Mi debut en el BHA (Diario)
Publicado en Jul 08, 2016
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El día 1 de abril del año 1967 de la era cristiana, después de haber renunciado voluntariamente a seguir trabajando en la Central de Ahorro Popular de Madrid, me presenté en las oficinas del Banco Hispano Americano de Madrid, en la Plaza de Canalejas, para aceptar ser empleado de dicho Banco siempre que fuese en calidad de fijo (aunque tuviera que pasar los tres primeros meses como prueba) y eso fue lo primero que hice saber a la señora que estaba seleccionando a los nuevos empleados y asignándoles sus destinos. Antes de seguir he de recalcar que el mes anterior (el 1 de marzo de este año) habían entrado en el BHA de Madrid todos los jóvenes varones que habían aprobado las oposiciones. Como yo aquel día le había dicho al BHA que nones, que verdes las han segado y que no estaba el horno para bollos, este día 1 de abril de 1967 es cuando les toca el turno a las chicas que han aprobado las oposiciones; así que me ví envuelto en medio de una gran cantidad de chavalas y con uno o dos hombres que habían hecho lo mismo que yo.
 
- Bueno, Orero. Así que está usted de acuerdo con entrar a trabajar de manera temporal para cubrir el puesto que ha dejado un empleado que se encuentra haciendo el Servicio Militar Obligatorio.
- ¡Un momento, señora, un momento! ¡Bájese ya de la burra de una vez por todas y a ver si se aclara lo que yo le dejé bien claro el mes pasado!
- ¿A qué se refiere, Orero?
- A que ya les avisé que si querían que yo trabajase para el Banco Hispano Americano no lo voy a hacer como temporal cubriendo la baja de nadie sino como fijo con derecho a plaza fija aunque tenga que pasar los tres meses de prueba. Si no están ustedes de acuerdo ahora mismo me marcho porque tengo que jugar el domingo un partido de fútbol y tengo que preparar la técnica, la táctica y la estrategia.
 
La señora del BHA se quedó patidifusa.
 
- ¿De verdad eres capaz de hacer eso, Orero?
- Bien que lo saben los de la Central de Ahorro Popular.
- ¿Es que viene usted de la competencia?
- Exacto. Vengo de la competencia para ayudar al BHA a salir adelante.
- Está bien. Me ha convencido.
- Pues resulta que yo no he venido aquí a convencerla a usted ni a convencer a nadie más. Vengo a reclamar mis derechos porque aprobé la oposición sin ninguna clase de enchufe como sí sucede con otros miles y miles de empleados de este Banco. ¿O no es cierto, señora?
 
Ella no quiso hablar más del asunto porque se vio pillada entre la espada y la pared ya que era cierto que de cada mil plazas que se ofrecían por lo menos novecientas de ellas ya estaban designadas para los enchufados.
 
- Por favor, que se van a enterar las chicas.
- Que se enteren. Como estoy diciendo la verdad es mejor que se enteren.
 
La señora del BHA se dio cuenta de que estaba ante un jovencito de tan solo 18 años de edad pero que tenía la valentía de todo un hombre de 40.
 
- Orero... está usted aceptado como empleado fijo porque se lo merece... pero tiene que pasar la prueba de los tres meses que estipula el Reglamente Interno del BHA.
- No importa. Pruebas mucho más peores he tenido que superar ya en mi todavía muy corta edad.
- Le voy a designar un destino en el BHA y ese destino es el Centro Compensador de esta Oficina Principal de Madrid. Le van a acompañr dos compañeras.
 
Las dos compañera resultaron ser María Jesús (de muy buen ver y que se lo estaba pasando en grande en medio de bromas y chistes) y otra que no recuerdo su nombre y que resultaba que era del montón. Así que acepté dicho destino y el examen médico dejó asombrados a los doctores.
 
- ¡Es un portento de la naturaleza! ¡Está completamente sano tanto en lo físico como en lo mental!
 
Mi entrada en el Centro Compensador de la Oficina Principal del Banco Hispano Americano, en Madrid, fue toda una apoteosis triunfal. El señor Follente (jefezucho por aquel entonces de dicho Centro Compensador y del cual me informaron después que se dedicaba a perseguir a las guapas azafatas de la Residencia de Verano del BHA en Navacerra de Madrid porque buscaba ligar con ellas) nos presentó a los tres (las dos chavalas que iban a ser compañeras mías y yo) en medio de una gran expectación. Les dimos las manos a todos los que trabajaban en dicho Centro Compensador. Entre los personajes más peculiares se encontraban varios pero destaco a dos: un tal Manolo Velasco que decían todos y todas que estaba más loco que una cabra porque, entre otras cosas, el día de su posible boda dejó sola ante el altar a su novia y se marchó en coche hasta Andorra, y que acosaba a las chicas que estaban trabajando en aquel lugar hasta arrinconarlas contra las esquinas donde se las quedaba mirando con la boca abierta y una sonrisa de majara perdido; y el otro era el famosísimo canario Justo Fernández, líder absoluto y absolutista de toda la UGT de la Banca de Madrid y que, en cuanto a mí se refiere, ni le tuve miedo cuando me dio la mano ni le tuve jamás miedo durante los 27 años que estuve trabajando en el BHA porque ni aquel tan famoso y corpulento canario llamado Justo Fernández (que hacía la justicia que más le venía en gana) ni ningún otro empleado de dicho Banco (fuese cual fuese su cargo dentro de la entidad) me iban a mojar a mí las orejas. No me dejé nunca jamás y nunca jamás fui de ningún Sindicato. Pero volvamos al día de mi debut.
 
Después de las correspondientes presentaciones me mandaron sentarme para puntear la cámara compensatoria de aquel día que estaba descuadrada. Me dijeron lo que era puntear y comencé con mi labor olvidándome de todos y de todas porque me entregué de lleno a mi labor sin importarme si alguien me miraba o no me miraba. De repente, en medio del punteo, encontré una diferencia y se lo hice saber al jefezucho Amador (al que le daba por "pimplar" más de la cuenta) y a su ayudante Bene (chaparrito pero tan "peleón" como "Copito de Nieve"). Sonó un silbido y seguí entregado a mi tarea de puntear remesas. Hasta que alguien me llamó la atención haciéndome saber que ya no siguiera punteando porque gracias a que yo había encontrado la diferencia la cámara de compesación de aquella mañana ya estaba cuadrada.
 
En casa todavía dormíamos en la misma habitación Emilín y yo. En camas distintas pero en la misma habitación. Así que como yo ya estaba harto de que, antes de dormirnos, tuviese que aguantar la "paliza" diaria de tener que escuchar todas las aventuras y desventuras de Emilín (que era el mismo "Gimi" que tantas veces nombro) le dije que ahora me tocaba el turno a mí y le conté mi gran hazaña del día de mi debut en el BHA.
 
- ¡Cuidado, José! Por haber hecho eso vas a despertar las envidias de muchos de tus compañeros.
- No me importa en absoluto, Emilín de las narices. Quizás tú no serías capaz de enfrentarte a solas con tantos envidiosos pero yo a los envidiosos me los paso por los cataplines. Quizás para ti no es honroso comenzar teniendo éxito en una empresa pero yo soy completamente diferente a ti aunque las chavalas de Cuenca digan que somos parecidos (para recordarle lo sucedido con dos guapas mozas en las Fiestas de San Julián de la capital conquense); y por eso no sólo me encuentro sano en lo físico y en lo mental sino que me siento orgulloso de haber tenido éxito el día de mi debut en el BHA. Emilín (el mismo "Gimi" del cual hablo tanto) guardó silencio y no sé qué pensó durante toda la noche pero yo dormí a pierna suelta visualizando, antes de quedarme dormido en los brazos de "Diana" la cazadroa), a algunas chavalas como la citada María Jesús y otras que no deseo ahora citar. Soñaba con los ojos bien abiertos en medio de mis románticas fantasías porque para eso era poeta Gracias a Dios. Y amén.     
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Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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