Sin prisas pero sin pausas (Reflexiones)
Publicado en Jul 22, 2016
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Gregorio Marañón dijo algo muy importante. Dijo lo siguiente: "La rapidez que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa". Gran parte de la juventud actual (y no me refiero a la de ningún país en concreto sino a niveles mundiales y globalizados) viven de manera equivocada y actúan de forma errática porque no conocen cosas tan sabias como la que dijo Gregorio Marañón. ¿Cómo van a conocer la sabiduría de Gregorio Marañón si no saben quién fue Gregorio Marañón? Para conocer hay que leer y para leer hay que tener la suficiente inteligencia como para utilizar partes importantes de nuestros ocios en eso que se llama tener cultura. Para quienes lo ignoran he de decir, antes de entrar en materia, que Gregorio Marañón y Posadillo (Madrid, 19 de mayo de 1887 - Madrid, 27 de marzo de 1960) fue un médico endocrino, científico, historiador, escritor y pensador español que alcanzó tan altas cumbres que llegó a ser miembro de cinco de las ocho Reales Academias de España (Lengua, Historia, Bellas Artes, Medicina y Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). Así que no conocer la inteligencia contenida en la frase que he citado al principio de este texto es ser bastante ignorante o, mejor dicho, muy ignorante. Sobre todo cuando no se sabe qué es lo que significa y se está viviendo más ciego que Höôr, un dios de la mitología nórdica, hermano de Baldr al cual mató involuntariamente para morir luego él a manos de Vali, hijo de Odín.
 
Dejando los conocimientos literarios a un lado, desde que yo era todavía muy adolescente y comencé a tener la responsabilidad de ser el motor de los equipos de fútbol en los que jugaba, siempre tuve en cuenta la frase de Marañón. Sabía que la rapidez era una de las grandes virtudes de un gran futbolista que tenía que funcionar como líder de sus compañeros; pero jamás confundí la rapidez con la prisa. Siempre sabía, al entrar en un terreno de juego, que había tiempo suficiente como para ser rápido pero no tener prisa en solucionar el resultado porque el resultado dependía más de la inteligencia que de la ansiedad. Siempre jugué sin ansiedad y aplicando la inteligencia. La demostración real de todo ello fueron las dos larguísimas temporadas que permanecimos imbatidos consiguiendo siempre la victoria y sin conceder a nuestros rivales ni tan siquiera el consuelo de algún empate que otro. No. Era cuestión de aplicar la rapidez con la inteligencia suficiente como para cambiarla de ritmo (sin dejar de ser rápido) y meter el vicio de la prisa entre nuestros enemigos. Cuánta más prisa se daban más derrotas conseguían. ¿Qué está sucediendo en gran parte de la juventud actual a niveles mundiales globalizados? Que se dan tanta prisa que sucumben a los pocos años de haber comenzado a vivir. Confunden la plenitud de los que somos rápìdos con la temprana decadencia de quienes tienen prisa. Son dos términos totalmente opuestos. Para Marañón (que era sabio) la rapidez es virtud pero la prisa es vicio. ¿Entendido?
 
Pues vayamos entonces a eso otro, también muy sabio, de "A quien madruga Dios le ayuda". Hay quienes se paralizan en el proceso evolutivo de sus vivencias cuando solamente piensan en que "No por mucho madrugar amanece más temprano" y, claro está, se quedan tan dormidos que pierden las batallas diarias. Madrugar no es solamente despertar sino saber para qué estamos despiertos. Si sabemos funcionar desde la madrugada estamos preparados para saber funcionar durante la noche. Y aquí es importante saber lo que son las pausas a lo largo de toda una jornada de lucha continua. Volvamos al terreno de juego. Llega un momento en que, llevando tú la iniciativa, creas una pausa. Los enemigos, que ya están bastante agotados, creen que tú también lo estás y, bajando la guardia, se quedan estáticos del todo. Pero tú no te has detenido, lo que llevas a cabo es una ralentización del ritmo y, sin estar estático, utilizas la pausa para poner en funcionamiento toda la potencia de tu inteligencia. Cuando los enemigos se dan cuenta de esto ya es demasiado tarde para ellos; porque tú imprimes entonces una gran rapidez a todas tus acciones y como los enemigos han bajado su guardia, consigues tal ventaja en el marcador que ya es imposible que puedan ni tan siquiera igualarlo. Erráticos por el campo tú sigues imprimiendo rapidez a todo tu juego mientras ellos echan mano de las prisas que, por supuesto, les dejan totalmente agotados. Tu victoria final es aplastante.
 
Siempre me he acostumbrado a acudir con mucha rapidez (pero sin ninguna clase de prisas) a mis citas con cualquier persona. ¿Por qué acudo con tanta rapidez a dichas citas? Por una razón muy sencilla de entender. Con la rapidez física desarrollo, a su vez, mi rapidez mental. Me sitúo en un lugar estratégico y, sin ninguna clase de prisas porque ya estoy en el punto de encuentro, estoy observando continuamente toda clase de movimientos que me interesen. Los demás movimientos no me llaman la atención para no perder la concentración en lo que debo llevar a cabo cuando vea qué es lo que sucede en el punto de encuentro. Cuando lo descubro, pienso rápidamente y actúo sin ninguna clase de prisas ni de duda alguna. Simplemente acudo o no acudo a la cita. Si acudo es porque sé que voy a triunfar acudiendo. Si no acudo es porque sé que también voy a triunfar sin acudir. Cuestión de inteligencia y de saber que la rapidez no son las prisas. La rapidez te despierta los reflejos mentales mientras que las prisas te los adormece. Por eso, cuando llega la noche, ya sabes qué es lo que tienes que hacer el día de mañana. 
 
Un desconocido dijo: "El mejor no es el que sabe más, sino el que es capaz de hacer más cosas con lo que sabe". Infinidad de veces, en este mundo, los desconocidos somos mucho más inteligentes que los famosos. ¿Será que la verdadera fama es la que se posee en el interior de un ser humano? Eso es. En el interior de todo ser humano se ubica el talento. Y es el talento el que, al final, te hace siempre triunfar sin prisas pero sin pausas. He conocido a tanto ignorante creer que sabe más que yo (pongamos, por ejemplo, a mi tío Benito) que simplemente me he limitado a seguir ejercitando mis talentos sin importarme sus deficiencias tanto físicas como mentales; porque hay que ser poco inteligente desconocer la vida ajena y creer que se conoce a la perfección. En este caso sus prisas le llevan solamente a coger muchas varillas (nada interesantes por cierto), mientras mi inteligencia me guía a elegir solamente la mejor.  
 
Observen, muy detenidamente, que en el caso de mi tío Benito he usado el verbo "llevar" mientras que en mi caso he utilizado el verbo "guiar". ¿Descubren la diferencia? Es muy fácil. Benito y los que son como él se dejan llevar por las prisas y se conforman con lo que les sale al paso (que siempre carece de interés por ser del todo vulgar y sin clase alguna) mientras que en mi caso, y en los que son iguales que yo, no nos conformamos con todo sino que nos guiamos por esa inteligencia llamada espíritu natural para saber seleccionar lo mejor de entre todo lo mejor y por eso el interés siempre resulta que nos califica como seres humanos con estilo personal. Me parece que me he explicado muy bien pero correctamente del todo. Y si alguien desconoce cuáles son las referencias es porque no saben leer la vida. La vida hay que saber leerla para saber aprovecharla en nuestro beneficio y no en el beneficio de quienes engañan a los que tienen prisas porque no saben lo que es la rapidez a la hora de saber actuar adecuadamente. Rapidez es igual a elegir. Prisa es igual a que nos elijan. En otras palabras. Los rápidos elegimos lo mejor. Los apresurados siempre son elegidos por lo peor. Y eso sí que está demostrado, con todos mis respetos y sin insultar a nadie, infinidad de veces en esta vida.
 
 
 


 
   
 
   
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Reflexiones de carcter social.

Palabras Clave: Comunicacin Divulgacin Reflexiones Pensamiento Sociedad Conocimiento Instrucciones Realidad Verdad.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



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