Puntos de mira (Diario)
Publicado en Dec 28, 2015
Son los puntos de mira de todos nosotros. En menos de 20 metros cuadrados están pintadas, con tiza blanca, las dos porterías en las paredes. Es un lujo tenerlas porque en todas las paredes del mundo de los colegios humildes son signos de ilusión. Los del SAFA, por ejemplo, sólo tienen un verdadero campo de fútbol propio. Pero las porterías pintadas en las paredes son el objetivo de los chavales que sentimos esta pasión más allá de las canchas repletas de aficionados.
Jugamos en un patio de menos de 20 metros cuadrados. Es una especie de privilegio. Recuerdos. En las huellas de los pelotazos, cuando hay días de charcos, quedan los recuerdos. Se puede hablar con ellas. Se puede escribir de ellas. Son los puntos de mira de todos nosotros y yo sigo jugando a 24 pases por minuto. 24 pases y goles suficientes como para ser estrella. Hablo del Lope de Rueda de Madrid y sus continuos torbellinos de emociones. Es el carrusel de los sueños. Abriendo espacios hacia la jugada sorprendente. Haciendo el pase imposible. Marcando el gol inolvidable. El que se cuela en la red de los sueños. Aquí estoy, jugando al fútbol, mientras pienso en el ecuador de mis ilusiones. Orero para los compañeros. Gol a gol en las porterías de las paredes pintandas con tiza blanca. "El Caníbal" para los rivales. De batalla en batalla. De misión en misión. Con testigos de cargo. Los vecinos de la casa o la portera misma. Y, aunque tengo la mochila llena de sueños, paseo por la calle de Narváez después de cada combate. Quizás me recuerden Muriarte, Gamara y Cesáreo. Quizás también me recuerden otros muchos más. Porque soy algo así como un ejemplo para ellos. Boni y Maxi todavía son mis hermanos inseparables. Los colegas que fueron. Después la vida nos separó. Pero ahora mis puntos de mira son el misterio de mis silencios. Frase para recordar: "Es muy importante elegir el buen camino desde el principio". De Catherine Sinclair. Fue una novelista escocesa y escritora de literatura infantil. Quizás por eso, entre jugada y jugada y gol a gol, yo convierto mis redacciones escolares en verdaderos cuentos de fantasía.
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