La primera cita (Diario)
Publicado en Jul 25, 2016
Ya éramos los dos titulados universitarios y teníamos decidido el lugar elegido para nuestro encuentro definitivo. También teníamos decidida la hora. Era en Tucumán y hacia las seis de la tarde. ¿Cómo ir a verla? ¿Qué ponerme? ¿A qué debía oler yo? Me decidí por ser tal como era. Así que lo mejor era encomendarse a Dios y que me viese con la pipa que, por aquel entonces, tantas veces encendía sin parar. Y, cual marinero con una novia en cada puerto (pero sin novia) me fui hacia Tucumán. Llegué mucho antes que ella (como era sana costumbre en mí) y encendí la pipa. ¿Sería la pipa de la paz o se desencadenaría una guerra irreversible entre los dos? Rogué al cielo pidiendo que mi pipa sirviera para contactar en lugar de desconectar. Yo tenía los cables cruzados pero los nervios no afloraban hacia el exterior. Y tengo que señalar que tampoco estaba nervioso por dentro. Era la Princesa y me jugaba el todo o nada con una sola carta llamada Amor.
Mientras esperaba a ver cómo se resolvía aquella mi primera cita de verdad no pensé ni en el éxito ni en el fracaso. ¿La contaría, después de darle el beso de la bienvenida, el asunto de mi Athletic Club de Bilbao? ¿Le interesaría saber que yo era un león de San Mamés o era mejor empezar contando algo de mis aventuras con los leones africanos en alguno de mis safaris kenyatas? Por fin la vi llegar. Me atreví a darle el beso de la bienvenida, solté un poco de humo de la pipa y, en medio de la niebla, esperé valientemente la bofetada. Pero ocurrió un milagro. En lugar de darme la bofetada, que yo esperaba estoicamente, ella me acarició el rostro. Por un momento vi las estrellas y comprobé que mi Princesa no sólo era muy buena sino que estaba muy buena. Asi que la invité a sentarnos alrededor de una mesa sólo para dos porque en estas cuestiones siempre he dicho que tres son una multitud y cuatro un gentío y, sin preocuparme de lo que diría la gente, comencé con mi historia laboral sólo para romper el hielo. Me preguntó qué hacía yo en el Banco Hispano Americano de Madrid y cómo un chico como yo estaba en un lugar como aquel. Me quedé alucinando pero reaccioné a tiempo. Le dije que, en realidad, yo no era un bancario ni tampoco un banquero sino alguien que trabajaba para salir adelante mientras escribía toda clase de artículos culturales. Ella me dijo que le daba lo mismo. Como no quise discutir en aquella mi primera cita con la Princesa comencé a contarle el asunto del Pingüino. No. Le dije que no me estaba refiriendo al Polo Norte sino a mi paso por el Instituto San Isidro de Madrid. Como no terminaba de creerlo le conté, con toda clase de detalles, lo del Pingüino y, ya lanzado del todo, le añadí la historia del Pistolas. Ella se pensaba que le estaba contando, ahora, una del Oeste americano; pero le hice saber que también era otra historia del San Isidro. Le prometí que estaba siendo verdadero. Cuando terminé con el Pistolas me adentré en el tema del petróleo y sus derivados pero ella me hizo saber que era un asunto muy aburrido así que, para entrar de lleno en el combate más difícil de mi vida en cuanto a chavalas de muy buen ver se trataba, me adentré en el mundo mágico y maravilloso de La Literatura. Me preguntó si me gustaba leer. Y le dije que no sólo leía sino que, sobre todo, ya me estaba dedicando a la labor de escribir. Para que lo creyese del todo, porque era verdad, le estuve hablando de "Setamor y Bisalma" y me presenté poéticamente con el siguiente soneto que bullía en mi interior: Sólo soy un ser humano: / carne, huesos, sangre y corazón. / Le añado quizás un poco de razón / al habla y la escritura con la mano. / Esta es mi tarjeta de presentación / más allá de cualquier título vano: / Un libro abierto cual ventana de verano; / silencio por la noche, de día una canción. / Todas las horas un caminar repleto / de aprenderes sencillos y de ideas / buscando la meta indefinida. / Y, sintiendo, poco a poco me completo / un puzzle amigo lleno de mareas / en el inmenso oleaje de la vida". Sonrió y me di cuenta de que yo iba por buen camino; así que eché mano de la Historia y, como ella era ecuatoriana, le narré un poco de la vida de Benalcázar. Para que se diese cuenta de que estaba ante un chaval plurifacético, además de cinético y fotogénico del todo, le hice saber que Benalcázar tenía el mismo nombre que el primer ser humano que dio la Primera Vuelta al Mundo por el mar y cuyo apellido era Elcano y español para más señas. Para que no pensara demasiado le dije que se trataba de Sebastián. Luego le conté, como de pasada y como haciendo que no tenía importancia alguna, que fue Benalcázar quien había conquistado el Reino de Quito. Y que Benalcázar había sido un cordobés mucho más valiente que Manuel Benítez. Cuando me preguntó quién era Manuel Benítez me di el enorme gusto de explayarme en el tema de los toros y se asustó un poco cuando le conté que yo había estado a punto de ser torero pero que la Literatura me alejó de las plazas taurinas a cambio de concederme todo un pasodoble en el futuro si era capaz de demostrar que no le tenía miedo a los toros bravos. Le dije que esa promesa sería, en el futuro, una realidad. Cuando me preguntó dónde había aprendido yo a ligar tanto con chavalas de muy buen ver y que fuesen, al mismo tiempo, interesantes e inteligentes, puse voz de plácido domingo y le canté lo siguiente: "¡Quien conquista mil mujeres / se lo tiene bien callado / pues quien lo va pregonando / es que no liga jamás!". Le entró la risa y entonces fue cuando le expuse, con todo detalle, que yo era un conquistador porque, a pesar de haberme criado y educado siempre en Madrid, había nacido en Badajoz capital, cuna de conquistadores. Pero le hice saber que había algo muy curioso en mi naturaleza humana. Era que yo conquistaba chavalas de muy buen ver, interesantes e inteligentes al mismo tiempo, sin darme cuenta. Se me quedó mirando y sonrió. ¡Había acertado! ¡Acababa de dar en la diana! Así que la tarde ya fue todo un éxito rotundo. Y al llegar la noche un beso selló nuestro noviazgo. COPNTINUARÁ ESTA EMOCIONANTE EXPERIENCIA VERDADERA...
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