La noche del vestido rojo (Novela) - Captulo 8 -
Publicado en Mar 30, 2016
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Gabino Muriarte hizo acto de presencia en medio del silencio.
 
- Estimadas damas y estimados caballeros; tengo que hacerles saber que todos ustedes, absolutamente todos ustedes, son sospechosos de haber aplastado el cráneo del desdichado Carlos con el pesado mazo de Indonesia que ya no se encuentra en este lugar... porque todos ustdes, estimadas damas y estimados caballeros, tenían motivos suficientes, más o menos ocultos según el caso de cada una y de cada uno, para haber cometido el asesinato. Si yo fuera un pésimo investigador, al estilo de Hércules Poirot por ejemplo, para solucionar esta clase de crímenes, me limpiaría las manos como él y les declararía a todos ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, culpables. Pero eso sólo lo hace un pésimo investigador com Hércules Poirot cuando no sabe ni por dónde se anda y, además, sería injusto ya que el desdichado Carlos murio solamente al recibir un solo, rotundo y contundente, mazazo. Así que, puesto en claro esto de que murió a causa de un solo mazazo, hagamos en primer lugar una composición exacta de cómo sucedió el asunto. Resulta que, en la cena a la que estaban todos ustede invitados e invitadas para celebrar el festejo de cimpleaños de Rufino, faltaba solamente Antonio, pero éste volvió ráidamente, después de cenar el Club de Golf , para participar en la velada que, posteriormente, se celebró tras la cena de dicho cumpleaños. Resulta que estuvieron todos ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, celebrando una reunión y hablando de miles de cuestiones intranscendentales, como suele suceder en esta clase de reuniones de los de la muy alta sociedad madrileña, hasta que ya avanzada la madrugada, cansados y aburridos de tanta conversación sin sustancia alguna, sae fueron todos ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, a las habitaciones ubicadas en el primer piso de esta grandísima y lujosa mansión. Sólo dos personas quedaron, temporalmente, sin subir de inmediarto a dormir; una de ellas fue la señora García que, según su propia confesión, estuvo dando una vuelta de hora y media por el barrio y quizás pensando en la ingrata posibilidad de que se desatase un grave escándado en contra de sus intereses sociales. La otra persona que no subío rápidamente a dormir fue el desdichado Carlos que se quedó, quizás pensando en un gravísimo asunto de cierta clase de fotografías de niñas todavía adolescentes, totalmente amodorrado en la silla que era la que está más cerca de la estatua de Indonesia. Quedó amodorrado justo a la espalda de dicha silla. Esa fue su desgracia; porque alguien de ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, aprovechando que la señora García estaba dando una vuelta por el barrio y los demás estaban profundamente dormidos en el primero piso, bajó a este salón y con el pesado mazo indonesio dio un mazazo mortal al desdichado Carlos que se quedó con su cabeza totalmente aplastada sobre la mesa porque, ën medio de su modorra, llegó a sentir un ruido extraño a su espada y, cuando se estaba levantando de su silla, apoyándose con las manos en el borde del tablero de la citada mesa, recibió el mazamo, mortal de necesidad, y quedó con medio cuerpo sobre ella. Así fue cómo se supone que encontró el cuepo del asesinado la señora García si es verdad lo que dice. Esa fue la forma y manera de cómo murió el desdichado Carlos pero... ¿fue el pesado mazo indonesio el arma brutal que utilizó el asesino o la asesina para aplastar el cráneo de la víctima?... Es obvio que sí. Lo que hace falta saber es quié fue el asesino o la asesina que atizó tan rotundo y tremendo mazazo al desdichado Carlos destrozándole el cráneo. La primera pista que me acercó a la solución verdadera es que la persona que lo hizo tenía que tener una fuerza lo suficientemente grande como para usar tal mazo y por eso debía de pesar, en bruto, por lo menos 90 kilo. Ahora, bien, esa no era la pista que me daría la solución verdadera porque el pesado mazo se usó agarrándolo con las dos manos y todos ustedes, damas y caballeros, tienen la suficiente fuerza como para asestar el dicho mazazo usando las dos manos para hacerlo. Así que tenía que haber otra pista más clara que la anterior, aunque esa primera pista me servía como punto de partida. La segunda pista me acercó algo más a la solución. Reslta que todos ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, habían cenado pato a la naranja, salvo el idiota de Antonio, y le llamo idiosta porque es así como todos le consideran pero yo no tengo nada en contra de él porque de idiotas está el mundo lleno, que cenó en el Club de Golf. Volviendo al pato a la naranja resulta que alguien de ustedes me confesó que le había sentado mal a su estómago, como dando a entender que estaba en malas condiciones higiénicas, y por eso bajó urgentemente a esta sala para usar el water. Lo que me resulta sorprendente soni dos cosas: una de ellas es que si el pato a la naranja hubiese estado en malas condiciones a todos ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, les hubiese sentado mal, de lo que se deduce que todos y todas tendrían que haber usado el water, lo cual no sucedió. Pero lo que soprende es la segunda porque resulta que todas las habitaciones del primer piso de esta mansión tienen un water incluido y si alguien hubiese tenido que usar urgentemente un baño hubiese utilizado, por lógica aplastante el water de su habitación en lugar de haber bajado al water de esta sala. Si a alguno de ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, le hubiese sentado mal el pato a la naranja hubiese usado el water de su habitación sin bajar, para nada, al water de esta sala. Así que el asesino o la asesina no sufría ninguna clase de molestia estomacal por culpa del pato a la naranja ni usó el water de esta sala sino que bajó para darle el mazazo mortal al desdichado Carlos. Esta pista me acercó mucho a la hora de encontrar la respuesta verdadera pero tampoco era definitiva; porque, aunque algunos o algunas lo digan y otros u otras no lo digan, todos y todas pudieron haber sido quienes bajaron a la sala. Ahora bien, teniendo yo ya muy claro quien había cometido este atroz crimen me faltaba la pista definitiva. Se trataba de encontrar el pesado mazo indonesio para demostrar que yo no estaba equivocado. ¿Dónde estaba el pesado mazo de Indonesia? Es fácil deducir que, por supuesto, quien lo utilizó para aplastar el cráneo del desdichado Carlos lo primero que hizo fue ocultar dicho pesado mazo indonesio en el lugar más oculto y lejano posible de este lugar. Solamente uno de ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, pudo hacerlo aprovechando la nocturnidad, montando en su automóvil, esconder y ocultar el mazo en algún lugar donde nadie pensara que se encontraba, volver a esta mansión, subir a su habítación y hacer como que estaba durmiendo. Así que tenemos tres pistas que, unidas entre sí, nos da la solución exacta para descubrir al asesino o a la asesina: una persona con bastantes kilos de peso, una persona que bajó desde el primer piso a esta sala para cometer el crimen, una persona que posee un local propio y privado para esconder y ocultar el pesado mazo indonesio sin que nadie pudiera sospechar sobre dicho local. Si no me equivoco, y yo nunca me he equivocado en ninguna ocasión en que he tenido que resolver un crimen, el pesado mazo de Indonesia, se encuentra totalmente oculto en el fondo más oscuro del sótano de un almacén y resulta que, de entre todos ustedes, estimadas damas y estimados caballeros, hay aquí una persona, aunque después del brutal mazazo que aplastó el cerebro del desdichado Carlos ya no se le puede llamar persona, que posee un almacén; y para ser más exactos se trata de una almacén de frutos secos. Y como estoy totalmente convencido de ellos esta misma mañana he estado hablando con Bernardo, el Inspector Jefe de la Brigada de Investigación Criminal de Madrid, para que lo busque en dicho almacén. Así que, si resulta que ese pesado mazo indonesio aparece con manchas de sangre recientes, es usted el asesino, Luis. Usted y solamente usted, Luis, es el criminal que asestó el rotundo y contundente mazazo que aplastó el cráneo de Carlos. Ahora bien, tenemos que saber si había o no había algún motivo para que Luis cometiera tal atroz crimen y así dejarlo todo explicado. Pues sí. Había un poderoso motivo. Como todos y todas sabemos, Luis estaba locamente enamorado de la canaria Carmen que, a su vez, no le hizo nunca ni el más mínimo caso mientras que sí mantenía relaciones sentimentales con Carlos. Todos y todas sabemos que Luis sufre de una enfermedad mental llamada celos. Y todos y todas sabemos que Luis es de extrema derecha y odia todo lo que tenga que ver con la palabra rojo. Aunque Luis, aparentemente, era amigo de Carlos en la vida real es el propio Luis el que me confesó que para él el desdicahdo Carlos era como un cero a la izquierda por ser comunista. Volvamos a los celos. Luis amaba locamente a la canaria Carmen que no sólo no hacía jamás caso a sus proposiciones para mantener relaciones íntimas sino que las tenía con Carlos. Cuando Luis se enteró de que el espléndido, lujoso y brillante vestido rojo que lucía la madrileña Jimena en la cena y en la velada no era, precisamente, un vestido rojo comprado por ella sino que era un vestido rojo que el había prestado para aquella ocasión su amiga la canaria Carmen y que dicho vestido rojo era, en realidad, un regalo del desdichado Carlos hecho a la canaria Carmen como agfradecimeinto a las relaciones íntimas que mantenían los dos, ya sus celos entraron en la fase de la locura y el ya enfermizo cerebro de Luis comenzó a funcionar a una velocidad de vértigo hasta que, de manera imprevista pero no exenta de premeditación y alevosía, llevó a cabo el crimen dado que todas las circusntancias se habían unido. Lo que no se dio cuenta Luis es que no me debía haber confesado, entre otras cosas, que poseía un negocio de frutos secos porque al´´i es donde se encuentra el pesado mazo indonesio usado como arma mortal.
 
- ¡Soy Bernardo, el Inspector Jefe de la Brigada de Investigación Criminal de Madrid! ¡Todo lo que ha dicho el señor Muriarte es totalmente cierto porque hemos encontrado el pesado mazo de Indonesia en el fondo más oscuro del sótano del almacén de frutos secos propiedad de Luis y además está manchado de sangre todavñia fresca! ¡Así que queda usted detenido, Luis, como autor de este atroz crimen!
 
- ¿Por qué ha tenido usted que meter las narices en todo este asunto, señor Muriarte?
 
- Por una razón muy sencilla, Luis. Yo tengo que alimentar a toda mi familia con mi trabajo y, siendo mi trabajo esto de descubrir asesinos y asesinas, es a ello a lo que me dedico con total honestidad. Debe usted saber que, gracias a que he descubierto la verdad de este caso, voy a cobrar un cheque con una tal suculenta cantidad de euros como para que toda mi familia siga viviendo con total comodidad y hasta con cierto lujo porque honesta y honradamente me lo he ganado y no como usted que, en contra de lo que yo le aconsejé, siempre ha ido diciendo lo de genio y figura hasta la sepultura. Por eso, por tener usted tan mal genio y no querer cambiar nunca, es por lo que ha ido por la vida de mal en peor hasta acabar terminando por cometer un acto tan aborrecible, por culpa de los celos precisamente, que va a dar con sus huesos en la cárcel hasta el final de sus días. Tal como dijo Charles Perrault: La honradez, tarde o temprano alcanza su recompensa, y con frecuencia se logra cuando en ella no se piensa". Piénselo bien mientras le dura su condena porque tiempo tendrá de sobra como para pensarlo.
 
FIN 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Novela

Palabras Clave: Literatura Prosa Noela Intriga Misterio Conocimiento Relatos Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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