Sentencia (Relato)
Publicado en Apr 21, 2016
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Aunque lo del homenaje era cierto, Lucas no tenía ni deseos ni ganas de seguir atrayéndose al personal femenino aunque todas ellas, jovencitas alocadas sin remedio alguno, le vitoreaban y estaban lanzando cohetes pidiendo su presencia sobre el escenario. Lucas lo pasaba muy mal cuando tenía que afrontar el compromiso de dirigirse personalmente a toda aquella multitud de chavalas que le adoraban como si fuese todo un Júpiter dominando el Olimpo musical. Lo pasaba muy mal porque en su fuero interno ni se sentía un dios ni iba pensando, por los mundos de los recitales rackanroleros, que era un superhombre genial. Por eso, ahora, encerrado en su camerino, fumaba si parar un "viceroy" tras otro "viceroy" para calmar sus nervios.
 
Poco a poco fue relajándose su ánimo. El rock le había convertido en un torpedo lanzado contra su enemigo Sergio quien, a pesar de ser solamente un telonero, comenzaba a abrirse camino propio en el mundo de los recitales musicales y había surgido, de repente, como un rival muy peligroso para la fama de Lucas a quien su sempiterna timidez le volvía demasiado frágil. Aquella noche había demostrado que todavía seguía siendo el número uno de los cuarenta principales; pero Sergio no le daba tregua y ya algunas de las fanáticas seguidoras de Lucas (las físicamente más apetitosas para ser exactos) comenzaban a dudar si seguir a su lado o pasarse al bando de aquel novato que atraía tan poderosamente la atención de los imparciales y de las chavalas más interesantes por ser las de muy buen ver.
 
Quizás lo único que buscaba Lucas era seguir siendo indiscutible dejando que el tiempo dictara su sentencia. Craso error. El tiempo estaba aupando a Sergio mientras él, el hasta entonces intocable as de corazones para el mundo de las femeninas, empezaba a palidecer poco a poco y tal como ya estaban asumiendo los entendidos de EMI que le habían introducido en aquel carrusel de la fama. Lucas se encerraba en banda y se resistía a salir del camerino mientras que las más fanáticas de sus seguidoras (no precisamente de buen ver por cierto sino tirando algo así como a irritadas adefesias) estaban empezando a ponerse nerviosas y ya lanzaban latas de cerveza, algunas vacías y otras con liquido en su interior, al escenario. Algún que otro improperio llegó a los oídos de Lucas y comenzó a sudar copiosamente. Rodeado por sus guardaespaldas no se sentía, ni mucho menos, protegido del todo; puesto que aquellas bárbaras y poco agraciadas exaltadas jovencitas eran capaces de llegar hasta su camerino y si eso ocurriese se podría dar por hombre muerto.
 
Eso es lo que pensaba ahora en su interior. Había llegado ya a batir el récord de conciertos anuales ya que el de esta noche era el número 100 en tan sólo un semestre, pero también había envejecido tanto por culpa de aquel brutal exceso de consumo de energía que parecía un vejestorio de 125 años de edad en lugar de los 25 años que, en realidad, tenía. Necesitaba seguir sintiéndose útil para los de EMI pero desde que había aparecido Sergio en el mundo del rock parecía como que había llegado para darle la puntilla y bajarle definitivamente del trono. No era suficiente con tener un buen "relaciones públicas" si no olvidaba, de una vez por todas, aquella terrible misoginia que se había convertido en una extrema y enfermiza timidez que le impedía hacerse visible para sus fanáticas seguidoras una vez terminados sus recitales. Las más guapas de todas ellas ya se estaban dando cuenta.
 
No bastaba ya la magia de su mirada encantadora, capaz de amansar hasta a las más terribles y venenosas serpientes pitones, sino que lo fundamental de todo (aquello de compartir con ellas mesa y mantel vistiendo solamente un calzoncillo y ninguna otra ropa más para dar mayor realce publicitario a su mítica figura) no acababa de poder asimilarlo a pesar que los de EMI ya le habían pedido, mil y una veces seguidas, que aceptara aquella idea surgida de la mente (algo calenturienta por cierto) de Guardiola, el completamente calvo "relaciones públicas" que ya no sabía que inventar para que su pupilo no se desplomara del todo. O aceptaba aquello o terminaría siendo solamente un músico vagabundo, mendigando de ciudad en ciudad, después de haber llegado a lo más alto de la cumbre musical. Ya le habían advertido, miles de veces, que lo importante no era llegar a ser el número 1 sino mantenerse siempre en ese lugar. Miles de veces los de EMI le habían aconsejado que no debería seguir siendo tan retraído porque eso perjudicaba su marketing comercial que, de seguir así las cosas, no duraría más de un mes porque ya no era suficiente con el simple hecho de hacer públicos los carteles en las paradas de los autobuses mostrando su musculatura que tanto encandilaba antes a sus jovencitas seguidoras porque, ahora, estaban siendo sustituidos, en las habitaciones de ellas, por los de aquel nuevo héroe llamado Sergio que también tenía idéntica clase de musculatura pero a la cual la acompañaba, siempre de manera abierta y cordial, con aquella agradable sonrisa que ya empezaba a hacer mella entre las más atractivas y apetitosas seguidoras del hasta entonces intocable Lucas. Con aquella encantadora sonrisa Sergio comenzaba a conquistar algunos corazoncitos de entre las fanáticas más sexys que empezaban a pensar en él. El pique ya estaba servido.
 
El bajón siempre llega. Para todos. Y el bajón estaba llegando a Lucas mientras Sergio no disimulaba, para nada, los deseos de desbancarle y ocupar su lugar. Sólo era cosa de tiempo. El tiempo dictaría sentencia pero, de momento, la "sergiomanía" comenzaba a comerse la moral de Lucas; y no sólo la moral sino también la fama y la aureola de invencible de aquel timorato incapaz de poder ya reaccionar. Los de EMI lo daban ya por perdido mientras que los de Warner se frotaban las manos porque, efectivamente, el tiempo estaba dictando sentencia en favor de Sergio. 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Relato.

Palabras Clave: Literatura Prosa Relatos Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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