zarandajas. Yo juego a tope, sudo a tope, meto goles a tope o soy guardameta a tope y no siento, para nada de nada y de nada, ninguna clase de "mal de altura".
 
Jugando al 48 es ya el año 1997 después de Jesucristo y me lo estoy pasando divino. Abur. Cierro mi diario y hasta otro año colegas lectores.