Déjame entrar en aquellos recovecos que algún día se convirtieron en ruinas en las que las hiedras taparon hasta la última rendija que daba luz.

Déjame entrar, prometo no cambiar nada de lugar, únicamente quiero que reluzca todo de nuevo, todo lo que te hace tan especial. Sé que tienes miedo, que en el pasado intentaron convertir en desierto todo aquello que durante años te costó tanto cultivar.

Déjame entrar, prometo no desvelar ni huir sea cual sea el motivo de esa clandestinidad.

Por eso, tan sólo déjame entrar entre aquella maleza reinada por la oscuridad, para así poder arar y sembrar lo que fuiste perdiendo por el camino, despejar los senderos y dejar que la luz vuelva a reflejar.