Chester color canela (Cuento)
Publicado en Jul 11, 2016
Es un setter irlandés. Una ración espolvoreada de canela en escarcha dorada y esparcida sobre cuatro mástiles y un hocico de color azabache. Caballo de cartón para los niños y clarinete de sinfonías en esos atardeceres en que se queda mirando como queriendo interpretar canciones azul turquesa. Es un oleaje de estallidos luminosos buscando anémonas del pensamiento en el fondo de los riachuelos. Y es algo mucho más que una simple presencia cuando su compañía viene a ser hálito amoroso de dulce compartir.
Por las tardes, cuando caminamos por los agrestes senderos de las campiñas, "Chester" es una especie de romántico vaporoso de las flores y las mariposas, perseguidor de lagartijas no para dañarlas sino para jugar con ellas a las marejadas de los sentimientos. Y al igual que el "Platero" de Juan Ramón Jiménez, también él rezuma poesía entre las rosadas adelfas y los purpurados rododendros y también él parece estar hecho de acero. Es cuando le mitifico y le veo convertido en Nereo, un dios jugando con las aguas corrientes en medio del tráfico incesante de las ninfas. Y le veo triunfador y coronado con las hojas del laurel mientras juega a regatear a los fantasmas del sueño entre los verdes olivos. De pronto tenemos sed. Yo estoy perdido en la distancia sin encontrar lo que nos salve del sacrificio; pero "Chester" siente y se convierte en la ayuda de ese amigo que sirve para estar en todo momento. Rápidamente me guía hasta el manantial donde saciamos nuestras inquietudes bebiendo del agua limpia al igual que es limpia toda su presencia. Después, ya en la entrada de la aldea, con el sudor empapando mi ropa, me siento a descansar en la pequeña roca que da de frente a las huertas desde donde llega el sonido de las voces cascadas por los años del tiempo. Entonces "Chester" me mira de frente para hacerme comprender que es el paso del tiempo el que atrapa a quienes no saben defender la nobleza de todos los momentos; y mientras tanto la tarde se va haciendo vaporosa y la neblina da a la acequia aspecto de asmático fumador. Luego, cuando sabe que le he comprendido, se enrosca en mis pies esperando que acabe yo el bocadillo por ver si hay algo más que egoísmo en el corazón de los hombres. Es muy inteligente "Chester" porque, actuando de esa manera, siempre le regalo la mitad exacta de todo lo que estoy comiendo. Ninguno de los dos tenemos queja alguna y los dos comprendemos que la Providencia es algo parecido a lo que dijo Cormac Mc Carthy: "Sin listas de cosas que hacer. El día es providencia de sí mismo. La hora. No hay después. El después es esto". Veo mis botas llenas del polvo de los caminos. La carretera serpentea con sus curvas y graznan los grajos. "Chester" mira al aire buscando no sé qué canción de la infancia. A la lima y el limón ya se les ha pasado el tiempo mecidos entre las ramas de la vida. - ¿Van a despertar, Chester? Él observa. Traduce el idioma de los árboles. Sí. Van a despertar. La soledad es ese olvido que se nos ha hecho recuerdo. Pero "Chester" no es soledad. "Chester" no es olvido. "Chester" ni tan siquiera es recuerdo. "Chester" es una continua presencia que se ha convertido en alma de viajero. "Chester" está tan dentro de mí que se convierte en brújula de mis sentires. Por eso "Chester" juega conmigo cuando estoy alegre. Por eso "Chester" juega conmigo cuando estoy triste. Por eso "Chester" duerme conmigo cuando estoy pensando. Al llegar a casa ya está esperándonos el atlas del mundo para darnos una vuelta cósmica entre las luces del atardecer. Diana Setterfield dijo: "No tengo nada en contra de las personas que aman la verdad, salvo el hecho de que resultan ser una compañía tediosa". Observo atentamente a "Chester" que entorna sus ojos ante el resplandor de la luz que penetra por la ventana. - ¿Qué verdad es la nuestra "Chester"? - La verdad es todo aquello que queda cuando quitamos las apariencias y descubrimos lo que hay tras eliminar las apariencias. El error más grande que cometen muchos es que llaman verdad a lo aparente y llaman aparente a la verdad. "Chester" color canela se me ha convertido, de repente en filósofo de mi propio ser. ¿Será esto la empatía? Parece sonreír ligeramente cuando se levanta y se sube al sofá, a mi lado, para animarme a seguir recorriendo todo Galicia a través de sus ríos. "Chester" tiene ganas de viajar siendo poeta. Y yo seguiré mientras consiga abrirme camino en la niebla. Y allí, en medio de la siembra, los trinos serán consigna. Brevemente se presigna el sacristán en la yerba. Y yo seguiré adelante dejando el ritmo rasante para elevarme hacia el cielo y allí, sumido en el sueño, siempre estaré vigilante y andante del gran cante caminante del ensueño. Y yo seguiré caminos abiertos en la espesura... porque mi vida perdura... en todos estos destinos que llevan a tu hermosura. Y volando por las cimas de las nubes adornadas seré, de las alegres jornadas, lo que se queda entre rimas. Verbo grácil... verbo fácil en tu cuerpo de enamorada en el huerto que cultivan mis palabras. Espero a que siempre abras la ilusión del breve cuento. Cuento estrellas, cuento albas, y sumergido de bellas anáforas bien doradas por las fértiles jornadas me voy siempre entre trigales, entre zarzas y jarales para ser tu amador. Un adorador de tus sonrisas legales. Soy tan fiel a tu presencia que no conozco otra ciencia que besarte en la boca y allá... en la fiesta loca... me sumerjo en tu presencia. Esencia de verso libre rimando con la existencia de un poeta con calibre que nunca será ausencia. - "Chester"... ¿qué es, para alguien como tú, la ausencia? - Las ausencias siempre nos hacen sentir que estamos atados al sufrimiento del amor. Cuando se convierte en un compañero tan profundo "Chester" me hace sonreír. ¿Qué sabrá un setter del amor? Y, sin embargo, todos saben que "Chester" es un verdadero profesional cuando se pierde, por las noches, entre las estrechas callejuelas de la perdida aldea escondida entre los riscos y vuelve a casa con hambre, sed y ganas de dar un rodeo a la existencia sentado otra vez a mi lado; jadeando alegremente mientras espera a que yo termine de cenar y su corazón late al compás de mis ideas. - Vámonos, "Chester"... A veces nos atrevemos a ir juntos a las vías de ese tren que tanto soñamos en nuestro interior y, sentados junto a la tapia donde muchos han dejado su futuro en los huecos de la inercia, nos despreocupamos de esas tragedias en forma de jeringuillas ajenas a nuestro mundo real. - Voy a leer un poco, "Chester". Él permanece a mis pies con las orejas atentas... - Fin del Mundo: Todos bajan sin mirarse. ¡¡No sigáis muriendo, hermanos!!, grito con la voz del silencio. Pero todos siguen sus marchas aceradas. Nadie quiere saber si he sido yo, si ha sido mi voz, si ha sido otro, si ha sido la voz de otro... Todos huyen sin tener piedad de sí mismos. Veo sus espaldas, llenas de sudor, perderse en los confines del andén. ¿Qué clase de muerte aman tanto? "Chester" inclina varias veces su cabeza de lado a lado como preguntándome qué clase de expresiones son aquellas; así que vuelvo a guardar las hojas dentro de esa bolsa donde él sabe que guardo mis esencias y caminamos por las vías hasta que la luna ya brilla con tanto fulgor que se lo tengo que explicar. - Amar significa amar durante toda la existencia que es mucho mejor que amar durante toda la vida. Quizás me hayas comprendido lo que quiero decir. "Chester" me ha comprendido porque, de repente, con la luz de la luna reflejada en el color canela de su piel, se está convirtiendo en eterno. - ¿De verdad sabes lo que es la eternidad, "Chester"? - Hasta que la muerte no nos separe... De repente la niebla se ha vuelto espesa. Empiezo a sentir su ausencia. Medito. Sé que un día estarás tan cansado, "Chester", que ya no podrás volver. Y le busco en medio de esta oscuridad que algunos llaman miedo pero que yo la llamo Destino. "Chester" no está ya a mi lado. Intento buscarle por última vez pero sé que entre "Chester" y yo nunca existe esa vez última. Así que tengo que encontrarlo... - ¡Diesel! ¡Diesel! - ¿Dónde estás "Chester"? - Mira arriba, por favor, mira arriba. La niebla ha desaparecido y todo el cielo está lleno de estrellas mientras "Chester" salta, ladrando alegremente, de una a otra... de una a otra... porque se ha hecho eterno de verdad. Y todo el universo se ha convertido en un concierto de madréporas de la razón.
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