Cuando éramos muy pequeños, de verdad que muy pequeños, mi madre tenía por costumbre llevarnos a El Corte Inglés y a Segarra y cuando salíamos siempre nos regalaban, a los tres pequeños (Boni, Maxi y yo), bonitos globos de colores que llevábamos, todos ufanos y sonrientes, por las calles de Madrid sujetos con un cordel. Fue en una de esas ocasiones (no recuerdo ahora si habíamos salido de El Corte Inglés o de Segarra) cuando se produjo una anécdota que, siempre que la hemos recordado en las charlas familiares, nos ha producido una risa hilarante.
El caso es que estábamos paseando por la calle madrileña de Alcalde Sáinz de Baranda, de regreso a casa y con la felicidad de llevar globos, cuando de repente, detrás de nosotros porque de frente nunca se atrevía, surgió el chuleta del barrio (un zanganazo o zanguango pendenciero como los llamaba mi abuela materna) y, como iba acompañado de otro tan zanganazo y zanguango como él, se hizo el "valiente" pinchando un globo (no sé si del Boni, del Maxi o mío) con un alfiler. Los dos zanganazos (o zanguangos como se dice en Cuenca) comenzaron a reírse a carcajadas; pero mi madre, siempre atenta a defender a sus retoños, no dijo palabra alguna sino que, tomando impulso, le atizó al "gracioso" chuleta tal hostia en pleno rostro que resonó en toda la calle haciendo historia y, por eso, es la llamada galleta monumental recogida en las "Crónicas del Distriro de Retiro Mediodía". Toda la familia estallamos en tan sonoras carcajadas que el zanganazo (zanguango se dice en Cuenca) se puso a llorar como una Magdalena en medio del asombro general de toda la barriada y el silencio sepulcral del otro zanganazo (zanguango se dice en Cuenca).
Para festejar tal acto de heroísmo maternal, poco tiempo después fuimos agraciados con una entradas (ya que la galleta había sido monumentall) para entrar, completamente gratis, en la Monumental de Madrid (que es la Plaza de Toros de Ventas). Con la sonrisa en los labios acudimos los tres pequeños (Boni, Maxi y yo) acompañados de mi abuela materna (Rufina) a ver el espectáculo de "El Bombero Torero". Así que aquella galleta monumental (en forma de hostia dada en pleno rostro del zanganzano que se se dice zanguango en conquense) sirvió no sólo de risa incontenible para toda la familia sino de premio inesperado. ¡Nada más y nada menos que "El Bomberos Torero"! ¿Quién era "El Bombero Torero" de aquellos años y qué ha sido de él? Recurro a la investigación periodística. Su primer apellido les delata, Rafa y Carlos Celis son nietos del mítico Pablo Celis Cuevas, creador de "El Bombero Torero", un personaje que más de ochenta años después sigue haciendo las delicias del público. Es la tercera generación de "El Bombero Torero", el clásico de todos los espectáculos cómicos taurinos, que sigue llevando la diversión y la alegría a los ruedos de España. Así que al que vimos nosotros fue a Pablo Celis Cuevas cuya biografía dice lo siguiente:
El santanderino Pablo Celis Cuevas, en los carteles "El Bombero Torero", ha sido un verdadero personaje del mundo taurino, lleno además de humanidad, de una importante relevancia en toda la primera mitad del siglo pasado, como luego hicieron sus hijos y continuadores. Con unos antecedentes de más de un siglo, el toreo cómico se desarolla durante todo el siglo XIX e incluso antes. En los inicios del siglo XX comenzó poco a poco a ganarse el favor del público taurino. Personajes como Tancredo López Don Tancredo o Rafael Dutrús Llapisera, o formaciones como la Banda de El Empastre, marcan toda una época. En esta tradición engarza la figura de El Bombero Torero. Que no fue una anécdota lo demuestra la historia. Un espectáculo que pasaba cada año de las 100 actuaciones, que en su haber tenía numerosísimos "no hay billetes", que en muchísimas ferias era el verdadero apagafuegos de los huecos que se habían producido en la taquilla, que permitió la formación de numerosos toreros que luego alcanzaron el entorchado de figura... Quien ha hecho todo eso, necesariamente se gana el respeto del mundo taurino, que es lo que ocurrió con Pablo Celis.
Fue a partir de 1953 cuando organizó su nuevo espectáculo de ‘El Bombero Torero', en el que incorporaba en su grupo a ocho enanitos toreros. Tras 43 temporadas en activo, Pablo Celis se retiró en 1961, pero el espectáculo continuó en manos de sus hijos Eugenio y Manuel y, en 2002, son sus nietos Rafael y Carlos quienes siguen la tradición. Cuantos aficionados recuerdan aquella Banda de Música, dirigida por Pablo Celis, tras la que iban Eugenio --también vestido de Bombero--, Manolín con la gran eme en su camiseta --los dos hijos de Pablo--, el célebre Arévalo con su disfraz de Charlot -en otros momentos, de Cantiflas-- y por último la cuadrilla de enanitos encabezada por Miguelín, que hacía las veces de matador.
No hace mucho contaba uno de sus nietos que "
mi abuelo era un gran aficionado que quería ser torero, y estando en el teatro pensó en un personaje que pudiera gustar en los espectáculos cómicos de la época. La idea se le ocurrió trabajando en el teatro, en el que siempre había un bombero de guardia. Este hombre tenía un gran bigote y era muy peculiar y simpático. Mi abuelo se fijó en él para crear el espectáculo". La fórmula ideada por Pablo Celis fue un éxito total, tanto que abrió lo que bien puede considerarse como la "edad de oro" del toreo cómico. El Bombero estaba en todas las ferias, además bien colocado, y se llenaban las plazas todos los días.
Los cambios en los gustos sociales, pero sobre todo la aparición de otra serie de formulas parataurinas --desde los recortadores a los espectáculos ecuestres--, junto a modificaciones normativas que en nada beneficiaron al toreo cómico, hace que no ya no se viva esa época de esplendor. Con todo, los sucesores de El Bombero Torero no contratan menos de 50 actuaciones por año. En su época, tuvo siempre una amplia competencia, como correspondía a la popularidad de estos festejos cómicos. El Toronto, El Gran Kiki, El Gran Tato, Don Canuto, El Chino torero... Pero en todos, la figura paradigmática era Pablo Celis.
Hostia contundente (que ha pasado a las "Crónicas del Distrito Retiro Mediodía" de Madrid como la galleta monumental) y, además del consiguiente cachondeo de toda la familia ante las lágrimas de impotencia del zanganazo (zanguango en conquense) y Gran Premio inesperado con "El Bombero Torero" a quien para hacer justicia verdadera, termino de mostrar para mis lectores y lectoras.
Pablo Celis Cuevas (El Bombero Torero) nacio en la población cántabra de ElTejo, en 1900, y muerto, en la misma localidad, en 1969. Fue el creador del personaje de "El Bombero Torero", de gran éxito en España e Hispanoamérica. Comenzó a trabajar con 13 años como tramoyista en los teatros de Madrid, ciudad a la que emigró su padre con una recomendación del marqués de Comillas, que le colocó como empleado de la Asociación de Ganaderos del Reino. Fue al comienzo del siglo XX cuando se inició en el mundo de los toros, participando en capeas y sueltas de vaquillas. Pronto comenzó a actuar como torero cómico imitando a Charlot, de moda por entonces. Pablo Celis conociño en el Teatro Novedades, uno de sus lugares de trabajo, a un bombero de guardia, con quien trabó amistad y a quien decidió imitar en los ruedos; de él copió su indumentaria y su largo y lacio bigote. Con 18 años debutó en Madrid en un festival a beneficio de los niños rusos refugiados en España por la Primera Guerra Mundial. Inventor de numerosas suertes, entre ellas la de banderillear sentado en el suelo o saltando por encima de la res, se presentó en la Maestranza de Sevilla el 18 de julio de 1930, con un gran éxito, repitiendo cinco días después con el cartel de "no hay billetes". Al año siguiente consiguió actuar en 118 ocasiones. Durante la Guerra Civil toreó vestido de luces en Francia, donde se anunció como Pablo Celis. En 1938 regresó a España, donde, nuevamente, volvió al papel que le dio la fama. En 1952 formaron parte de su espectáculo sus hijos Eugenio y Manolín, que, junto con su padre y el también torero cómico, Laurelito, tuvieorn que pasar por la enfermería en la Monumental de México.
En 1953 surgió un nuevo espectáculo de "El Bombero Torero", que incorporó en su grupo a 8 enanos. Debutaroni con poco éxito en Orán (Argelia). No obstante, el espéctáculo fue cogiendo auge, triunfando fuera de los circuitos taurinos habiutales, como en China (en 15 ocasiones) o Líbano. Tras 43 temporadas en activo, Pablo Celis se retiró en 1961 en Bogotá, abriendo después un supermercado en Valencia, su habitual lugar de residencia. El espectáculo continuó en manos de sus hijos Eugenio y Manuel y, en 2002, son sus nietos Rafael y Carlos quienes siguen la tradición. Dos hijos de Pablo, Rafael y Pablo, se dedicaron al toreo "serio": el primero como picadro y el segundo como banderillero. (Fuente: Gran Enciclopedia de Cantabria).
Volviendo a lo de la galleta monumental, el hecho (realmente jocoso en verdad), ha quedado recogido en "Crónicas del Distrito Retiro-Mediodía" y es un placer leer la anécdota de que, a partir de aquel día, todas las chavalas guapas de la barriada, cuando tropezaban en sus paseos por el bulevard de la calle madrileña Alcalde Saínz de Baranda con el susodicho zanganazo (zanguando se dice en Cuenca) nos hacían más que reírse a "todo trapo" mientras le recitaban una pequeña estrofilla que decía así:^"Por haber pinchado un globo te quedaste como un bobo". Y clara está, al chuleta zanganazo (zangando se dice en conquense), se le bajó tanto su auoestima que, según dicen los rumores de la capital de España y en base a fuentes muy fidedignas, todavía está acudiendo al psiquiatra mientras no para de gemir, días tras días, cuando ve pasear a niños y niñas con globos que sujetan en sus manos gracias a los pequeños cordeles. En verdad que hay quienes sólo escarmientan cuando reciben una galleta monumental o, dicho de otra manera más popular, una hostia en plena jeta.