¿Por qué no fui un destacado ciclista? (Diario)
Publicado en Jun 29, 2016
Los amigos que me han conocido a lo largo de mis años de existencia humana siempre se han preguntado por qué, teniendo yo la capacidad pulmonar necesaria y las piernas de atleta de carreras de fondo, no he destacado nunca en el ciclismo. Aquí hay un error. Siempre me ha apasionado (y me sigue apasionando) el mundo de los ciclistas pero no es por culpa mía el hecho de que no haya sobresalido en este deporte. La razón principal es que nunca he aprendido a montar en bicicleta. Eso explica definitivamente por qué no fui un destacado diclista. Pero repito que si no sé montar en bicicleta no ha sido por culpa mía, sino, como ya tengo escrito en alguna de las páginas de mi Diario, hay dos explicaciones para este asunto.
La primera explicación razonada viene de mi primera infancia. Nunca jamás hubo una bicicleta en mi casa paterna y materna de la calle madrileña de Alcalde Sáinz de Baranda. Los Reyes Magos jamás nos regalaron ni tan siquiera un triciclo para comenzar a prepararnos como ciclistas de cara al futuro. El asunto era que no había suficiente dinero para comprar cuatro bicicletas para nosotros los varones y mi padre decidió, salomónicamente, que si no podía comprar una bicicleta para cada uno de sus hijos lo justo y equitativo era no comprar ninguna. Razón más que suficiente para que yo no haya montado nunca en bicicleta durante mi primera infancia. La segunda explicación razonada viene de mi primera juventud ya en la época de los yeyé. Resulta que un año, durante el verano, estábamos "Gimi" y yo pasando unos días en la aldea de Molinos de Papel (en Cuenca) cuando ya vivíamos en la casa paterna y materna de la calle madrileña de Pizarra. Un dia de aquellas cortas vacaciones, mi tío Benito nos prestó su bicicleta para que aprendiéramos a montar en ella. ¿Cuál fue entonces el motivo por el cual yo no aprendí? La razón es ajena a mi voluntad y es clara y contundente. "Gimi" siempre era un joven soberbio y envidioso; así que comenzamos con las sesiones de aprendizaje y me tocó a mí ayudarle a él. No conseguí hacer de él un ciclista porque todos mis esfuerzos fueron inútiles y fue incapaz de aprender. Debido a esa circunstancia, y para que yo no aprendiera porque sabía que yo tenía muchas condiciones naturales para conseguirlo, simplemente no quiso ayudarme. A eso lo llamo yo, además de soberbia y envidia, también egoísmo. No me importó jamás no haber aprendido a montar en bicicleta aunque siempre he sido (y sigo siendo) un entusiasta seguidor del deporte llamado ciclismo. A mí me da exactamente lo mismo. Pero todos los que me conocen en mis facetas deportivas saben que podría haber sido un ciclista muy destacado lo mismo que me ha sucedido con otras actividades; porque fuerza e inteligencia siempre me han sobrado para ello. Además, todavía tengo mucho tiempo por delante para aprender a montar en bicicleta con la ayuda desinteresada de mi Princesa. Y en eso estamos. Un día de estos aprendo a pesar de la soberbia, la envidia y el egoísmo de "Gimi" que buena panza tiene de tanto ir montado en automóvil sin hacer el más mínimo esfuerzo por aprender a ser deportista. Aclaremos esta cuestión del egoísmo. El escritor, poeta, pastor y orador motivacional estadounidense Hugh Prather (que ya muríó en el año 2010 después de Jesucristo) dijo una frase muy recurrente: "El egoísmo no es ni bueno ni malo; todo depende de la forma en que somos egoístas o de si el egoísmo produce algo bueno o produce algo malo". En este sentido yo pienso, más allá de ser o no ser ciclista, que el egoísmo puede formar parte de la misericordia o puede formar parte de la envidia. He ahí lo que todos debemos aprender a meditar.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|