La pirámide "luisiana" (Diario)
Publicado en Feb 21, 2016
Allá por la década de los 70 del siglo XX, a Luis Ele Eme se le ocurrió que, como le iba tan mal en las labores de ligar chavalas de buen ver puesto que no se comía ni una rosca con ellas, se iba a tomar venganza contra Carlos Ese Ce y yo (que sí nos comíamos alguna porque de vez en cuando hacíamos algún levante que otro), haciéndonos caer en la trampa de la pirámide. Quizás porque Luis Ele Eme, en aquellos pretéritos tiempos, se pensaba que él era el luso Camoes y nosotros solamente dos ilusos ingenuos de Cabo Verde nativos de Pedra Badejo o algo similar.
El timo de la pirámide se había puesto de moda en Madrid. Hago un poco de historia para conocer qué era lo que Luis Ele Eme tenía preparado para timarnos a Carlos Ese Ce y yo. En economía se conoce como pirámide o estafa piramidal a un esquema de negocios en el cual los participantes recomiendan y captan a más clientes con el objetivo de que los nuevos participantes produzcan beneficios a los participantes originales. Este esquema funciona con el único objetivo de la captación de dinero, sin productos o servicios de por medio que, por otro lado, son la base de un esquema de redes legal. Se requiere que el número de participantes nuevos sea mayor al de los existentes; por ello se le da el nombre de pirámide. Estas pirámides son consideradas estafas o timos y se conocen por muchos otros nombres populares, tales como: timos en pirámide, círculos de la plata o células de la abundancia. Un esquema piramidal funciona mientras existan nuevos participantes en cantidad suficiente. Cuando la población de posibles participantes se satura, los beneficios de los participantes originales disminuyen y muchos participantes terminan sin beneficio alguno tras haber financiado las ganancias de los primeros. Este tipo de sistema se considera ilegal en varios países, como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Rumanía, Colombia, Malasia, Noruega, Bulgaria, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Nepal, Filipinas, Sudáfrica, Sri Lanka, Tailandia, Venezuela, Irán, República Dominicana, República de China, España, México, Perú y Ecuador. En Italia (y yo creo que por eso Luis se pensaba que estábamos en tierra de mafiosos calabreses) se considera legal ya que no es un delito tipificado en el Código Penal y opera al margen del fisco, por lo tanto las autoridades no pueden intervenir. Algunos planes de marketing multinivel tambien han sido clasificados como esquemas piramidales. Además de pensar que Carlos y yo éramos algo así como dos paletos caboverdianos o que estábamos viviendo en la tierra de las mafias calabresas, Luis era de los que, para tomarse revancha por sus continuos fracasos con las damas, pasaban de lo sentimos y se quedaban sólo con lo de timos. O eso o es que no tenía los suficientes conocimientos culturales como para darse cuenta de que "Os Luisiadas" de Luis de Camoes ya la conocía yo de sobra suficiente como para darle una buena conferencia sobre los lusos y los ilusos. Así que una buena tarde de aquellas en que los tres, para no aburrirnos demasiado con sus peroratas de los desamores, estábamos tomando algo en alguna terraza madrileña fue cuando a Luis Ele Eme se le pasó por la mente (y la verdad no sé para qué le servía la mente en muchas ocasiones) que había llegado la hora. Sacó papel y bolígrafo y nos estuvo dando una charla (más latosa que la tos de un fumador crónico) sobre el "suculento" negocio de la pirámide "luisiana" que nos quería endilgar; ante la despreocupación mía (que no estaba poniendo niunguna clase de interés sobre ello porque me ocupaba en otear chavalas de buen ver que pudieran ser apetecibles para ser abordadas al estilo golondrina de Gustavo Adolfo Bécquer o al estilo pirata de José de Espronceda) y el gran interés que le ponía al asunto mi amigo Carlos Ese Ce que estuvo a punto de caer en la trampa hasta que yo le miré de frente y le dije: "¿Te lo estás creyendo, Charles Boyer?". Era una contraseña que teníamos Carlos y yo para avisarnos de que tuviésemos cuidado. Carlos se dio cuenta y le mandó a hacer puñetas a todo aquel mafioso plan que le estaba proponiento Luis una vez que se dio cuenta de que yo ya le había mandado a hacer puñetas desde el mismo momento en que sacó el papel y el bolígrafo. "Te debo una", me dijo Carlos. "No te preocupes por eso", le contesté yo. Quizás fuese desde aquella misma tarde cuando Luis Ele Eme se dio cuenta de que entre él y yo no existía ninguna clase de analogía amistosa o de empatía interpersonal. No me importó jamás saberlo. Lo único que sé es que lo de la pirámide "luisiana" resultó un completo fracaso, que Luis Ele Eme siguió fracasando con las chavalas de buen ver y que, poco después, Carlos Ese Ce y yo nos liberamos de sus tabarras monumentales acerca de los desamores. Y es que, como es totalmente lógico sin tener que recurrir a Aristóteles, más vale culto prevenido que inculto sin prevenir.
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