Porque en Bombay hay ambiente humano. Porque en Bombay no tengo soledad. Porque en Bombay puedo hablar con los barrenderos mientras observo a las chicas de Mercadona. Porque en Bombay hay niños y niñas que sólo juegan a ser niños y niñas. Porque en Bombay puedo acariciar a los perros sin que los perros me ladren. Porque en Bombay me dejan rellenar los crucigramas y encontrar las siete diferencias. Porque en Bombay está La Verdad. 
 
Salgo de la estación buscando los rosales que me hablan del ayer, del hoy, del mañana... de esta forma de vivir suspendido en el mundo de los recuerdos. Siempre termino por hallar respuestas. A cada paso que doy me encuentro conmigo mismo y comienzo a comentar con mi otro yo asuntos relacionados con esta manera de sentir. Sentimiento. Posiblemente yo desayuno en Bombay porque sólo busco sentimientos.
 
Al parecer, hoy en día, a muchas gentes les molesta que uno tenga sus propios sentimientos de manera independiente y autónoma. Al parecer, hoy en día, muchas gentes te miran mal porque eres capaz de entablar un diálogo con tu conciencia. A parecer, hoy en día, muchas gentes han dejado de comprenderse a sí mismas por la sencilla razón de que no hablan consigo mismas. Al parecer todo este mundo se está convirtiendo en un parecer. Y mientras parece que las cuestiones humanas se evaporan en el mundo de la nada yo vuelvo a desayunar en Bombay donde no existe más parecer que ser uno mismo en medio de otros muchos más que son ellos mismos o ellas mismas. Esa es la conciencia que siempre busco cuando desayuno en Bombay mientras la tele no hace más que emitir señales trágicas sobre este parecer en que se está conviertiendo el mundo. Al parecer todos estamos llamados, algún día, a decir cuáles son nuestras verdaderas verdades.
 
Salgo de la estación buscando los rosales. Quizás hasta exista alguna que otra persona que lo pueda comprender. Es muy sencillo. Desayuno en Bombay porque me siento vivo en Bombay. Y es que, al paso que vamos, sentirse vivo va a terminar por ser un privilegio. Menos mal que ese privilegio no es propiedad de los poderosos de este mundo y todavía podemos seguir aspirando a que Dios no nos lo aparte de nuestras existencias.