Superando el Ingreso (Diario)
Publicado en Jun 01, 2016
Superado el Ingreso me preparo para iniciar mi meteórica carrera del Bachillerato con deseos de llegar hasta la Universidad. Nada ni nadie me lo va a poder impedir. Es por eso por lo que ahora, a mis 11 años de edad, estudio y consulto libros de texto que no son de Primero sino de Segundo y hasta de Tercero. ¿Puedo con tanta carga de conocimientos? Puedo y lo demuestro día tras día. Yo no soy el genio que todos admiran hasta que se viene abajo, sino el genio que trabaja en las sombras del anonimato. No. De los dos que estamos al frente de la parrilla de salida yo no soy el mayor sino el menor. Soy el menor, pero mientras el mayor va menguando sus energías de manera alarmante yo, al menos, voy creciendo en potencia. Por eso con tan sólo 11 años de edad ya sé quiénes son Guillermo Marconi, Mika Waltari y hasta Helena Rubinstein, que es una de las muchas helenas que voy descubriendo mientras sigo caminando recto hacia lo que en verdad es mi verdadera meta: ser lo que Ella quiere que yo sea para poder casarme con Ella. Ondas radiofónicas, un egipicio llamado Sinuhé y bellezas femeninas. Radio, Literatura, mujeres...
Así es cómo yo piendo aunque sólo tengo 11 años de edad nada más. Hay algo que los demás compañeros del aula de Don Florencio desconocen. No saben que yo estoy aprendiendo a pilotar mi propia fórmula 1 mientras ellos sólo saben un poco de la fórmula de la sal; aunque les falte el salero como para poder describirla con gracia. Por eso mis redacciones escolares son un acopio de sonrisas mezclando lo real con lo imaginario. Eso es lo que el mayor no acierta a construir. Y mientras su alcázar se desmorona, yo levanto las torres del castillo. ¿Alcázar o Castillo? Voy a responderlo yo mismo. Desde siempre prefiero al Príncipe Valiente que a Roberto. Vencemos los que tenemos mucho que contar porque, desde lo más remoto de la Historia, en los castillos se cuentan muchas más anécdotas interesantes que en los alcázares del despotismo no ilustrado. Y es que hasta para ser un déspota hay que saberlo aprender. Así que yo, solamente con estos mis 11 años ligeros, abro mis alas y comienzo a volar por los mundos de las fantasías. He superado el Ingreso en el mes de junio -no he tenido que esperar a septiembre como sucedió con el mayor- y sigo demostrando que tengo diesel suficiente como para llegar hasta la meta de los universitarios en medio de los plácemes, placeres y plasmas literarios. Dibujo sin plastilina y escribo sin plagiar. Me basta y me sobra con mi planificada plataforma de la plata. El oro se lo dejo a quienes sólo saben soñar con acumular materia. Y es que yo, a mis 11 años de edad, ya tengo suficiente espíritu. Plata. Monto en el caballo de El Llanero Solitario y me dirijo hacia el horizonte de las Letras. Sonrió recordando el dominó del tío Eulogio sabiendo que el otro Eulogio es un azulgrana llegado desde el otro lado del mar.
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