Una vez liberados ya de la "Dictadura Emiliana", los tres pequeños (Boni, Maxi y yo) tuvimos mucho tiempo libre para pasarlo bomba jugando democráticamente. Entre nuestras muchas y variadas distracciones, a eso de mediados de la década de los 60, se nos ocurrió tomar la caja de los Juegos Reunidos Geyper y llevar a cabo una Olimpiada entre nosotros tres. La caja completa tenía un total de 20 juegos; desde el parchís, la oca, el ajedrez, el bingo de cartones... hasta otros más raros, pero divertídisimos, como el ketekojo, el árbol de los pájaros, etcétera...
Una vez presentada la propuesta y aceptada, en consenso, por unanimidad absoluta, comenzamos con la puesta en práctica de la famosa Olimpiada Geyper. Era la primera vez que se nos ocurría celebrarla y resulta que yo comencé con muy buen pie porque cuando ya llevábamos 6 de los juegos (recuerdo que eran un total de 20) en todos ellos había salido yo vencedor ante la impotencia de Boni y de Maxi para poder impedirlo. Entonces fue cuando se "mosquearon" conmigo y, aunque estaba demostrado que jugábamos los tres en igualdad de condiciones y de manera totalmente democrática (una vez ya olvidada la "Dictadura Emiliana"), se negaron a seguir jugando porque estaban hartos de que ganara siempre yo.
Les hice saber, razonando como buen demócrata en vez de irritarme como solía hacerlo Emilín, que todavía faltaban 14 juegos más. Que sí. Que el azar había decidido que los 6 primeros juegos los ganara yo pero que nadie podía afirmar que yo fuera a ganar el total de los 20 juegos aunque la cuestión, según lo que estaba sucediendo, es que pudiera ser que sí, que yo ganara las 20 competiciones sin utilizar ninguna clase de trampas (como hacía Emilín con las chapas) y dando la misma oportunidad de triunfo a cualquiera; pero Boni y Maxi estaban demasiado "quemados" por sus continuas derrotas y decidieron abandonar la Olimpiada porque se sentían incapaces de ganar un sólo juego de los 20 del total. En definitiva, que gané, por superioridad absoluta, los 6 primeros Juegos de la Olimpiada Geyper y se acabó la competición. Yo no tenía la culpa de que Boni y Maxi no supieran concentrarse tanto como yo lo hacía. Ese era el misterio. Concentrarse tanto en el triunfo final que no había chance para mis rivales. Pero Boni y Maxi no quisieron seguir siendo víctimas y decidieron abandonar definitivamente; lo cual yo acepté de buen grado para seguir jugando con ellos a las chapas o a cosas tan originales como la pesca submarina o el ciclismo de bañera. Sonrío cada vez que me acuerdo. Y seguí cantando pensando en mi Princesa...
Tengo millares de estrellas y tengo la luna y el sol y la luz de tu mirada, y la luz de tu mirada dentro de mi corazón. Tengo las nubes del cielo y tengo las olas del mar y si tengo tu cariño, y si tengo tu cariño ya no quiero nada más. Estando contigo, contigo, contigo de pronto me siento feliz, y cuando te miro, te miro, te miro me olvido del mundo y de mí, que maravilloso es quererte así estando contigo, contigo, contigo me siento feliz. Cuando amanece nevando no siento la falta del sol y los copos de la nieve, y los copos de la nieve me parecen de color. Cuando la tarde termina y todo se empieza a nublar mi camino se ilumina, mi camino se ilumina si me vuelves a mirar. Estando contigo, contigo, contigo de pronto me siento feliz, y cuando te miro, te miro, te miro me olvido del mundo y de mí. Que maravilloso es quererte así estando contigo, contigo, contigo hablando contigo, contigo, contigo soñando contigo, contigo, contigo me siento feliz.
Nota Cultural.- La oca, el ajedrez, el bingo de cartones... y otros más raros como los palillos de plástico gris, las ratas, el quita y pon... A muchos no les sonará este listado. Para otros será tan familiar como el anuncio de Nocilla o el helicóptero de Tulipán. Hablo de los Juegos Reunidos Geyper. Algunos juguetes marcan época porque están entre ese grupito escogido que todos los niños tenían o querían tener. La explicación es sencilla: Los Juegos Reunidos eran eso precisamente, muchos juegos a la vez, lo que prometía una sesión inacablable de diversión, con múltiples opciones y con capacidad de divertir a un grupo o familia -algo que, lamentablemente, cada vez se practica menos-. Cuando uno busca información sobre ellos, descubre que sólo la encontrará en páginas para nostálgicos o para coleccionistas. Y es que los Juegos Reunidos Geyper ya no se fabrican. Dejaron de hacerlo hace unos pocos años. Por eso vale la pena recordar algunas cosas sobre este producto que fuera tan famoso. Geyper fue la empresa que creó el valenciano Antonio Pérez Sánchez al que muchos
consideran un adelantado a su tiempo. El nacimiento de Geyper puede datarse hacia 1945, cuando empieza con su primer juguete, un walki-talki de estilo futurista, muy "espacial" para la época. Las instalaciones, según he leído, estaban en la calle Eduardo Boscá nº 33, de Valencia. El nombre procedía de una combinación de los nombres del creador y de un tío suyo que le animó a crear la empresa. Gracias al éxito del walki-talki, y de una especie de mecano llamado Cadeko, Geyper pudo sacar a mediados de los cincuenta una colección de juegos de mesa comercializados en una caja de 20 y publicitados con una campaña importante. El resultado fue inmejorable, y asentó a Geyper como una de las empresas jugueteras indiscutibles del panorama español. A ello siguieron otros productos de gran éxito como el Geyperman, ya en los años setenta. Como ocurrió con tantos juguetes y empresas jugueteras, la época de la electrónica y la cibernética se llevó por delante a buena parte del sector y, lo que es peor, en muchos casos acabó con cierta forma de jugar pues, al ofrecer muchos juegos de competición entre el jugador y una máquina, empezó a ser alternativa a los juegos de grupo. En el caso de Geyper la empresa entró en crisis y acabó cerrando; Antonio Pérez había sido precavido y hasta innovador, siendo de los primeros que empezó a tener contactos con firmas japonesas (Tomy) o británicas (Airfix), pero no fue suficiente. En 1987 dejó de fabricarse la caja de Juegos Reunidos. Fue en 2001 cuando Bizak se propuso relanzar el producto y compró sus derechos; la caja de Juegos Reunidos volvió a verse en los escaparates, pero no duró muchos años. Según parece, su tiempo había pasado. Hoy la echamos de menos. Cuando pensamos en ella, nos damos cuenta de los múltiples esfuerzos de adaptación continua que se hicieron con su formato, a pesar de que nos diera la sensación de ser siempre igual. Las cajas de embalaje pasaron por fases, fueron de madera, con bisagras, para pasar luego al cartón; tuvieron el cartel de portada pegado
para pasar luego a estar impreso; variaron los colores de los laterales, de la marca, de los círculos donde se ponía el número de juegos... La famosa cara del niño de Geyper también evolucionó, pasando del pelo rubio y con diversos diseños de cejas y ojos a otra cara de pelo castaño y, finalmente en tiempos de Bizak, ser objeto de un pequeño retoque. El interior también fue cambiando, de los separadores de cartulina a los moldes de plástico, los maravillosos tableros que al principio fueron aún más maravillosos, los juegos raros, algunos muy enigmáticos, casi incomprensibles, eso sí con su libreto de explicaciones... El secreto de los Juegos Reunidos, no obstante, estuvo quizá en su variada gama pues había cajas con más o menos juegos y ello permitía acomodarlos a edades y precios. El número de juegos existentes en cada caja fue también variando, llegando hasta la última época en que se fabricaban solo en series acabadas en 5 (25, 35, 45, 55 y 65). Eso y las ganas de jugar con más gente, sin importar su edad ni sus habilidades. Tomemos nota.