Encerrados con un solo juguete (Reflexiones)
Publicado en Jul 04, 2016
Mucho se está hablando, en las últimas décadas, de la exclusión de los niños y las niñas con respecto a los juegos colectivos, a los juegos participativos en que un grupo de ellos y de ellas formalizan una comunicación interpersonal de grandes posibilidades para el desarrollo infantil. Mucho se está hablando de que, en los últimos tiempos, los niños y las niñas se encierran en sí mismos, se aislan de la sociedad del juego y se alienan con un solo juguete: todo lo relacionado con la nueva era de los móviles y otros utensilios similares. ¿Es cierto o no es cierto que los niños y las niñas, actualmente, están encerrado con un solo juguete y se han excluído de la sociedad? ¿Exclusión o inclusión? ¿Mentes cerradas y obtusas o mentes abiertas y sociales? El problema preocupa a sociólogos, psicólogos y hasta psiquiatras. ¿Es el mundo infantil actual mucho menos feliz que aquel en el que nuestras generaciones vivimos teniendo a las calles como un referente fundamental y la familia como un recurso de juegos vivienciales?
Recurramos a la novela que me ha dado lugar al título de este comentario. "Encerrados con un solo juguete" (Seix-Barral, 1960), ópera prima del narrador Juan Marsé, es una compilación de muchos de los personajes y escenarios que volverán recurrentes en la obra de Marsé. El desarraigo identitario producido por la Guerra Civil y la convulsa situación de unos jóvenes de la posguerra ante la decadencia moral articulan el hilo argumental de la novela. La crítica del momento la tildó de interesante muestra del objetivismo triunfante de la época, a pesar de que el autor la califica de decadente, intimista y subjetiva. Resultó finalista del Premio Biblioteca Breve del año 1960, que posteriormente quedó desierto. La novela ha sido traducida al francés por la editorial Gallimard. Cuenta la historia de unos jóvenes de clase media, vástagos de familias descalabradas por la guerra civil. La novela es, sobre todo, el fiel trasunto de la atmósfera enrarecida y gris en que se debaten los muchachos, poseídos por la desidia y las ansias de un confuso despertar a la sexualidad. El naufragio moral y la muerte repentina de una mujer, encarnación trágica de un destino que ellos odian, reflejará, finalmente, la realidad del mundo en que les ha tocado vivir. Desde entonces, desde aquel desarraigo infantil cuyo mundo quedó roto en mil pedazos, podemos ir proyectando lo que sucede en la actualidad: atmósferas humanas enrarecidas y mundos grises en el que se debaten numerosos muchachos y numerosas muchachas del Siglo XXI. Desidias. Ansias de sobrepasar la confusión. Estamos en la Era de la Comunicación y, en las grandes masas, se está instalando la terrible sensación de que muchos niños y niñas están terriblemente solos encerrados con un solo juguete. El naufragio moral de estas últimas décadas les ha involucionado hacia una inmersión en su propio mundo, en una especie de autismo hacia la sociedad. ¿Es esto totalmente verdadero o tendríamos que verlo desde el otro punto de vista? Muchos piensan que no hay otro punto de vista sobre este asunto y eso es totalmente falso. ¡Claro que hay otro punto de vista que lo explica con mucha facilidad! El mundo de la infancia actual no es ni exclusivo ni aburrido. Un solo juguete puede dar mucha mayor facilidad que un arsenal de ellos que no sirven más que para acumular objetos que quedan olvidados a las pocas horas de su llamativa llegada a la psiques de los niños y niñas de la actualidad. ¿Qué dirían los sociólogos, psicólogos y psiquiatras acerca de cuatro niños que arrinconaron todos los objetos para quedar encerrados con un solo juguete llamado chapas? Crear un universo de sensaciones, aventuras y sueños, puede ser la clave en todo este asunto. El problema de nuestras chapas no era la exclusión de la sociedad ni mucho menos. No existía dicho problema. Se habían conjugado en un solo eje central toda la enorme cantidad de ilusiones, fantasías, creatividades oníricas que llenaban nuestras capacidades de distracción divirtiéndonos mucho más que correr por las calles o amontonar amigos para no sentirse solitarios. Se juntaba una gran causa: éramos cuatro y éramos el número adecuado para ser felices. El problema no era la falta de felicidad porque más felicidad no podía caber en nuestras vivencias. El único problema de exclusión sólo afectaba al sentido democrático del juego. Y esto no sólo es válido para las chapas sino para cualquier otro juego que forme parte intrínseca de la felicidad infantil. El sentido democrático del juego. Esa es la cuestión para investigar si "encerrados con un solo juguete" sirve de evolución infantil para estar bien preparados a la hora de vivir la juventud y la vida adulta con los demás o sirve para arrinconar nuestras capacidades en un aislamiento social que sólo lleva a la frustración. Transcribo textualmente el siguiente artículo encontrado al navegar por Internet: el juego cooperativo es una novedosa herramienta educativa por la que InteRed apuesta firmemente. La Cooperación es un valor fundamental de la educación de las generaciones actuales y futuras. El mundo del juego ofrece posibilidades y herramientas valiosas para trabajar los valores de la solidaridad y la cooperación. Participar en juegos de estructura cooperativa permite ensayar comportamientos deseables en la construcción de la comunidad y reflexionar acerca de los valores implícitos en la sociedad. Estos juegos se dirigen a niños, jóvenes y adultos. Su pedagogía, cuando se inscribe en proyectos más amplios, representa un desafío por un mundo más justo y más solidario. Como dice Terry Orlick, "la idea que hay tras los juegos cooperativos es sencilla: jugar con otros mejor que frente a otros; superar desafíos, no superar a otros". InteRed en colaboración con Kometa promueve este tipo de juego, en los que se fomentan valores como la ayuda mutua, la confianza en los otros, la tolerancia, la búsqueda de estrategias y de consenso. Llegados a esta altura de la reflexión, nos hacemos tres preguntas fundamentales. ¿Qué es jugar? ¿Para qué sirve jugar? ¿Es importante el juego para los seres humanos? Vean todo lo que dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española acerca del vocablo "jugar": hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar ciertas capacidades; travesear, retozar; entretenerse, divertirse tomando parte en uno de los juegos sometidos a reglas, medie o no medie en él interés alguno; llevar a cabo un acto propio del juego cada vez que le toca intervenir a un jugador; tomar sobre sí el empeño de ganar una apuesta; utilizar algo tocándolo o moviéndolo sin un fin determinado o sólo para entretenerse; intervenir o tener parte en un asunto distraido; llevar a cabo una partida o un partido de juego; hacer uso de cartas, fichas, piezas u otros objetos que se emplean en ciertos juegos; dar movimientos naturales a los miembros corporales y las capacidades mentales que intervienen en un juego; arriesgar y aventurarse en una ocupación para conseguir el triunfo. Bien. Son unas cuantas definiciones que nos introducen en el mundo de los juegos, en esa clase de universo donde nos adentramos para encontrar respuestas a nuestras ilusiones. Así que debemos saber para qué jugamos o, dicho de otra manera, para qué sirve jugar. Tomás de Andrés Tripero afirma que "todavía hay hoy quienes piensan que el juego no es más que una actividad banal, un desahogo del exceso de energía propio de la edad, con escaso significado para la inteligencia del niño, a quien lejos de servirle de progreso le distrae de la obligación seria de sus deberes". Son los pensamientos propios de los reaccionarios, de las gentes que se pasan la vida de obligación en obligación, amargando el carácter de su personalidad porque se les ha olvidado algo fundamental como es aprender a reír a través de los juegos; aprender a tener iniciativas propias y desarrollar una imaginación que, más tarde, sirve para triunfar en un mundo donde se necesitan, cada vez con mayor urgencia, personas positivas, activas y creativas. ¿No es cualquier clase de juego una escuela fundamental para estas tres actitudes humanas? Ser positivos, ser activos y ser creativos comienzan siempre por aprender a jugar, por saber cómo participar en los juegos y por dominar un juego hasta ser capaces de crear multitud de alternativas que nos van a servir durante toda nuestra vida a la hora de afrontar las dificultades y encontrar las respuestas más adecuadas para superarlas. Any Dueñas tiene publicado lo siguiente: "El juego en la infancia es indispensable: desde que el niño es pequeño y hasta la adolescencia se desarrolla a través de las más diversas actividades lúdicas. Jugar significa un modo de aprender: no es sólo una diversión, sino una preparación para la vida adulta. El juego es una parte esencial del crecimiento de cada niño o niña que requieren hacer del movimiento la vía por donde se desarrollan sus músculos y sus extremidades adquieren coordinación; a través de los juegos ellos elaboran sus vivencias emocionales y practican los roles sociales que tendrán que desarrollar como adultos. Los niños adquieren flexibilidad y agilidad en sus cuerpos jugando: así tienen la sensación de ser aptos y vigorosos, y adquieren un sentido de autodominio necesario a lo largo de toda la vida. El juego es una actividad necesaria para los seres humanos teniendo suma importancia en la esfera social, puesto que permite ensayar ciertas conductas sociales; a su vez es herramienta útil para adquirir y desarrollar capacidades intelectuales, motoras, o afectivas y todo esto se debe realizar de forma gustosa, sin sentir obligación de ningún tipo y como todas las actividades se requiere disponer de tiempo y espacio para poder realizarlo. Cada niño trae al nacer una fuente inagotable de ganas de jugar; el calor, el frío o la lluvia no bastan para desanimar a un niño o para detenerlo en su juego porque es hora de dormir. Antes de hacer la tarea es común oírles decir: “déjame jugar un ratito más”. Es durante los primeros años cuando el juego y el trabajo se juntan con mayor precisión, y es casi imperceptible distinguir la línea que separa uno de otro. En la edad adulta los padres —cuando tienen a sus hijos— reciben una nueva oportunidad de disfrutar momentos de juego: acompañándolos en el juego motor, en el que zarandearlos, moverlos, hacerlos dar marometas, brincar con ellos, jugar carreras, patear pelotas y revolcarse en el piso son acciones que causan gran placer a todos, chicos y grandes. A lo largo de la infancia de los hijos, los padres aprenden con rapidez a distinguir que cuando el niño no juega y se muestra apático ante los juguetes es un síntoma de enfermedad, de disgusto, de tristeza o de preocupación por algo. Por lo general, niño que juega es un niño sano; niño que no quiere jugar es una señal de que hay algo de qué preocuparse. Actualmente hay padres que, en su afán por preparar a sus hijos para el futuro, llegan a considerar el juego como una actividad innecesaria y, con la mejor voluntad, saturan las horas libres de sus hijos con clases de baile, karate, pintura, idiomas, artesanías, entre otros. Deben darse cuenta de que el juego es vital para el desarrollo, tanto físico como emocional e intelectual; deben permitirles jugar y procurarles un sitio, así como juguetes y materiales para hacerlo". Yo afirmo que el juego no tiene edad. El juego es una constante continua de cada ser humano (niño, niña, hombre y mujer) sean los años que dicen los documentos de identidad que tienen. Porque el juego es una de las identidades más significativas de cualquier persona. No somos lo que dicen los documentos, somos lo que dice nuestro carácter y nuestra forma de ser. Es ahí dónde radica la suma importancia de jugar; aprender a jugar y saber jugar para transmitirle toda esa capacidad de querer vivir a nuestros descendientes. Somos capaces de crear universos enteros (con infinidad de roles sociales dentro de dicho universo) cuando elegimos un juego y lo tomamos como base primordial para nuestra personalidad. Encerrados con un sólo juguete. Después de haber jugado a múltiples actividades, ¿es negativo encerrarse con un solo juego donde se desarrollan toda esa infinidad de roles sociales de las que os hablo? Si es temporal es fundamental. Si es creativo es original. Y si es original hace que desarrolles una personalidad tan interesante que te va a servir para destacar en las activiades humanas a las que te dediques en el futuro. Un solo juguete no quiere decir una sola acción determinada sino, por el contrario, si está conformado para desarrollar continuamente nuevas experiencias, nuevas inquietudes, nuevas evoluciones dentro de dicho juego (sin quedarse siempre estático ante él), te va a dar la oportunidad de ser "su géneris" para cualquier actividad laboral, social o comunitaria que desarrolles en tu vida adulta. Tu mente se ha abierto. Tu mente, que es fundamental para tu futuro, está preparada para llevar a cabo grandes empresas, grandes retos de cara a tu realización personal. Pienso continuamente en el juego de las chapas que desarrollamos los cuatro hermanos (en este caso varones) durante una buena parte de nuestras infancias. No fue una actividad exclusiva (sabíamos adaptar cualquier clase de juego a nuestras circunstancias temporales) sino la más original de todas ellas. Y ahí radica la importancia del "encerrados con un solo juguete" que sirvió para abrirnos caminos imaginativos que desarrollaron nuestras inteligencias porque estábamos en continuo "movimiento" mental. Ahora bien, la cuestión prioritaria para realizarnos como seres humanos creativos reside no en el juego en sí mismo sino cómo llevamos a cabo nuestros roles dentro de dicho juego. Aquí intervienen dos factores primordiales que luego vamos a encontrar a lo largo de toda nuestra actividad humana: democracia o despotismo. Lo voy a explicar. Antes de ser decididamente deportistas (cuando tenemos la mente abierta) somos esencialmente jugadores. Y cualquier juego grupal que elijas en tu infancia como el prioritario para la formación de tu psicología posterior conlleva a una cantidad de jugadores suficientes como para poder ponerlo en práctica. Vuelvo a insistir que antes de ser decididamente deportistas somos esencialmente jugadores. Esto es muy importante para saber qué clase de personalidad vas a desarrollar de cara a tu futuro. En los grupos de jugadores infantiles se destacan poderosamente dos formas de ser diferentes: los que quieren siempre ganar cueste lo que cueste y los que saben que ganar, empatar o perder, no tiene mayor importancia más allá de la simple cuestión de haber tenido la ocasión de experimentar esas sensaciones. Quien sólo quiere ganar a toda costa va a desarrollar una personalidad despótica y cuando le llega la hora de perder no sabe aceptar que esa es una posibilidad de enriquecerte como persona porque al aceptar tu derrota te estás aceptando a ti mismo y te estás preparando para ser un vencedor. Sin embargo el despótico hace toda clase de trampas que los demás saben que son trampas e incluso él mismo se da cuenta de que son trampas, así que todas sus victorias conseguidas de esa manera no le sirven para otra cosa nada más que para ser egoísta y derrumbarse cuando le llega la hora de la derrota porque ya los demás han decidido no aceptar más las trampas. En el caso concreto de nuestras chapas ("encerrados con un solo juguete") lo más determinante de nuestras personalidades fue el momento crucial en que ninguno de los cuatro se dejó ya hacer trampas y todos nos enfrentamos con nuestra verdadera personalidad. El problema no era que "Gimi" no quisiera aceptar una evidencia que todos conocíamos con completa complicidad sino que hubiese formado un egoismo de prepotencia que le hizo imposible aceptar la derrota en la única ocasión en que merecía la pena obtener el triunfo. Ya no valía ser tramposo y, noche tras noche, las ondas radiofónicas de mi "Radio Deporte" iban dejando al descubierto la realidad de que ninguno de los demás íbamos a consentir trampa alguna con la Copa Fiocchi que representaba la verdadera personalidad de cada uno de quienes formábamos aquel grupo de cuatro jugadores. Así que se produjo lo que ya se veía que se iba a producir: que "Gimi" abandonó para siempre el juego de las chapas ("encerrados con un solo juguete") porque sabía que no podía aceptar una derrota que, por otro lado, le hubiese valido como fortaleza psicosocial para ser demócrata en la época de la juventud y en la vida adulta. Vuelvo al principio. Cuando la conciencia nos rebasa el límite de lo que podemos admitir y llega el momento de manifestar nuestras verdaderas personalidades, ¿ha merecido la pena estar "encerrados con un solo juguete" o ha sido una pérdida de tiempo? La respuesta es muy evidente. Cuando has desarrollado toda tu personalidad a través de ese juego has conseguido liberarte del despotismo y has logrado hacer de tu personalidad una manera de ser preparada para los avatares de la vida. ¿Por qué se hundió "Gimi" ante la Copa Fiocchi? Porque su egoísmo personal le impidió estar preparado para todas esas derrotas que a los demás nos sirvió para ir creciendo hasta desarrollar una personalidad capacitada. Y al llegar la juventud nos separamos para construir nuestras individualidades dentro del mundo social, cultural, deportivo, social, etcétera. Por lo tanto, en este singular caso de nuestras realidades, "encerrados con un solo juguete" sirvió para marcar nuestros propios destinos. Son aspectos singulares de la psicología individual adaptada o no adaptada a la psicología colectiva de un mundo al cual debíamos ya enfrentarnos con la capacidad suficiente como para ser triunfadores a pesar de alguna que otra derrota o con la incapacidad para poder aceptarlo. Por eso muchos se quedan a medio camino y se pierden en las frustraciones al no haber sabido aprovechar que "encerrados con un solo juguete" sirve para moldear nuestros espíritus personales y saber encajarlos bien en los espíritus sociales y colectivos. Anthony De Mello dijo: "Quienes insisten en querer jugar no las cartas que les han tocado, sino las que creen que debería haberles tocado, son los que pierden el juego". Llevaba razón este sacerdote jesuita y psicoterapeuta conocido por sus libros y conferencias sobre espiritualidad. Y termino yo afirmando que el juego es todo lo que no se ve, a primera vista, de nuestros "icebergs" individuales; todo aquello que sale a flote cuando jugamos sin ninguna clase de manipulación ni trampa. Es ahí, cuando descubrimos lo que existe en nosotros cuando estamos jugando, el momento en el que nos damos cuenta de quiénes somos y qué son los demás. Encerrados con un solo juguete es mostrar nuestra unicidad personal. Y en ese juego nos definimos cara al futuro que vamos a construir con las cartas que, en verdad, nos ha tocado jugar. El "farol" es una estrategia empleada en diversos juegos de mesa, especialmente reconocida como parte del juego del póquer y del mus. Se trata de una jugada falsa para acobardar o impresionar al oponente. En el juego se puede perder teniendo un juego alto, así como también se puede ganar teniendo un juego bajo, obviamente esto no es lo más probable, pero es una realidad que deriva en una de las teorías más importantes de este juego, "El Farol" o "Bluff". La acción de "farolear" básicamente, no es más ni menos que mentir, directa o indirectamente, a quienes juegan contra nosotros en una mesa de póquer o de mus. Existen muchas maneras de mentir para provocar en los demás participantes un cambio en su comportamiento o en su forma de apostar; por ejemplo, si lo que se tiene en la mano es un juego bajo, el dinero que hay en la mesa es mucho, y se quiere ganar, la única alternativa es el "farol". Pero los "faroles", cuando se emplean continuamente, son muy fáciles de descubrir y es ahí dónde juega la inteligencia. En "encerrados con un sólo juguete" la inteligencia es lo que, al final, prevaleció. Por eso "Gimi" se derrotó a sí mismo. Y es que en el juego está la razón o está la sinrazón. Y la razón demuestra que la inteligencia siempre vence a la astucia. Lo he demostrado infinidad de veces. Y después sólo queda la verdad. Si callamos y no decimos la verdad siempre obtendremos la mentira. Ya lo dije en Vorem. Se sabe y se repite mucho que un amigo es aquel que te cuenta verdades aunque a veces te hagan llorar que aquel que te cuenta mentiras para hacerte siempre reír. Observa que este “a veces” y este “siempre” son relativos. Y es que quiero contarte que yo le he dicho a alguien a quien creía que era amigo sincero varias verdades totalmente ciertas. Si no las sabe aceptar no voy a cargar yo con la cruz de las mentiras. No he callado porque callar le otorgaría la condición de ser siempre un ignorante sobre ciertos asuntos personales entre él y yo. Como le he dicho la verdad sin duda razonable puesto que hay muchos testigos de por medio, me limito a seguir mi camino y dejo que él siga creyendo en la ignorancia; porque la ignorancia ajena nunca forma parte de nuestra verdad y como no deseo mentir a un ex amigo me quedo sin el amigo pero gano la verdad que es la que me libera de sus soberbias. Pero hay que saber que toda verdad tiene su propio misterio. "Encerrados con un solo juguete" tenía su propia verdad y, por lo tanto, contenía su propio misterio. Ese misterio debía ser desvelado para poder continuar nuestro camino hacia la juventud. Fue la Copa Fiocchi el momento oportuno. Ya lo venían advirtiendo las ondas nocturnas de mi "Radio Deporte". Ese fue el momento clave. Ese fue el momento de la renuncia de "Gimi" al resolverse el enigma del misterio que se guardaba celosamente en "encerrados con un solo juguete". Y aquella renuncia nos trajo la Liberación. ¿Por qué decidí que había llegado el momento de desvelar lo que callábamos desde hacía muchos años? Porque estábamos dejando la adolescencia y teníamos que construir nuestras personalidades en base a nuestras propias actitudes ante la vida. Estaban en juego la emociones. De las emociones alguien ha escrito lo siguiente: "Las emociones resultan de la actividad del sistema nervioso, al igual que los movimientos voluntarios. Las emociones proporcionan el “color” al comportamiento, y son necesarias para la supervivencia del individuo, por ejemplo la rabia o la agresividad permite al sujeto enfrentarse con un enemigo, o si el sistema nervioso juzga que el enemigo es demasiado peligroso sustituye la rabia por miedo para que se pueda escapar de él. La emoción tiene dos componentes: uno es la sensación subjetiva que sentimos en nuestro interior. El otro componente es la manifestación externa de la emoción. A veces es posible separar los dos componentes, por ejemplo, un actor puede simular todas las manifestaciones de una emoción sin realmente sentirla. Eso indica que estos dos aspectos de la emoción pueden residir en regiones separadas del sistema nervioso. Las emociones de miedo o rabia se originan en la amígdala cerebral. Primeramente, el sistema nervioso debe determinar cuál es la emoción adecuada en cada caso. Esto lo realiza, al menos en parte, una estructura llamada amígdala cerebral. La corteza cerebral envía una copia de la información sensorial que recibe a la amígdala, y esta decide si el estímulo es amenazador, y si se debe responder a él con agresividad o miedo. Los animales que tienen lesionada la amígdala cerebral se vuelven mansos porque pierden toda la agresividad, y tampoco son capaces de mostrar miedo ante estímulos que normalmente les asustarían. Parece que en la amígdala se originan las emociones del miedo y la furia, pero no las emociones agradables, como la alegría o la felicidad. En dónde se originan estas no se conoce. Una vez que la amígdala ha decidido que el estímulo requiere una respuesta de miedo o rabia, envía señales a otros lugares del cerebro para poner en marcha los distintos componentes de estas emociones. Por un lado, envía señales a la corteza cerebral para desencadenar la emoción subjetiva interna, y por otro lado desencadena la expresión externa de la misma. Supongamos que vamos por una calle de noche y vemos una sombra detrás de una esquina. Inmediatamente se acelera el corazón, la respiración se convierte en un jadeo, y un sudor frío nos cubre la piel. El vello se eriza y se nos pone la “carne de gallina” y sentimos un nudo en el estómago. Si lo consideramos detenidamente, muchos de estos cambios resultan lógicos para enfrentarse a una amenaza: el aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria permite aportar más oxígeno a los músculos, en el caso de que haya que hacer un esfuerzo, como salir corriendo. El sudor permite eliminar el exceso de calor que se producirá con ese esfuerzo. La piloerección o erizamiento del pelo no tiene mucha utilidad en humanos, pero en animales con pelaje tupido les hace parecer más grandes, lo que puede atemorizar a un posible enemigo. En el interior del cerebro, lo que ha sucedido es que la corteza visual ha enviado la imagen de la sombra a la amígdala, esta ha decidido que representa una posible amenaza, y a su vez ha enviado la orden al hipotálamo para que ponga en marcha todo el sistema de emergencia ante un peligro". Voy a resolver una duda "universal". Dicen los científicos (como en este caso citado) que no se sabe dónde residen la alegría o la felicidad. No es cierto. La alegría o la felicidad residen en una parte del alma humana llamada Espíritu. Quienes sabemos que los seres humanos no sólo somos materia, sabemos que la mejor manera de expresar nuestra alegría y nuestra felicidad es dejar que el Espíritu de nuestras almas actúen por nosotros. La Liberación que supuso descubrir el misterio de la verdad de "encerrados con un solo juguete" se debió, solamente, a que fui capaz de dejar que mi Espíritu hiciese lo que la Razón no nos dejaba hacer porque la Razón estaba sometida al despotismo de uno de nosotros. Cuando "Radio Deporte" avisó, en una noche inolvidable, que había sonado la hora de liberarnos, yo no estaba emitiendo razonamientos realistas ni ilusiones idealistas. Yo estaba emitiendo las señales de ese Espíritu que surgían del alma de un jugador que estaba usando la inteligencia en lugar de la astucia. Entonces fue cuándo la astucia se derrumbó a sí misma. Liberados de la astucia quedamos el resto de jugadores capacitados para ser creativos usando la inteligencia. Y ese fue el paso decisivo para formalizar nuestras personalidades libres de influencias despóticas. Fue el historiador francés Alexis de Tocqueville quién me dio la pauta cuando señaló que "el despotismo puede gobernar sin la fe, pero la libertad no puede". Fe. Sólo era cuestión de tener Fe de cara a obtener el triunfo final en la Copa Fiocchi. Estaban en juego no solamente nuestras personalidades liberadas sino la confianza de un padre que estaba buscando lo mejor de mí. Mi padre sabía, de antemano, que no le iba a fallar. Cuando todos los del Español (CJ) hicieron saber, uno tras otro, que no iban a renunciar a la victoria (como siempre había sucedido mientras duraban las mentiras), "encerrados con un solo juguete" llegó a su clímax. Y en ese clímax residía esa Fe de la verdad que iba a defender sabiendo que ya lideraba las causas de aquella rebeldía generalizada. Cuando el déspota ve que se le acaba sus influencias siempre busca la misma salida: huir para no ser derrotado. No se da cuenta que es esa decisión la que le derrota sin ninguna clase de paliativos; porque de haber seguido adelante, aún perdiendo, habría conquistado un pedazo de gloria que le valdría mucho más que todas sus mentiras anteriores. Pero la soberbia produce más ciegos que la misma ignorancia, sobre todo cuándo va acompañada de la falsedad. ¿Era una falsedad "encerrados con un sólo juguete". Era algo mucho más definitivo. Era la verdad encubierta y había que desvelarlo para que la Liberación tuviese su verdadero sentido. Todo enigma tiene un principio y tiene un final. Si CB y CM sólo aprovecharon su liberación por unos pocos años nada más, para luego volver a ser sometidos por CG, fue solamente porque no tuvieron fuerza de voluntad para saber que su liberación podía ser definitiva. CJ no. Yo sabía que una vez obtenida la Liberación a través del Espíritu ya no volvería a dar un paso atrás. "Encerrados con un solo juguete" me había proporcionado las herramientas adecuadas para construir mi propio "universo" juvenil; libre de las ataduras de un "Gimi" que quiso recuperar el terreno perdido pero se encontró que yo no necesitaba de sus influencias para alcanzar las metas que ya me había propuesto, ahora en solitario por causa del abandono de "Califa" y "Fantini", conseguirlas a través de la Fe. No podía defraudar a mi padre ni podía defraudarme a mí mismo. Por eso liberé mis propias condiciones intelectivas para crear lo que siempre estuve buscando desde mi primera infancia: ser quien quería yo ser a través del inédito camino de la búsqueda personal. Una búsqueda personal es siempre ser feliz. ¿Me ayudó "encerrados con un solo juguete" para ser feliz en mis nuevas aventuras juveniles? Muchos pensarán que al estar basado en las mentiras de "Gimi" no me sirvió para ello. Se equivocan. Al estar basado en dichas mentiras me hizo aprender que la verdad sería el único camino mientras iba creando mi felicidad en base a ser lo suficientemente inteligente como para aprovechar las ocasiones que se me presentaban a la hora de "encerrarme" conmigo mismo para saber qué debía hacer, cuándo debía intervenir y cómo debía conseguirlo. Así que "encerrados con un solo juguete" fue la clave primordial para saber obtener la Fe que necesitaba desde que tenía uso de razón y me daba perfectamente cuenta del mundo que me rodeaba. Así que lo mejor era rodear a ese mundo para saber diferenciar los éxitos de los fracasos y esperar la oportunidad necesaria para triunfar cuando el despostismo ya estaba siendo fagotizador. Mi padre esperaba esa reacción. Yo también. Y mientras tanto era feliz porque me estaba preparando para ser feliz. Valga esta doble redundancia para demostrar que lo que yo preparaba con la funcionalidad de "encerrados con un solo juguete" era dar prioridad a mis pensamientos propios que luego se desarrollaron con completa naturalidad. Sin complejos. Sin rémora alguna. Cuando llegó el golpe definitivo mi mente estaba tan abierta que en ella cabía todo el "universo" de mis sueños. ¿Fue o no fue significativa mi felicidad en "encerrados con un solo juguete"? Lo fue. Nunca tuve jamás duda alguna. Y esa decisión fue la que me convirtió en el líder que alguien estaba esperando. Si ese alguien lo comprendía había merecido la pena el doble esfuerzo de superar las mentiras y construir las verdades.
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