Un conejo sin orejas (Teatro)
Publicado en Dec 18, 2015
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Un conejo sin orejas (Astracanada teatral de un solo Acto)
 
Personajes:
 
Anselmo (Esposo)
Rosaura (Esposa)
Montse (Prima de Anselmo)
Agapito (Novio de Montse) 
 
Escenario.
 
Una sala comedor donde acaban de terminar de desayunar Anselmo (sentado en el centro), Rosaura (sentada a su derecha) y Montse (sentada a su izquierda).
 
Anselmo suelta un eructo...
 
Rosaura.- ¡Buen provecho!
Anselmo.- ¡A lo hecho pecho!
 
Anselmo saca pecho...
 
Rosaura.- ¡Cómo se nota que no estás cultivado, Anselmo!
Anselmo.- Es que yo no soy ningún banano, Rosaura.
Rosaura.- Si hablamos de bananos... una servidora...
Anselmo.- Dejemos eso para otro año. ¡Te juro que hoy te traigo un conejo vivo!
Rosaura.- Espero que esta vez caces algo más que gamusinos...
Anselmo.- ¡No seas verdulera, Rosaura, que pareces una culiflor!
Rosaura.- ¿Yo una culiflor? ¡Y tú un culantro porque vaya calderón que tienes!
Anselmo.- Pero lo mío tiene explicación lógica porque soy del atleti. 
Rosaura.- ¿A pasarlo otra vez canutas, so canuto?
Anselmo.- ¡No me tires de la lengua, merenguita, que me conozco!
Rosaura.- ¿Tú te conoces de verdad, colchonero? ¡No has llegado en tu vida a ser nada más que un colchonero! Si fueses tal vez un culé...
Anselmo.- ¡Ay si yo te contara, Rosaura, ay si yo te contara!
Rosaura.- ¡Eres más farolero que un filósofo sin dinero!
Anselmo.- ¿Lo dices por Roncero?
Rosaura.- ¡No! ¡Válgame Dios y toda la corte celestial! ¡Me refiero a Luis, el entrenador de Tercera Regional?
Anselmo.- ¿El entrenador de Tercera Regional? ¡No caigo! ¡No caigo! ¡No caigo! ¡me doy!
Rosaura.- ¿Y si te digo García?
Anselmo.- ¡Sigo sin caer! ¡Me doy!
Rosaura.- Ten cuidado con la pared no te vayas a dar de verdad!
 
Anselmo se levanta de la silla, coge la escopeta que está junto a la pared, al lado de una guitarra española, y se la cuelga sobre el hombro derecho.
 
Anselmo.- ¡Al primer animal que pille lo descerebro!
Rosaura.- Sería mejor que usaras tu cerebro para otra cosa más provechosa.
Anselmo.- ¿Es que hay algo mejor que salir de cacería?
Rosaura.- Por ejemplo, pensar algún pensamiento.
Anselmo.- ¡Pues mira por donde tengo yo uno que me está bailando!
Montse.- ¿Usted sólo tiene uno?
Anselmo.- ¡Oye nenuca! ¡Tengo dos pero me sobra y me basta con uno solo!
Montse.- ¡Qué tío más machote!
Anselmo.- ¡No soy tu tío sino tu primo!
Montse.- O sea, un primavera nada más.
Anselmo.- Si tú supieras o supieses...
Montse.- ¿Cuántas primaveras hace de eso?
Anselmo.- Se pierden en la memoria de los tiempos...
Montse.- ¿Y así va usted a cazar un conejo vivo cuando no tiene dónde caerse muerto?
Rosaura.- ¡No seas tan vulgar, Montse! ¡Se dice que no tiene guita!
Anselmo.- ¡La guitarra! ¡Eso es! ¡Me estaba olvidando que a los conejos les encantan los recitales de Lucía!
 
Anselmo deja la escopeta en su lugar y coge la guitarra colgándosela de su hombro izquierdo.
 
Rosaura.- ¡Pues ten cuidado y no toques demasiado a la prima porque está muy floja!
Anselmo.- ¿Yo tocar a la prima? ¡No se me ocurre hacer tal verdulería!
Montse.- ¡Oye. tío pringao! ¡Si a ti se te ocurre tocarme un pelo te doy más chirlazos, que deriva de chirlas por si no lo sabías, que a Lucas el de las pelucas al cual el otro día le abrí la cabeza y descubrí que no tenía nada dentro!  
Anselmo.- ¿Pero qué dice esta niña sabelotodo?
Rosaura.- Yo sólo sé que no sé nada... de momento...
Anselmo.- ¿Tú también dudas, Rosaura mía, de mis dotes de cazador
Montse.- Siempre hay que dejar un hueco para la duda razonable, señor primo.
Anselmo.- ¡Cagüenlá! ¿Qué dice esta boniata?
Montse.- ¡Bonita, don Anselmo, bonita! ¡Soy bonita y no boniata!
Anselmo.- ¡Me vas a tocar tanto...
Montse.- ¿Yo tocarle a usted? ¡Ni aunque fuese usted Messi!
Anselmo.- ¡Que soy del aleti y no del barsa!
Montse.- ¡Entonces ni que fuese usted Godín! Aunque, diciendo la verdad, algo gordín si que está usted.
Anselmo.- ¡Me vas a hartar tanto que te voy a tener que dar dos collejas!
Montse.- ¿Dos conejas? ¿Para qué quiero yo dos conejas?
Anselmo.- ¡Estás más gorda que una tapia!
Rosaura.- ¡Anselmo! ¡Olvídate de las conejas y cumple con el juramento de traerme un conejo vivo!
Anselmo.- ¡Ya sabes que yo siempre cumplo!
Rosaura.- A veces... más bien muy pocas veces... y proque a veces suena la flauta...
Anselmo.- ¡Te juro que antes de una hora vuelvo a casa con un conejo vivo! ¡Está en jeugo mi fama!
Rosaura (Cantando).- ¡Tu fama que buen turrón que buen turrón! ¡Tu fama que buen turrón!
Anselmo.- ¿Así que me tomas a cachondeo?
Rosaura.- ¡Por tomarte de alguna forma y porque no me queda más remedio!
Anselmo.- ¡Cumplo! ¡Vaya que si cumplo!
 
Anselmo se acerca a Rosaura, le da un beso en la frente y sale del escenario mientras que, por el otro lado, aparece Agapito.
 
Agapito.- ¿Se ha ido ya el señor de la mercé?
Montse.- ¡Mersé, Agapito, Mersé! ¡Le gusta mucho Mersé pero no la mercé?
Agapito.- ¿No le gusta la Merceditas con lo buena que es?
Montse.- ¡A mí me parece que te voy a tener que dar un corte napolitano!
Agapito.- ¿Qué es eso de un corte napolitano?
Montse.- ¡Un corte al estilo de Naboleón!
Agapito.- ¿Naboleón o Napoleón?
Montse.- Da lo mismo. De las dos maneras está mal de la azotea y no vengas ahora a decirme que quieres subir a la azotea conmigo a solas porque no cuela.
Rosaura.- ¡Eso, eso! ¡Montse no es una locuela!
Agapito.- ¡Le juro, señora mía, que lo de Montse y yo ya está hecho!
Montse.- ¿Pero qué dice este esquizofrénico?
Agapito.- ¿Qué es un esquizofrénico?
Montse.- Como dice la palabra alguien a quien hay que ponerle un freno para esquivarle.
Agapito.- ¡Que de verdad que sufro por culpa de tus huesos, Montse!
Rosaura.- ¡Atiza! ¡Es verdad que está oligofrénico!
Montse.- ¡Señora! Tanto como oligofrénico todavía no lo está.
Agapito.- ¡Que le juro, señora mía, que estoy sufriendo mucho pero que mucho y además mucho!
Rosaura.- ¡Pobrecillo el personajillo! Pues no te queda a tí todavía tiempo de sufrimiento mientras yo me llame Rosaura...
Agapito.- ¿Y no podría usted cambiar de nombre y quedarse sólo con Rosa para hacer el tiempo más corto?
Montse.- ¡Así que ya te puedes ir haciendo leches, lechero! ¡No eres más que un lechero y ya te crees Amadeo de Saboya!
Rosaura.- ¿Cómo has dicho, Montse? ¿Es un amador de la cebolla?
Montse.- ¡Amadeo de Saboya, doña Rosaura, y no busque usted tanto la rima por favor, que va a terminar usted siendo más grande que Rosalía.
Agapito.- ¡Eso, eso! ¡Rosalía no está tampoco mal!
Montse.- ¡Así que tirando los tejos a Rosalía!
Agapito.- Que no... que no... que a la Rosalía solamente la miro de lejos nada más...
Montse.- ¿Cuándo haces eso si lo puedo saber?
Agapito.- ¡Te soy sincero! ¡Sólo la miro de lejos en la clase de Literatura!
Rosaura.- ¡No discutan ustedes dos como dos perdularios!
Agapito.- ¿Cómo ha dicho usted que discutimos nosotros dos, señora doña?
Rosaura.- Quise decir parvularios... eso... parvularios... quise decir parvularios... pero lo otro lo dije sin querer queriendo...
Agapito.- ¡Yo sólo sé que sólo quiero a Montse! ¡De verdad de todas las verdades que he dicho en mi vida!
Montse.- ¿Y las mentiras? ¿No cuentas las mentiras que has contado sobre mí?
Agapito.- ¡Lo de que estás loca perdida!
Montse.- ¡Eso, eso! ¿Por qué vas diciendo por ahí que estoy loca perdida?
 
Agapito (Muy asustado porque Montse ha cogido el cuchillo de untar la mantequilla en las tostadas).- Pero si lo digo en el sentido amoroso...
 
Montse.- ¡Que te vayas a hacer leches si no quieres que las leches las reparta yo!
Agapito.- ¿Y quedarme sin puesto de trabajo tal como está la cosa? ¡No!
Rosaura.- ¿Entonces para qué ha venido usted a esta santa casa?
Agapito.- ¡Gracias por lo de usted! ¡Es un don que me viene de nacimiento!
Montse.- ¡Amos anda yá!
Agapito.- ¿Amos? ¿Has dicho amos? ¡Yo nunca jamás he tenido amo pero te amo porque te amo y porque te amo!
Montse.- ¿Es que no sabes lo que es recoger calabazas?
Agapito.- Algo sé de eso... pero esta vez...
Montse.- ¡Que salgas de esta santa casa según dice la señora doña aunque nos lo creamos o no nos lo creamos!
Agapito.- ¿Pero si yo ya cumplí con lo de la cucaña?
Montse.- ¿Por haber ganado el premio de recibir un cerdo crees que me vas a enamorar del todo?
Agapito.- ¿Es que no es suficiente con un cerdo en el reparto?
Montse.- Yo no sé lo que entiendes por el reparto pero esto no es teatro. ¿Entiendes?
Rosaura.- ¡Salga usted de la escena ipso facto!
Agapito.- Pero señora... que soy Agapito... 
Rosaura.- ¡Ni agarra pitos y agarra gaitas! ¡Váyase con la música a otra parte!
 
Agapito, más corrido que una mona de Gibraltar, sale de la escena mientra por el sentido opuesto entra Anselmo con una bolsa de Mundomaskota y de color negro.
 
Rosaura.- ¿Pero que traes ahí? ¿Ya te ha dado por comprar gusanos de seda otra vez?
Anselmo.- ¡No, mi querida y amada parienta!
Rosaura.- Parienta sí pero no tonta...
Anselmo.- ¡Mujer! ¡Yo no digo que tanto!
Montse.- Yo creo que es algo que está vivo porque la bolsa se mueve y, una de dos, o estamos sufriendo un seísmo o lo que hay dentro de esa bolsa negra es un animal más animal que Agapito.
Anselmo.- ¿Agapito? ¿Quién es Agapito?
Rosaura.- ¡No hagas caso a tu prima, Anselmo! ¡Lo que pasa es que a veces sueña tanto que delira!
Anselmo.- ¡Pues tú vas a delirar ahora!
 
Anselmo mete la mano en la bolsa de color negro y saca un pequeño conejito vivo.
 
Rosaura.- ¡Atiza! ¡Pero si es un conejo sin orejas!
AnSelmo.- Ya decía yo que era muy extraño que no me contestara cuando le venía hablando.
FIN Y SE BAJA EL TELÓN.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
   
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Astracanada teatral.

Palabras Clave: Literatura Prosa Teatro Astracanadas Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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