Comentario de "Instantes" (por: "Diesel")
Publicado en Dec 04, 2015
Comentario de "Instantes" (por: "Diesel")
"Si pudiera vivir nuevamente mi vida, / en la próxima, trataría de cometer más errores, / no intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. / Sería más tonto de lo que he sido de hecho. / Tomaría muy pocas cosas con serenidad. / Sería menos higiénico, correría más riesgos, / Haría más viajes, contemplaría más atardeceres, / subiría más montañas, nadaría más ríos, / iría a más lugares donde nunca he ido, / comería más helados y menos habas. / Tendría más problemas reales y menos imaginarios. / Yo fui de esas personas que vivió sensata / y prolíficamente cada minuto de su vida, / claro que tuve momentos de alegría, / por si no lo saben, de eso está hecha la vida, / sólo de momentos. ¡No te pierdas el de ahora! / Yo era uno de esos que nunca va a ninguna parte sin: / un termómetro, una bolsa de agua caliente, / un paraguas y un paracaídas. / Si pudiera volver a vivir viajaría más liviano. / Si pudiera volver a vivir... / comenzaría a andar descalzo a principios de primavera / y seguiría así hasta concluir el otoño, / y jugaría con más niños, / si tuviera otra vez la vida por delante. / Pero ya ven tengo 85 años y sé que me estoy muriendo". (Jorge Luis Borges). Comentario de "Diesel". En este poema de Jorge Luis Borges (argentino), el poeta se sitúa en su momento vital actual de su larga existencia. Tiene ya 85 años de edad y está haciendo un repaso a lo que ha "perdido" por su obsesiva costumbre de la puntillosa "perfección" que siempre buscó, siendo tal vez un hipocondríaco del orden, de las cosas serias, de esa manía de seguridad ante los acontecimientos diario; siempre previendo las consecuencias en lugar de vivirlas en su plenitud. Esa exagerada meticulosidad por ser exacto y super correcto, evitando la improvisación espontánea, asegurándose el éxito a cambio de gozar de esas aventuras en las que se viven experiencias realmente emotivas precisamente por su imprevisilidad. Y nos describe (con esa amargura reconcentrada que afecta a quienes buscan experiencias siendo excesivamente meticulosos), a lo largo de los versos del poema, un arrepentimiento de no haber vivido ciertos aspectos de su vida como le hubiera gustado. No es tanto el no haber vivido ese “carpe diem”, como escriben y han escrito otros poetas; sino que se trata de que el poeta, el autor, es consciente de que en su vida han faltado ciertas vivencias que seguramente le hubieran aportado mucho a su vida actual. Paremos un momento el comentario para especificar bien lo que quiere decir y significa "carpe diem". Esto es lo que se dice en Wikipedia: "Carpe diem" es una locución latina que literalmente significa 'toma el día', que quiere decir 'aprovecha el momento', en el sentido de no malgastarlo. Fue acuñada por el poeta romano Horacio en su obra titulada "Odas". El adagio latino podría equivaler a oraciones en castellano como «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» o «vive cada momento de tu vida como si fuese el último». Es un tópico literario, o tema recurrente, en la Literatura Universal, como exhortación a no dejar pasar el tiempo que se nos ha brindado y a disfrutar los placeres de la vida dejando a un lado el futuro, que es incierto. Cobra especial importancia en el Renacimiento, en el Barroco y en el Romanticismo. Este tópico respecto a las diferentes épocas literarias ha ido variando en la forma de entenderlo. Durante el periodo de la Edad Media era entendido como: "vive el momento porque vas a morir pronto". Posteriormente durante el Renacimiento, los ideales de belleza y perfección hicieron entenderlo de la siguiente forma: "vive el momento porque vas a envejecer pronto". Finalmente en la época Barroca este tema se volvió a interpretar de la misma forma que en la Edad Media, pero con bastante más intensidad en cuanto a la muerte". Hay que añadir, a este comentario "wikipediano", que "Carpe diem" (con ese título exactamente y publicada en 1956), es la cuarta novela de Saul Bellow, al que le quedaban 8 años y otra novela ("Henderson, el rey de la lluvia", de 1959) para alcanzar la fama y el gran éxito que le supuso "Herzog" en 1964). Pero entremos ya de lleno en el comentario del poema borgiano titulado "Instantes". En la primera estrofa del poema (la que va desde "Si pudiera vivir nuevamente mi vida" hasta "Tendría más problemas reales y menos imaginarios") se toca el tema principal. Se nos presenta al poeta como una persona a la que le gustaría volver a vivir su vida desde otro punto de vista; porque resulta que Borges se enfrenta a una cruda realidad: sus racionalizados puntos de vista (demasiado racionalizados según comprueba ya en su última vejez) le han impedido vivir unas experiencias más improvisadas y, por ende, mucho más interesantes de lo que él pensaba que eran. Reconocer esto es, en cierto modo, una gran frustración que el poeta no esconde y de ahí su valentía para escribirlo con total sinceridad. Hay como una necesidad no cumplida de ser más osado, más valiente y con menos arrepentimientos. El poeta quiere tener una sensación de libertad, de poder hacer lo que quiere, lo que le haría sentir más tranquilo. Da la sensación de que su vida siempre ha estado condicionada y que en pocos momentos ha estado relajado. La super protección de uno mismo hacia uno mismo impide, muchísimas veces, conocer lo que de emocionante tiene la vida precisamente por ser atrevido, por ser intrépido, por no tenerlo todo controlado con la exactitud no ya del reloj (que puede atrasarse o adelantarse de vez en cuando) sino al inexorable cronómetro puntual que te anula la experiencia de la sorpresa; esa especie de espontánea improvisación que, en la vida real, te hace ser más feliz por no ser tan precavido. Por eso alguien ha opinado que "el poeta expresa la pena de no haber vivido más intensamente, de no haber conocido otros lugares en los que contemplar atardeceres o descubrir sus paisajes. Es decir, expresa a lo largo de esta primera estrofa que su vida ha estado siempre circunscrita a un espacio, a un control o autocontrol de lo que hacía, decía y compartía, incluso, hasta de lo que comía. Muchos de los problemas personales que él pueda tener, son más algo psicológico que real". Hablemos del miedo psicológico que sufren muchas personas. He aquí una buena explicación: "El miedo es una reacción emocional radical ante lo que la mente considera, en una circunstancia determinada, como un peligro para su integridad. La situación puede ser real o imaginaria, en virtud de que tanto lo real, como lo imaginario, producen el mismo efecto mental. El miedo, ante un peligro real, es sano porque sirve de base para desencadenar, casi espontáneamente, los mecanismos esenciales de defensa, más apropiados para la supervivencia en condiciones críticas. Sin embargo, el miedo, ante una situación de peligro imaginaria, desencadena los mecanismos de defensa, sin necesidad, en virtud de una falta de realismo objetivo en el análisis de la apreciación de un problema". Por eso Borges se encuentra ante un dilema: se mira a sí mismo como un hombre que se ha auto controlado durante toda su vida y ha respondido a los demás de la manera que se esperaba de él. En esta estrofa nos plantea la idea de infelicidad porque, si bien ha tenido momentos alegres, la mayoría de las veces la alegría ha estado condicionada por los demás, no porque realmente fuera feliz. En realidad lo que desea es poder disfrutar de buenos momentos, de esos momentos que sólo te dan las vivencias plenas, el disfrutar de lo que la vida te ofrece. La manía de Borges por "ser perfecto" le impidió gozar de la diversión que produce el hecho de equivocarse de vez en cuando, de construir algo que siempre es mejorable (y es en este punto de la mejora continua donde se basa el interés de la vida de los seres humanos) y no aceptar que un error siempre conduce a un acierto. Detrás de una vida controlada siempre hay un ser humano esclavo. Detrás de una vida imprevisible siempre hay un ser humano liberado. Eso fue lo que no entendió Jorge Luis Borges hasta que cumplió 85 años de edad. Y murió cuando tenía 87; o sea, solamente 2 años después de haberse dado cuenta de todos los momentos felices que hubiera podido gozar de no haber sido tan meticuloso. Recuerdo a un amigo mío que era tan meticuloso que dejaba de vivir momentos cruciales para gozar más de la vida... pero se dio cuenta mucho antes de tener 85 años de edad y, al parecer, comprendió mejor cómo se debe vivir una existencia emocionante y no condicionada a la rigidez de una ideología política y social o, en el caso de Borges, académica y literaria. Porque siempre la sorpresa es mucho más agradable de vivir que lo excesivamente previsto. En los siguientes dos versos da una visión personal de lo que para él representa la vida: sólo momentos. Y esos momentos son los que hay que aprovechar porque, si no se viven, se pierden y no vuelven. Sobre los momentos de la vida, el dramaturgo y novelista estadounidense Thorton Wilder dejó escrito lo siguiente: "Los mejores momentos de la vida vienen por sí solos, no tiene sentido esperarlos". Borges esperaba lo previsto, lo que tenía ya preparado de antemano, lo que le llevaba a ser un maniático de la seguridad y, debido a ello, se dio cuenta demasiado tarde que había perdido muchos momentos interesantes por ser tan previsor, por no dejar resquicios para la sopresa, por vivir siempre preocupado del paraguas y del paracaídas (cosa que relata mostrando cierto humor que hace que el lector o la lectora sonrían). ¡No te pierdas el momento actual, el de ahora, el que no se va a volver a tener la oportunidad de vivirlo! Es la triste conclusión que llega a confesar el poeta argentino que fue siempre excesivamente sensato. Y es que la sensatez también debe tener un límite para no caer en la apatía, en la insondable personalidad hermética, en el encerrarse en una proposición ya determinada de antemano. Ser sensato hasta el extremo de viajar continuamente asegurando las circunstancia previstas (el termómetro, la bolsa de agua caliente) resta emoción al viaje y ya se sabe, como dijo el pintor español Juan Gris (una de las principales figuras del cubismo y el arte abstracto) que "prefiero la emoción a las reglas correctas". Borges era demasiado correcto para ser demasiado emocionante. Su poema es una confesión agridulce; porque sabe que a veces fue feliz pero mucho menos feliz de lo que hubiera podido ser. El poeta también nos da una imagen de su persona como un ser hipocondríaco, con una necesidad de sentirse seguro en todo momento, quizás por su ceguera y las limitaciones que ello conlleva. Vuelve a retomar la idea de aprovechar el tiempo y del deseo de poder volver hacia atrás y vivir una vida llena de esos “momentos”. Si pudiera volver a vivir... iría muchas veces descalzo y jugaría mucho más con los niños. Leo en Internet: "En la penúltima estrofa sigue con la misma temática del renacimiento, de volver otra vez hacia atrás y en este caso, podemos interpretar los versos que escribe como la necesidad del poeta de volver a llenarse de nuevos conocimientos, el andar descalzo, como los peregrinos, los ermitaños, etcétera, que buscan esa sabiduría vaciándose primero de todo conocimiento. El poeta necesita un nuevo calor, una nueva primavera y verano que le haga sentir esa vida y, llegado el invierno de su vida, poder disfrutar de nuevos amaneceres, de viajar y, sobre todo, como hacen muchos ancianos, disfrutar de la compañía de los niños, de poder jugar con ellos y recordar esos momentos infantiles que todos hemos tenido". ¿Cuál es la verdadera fuente de la felicidad para un poeta? Dicen los psicólogos que todas las emociones tienen una función positiva para la persona. Si esas emociones nos sorprenden porque no están previstas (algo que no era normal en Borges) hacen que nuestras vidas sean mucho más interesantes. Imagino la hipocondría del poeta cuando confiesa que "no intentaría ser tan perfecto y me relajaría más". Se dice que la mejor perfección que existe es la de ser imperfecto. Y es verdad. Porque al tener imperfeciones luchamos por combatirlas, por superarlas, por vivir con el entusiasmo de acabar con ellas. Borges buscó ansiosamente la perfección sin darse tiempo a pensar que la perfección es un imposible. ¿Cuál es el motivo por el cual debemos ser perfectos? No existe ningún motivo porque si fuésemos perfectos no tendríamos ninguna necesidad de vivir los avatares de nuestras existencias. Menos mal que al poeta argentino le quedan todavía unas cuantas gotas de humor cuando señala que "sería más tonto de lo que he sido". He aquí un dato de grandeza "borgiana"; porque es necesario reconocer que, como escritor, Borges es uno de los grandes en la Literatura Universal. El problema no es ser más grande o ser menos grande. El problema es ser más feliz o ser menos feliz. Jorge Luis Borges, a pesar de toda su grandeza como escritor, confiesa "Si tuviera otra vez la vida por delante". ¿Qué haría el poeta argentino si tuviera otra vez la vida por delante? Quizás quiere decir que, como ser humano, no haría muchas cosas de las que hizo y haría muchas cosas que no hizo. Por ejemplo, comería más helados y menos habas. Y es que la imagen del helado es mucho más alegre que la imagen de las habas. Los helados producen en el paladar un sabor mucho más dulce que las habas. Buena imagen literaria para decirnos que en la vida no es lo más importante la grandeza de las grandes obras plúmbeas y pesadas sino esas muchas pequeñas cosas que son, en verdad, deleite para el vivir. Si haces más viajes que sea para ser más curioso y más atrevido. Si subes más montañas que sea que sea para ser más intrépido y más osado. Si corres más riesgos que sea para ser más valiente. Si nadas más ríos que sea para ser más alegre. He aquí algo interesante relacionado con "Instantes" de Borges. Está escrito en un estilo similar al de la literatura de autoayuda y aparentemente se origina en la traducción del inglés de un artículo en prosa. Existen numerosas versiones castellanas con muchas variantes. Ha circulado masivamente a través de notas periodísticas, compilaciones, láminas y cadenas de correo electrónico. Las numerosas versiones en castellano adoptan la forma de un poema en primera persona cuyo argumento es la reflexión, en tono melancólico, de alguien de edad avanzada (la última frase cita la edad de 85 años en la mayoría de las variantes) que al final de su vida se arrepiente de no haber cometido más errores y de haberse privado de algunos placeres sencillos. Hablamos de errores y de placeres sencillos. ¡Cuántos errores cometen los que, a muy temprana edad, alcanzan a ser conocidos por los demás como un "genio" (dejemos lo de "genio" entre comillas) sin darse cuenta de que los placeres sencillos son siempre mucho más amenos y nos dan mayores cantidades de alegrías que el hecho de escribir un libro "casi perfecto"! Si el poema "Instantes" es una autoconfesión eso tiene mucho de sinceridad, mucho de arrepentimiento y mucho de haber visto la realidad aunque sea ya muy tarde para corregir los errores cometidos. Si el poema "Instantes" es una descripción psicosocial de Borges hacia sí mismo estamos ante un poema autoconclusivo, una especie de consciente insatisfacción general aunque se hayan conocido momentos de "gloria". ¿Queda en el ánimo del poeta esa sensación? Por supuesto que sí. Se demuestra en el verso que dice "Si pudiera volver a vivir viajaría más liviano" que viene a significar el hecho constatado y verídico que demuestra que muchos famosos (sobre todo los que han tenido la "desgracia" de ser famosos a muy temprana edad) cargan con un equipaje demasiado pesado; tan pesado que se malgastan las energías porque hay que estar, continuamente, vigilando (y la palabra vigilando ya denota cansancio y malestar) para que su fama no decaiga; que esa fama les mantenga siempre a gran altura... cosa que, como bien pueden confesar la inmensa mayoría de todos ellos, no les ofrece la oportunidad que tenemos los demás para gozar cada paso que damos dentro del anonimato aunque sepamos dominar el arte literario. He aquí una disyuntiva colateral a "Instantes" y en forma interrogativa: ¿Quién es más, quien llega antes o quién llega más lejos? Cada persona puede tener su propia respuesta relativa; pero, de manera totalmente objetiva, es necesario reconocer que es más quien llega más lejos. Eso, en el fondo, es lo que sienten muchísimo escritores (poetas en este caso concreto) que llegaron demasiado pronto para darse cuenta de que, por el camino, se perdieron muchas oportunidades de ser más felices o de ser enteramente feliz. Por eso la primera estrofa acaba diciendo "tendría más problemas reales y menos imaginarios". Y es que eso de que la imaginación es un poder era algo que pensaba el filósofo y sociólogo judío de nacionalidad alemana y estadounidense, Herbert Marcuse, que llegó a ser una de las principales figuras de la primera generación de la Escuela de Frankfurt; pero es necesario reconocer que una imaginación exenta de la fantasía que produce la alegría de vivir cada día como una nueva sorpresa inesperada es una imaginación definitivamente más agradable. "Sería menos higiénico, correría más riesgos. Haría más viajes, contemplaría más atardeceres". ¿Cuánto tuvo Borges de preocupación innecesaria por ser tan puntilloso en sus escrituras? ¿Sabemos lo que es ser puntilloso? Significa que es excesivamente exigente o tiene un amor propio exagerado en lo que hace y pone en ello mucha atención y cuidado. Tanta atención y cuidado que se olvida, muchísimas veces, de vivir los momentos que pasan y ya no van a volver. Eso debió ocurrir con Borges. Para finalizar he aquí algo realmente sorprendente y curioso. Según Daniel Tubau: "Aunque el poema se atribuyó y se sigue atribuyendo a Borges en muchos lugares, se ha desmentido una y otra vez que él lo escribiera. Al principio se pensó que lo había escrito Nadine Stair, pero finalmente quedó claró que lo había escrito, no como poema sino como prosa, un humorista llamado Don Herold. El aspecto que me parece más interesante de toda la polémica en torno a "Instantes" es observar el cambio de opinión del lector según sea Borges o no el autor. En primer lugar hay que decir que el poema gustó a muchos lectores que no eran aficionados a Borges, personas que raramente habían apreciado la poesía de Borges, por parecerles difícil de comprender. "Instantes" era un poema de Borges distinto, porque era un poema que se entendía muy fácilmente. El narrador o la voz del poema, de manera sencilla, incluso simple, se lamenta de lo mal que ha vivido la vida y explica cómo la viviría si tuviera una segunda oportunidad. Algunos de sus versos parecían escritos incluso para aquellas personas a las que les gusta la poesía que suele llamarse cursi, y no es raro encontrar "Instantes" en páginas web con dibujos de aspecto infantil, con pierrots soñadores y muchachas de mejillas sonrosadas". Lo que sucede que si no fue escrito por Jorge Luis Borges, no queda duda alguna de que a Jorge Luis Borges le hubiese gustado ser su autor; porque se ve fielmente reflejado en el poema; porque sabe que quiso ser tan perfecto que cayó en el error de ser difícil de leer, difícil de comprender, difícil de entender y difícil de analizar. ¿Y no es eso precisamente el enorme error de quienes quieren ser perfectos? Tengo que aclarar, sobre este oscuro suceso, que Nadine Stair fue una anciana de 85 años de Louisville (Estados Unidos) que más adelante recordaría el escritor Leo Buscaglia en su libro "Vivir, amar y aprender" sugiriendo la frase final del texto: "Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo...". En cuanto a Don Herold he aquí el siguiente dato: la primera versión que se conoce del texto de "Instantes" fue publicada antes de 1935, o quizás a comienzos de ese año, en la revista estadounidense "College Humor", firmada por el humorista y caricaturista Don Herold. En realidad, como hay varias versiones de este poema, sí debe ser cierta que esta que hemos estado comentando y analizando en su contenido fuese escrita por Jorge Luis Borges. O esa es la sensación que sintió el poeta argentino tan dentro de sí mismo que la hizo suya.
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