Fumando espero (Diario)
Publicado en Jul 22, 2016
Fumar es un placer genial, sensual. Fumando espero al hombre a quien yo quiero, tras los cristales de alegres ventanales. Y mientras fumo, mi vida no consumo porque flotando el humo me suelo adormecer... Tendida en la chaisse longue fumar y amar... Ver a mi amante solícito y galante, sentir sus labios besar con besos sabios, y el devaneo sentir con más deseos cuando sus ojos veo, sedientos de pasión. Por eso estando mi bien es mi fumar un edén. Dame el humo de tu boca. Anda, que así me vuelvo loca. Corre que quiero enloquecer de placer, sintiendo ese calor del humo embriagador que acaba por prender la llama ardiente del amor.
¿Saben las nuevas generaciones, que se creen que han descubierto la pólvora cuando sólo son unos pipiolos nada más, quién cantaba de esta manera? No. No era Alaska porque de Alaska paso a tope. Era una Sara. Y no me refiero a Sara Baras porque tampoco es santa de mi devoción. La cantaba Sara Montiel en la película "El último cuplé", dirigida por Juan de Orduña en 1957. Así que cuando yo la aprendí sólo tenía 8 añitos de edad. Para que vengan ahora los pipiolos de las nuevas generaciones, que se creen que han descubierto la pólvora en estas cosas del amor, para darnos lecciones a quienes ya estamos de vuelta. Para conocimiento de todos ellos, que se creen más listos que los calistos, añado lo siguiente: "Fumando espero es un tango compuesto en 1922, con música de Juan Viladomat Masanas y letra de Félix Garzo. Fue grabado por Ignacio Corsini, Libertad Lamarque, Argentino Ledesma e Imperio Argentina, entro otro muchos. La versión más conocida en España es la de Sara Montiel de 1957. La versión de Sara Montiel no incluye una estrofa de la letra original en la que figuran unos versos que son una clara alusión al cigarrillo que muchas personas solíamos fumar (y me incluyo yo con todo mi sano orgullo) después de hacer el amor que yo lo llamo, porque no soy un pijo como cierto "compañero" que va diciendo eso de mí y me estoy refiriendo al pijo de Jacinto, después de haber tenido relaciones sexuales. Esa estrofa es la siguiente: Tras la batalla en que el amor estalla, un cigarrillo es siempre un descansillo y aunque parece que el cuerpo languidece, tras el cigarro crece su fuerza, su vigor. Añado que es muy probable que la ausencia de estos versos fue debida a la censura franquista. La censura franquista no fue solamente absurda sino verdaderamente ridícula. Y el mayor ridículo absurdo que cometió la censura franquista (de los muchísimo ridículos absurdos que cometió a lo largo de su existencia) es el que se descubre en la película de cine titulada "Mogambo". Esto fue lo que sucedió. En 1953 la censura española alteró el doblaje de "Mogambo" de John Ford, queriendo ocultar al público español el adulterio que Vic Marswell (Clark Gable) intentaba cometer con Linda Nordley (Grace Kelly). A los sesudos censores de este país no se les ocurrió mejor solución que convertir en hermanos a los personajes de Linda y Donald Nordley (Donald Sinden) que eran marido y mujer en la película, así los protagonistas no estaban casados entre sí y lo cual hacía que no se diese un caso de adulterio en el film (por aquella época tipificado como delito en el código penal, además de ser considerado un "pecado mortal" por la iglesia, tan presente en la vida social y política). Pero lo más peliagudo del asunto es que los señores censores no cayeron en un fatal error, debido a que con el cambio que habían realizado el adulterio evitado en el film se convirtió en algo mucho más morboso y pecaminoso: un incesto (debido a que los Nordley pasaron de ser esposos a hermanos). Siempre me ha entrado la risa cuando he comentado esta barbaridad con mi amigo Carlos mientras paseamos por Madrid y me tomo un café con leche que me sabe a "gloria bendita" recordando aquellos tiempos en que nostros, aún siendo solamente unos niños, éramos más inteligentes que todos los censores y curas juntos de aquella época. Sobre esto de fumando espero voy a contar algo sumamente curioso (no sé si será gracioso pero sí sé que es curioso). Los primeros cigarrillos que me llevé a la boca fueron cuando yo era muy adolescente y los cuatro hermanos varones nos íbamos a los descampados de la calle madrileña Doctor Esquerdo para fumarlos a escondidas de mi padre. Cuando nos descubrió lo comprendió perfectamente porque él sí que era un fumador empedernido y de los de verdad). Pero cuando comencé a encender cigarrillos de manera autónoma e independiente fue a raíz de mi llegada a la Academia Cima de Madrid. Yo estaba estudiando Oposiciones de Banca en dicha Academia donde abundaban muchísmo más las chavalas que los chicos. Entre las chavalas había un buen montón de las de muy buen ver y resulta que como me gustaba ligar con ellas fueron dos hermanas las que me dijeron que la mejor manera de hacerlo era fumando cigarrillos. Esa fue una de mis armas para ligar con un montón de aquellas chavalas de buen ver pero ninguna de ellas se dio cuenta de una trampa que sigo utilizando porque me da excelentes resultados mientas mantengo mi cuerpo sano: jamás me trago el humo para adentro sino que disimulo haciendo como que me lo trago. Ya soy todo un experto en llevar a cabo este truco que tan buenos resultados me ha dado a lo largo de mi existencia. Así que fumando espero a que alguien me condene al infierno por fumar ya que es para partirse de risa aunque sea todo un cardenal de la Santa Sede quien me quiera mandar a las calderas de Pedro Botero y aunque se cabreen todos los curas juntos. Por cierto, hablando de las calderas de Pedro Botero he aquí algo que he localizado en Internet. El nombre de Pedro Botero, es una forma de denominar al diablo y consecuentemente al infierno que sería su anorme caldera, de allí la expresión las calderas de Pedro Botero relacionado con su infierno flamígero, físico y real. No hay un origen claro para la expresión «las calderas de Pedro Botero», también llamado Pedro Gotero, Perogotero o Pedro Botello por varios literatos en el siglo de Oro en varias obras literarias. Una de las primeras citas en autores conocidos aparece en las «Comedias religiosas» de Tirso de Molina (1583-1648): Santa: ¿Yo, hermano? ¿Aqueso dice? Gil: Si permite que mi Marica vuelva a casa sana, os diabros se van al alcrebite (expresión desusada del azufre), donde Pedro Botero los batana en su caldero, quedaré contento. Santa: ¿Quién soy yo para hacer cosa tan grande? Llorente: Ella puede sacarlos; [...] Covarrubias y otros autores dan etimologías, pero parecen claramente inventadas y hacen referencia a un personaje que pudo cocer muchas cabezas de moros (típico). Y otros dicen que Pedro Botero es sinónimo de diablo porque como aquel anda liado con la pez (obviamente se supone que habla de la pez con la que se recubre el interior de las botas de vino). Me entra la risa cuando lo leo y pienso en lo lelo que se ha debido quedar más de uno (por ejemplo Toño del Ecuador) al descubrir que ni fumo ni he fumado jamás sino que es un truco que practico desde que ligaba con chavalas de muy buen ver en la Academia Cima de Madrid; porque por muy anciano que sea Antonio y por muchos versículos de la Biblia que se ha aprendido ya de memoria, pues tampoco tiene poder alguno para mandarme a las citadas calderas del citado Pedro Botero. Ni él ni ninguno del coro de pastores que se reúnen con él. Fumando espero es, en mi caso particular, una simple y pura ficción nada más. Para aquellos que se rasguen las vestiduras por esta sincera confesión lean lo siguiente: "Gracias por fumar" ("Thank You for Smoking") es una película estadounidense del año 2005 dirigida por Jason Reitman y protagonizada por Aaron Eckhart. La cinta se basa en la novela homónima de Christopher Buckley, que narra de forma satírica la historia del portavoz de unas compañías tabacaleras llamado Nick Naylor, quien se encarga de hacer "lobby" en contra de los estudios científicos que ligan el consumo de tabaco con el cáncer de pulmón. Nick Naylor (Aaron Eckhart) es el vicepresidente de la Academia de Estudios del Tabaco, entidad que tiene como objetivo buscar las relaciones entre el consumo de cigarrillos y cualquier posible mal para sus consumidores. Curiosamente esta empresa es financiada en gran parte por las empresas tabacaleras del país y cuando Nick habla de los resultados de sus estudios, el tabaco nunca sale perdiendo. Esa es la habilidad especial de Nick: hablar y persuadir, poniendo en duda que sea perjudicial para la salud y apoyando la elección personal. Naylor se reúne semanalmente con sus amigos y colegas de profesión que trabajan para las industrias de las bebidas alcohólicas y de las armas; en broma se llaman a sí mismos los "mercaderes de la muerte" o "The MOD Squad". A medida que aumentan las campañas contra el tabaco y el número de fumadores jóvenes declinan, Naylor sugiere que la colocación de productos de cigarrillos podría volver a aumentar las ventas de cigarrillos. Su jefe envía Naylor a Los Ángeles a negociar para la colocación de cigarrillos en las próximas películas. Naylor viaja a donde vive su joven hijo Joey con la esperanza de reiniciar con él unas relaciones ya rotas. Al día siguiente, Naylor se reúne con Lorne Lutch, el hombre de los anuncios de cigarrillos Malboro que ahora está haciendo campaña en contra de los cigarrillos. Naylor ofrece con éxito a Lutch una maleta de dinero por su silencio. Durante el viaje de regreso, Nick le enseña la belleza del argumentación a su hijo. Senador Finistirre, uno de los críticos más vehementes de Naylor, es el promotor de un proyecto de ley para incluir la advertencia ''VENENO'' en los envases de cigarrillos. Durante un debate televisado con Finistirre, Naylor recibe una amenaza de muerte de una persona que llama. A pesar de la amenaza, Naylor planea presentarse ante comité del senado para combatir a Finistirre. Naylor es entonces secuestrado y cubierto de parches de nicotina. Despierta en un hospital, se entera de que tiene muy alto nivel de tolerancia a la nicotina como resultado. Su hábito de fumar le ha salvado de la muerte por envenenamiento de la nicotina, pero ahora es hipersensible a la nicotina y nunca podrá fumar de nuevo. Mientras tanto, Naylor es seducido por una joven periodista llamada Heather Holloway. Naylor le dice Holloway todo acerca de su vida, carrera e información que ella lo expone en un artículo que es publicado justo después del secuestro. Su artículo golpea implacablemente a Naylor y su obra, la exposición de soborno de Lutch, el esquema de producto-colocación, y a los mercaderes de la muerte. Toda la simpatía del público debido al secuestro de Naylor se evapora, y Naylor es despedido por la BR. Naylor cae en una depresión hasta que Joey le ayuda a recuperar la integridad en su trabajo de defensa de las corporaciones de las cuales casi nadie siente que merezcan una defensa. Rejuvenecido, Naylor cuenta a la prensa acerca de su romance con Holloway y promete borrar los nombres de todas las personas mencionadas en su artículo. También declara que seguirá apareciendo ante el comité del Senado. En la audiencia, Naylor admite a los peligros de fumar, pero sostiene que la conciencia pública ya es lo suficientemente alta, sin advertencias adicionales. Se hace hincapié en la elección del consumidor y la responsabilidad y, para consternación de senador Finistirre, afirma que si las compañías tabacaleras son culpables de las muertes relacionadas con el tabaco, entonces tal estado de Finistirre de Vermont, como un importante productor de queso, es igualmente culpable de las muertes causadas por el exceso de colesterol. BR felicita Naylor en el discurso y le ofrece su antiguo trabajo, pero Naylor tiene un cambio de corazón. Al ver las grandes tabacaleras resolver las reclamaciones de responsabilidad, Naylor comenta que le queda justo a tiempo. Naylor apoya el nuevo interés de su hijo en debate y abre una firma de cabildeo privado. Mientras consulta a representantes de la industria de teléfonos móviles preocupados por las afirmaciones de que los teléfonos móviles causan cáncer cerebral, narra: "Michael Jordan juega a la pelota. Charles Manson mata gente. Yo hablo. Todo el mundo tiene un talento". Así que mi talento es comunicarme con alguien a través de los cigarrillos (o puros) que nunca jamás fumo. ¿Con quién me comunico a través del tabaco que no entra en mis pulmones? Si dijera que con Jesucristo muchísimo me llamarían loco. ¿Y si resulta que es verdad? ¿Y si resulta que hablo continuamente con Jesucristo a través del tabaco que nunca fumo para pedir que haga algún milagro que otro? ¿Se han parado a pensar en eso? Para mí es tan cierto como que el tabaco no perjudica tanto como los gases que expiden los automóviles y las fábricas que no solo contaminan el aire sino también las aguas de los ríos. Que los hipócritas sigan rasgándose las vestiduras mientra estoy contando la verdad. Desde mi más tierna infancia me encanta leer tebeos (comics se llaman ahora) y, como otra curiosidad más acerca del tabaco, he aquí una lista de los 10 personajes de comics que más han fumado en la Historia de los Tebeos. Es una lista que he encontrado navegando por Internet, y aunque puede ser subjetiva no deja de ser real. Pertenece a Jaime Valero y la publicó el 4 de enero de 2011. 1.- John Constantine.- El detective de lo oculto es uno de los fumetas por excelencia del mundo del cómic. Resulta difícil verlo en una viñeta sin un pitillete en la mano o entre los labios. Su marca favorita de tabaco es Silk Cut (una marca que existe realmente, baja en nicotina, todo hay que decirlo), de los cuales se pule como unos treinta al día. Hace unos años le salió un cáncer chungo, pero con eso de tener amigos hasta en el infierno, consiguió superarlo y aquí sigue tan campante. 2.- Lucky Luke.- Fue uno de los primeros personajes en padecer la ira del antitabaquismo y dejó de fumar allá por 1983, cambiando su sempiterna colilla por una ramita de espigo que, hasta que la Asociación de Amigos de los Cereales no diga lo contrario, seguirá siendo políticamente correcta. Este cambio de orientación le valió a Morris, su creador, un galardón de la OMS. 3.- Howard el Pato.- Pendenciero, malhablado y, para más inri, empedernido fumador de puros. Este personaje lo tiene todo para ser el peor ejemplo posible para la juventud, y como el Doctor Fredric Wertham levantase la cabeza, se iba a enterar este pato de lo que es bueno. A los demás, nos sirvió para pasárnoslo como enanos con sus peripecias y para imaginarnos cómo sonaría el Pato Donald con la voz de Tom Waits. 4.- Anacleto, agente secreto.- Debido a la censura del momento, Anacleto no podía juntarse con señoras escotadas, decir palabrotas ni hacer cosas propias de gente normal como sangrar o ir al retrete. Pero sí podía ir acompañado de un humeante cigarrito. Si hoy en día Vázquez volviera de la tumba para proseguir sus historias, podría dar rienda suelta a su imaginación más perversa, pero Anacleto tendría que conformarse con calmar el monillo con un paquete de Mentos. Cómo cambian los tiempos, ¿eh? 5.- Lobezno.- Con eso de que tiene unas garras que hacen mucha pupa, un factor curativo que ríete tú de comer ajos en ayunas y un esqueleto de adamantium de quita y pon, lo último en lo que pensamos cuando hablamos de Lobezno es en el tabaco. Pero vaya si le gustan los puritos a Logan, que no pierde oportunidad de apretarse unas caladas entre misión y misión. Seguro que Cíclope le ha dado la chapa alguna vez y le ha regalado por su cumple el libro ese de "Es fácil dejar de fumar si sabes cómo", pero nada, el tío erre que erre. 6.- El capitán Haddock.- Si por algo es recordado este barbudo marinero es por su afición a cogerse unas melopeas de aúpa en cuanto Tintín no está mirando. ¿Pero qué clase de bebedor sería si no acompañara estos tragos de una buena pipa? Por cierto que, al igual que Howard el Pato y que Lobezno, el capitán también es un malhablado de cuidado (por mucho que se invente la mitad de los tacos). ¿Será uno de esos efectos secundarios que dicen que tiene el fumar? 7.- El Pingüino.- El bueno de Oswald se cargó la teoría de que fumar en boquilla era cosa de gente sexy como Rita Hayworth, porque mira que es feo el condenao. Pese a todo, no vamos a negar que le aporta cierto toque de distinción, y lo extraño es que aún no se haya fabricado una boquilla explosiva para putear a Batman cuando se acerque a pedirle unos tiritos. 8.- Corto Maltés.- No es de extrañar que Corto se haya mantenido fiel a los medios de transporte tradicionales, como el barco, durante todos sus viajes, pues desde que han quitado las zonas de fumadores de los aeroropuertos, el pobre andaba por ahí con un monarro que como para ponerse a resolver enigmas y correr aventuras. Hasta la muerte de su creador se le vio siempre con un cigarro a medio consumir en la boca, y así será por los siglos de los siglos. ¡Amén! 9.- Lobo.- Este sí que no se separa de su puro ni para aplastar cabezas. Me encantaría ver a más de un no fumador acercándose a él en un bareto para decirle que apague el cigarro porque le molesta. Quitarle a Lobo su puro sería como dejarle sin metralletas de tamaños obscenos. Por cierto que es otro ejemplo de que el humo, al pasar por la garganta, genera multitud de palabras que empiezan por J, P y F (esta última, en inglés). 10.- Bender.- Aunque haya protagonizado algunos cómics, Bender es fundamentalmente un personaje de animación. Pero como mayor perjudicado por la ley antitabaco, no podía faltar en esta lista. ¿Es que las autoridades sanitarias no entienden que necesita del delicioso humo de un puro maloliente para sobrevivir? Acompañándolo, claro está, de una buena dosis de alcohol. Eso sin olvidar que, con ese armazón metálico que tiene como cuerpo, lo va a tener chungo para ponerse parches. Parodiando a la mística Santa Teresa de Ávila, y aunque yo no soy nada místico por ningún lado por el que se me mire, yo podría componer también un soneto y lo compongo. Lean, por favor: "Que fumo porque no fumo / y porque no fumo no muero / si yo el fumar no quiero / todo lo demás sólo es humo. / Poco a poco yo insumo / un poquito de dinero / y desde el mismo enero / a esto del no fumar me sumo. / Que ser fumador con esmero / de no fumador entero / yo con ganancias me asumo, / y como fumar no es primero / sin fumar soy más sincero / que quien gasta por consumo". Fumando espero, quizás, a que los censores de hoy en día, que abundan mucho más que antaño aunque muchos no se lo crean, permitan que mi Diario siga su caminata por estos mundos de Dios. Y que los puristas me perdonen pero voy a terminar mi puro. Y cierro mi Diario para continuar adelante por los caminos que me traza mi Señor. A Jesucristo me estoy refiriendo aunque los beatos y las beatas no me comprendan. Lo cual no me preocupa ni mucho ni poco porque no me preocupa nada. ¿Sin fumar estoy fumando o estoy fumando sin fumar? ¿Cuál de las dos cosas es verdad? Supongo que las dos, pero dejemos que los censores lo decidan para no hundirles su autoestima; no vaya a ser que para calmar sus nervios se pongan a fumar como si de Humphrey Bogart se tratara. O de Santiago Carrillo para que no se me quejen tanto los comunistas ahora que están de bajada.
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