La boda de Leslie (Diario)
Publicado en Jun 17, 2016
Nunca jamás me he divertido tanto en una ceremonia oficial (bodas, bautizos y/o primeras comuniones) que en la boda de mi hija Leslie. Celebrada con toda clase de lujos, como corresponde a una verdadera Princesita, fue un despipote total. Jamás me lo he pasado mejor, en cuanto a ceremonias oficiales se refiere, que la tarde-noche en que mi hija Leslie se casó con José Luis. Era un continuo reír y reír para después volver a reír y reír. Fue una risa tan contagiosa que hasta me dolían los riñones de tantas carcajadas que se me escapaban sin querer.
De aventura en aventura, todas las horas que duró la ceremonia y la cena de gala fueron de tanta risa que es imposible detallar cual fue el gag más gracioso de todos; aunque lo de "el burro por delante para que no se espante" o el de penalizar en el golf con "uno por meter y otro por sacar" o lo de Miguel el ecuatoriano o lo del sombrero de la suegra de mi hija o lo del pardillo o ver "achispado" a Bernardo fueron geniales. Pero es que fueron tantos los momentos jolgóricos (como dice mi cuñado Franklin cuando se refiere al cachondeo general) que es imposible decidir cuál fue el mejor de todos. En mi memoria "visual" tengo recogidas escenas tan jocosas que superan en mucho a las de José Mota y Faemino y Cansado juntos. No descansé ni un sólo segundo en partirme de risa. Boda inolvidable. Mi Princesita Leslie se merecía lo mejor de todo y tuvo lo mejor de todo; así que, para hacerla completamente feliz, solté toda mi "artillería" ligera y mantuve el tipo en todo momento mostrando personalidad a la hora de los chistes, los chascarrillos, las escenas cómicas y un montón de anécdotas que no cito aquí pero que han quedado grabadas para la posteridad. No recuerdo haber vivido, en cuanto a ceremonias oficiales se refiere, una tarde y una noche tan inolvidables como esa. Y es que la risa sirve para aparcar los sinsabores y saborear momentos irrepetibles que quedan grabados para siempre en nuestra memoria. Por eso la boda de mi Princesita Leslie ocupa uno de los lugares más sobresalientes de mi felicidad no solo como padre, que también, sino como persona y como ser humano. Deshinibirse de problemas existenciales fue una manera de decir sí a la alegría. Incluso participé, para mayor cachondeo todavía, en escenas pertenecientes a otras celebraciones que se estaban llevando a cabo de manera paralela a la boda de Leslie. Genial. Simplemente genial.
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José Orero De Julián