Sobre ruedas (Diario)
Publicado en May 18, 2016
En 1976 mi vida profesional ya iba sobre ruedas. Me encontraba en pleno desarrollo como periodista en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. No había ninguna clase de problemas y, además, acababa de formar un equipo de fútbol sala con el nombre, precisamente, de "Ciencias de la Información". Y nos inscribimos en el Trofeo As para Aficionados. Allí me volví a encontrar con el señor Rueda para decirle que era yo. Que era el mismo líder juvenil que había derrotado siempre a su "Estrella Olímpica" en las canchas del fútbol de once. El mismo que fue líder de aquel "Estrella Olímpica" pero que, debido a su terquedad por querer fragmentarnos, me convertí en líder del "Deportivo Olímpico" para que no me olvidara ni tan siquiera un momento. Y después de aquello, inscrito ya el "Ciencias de la Información", me olvidé del pasado...
En el presentes éramos solamente 5: Juan Manuel, Fernando, Bonifacio, tal vez Roberto (tengo dudas sobre quién era el portero del equipo pero digamos que Roberto) y yo. La camiseta la había elegido Juan Manuel entres las más raras que se encontraban en el Rastro madrileño. Era rara hasta más no poder. Rayas verticales azules, rojas y amarillas. El pantalón era azul. Con aquella indumentaria que se podía observar bien hasta la distancia de varios kilómetros a la redonda, parecíamos un equipo de latinoamericanos. Quizás ecuatorianos o tal vez hasta brasileños. El problema no consistía en cuáles eran nuestros colores deportivos. El problema consistía en que Juan Manuel era muy de izquierdas, Fernando era muy de derechas, Bonifacio era muy de centros, Roberto (si es que Roberto era nuestro portero) estaba en la inopia en cuanto a ideologías político sociales, y yo bastante trabajo tenía con ser líder autónomo e independiente y poder organizar como Dios mandaba todo aquel puzzle de creencias que, para mí, no tenían significado alguno. Tenía dirigir al equipo desde dentro de la cancha de fútbol sala. Ese era el verdadero problema. El de la cancha de fútbol sala. Llegamos a jugar hasta 3 partidos de la Competición pero no teníamos cancha propia ni dinero suficiente como para estar pagando todas las semanas el costo de canchas de fútbol sala que nos salían más caras que las caras que les eschábamos nosotros para usar canchas ajenas sin pagar ni un sólo céntimo. La cuestión se empeoró cuando nos descubrieron. Había que encontrar una cancha para el equipo y Juan Manuel y Fernando casi se lian a hostias entre ellos por esta cuestión. En cuanto a lo deportivo estábamos ya comenzando a funcionar. Tenían que darme más tiempo para poder organizarlo todo pero me faltó tiempo porque el equipo se disolvió por culpa de las peleas continuas entre Juan Manuel y Fernando, el quemeimportismo de Bonifacio y la inopia de Roberto (si es que era Roberto nuestro portero). Ante aquel panorama lo mejor era decir "voilá" y volar hacia otros destinos. No era cierto que aquella camiseta tan "rara avis" fuese gafe. Bonifacio y yo la utilizamos algunas veces en nuestros partidos de la Casa de Campo (cuando lo del récord de dos temporadas completas ganando todos los partidos) y no rompieron la racha. Aquellas camisetas no eran gafes. Lo que era gafe era jugar con aquel barullo de ideologías que a nada bueno conducían. Por lo demás, mi vida iba sobre ruedas. A mi dedicación continua para ser un excelente profesional del Periodismo, se unía que como periodista y, además, escritor por excelencia, ya estaba yo funcionando a toda marcha con lo del boletín "Salud" (de los Autónomos Independientes ante el cabreo monumental de los anarquistas por haberles quitado el título) y las revistas culturales "Tándem", "Cigarras y Saltamontes", "Atalaya" y "Aquellos tebeos nuestros" que fueron apareciendo paulatina y consecutivamente a partir de aquel año de 1976 después de Jesucristo. La vida sobre ruedas y un tren de vida "chachi" de verdad. O sea, que eso de que yo estaba sufriendo por culpa de Magro, Pérez, Moreno y otro largo etcétera de indeseables no era cierto. En Cartonera me lo pasaba guay y yo sólo soñaba con Paraguay, Uruguay, Bombay y, sobre todo, Azuay. Y es que mi Princesa ya estaba presente en el ecuador de todos mis sentidos.
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