Quinceañero (Diario)
Publicado en Apr 21, 2016
Cuando yo cumplí los 15 años de edad en mi hogar no se celebró ninguna clase de fiesta ni tampoco hubo una tarta con 15 velitas para ser apagadas dando un sólo soplo. Soplaba el viento en aquel invierno madrileño del 8 de enero de 1949 y, al llegar la noche, observé la luna imaginándola como una hada madrina buena que venía hacia mí y me regalaba su sonrisa. Supe entonces que no estaba solo porque sentí, en lo más profundo de mi ser, aquello de dejaré mi tierra por ti, dejaré mis campos y me iré lejos de aquí. Cruzaré llorando el jardin y con tus recuerdos partiré lejos de aquí. De día viviré pensando en tu sonrisa, de noche las estrellas me acompañarán; serás como una luz que alumbra en mi destino, me voy pero te juro que mañana volveré. Al partir un beso y una flor, un te quiero una caricia y un adiós; es ligero equipaje para tan largo viaje. Las penas pesan en el corazón. Más allá del mar habrá un lugar donde el sol cada mañana brille más; forjarán mi destino las piedras del camino, lo que nos es querido siempre queda atrás. Buscaré un lugar para ti, donde el cielo se une con el mar lejos de aquí. Con mis manos y con tu amor buscaré encontrar otra ilusión lejos de aquí. De día viviré pensando en tu sonrisa, de noche las estrellas me acompañarán; serás como una luz que alumbra en mi camino; me voy pero te juro que mañana volveré. Al partir un beso y una flor, un te quiero una caricia y un adiós; es ligero equipaje para tan largo viaje. Las penas pesan en el corazón. Más allá del mar habrá un lugar, donde el sol cada mañana brille más; forjarán mi destino las piedras del camino, lo que nos es querido siempre queda atrás. Al partir un beso y una flor, un te quiero una caricia y un adiós, es ligero equipaje para tan largo viaje. Las penas pesan en el corazón. Más allá del mar habrá un lugar, donde el sol cada mañana brille más; forjarán mi destino las piedras del camino. Lo que nos es querido siempre queda atrás.
Vivíamos en aquel entonces en un piso muy bonito de la calle madrileña de Pizarra, en el portal número 3. La abundante chavalería del barrio pululaba por los alrededores y yo, desde mi atalaya de observador incorregible, respondí al "no se puede vivir de ilusiones" con un "pero sí se puede vivir de esperanzas". Vencí en aquel combate que me enfrentaba, día tras día y noche tras noche, con Gimi. No eran victorias sin sentido. Había un porqué mucho más profundo. Nos estábamos jugando el amor de la Princesa. Gimi se dio cuenta demasiado tarde de que no podría jamás derrotarme porque él se aferraba al materialismo dialéctico y yo dialogaba silenciosamente con los versos. Así fue cómo nació en mi mente aquel "Azul cariño de mi pensamiento" que, años más tarde, cuando ya había conseguido la mano de Ella, lo transformé en poema. Ahora lo recuerdo en su totalidad: Eres tú el azul cariño / que inundas mi pensamiento / y haces que viva este instante / más allá de cualquier lamento. / Por ti vivo, por ti muero, por ti siento / un infinito afán de frontera abierta / que me lleva al convencimiento / de saber que eres la fuente viva / donde yo bebo sediento. / Y en el azul cariño de tu aliento / mi corazón se abre a la ternura / en la suave tarde de tu acento.
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José Orero De Julián
José Orero De Julián
Marìa Vallejo D.-
Al final de tu escrito, un poema. . . Delicado, real y bello como el sentimiento que te inspira. . .
Te felicito amigo José por tus letras y por tu sincero sentir; puedo decirte, que me ha encantao !!!