De cine (Diario)
Publicado en Nov 25, 2015
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En aquellos tiempos de la infancia incorruptible, animosa y, a veces, hasta desesperada, ir al cine era toda una odisea más emocionante que las aventuras de Odiseo (que en Roma se convirtió en Ulises por arte de birlibirloque). Y es que, aquellas violentas y virulentas batallas por entrar en el Alcalá han pasado a la Historia de Madrid al igual que las del Coliseo han pasado a la Historia de Roma. Hablando de Roma, y volviendo momentáneamente al presente, hoy me he enterado de que nuestro Barcelona ha derrotado por 6-1 al Roma. Barcelona 6 - Roma 1. Un resultado más o menos esperado o más o menos inesperado, pero de cine. 
 
Estaba yo recordando las guerras que se entablaban en la puerta del Alcalá (no en la Puerta de Alcalá sino en la del cine) cuando, ahora que vuelvo a reír, unos de mis héroes más entrañables por aquel entonces era Alcalá Galiano y es que recuerdo, dicho sea de paso, a los dos Galiana. Uno era boxeador y el otro era actor de teatro y televisión. ¿Y qué pasaba en aquellos tiempos ya pretéritos con el mito de las pipas que se comían en el gallinero del Alcalá? Pues que era nuestra venganza, como ya he dicho en alguna otra ocasión, escupiendo sus cáscaras hacia el patio de butacas donde se hallaban, cómodamente sentados, los de los buenos reales que es como decir de los que tenían bicicletas y aquellos inolvidables coches descapotables que aparecían en las películas de ricos por la Costa Azul. 
  
Recuerdo que leí yo la novelita titulada "Vacaciones en Roma" (que se hizo también película de cine) y ahora que nuestro Barcelona le ha endosado un resultado de tenis (6-1) al Roma me está entrando la risa que produce toda venganza fría. Y es que hoy hace un frío que pela los bigotes de los gatos. ¿Será por eso por lo que ninguno de ellos me ha salido al paso para saludarme esta mañana? ¡Ay los gatos! ¿Quién no recuerda "El Gatopardo"? ¿Y quién de nosotros no se ha enamorado, alguna que otra vez, de la Gatumela de los cómics prohibidos por algo de la censura clerical?
 
Recuerdo que cuando vi "El manantial de la doncella" se desató, en mis luchas internas contra los curas, una verdadera explosión de pasiones. Era como haber alcanzado el cenit de mi adolescencia. Pasiones desatadas pero vigiladas por la correa de mi padre; así que era mucho mejor callar y guardar silencio. Un silencio espectral se adueñaba de todo el Alcalá cuando "el malo" iba a matar a "la chica" pero, de pronto, aparecía "el bueno" y se cargaba al "malo" y entonces sí, entonces se desataba todo un sinfín de aplausos y ovaciones al grito de ¡que se besen! ¡que se besen! ¡que se besen! Algunos hasta pataleaban. Pero cuando "el bueno" y "la chica" se iban a dar el beso final pues, ¡zas!, se cortaba la película y nos quedábamos con la miel en los labios. 
 
Reclamábamos más o menos abiertamente, pero la censura clerical y franquista al mismo tiempo, nos imponía sus antojadizos caprichos y nos teníamos que conformar con soñar. ¿Qué soñábamos los adolescentes cinéfilos de aquellos años? Algo así como que Gina Lollobrígida nos cogía por banda y nos daba todo un repaso general. Lo más difícil de todo era acostumbrarse a que, mientras teníamos que recordar los quebrados de Don Miguel Monge que no era Monje que digamos sino Monge con G de Gegegé, guardásemos el secreto de Gina en nuestros impenetrables sonambulismos. De cine. En verdad que era de cine y por eso triunfó el estilo de la Brigitte Bardot. Voy a ver si recuerdo el estribillo con exactitud cantando un poco a lo Rudy Ventura: ¡Brigitte Bardot, Bardot / tu estilo triunfó, triunfó / y así la nueva ola de la moda se creó/...! Lo demás lo censuraron los de siempre. 
 
En definitiva, que los cinéfilos de aquella adolescencia más o menos despierta (algunos que otros se dormían en el gallinero porque no habían merendado lo suficiente) nos teníamos que conformar con "Los Diez Mandamientos" y todo aquello de "Marcelino, pan y vino" (tan bien cantado en aula del cole Lope de Rueda por Muriarte una mañana en que todos estábamos muy aburridos y que nos despertó del letargo ensoñador haciéndonos soltar carcajadas) que no sé cuántas veces la reponían en el Alcalá con tal de hacer que se nos pasara el ánimo, el deseo y todo los demás que ya sabéis a lo que me refiero. ¡Qué verde era mi valle! Por ejemplo. Y entonces tuve que ponerme a estudiar a Valle-Inclán.  
 
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

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