Estimado señor Don Antonio. De Pérez sigue la cosa. Como usted bien sabe (o debería saber por su edad) cada hombre es un mundo y cada mundo tiene su propio destino. Me sentí muy contento cuando le destinaron a la Principal, pero haga usted el favor de nos seguir tocándose... los bolsillos... haciendo sonar su calderilla. Es de muy mala educación. ¿Ya sabe usted que la salud de mi hija vale mucho más que toda su calderilla junta y que cualquier clase de jefatura? Así que deseo que le vaya muy bonito (como dicen los mexicanos) y se lo pase pipa viendo desfilar a las secretarias. Y hablando de secretos le voy a contar uno: jamás me interesó toda su calderilla junta porque tengo huevos. ¿Estamos o no estamos al loro? Ya sabe usted que loro rima con oro pero también rima con decoro. Pues eso. Y ahora va usted y se lo "tuitea" a Don Gil... el de las calzas verdes... por lo de estar a la altura de Tirso de Molina. O, si lo prefiere, hágalo con Don Gerundio de Campazas... por lo de estar a la altura del Padre Isla. Sonría usted un poco, por Dios, sonría usted un poco proque, como le dijo al humilde Luis, ¿se ha mirado usted en el espejo? Resulta que tiene usted una cara de Frankestein que tira de espaldas y, para su conocimiento, he de decirle que Frankestein es una creación original de la novelera Mary Shelley. Así que le doy un consejo: tome usted cebolleta que es buena para la memoria.