El patito Picolín (Cuento Infantil)
Publicado en Aug 05, 2016
Un día de marzo estaba el Patito Picolín descansando al borde del lago del Palacio de Cristal del Retiro de Madrid, alejado del resto de toda su familia, cuando se le presentó, de repente, su Hada Madrina Luchana.
- ¡Picolín! ¡Picolín! El patito se asustó un poco al oir su nombre y miró a todos los lados. No veía a nadie porque la Hada Luchana estaba escondida detrás del tronco de un castaño de Indias. - ¿Quién me llama? -dijo, un poco nervioso, el Patito Picolín. - ¡Soy yo, tu Hada Madrina Luchana, y estoy detrás del castaño de Indias que hay a tu espalda! El patito Picolín se dio la media vuelta y quedó maravillado de ver que su Hada Madrina Luchana era guapa de verdad. - ¡Eres muy guapa, Madrina Luchana! - Ya lo sé. Me lo han dicho muchas veces. - ¿Y qué quiere de mí una Hada tan guapa? - Pedirte un gran favor. - Pero si yo sólo soy un patito nada más... - Por eso mismo. - ¿Tú crees que yo sirvo para algo más que nadar y tomar el sol en las orillas de este lago? - ¡Pues sí! ¡Ya lo creo que lo creo! Aquello de ya lo creo que lo creo le hizo tanta gracia al patito Picolín que comenzó a reír. - ¡Jajajá! ¿Creer es interesante? - Ya lo creo que lo creo. El patito Picolín siguió riendo... - ¡Jajajá! - ¡No te rías tanto que nos va a descubrir el brujo Eusabio! - ¿Ese que se cree más listo que Calisto? Ahora la que rió con ganas fue la Hada Luchana. - Sí. Se cree muy sabio porque se llama Eusabio. - Pero es más tonto que Toronto. - ¿Quién es Toronto? - Un pato canadiense que ha venido a hacerse el amo de todo el lago porque dice que es más culto que todos nosotros. - ¿Y tú te crees esa tontería? - Yo no; pero en el resto de mi familia están todos convencidos de que es así. - Por eso he venido a buscarte, patito Picolín. - ¿Para demostrar a Toronto que es muy tonto? - Si. Y para eso tendrás que hacer algo que te convierta en el héroe de todos los patos y de todas las patas de este lago. - Es que yo... - ¡Es que tú no dices nada hasta que te cuente de qué se trata el asunto! - Está bien. Me quedaré callado mientras te escucho, Hada Luchana. - Tienes que ir en busca de Pilarín. - ¿Quién es Pilarín? - Una niña muy guapa muy guapa muy guapa. - ¿Más guapa que tú, Hada Luchana? - Mucho más guapa que yo. - ¡Eso es imposible! - Cuando la veas verás que es verdad lo que te digo. - ¿Qué pasa con esa niña? - Que ha sido encantada por el brujo Eusabio. - ¿Y qué puedo hacer yo si sólo soy un patito normal y corriente? - Tienes que desencantarla. - ¿Por qué no le pides ese favor al fanfarrón de Toronto? - Porque, como dijimos antes, Toronto es tonto. - Pero tiene a todas las patitas soñando con él. - Eso no tiene importancia ahora, Picolín. - Está bien. ¿Qué tengo que hacer? - Buscar al brujo Eusabio y darle una lección. - ¿Yo enfrentarme con un brujo? ¡Ni hablar del peluquín! - Eso es. Tendrás que ponerte un peluquín para que no sepa que eres tú. - ¿De verdad que me tengo que poner un peluquín? - Sí. Para que se crea que eres un patito yeyé. - ¿Es que al brujo Eusabio le gusta todo lo moderno? - Eso es. Le gusta todo lo moderno para hacer brujerías. - ¡Nada de eso! ¡Yo no voy a enfrentarme con él para que me convierta en fuagrás de pato! - ¿Es que le tienes miedo? - No. Lo que sucede es que me gusta vivir mucho. - Si te enfrentas al brujo Eusabio y le vences tendrás tu recompensa. - Supongo que será una recompensa muy interesante. - Eso sólo lo sabrás si le derrotas del todo. Y ya no te puedo contar nada más. La Hada Madrina Luchana tocó con su varita mágica la cabeza del patito Picolín y, de repente, desapareció de la escena. El patito Picolín se miró en las aguas del lago y era verdad que tenía un peluquín de color morado. - ¿Por qué tiene que ser de color morado? El mismo día el sabio Eusabio, que se las daba de ser el brujo más poderoso de toda la Tierra, estaba charlando en un aula del Instituto de las Brujas de Salem. Nada más y nada menos que en los Estados Unidos. - ¿Vosotros sabéis que yo puedo convertir a una niña muy guapa muy guapa muy guapa en una escolopendra? - ¿Qué es una escolopendra? -preguntó una alumna pelirroja. - Una escolopendra... esto... yo creo que... una escolopendra... - ¡Duda usted bastante para ser el brujo más poderoso de toda la Tierra! - Es que tengo mucho sueño porque llevo diez días sin dormir. - ¡Una escolopendra es un ciempiés! El sabio Eusabio se puso rojo de vergüenza pero como era muy astuto lo disimuló. - Lo tenía en la punta de la lengua. - ¿Y es verdad que ha convertido a una niña muy guapa muya guapa muy guapa en un ciempiés? - ¡Pues claro que sí! ¡Se llama Pilarín y la tengo encerrada en esta cajita de cristal! ¿Lo estáis viendo? - ¡Atiza! -exclamó un niño negrito- ¿Ese ciempiés es una niña muy guapa muy guapa muy guapa? - Como veo que no me estáis creyendo me largo con el cuento a otra parte donde me crean de verdad. - ¡Pues que le vaya muy bien, sabio Eusabio! - Gracias, niño, gracias. En otra ocasión os contaré otra historia sobre mis poderes. Y el sabio Eusabio salió rápidamente hacia el Aeropuerto de Salem y regresó en un avión de Iberia a la ciudad de Madrid. Y otro día de marzo comenzó a llover mucho en el Retiro. Todos los patitos y todas las patitas del lago del Palacio de Cristal fueron a refugiarse debajo de la Cueva de Piedra. Todos y todas menos el patito Picolín. - ¿Qué haces, Picolín? -le advirtió la patita más linda de toda la familia- ¿no ve que te estás mojando demasiado y te vas a constipar? - No te preocupes por mí, Mabelita. ¡Estoy aprendiendo a ser valiente! Aquello no le hizo mucha gracia al pato canadiense Toronto que se creía el más guapo y el más inteligente de todos los patos y buscaba hacerse el importante delante de Mabelita. - ¿No te das cuenta de que antes que ser valiente hay que ser inteligente? Todos los patitos y todas las patitas se empezaron a reír del patito Picolín, pero éste no hizo caso a la provocación del tonto de Toronto y se sumergió con gran maestría, en las aguas del lago llegando hasta un ciprés que parte de su tronco y de sus raíces estaban bajo el agua. - ¡Es valiente de verdad! -exclamó Ramoncín que se las daba de cantante- ¡Me parece que le voy a dedicar una canción! - ¡Nada de eso, Ramoncín! ¡Tú no tienes ni idea de hacer canciones! -intervino Toronto. - ¿Te crees el único pato capaz de ser artista? - Sí me lo creo. Por eso soy de Canadá. Todos, incluído también Ramoncín, guardaron silencio. Era admirable que un pato de Canadá estuviese allí con ellos. Y mientras tanto, el patito Picolín, con su peluca morada que tanta risa despertaba en todos los miembros de su familia había ya salido a la superficie y llevaba en su pico una herradura. - ¿Qué es eso? -preguntó Toronto. - Pareces tonto, Toronto. Esto es una herradura para burros. - ¿Y para qué quiere un pato tener una herradura? - Trae suerte. - ¿Tú crees en esa tontería? - Yo no; pero el sabio Eusabio, que es brujo de verdad, sí que lo cree. - ¿Y se la vas a llevar a su casa? - Eso mismo pienso hacer. - ¡Qué valiente eres, Picol¡n! -le dijo, admirada, Mabelita que era la patita más linda de toda la familia. - ¿Valiente por haber encontrado una herradura? - No sea tan engreído ni tan celoso, Toronto. Es valiente porque se ha metido hasta el fondo del lago para poder encontrarla. - ¡Simple casualidad! ¡Solamente ha sido simple casualidad nada más! Y el pato Toronto volvió a convencer a todos y a todas que el patito Picolín no tenía ninguna clase de valentía y que aquello de llevar un peluquín de color morado era una verdadera chifladura. Pero un día de abril todos vieron, con gran asombro, que el patito Picolín estaba dispuesto a ir hasta el lujoso chalet de La Moraleja de Madrid donde vivía el sabio Eusabio, brujo de verdad. - No vayas, Picolín -le dijo Elenita que era la que más le quería y le daba pena verle tan chiflado como decía el tonto Toronto. - ¿De verdad crees que no soy capaz de enfrentarme a ese brujo? - No tengas miedo en decir que le tienes miedo. Todos los patitos y patitas del mundo entero le tienen miedo al sabio Eusabio. - Pero resulta que es verdad que yo no. - ¿Te estás haciendo tan engreído como Toronto? ¡Tú no eres de Canadá! - Soy del Retiro de Madrid y no me da vergüenza decirlo. - ¿Vas a comparar este pequeño lago artificial con el Gran Lago Ontario de dónde viene él? - Escucha, Elenita... si me voy a buscar a ese brujo de Eusabio no es para reírle las gracias sino para darle un escarmiento. - ¿Y por qué quieres hacerle eso? ¿Qué nos importa a los patos y a las patas la vida del sabio Eusabio? - No puedo decírtelo ahora. - ¿Te estás haciendo otra vez el interesante? - Nada de eso. Es que es un secreto y los secretos no se cuentan porque si se cuentan dejan de serlo. Otro día de abril, el patito ya estaba pensando en un plan de acción. Tendría que esperar al mes de mayo pero no le importaba tener que esperar. El patito Picolín dijo a los demás patitos y patitas de su familia que iba a aprovechar el tiempo comprando algo que necesitaba urgentemente, pero no dijo nada más. - ¡Estás perdiendo el tiempo haciéndote el interesante! -le gritó Toronto. - Haz el favor de no gritarme porque no estoy sordo. Yo no sé si seré ineteresante o no seré interesante- El tiempo es quien lo dirá. - ¿De verdad vas a ir a comprar con el viento que hace? -le dijo Mabelita. - Pues sí. A mí no me da miedo el viento. - ¿Te las estás dando de valiente? -intervino, ya celoso del todo, el pato Toronto. - Yo no me las doy de nada, pero tú te crees más guapo que Apolo. - ¿Quién es Apolo? - Un griego de Delfos. - ¿Dónde está Delfos? - De verdad que eres tonto, Toronto. - ¿Es que te crees muy listo? - Lo suficiente para saber que Delfos estaba al pie del monte El Parnaso. - ¿El Parnaso? ¿Qué es El Parnaso? - ¿Eres un pato canadiense tan culto como dices ser y no sabes que El Parnaso es donde viven Las Musas? - Pues no lo sabía... - Pues ahora déjame en paz y olvítame durante mucho tiempo porque tengo que hacer algo muy importante. El pato Toronto, que había quedado ante los demás como un tonto, se dirigió a toda la familia. - ¡No le hagáis caso y dejadle que se vaya para siempre! ¡Está completamente loco! Una vez que todos los patitos y todas las patitas volvieron a sus tareas diarias, el patito Picolín salió en busca de una tienda de regalos. Pensó que lo mejor, para no perder demasiado tiempo, era entrar a comprar en El Corte Inglés. Y entró. - ¿Tienen orejas de burro? La dependdiente sólo pudo sonreir... - ¿De burros de los de verdad? - No. De esas que se ponen en los colegios a los alumnos que no estudian nada. - ¡Jajajá! ¡Sí! ¡Tenemos esa clase de orejas! - Deme una. - ¿Son para ti? - ¡Jajajá! No. Yo soy un patito que estudia mucho. Son para alguien que se cree el sabio nás sabio del mundo. - Si él lo dice... - Pero yo voy a demostrarle lo contrario... - Si tú lo dices... - Envuélvamelo en papel de regalo, por favor. La dependienta de El Corte Inglés hizo lo que le pidió aquel simpático patito y Picolín, terminada ya esta compra que pagó con una tarjeta de crédito, se fue despacio, muy despacio, hacia la Cuesta de Moyano y en uno de los quioscos de libros viejos encontró lo que buscaba; dos obras de Julio Caro Baroja tituladas "Magía y brujería" y "Las brujas y su mundo". Después de pagar al contado y de su propio bolsillo, pidio que se lo envolvieran en otro paquete con papel de regalo. Con los dos paquetes, Picolí0n regresó al lago del Palacio de Cristal dle Retiro de Madrid. Cuando todos los patitos y todas las patitas de su familia vieron aquellos dos paquetes sintieron curiosidad. - ¿Qué has comprado? -le preguntó Elenita. - Tres cosas. - ¿Tres cosas? ¿Qué son tres cosas? - Tres cosas son tres cosas. Todos guardaron ya silencio y, un día de mayo, el patito Picolín hizo un hatillo, se lo cargó sobre el hombro y se despidió de toda su familia. - ¿A dónde te vas? - No te preocupes por mí, Mabelita. Estáis todos y todas tan entretenidos con los chistes que os cuenta el tonto de Toronto que no me váis a echar en falta. - ¿Vas a volver? - Puede que sí o puede que no. - ¿Qué quieres decir con eso de puede que sí o puede que no? - Que depende si derroto al sabio Eusabio o él me derrota a mí. - ¿En qué jaleo estás metido? - Es un secreto y los secretos no se les deben contar a nadie porque entonces dejan de ser secretos. Y el patito Picolín se puso en marcha hacia La Moraleja de Madrid; pero como el camino era tan largo y estaba un poco cansado, con el poco dinero que le quedaba decidió descansar en la Pensión de Doña Rogelia, una viejita muy aficionada a escuchar la radio. Se pasaba todo el día escuchándola. - ¿Qué es lo que escucha con tanto interés, abuelita Rogelia? - ¡Ay, Picolín! ¡Noticias! ¡El mundo está hecho una birria! - ¡Menos mal que sus guisos de patatas y sus gachas de harina son excelentes! - ¿De verdad que mis guisos de patatas y mis gachas de harina te gustan mucho? El patito Picolín no quería decirle a la abuelita que no le gustaban casi nada para no entristecerla. - ¿Por qué razón no me tienen que gustar? - Es que cuando las comes haces gestos muy raros. - Sólo los hago cuando algo me gusta demasiado. La abuelita Rogelia se dio cuenta de que no era verdad lo que decía el Picolín, pero hizo como que no se habia dado cuenta y sonrió ante la bondad e ingenuidad del patito. - ¿Vas a estar mcuho tiempo con nosotros? - Solamente una semana nada más. - ¿Por qué no te quedas el mes entero como es lo más normal? Si te falta dinero en estos momentos yo te lo puedo prestar y ya me pagarás cuando puedas. Es tan agradable hablar contigo... - Es que me tengo que ir a La Moraleja de Madrid. - ¿Eres un patito millonario? - Ahora no tengo tiempo para poder explicarlo. Pasaron una semana muy agradable hablando la abuelita Rogelia y el patito Picolín de muchísimos temas, pero llegó otro día de mayo y el patito se despidió de la abuelita. - ¡Yo creo que sí que eres millonario! - Pues si lo soy no me doy ni cuenta de que lo soy. - ¡Jajajá! ¡Nunca he conocido a nadie tan despistado como tú! - Me suele ocurrir muy a menudo... - ¿Por qué no te quitas nunca ese peluquín de color morado? - No puedo quitármelo pero es mejor no hablar de ese asunto. - ¿Es que lo llevas para cumplir alguna penitencia? - ¿Lo dice por lo del color morado? - Claro que lo digo por lo del color morado. - Entonces digamos que solamente estoy cumpliendo una promesa. - ¡Qué raro eres, patito! El patito Picolín ya no dijo nada más, le dio un beso en la frente a la abuelita Rogelia y comenzó a caminar hacia La Moraleja de Madrid con el hatillo sobre el hombro. En aquel hatillo sólo llevaba una herradura, unas orejas de burro y los dos libros de Julio Caro Baroja- No tardó mucho en llegar a La Moraleja de Madrid y, pocos minutos después, encontró el lujoso chalé que estaba buscando; porque en la puerta había un letrero que decía: "El Gran Sabio Eusabio". Tocó el timbre de la puerta de acero y esta se fue abriendo lentamente. Al entrar en el jardín había dos perros dogos de esos de presa, atados con cadenas en sus cuellos, que comenzaron a gruñir amenazando con atacarle. - ¡Sois dos tontos de capirote! ¿No véis que sólo soy un patito y no un ladrón ni nada parecido a un ladrón? Los dos terribles perros dogos de presa s ele quedaron mirando, dejaron de gruñirle y se tumbaron en el suelo con la cabeza agachada. Instantes después, Picolín tocó el tibmre de la puerta de entrada a la casa y salió a recibirle el sabio Eusabio que estaba vestido con un batín de color azafrán, de estilo budista, proque le daba por practicar mucho la meditación trascendental para serenar su ánimo pero que, cuando vio el peluquín de color morado del patito Picolín, comenzó a ponerse muy nervioso. - ¿Quién... quién... quién eres tú...? - ¿Es usted tan sabio como va diciendo por ahí y no descubre que sólo soy un patito? - Es que... es que... por favor... quítate ese peluquín. - Aunque quisiera hacerlo no puedo y, además... ¿estamos o no estamos en un país libre donde siempre se respeta a los demás cuándo los demás no le hacen daño a nadie por ponerse, por ejemplo, un peluquín?... ¿verdad es que es muy fácil hablar de la libertad de elección cuando se trata de la nuestra pero muy dificil de aceptar cuando se trata de la libertad de la elección de los demás?... por supuestísimo que no me lo voy a quitar aunque a usted le moleste tanto. A mi no me gusta ver su nariz de brujo y, sin embargo, me aguanto y no le insulto a usted ni le molesto a usted ni le gasto burlas a usted por tener esa nariz tan horrible. - Está bien... - ¿Puedo ya pasar dentor o hay que esperar a que llegue la Navidad para ser buenos vecinos visitándonos los unos a los otros? La palabra Navidad le puso todavía más nervioso al brujo. - ¡Pasa! ¡Pasa y olvidemos ahora lo de la Navida! - Perfecto. Paso. El patito Picolín entró en la lujosísima casa del sabio Eusabio, se sentó sin pedir permiso en un cómodo butacón dese donde se veía una cajita de cristal colocada encima de la repisa de la chimenea, con un ciempiés dentro, y cuando el brujo se sentó frente a él le preguntó. - ¿Qué hace un ciempiés dentro de una cajita de cristal? - ¡Recuerda que soy un brujo y no lo olvides jamás! - ¿Y usted cree que los brujos me dan miedo? - ¿No tienes miedo de los brujos? - No les temo para nada ni a los brujos ni a las brujas. Vengo a proponerle algo. El sabio Eusabio seguía estando muy nervioso por culpa del peluquín de Picolín que era de color morado. - ¿¿Por qué se pone usted tan nervioso por culpa de mi peluquín? - Es que... es que... es que ese color morado... me recuerda mucho... a la Pasión de Jesucristo... - ¿Y usted, con todo lo brujo que es, le tiene miedo a Jesucristo? El sabio Eusabio, que además de sabio era brujo, desvió la conversación. - ¿Qué me quieres proponer? - ¿Es usted el sabio más sabio del mundo? - ¡Soy el sabio más sabio del mundo y el brujo más brujo de toda la Tierra! - Entonces le propongo que juguemos a Las Diez Preguntas. - ¿Qué clase de juego es ese? - Usted me hace a mi cinco preguntas y yo tengo que acertar con las respuestas, y luego yo le hago a usted otras cinco pregutnas y usted que acertar las respuestas. - ¿Y quién gana en ese juego? - Usted serás todo lo sabio que quiera decir que es pero no me parece muy inteligente. Gana, como es lógico y hasta el más tonto lo sabe, el que más respuestas haya acertado. - ¿Y si empatamos? - Le voy a dar una ligera ventaja de salida. Si yo acierto más respuestas gano yo, si usted acierta gana ustes y escuche bien esto porque le va a interesar demasiado ya que si empatamos gana usted. El sabio Eusabio sonrió astutamente... - Pero tienes que quitarte ese peluquín. - ¡Espere un momento! ¿Hay libertad o no hay libertad en este país? - ¡Por supuestísimo que hay libertad! - ¿Por supuestimos que hay libertad señor Pérez? - Efectivamente. Me apellido Pérez. Soy Eusabio Pérez Moreno. - Eso a mí no me importa. ¿Hay o no hay libertad en este país? - ¡Por supuestísimo que hay libertad en este país? - ¿Y estamos obligados a respetar la libertad de acción de los demás? - ¡Como me apellido Pérez Moreno afirmo que por supuestísimo que hay libertad de acción de cualquier persona y hay que respetar dicha libertad de acción porque nos gusta que se respete la nuestra! - Entonces olvide lo del peluquín y dígame si cree que las herraduras de burros traen suerte a quienes juegan con ellas. - ¡Como me apellido Pérez Moreno afirmo que por supuestísimo que las herraduras de burros tienen poderes! El patito Picolín sacó la herradura de su hatillo. - ¡Mire! ¿Es esta una herradura de la suerte? - ¡Como me apellido Pérez Moreno que por supuestíisimo eso es una herradura de la suerte! - Pues entonces se la regalo para que juegue usted con ella. El sabio Eusabio se frotó las manos todo contento y cogió la herradura. - ¡Juguemos ya! - ¡Un momento! ¡Un momento que la están peinando¡ El sabio Eusabio era tan calvo del todo que su cabeza era igualita a una bola de billar. - ¿A quién la están peinando? - ¡Jajajá! No me estoy refiriendo a su cabeza sino que es una manera de hablar nada más. - ¡Pues no me hace ninguna gracia! - No le estoy tomando el pelo a usted porque usted ya no tiene ni un pelo de tonto. - ¡Que te repito que no me gustan esas clase de bromas! - ¿Verdad que es muy fácil exigir que respeten nuestra libertad de acción pero es muy díficil aceptar la libertad de acción de los demás? - ¡Por supuestísimo, por supuestísimo y por supuestísimo! - No se me altere, sabio Eusabio Pérez Moreno. - ¡Juguemos ya! - Un momento. Antes de jugar debemos hacer un juramento. - ¿Qué clase de juramento? - Si gano yo usted tiene que desencantar al ciempiés para que vuelva a convertirse en una niña muy guapa muy guapa muy guapa que se llama Pilarín. - ¿Solamente eso? - No. Además de eso hay otras condiciones. - ¿Cuáles condiciones? - Cuando se sabe hablar bien no se dice cuáles condiciones sino qué condiciones. El patito Picolín estaba llevando a la práctica la estrategia de poner nervioso a sabio brujo. - ¡Jugamos ya o no jugamos ya! - Tengo que explicarle las demás condiciones. - ¡Venga ya! El patito Picolín sacó de su hatillo las orejas de burro. - ¿Sabe usted lo que es esto? - ¡Lo sé! ¡Son unas orejas de burro que se les pone en la cabeza a los alumnos que no estudian nada y no se aprenden las lecciones. - Muy bien dicho. - ¿Algo más? El patito Picolín sacó de su hatillo los dos libros de Julio Caro Baroja. - ¿Conoce usted estos dos viejos libros? - ¡Claro que los conozco! ¡Me los sé hasta de memoria! ¡Son "Magia y brujería" y "La brujas y su mundo" de Julio Caro Baroja! - Pues entonces si usted pierde tendrá que colocarse la herradura colgando del cuello y las orejas de burros en la cabeza e ir, con ambas cosas puestas hasta el Instituto de Brujas de la ciudad de Salem, en los Estados Unidos, y allí dirigirles una charla de dos horas seguidas a sus alumnos y alumnas pero todo el tiempo de rodillas y con los brazos en cruz. En cada mano tendrá que soportar estos dos libros. - ¿Y si gano yo? - Si gana usted o si empatamos, para que vea que no soy egoísta cuando juego, ustd me convierte a mí en ciempiés y me mete en otra cajita de cristal como ha hecho con Pilarín. El sabio Eusabio sacó su grande lengua y se relamió sus bigotes. - ¡Estupendo! ¡Está bien! ¡Acepto! ¡Será todo un placer tener dos ciempìés en lugar de uno solo! ¡Juguemos ya! - Un momento. - ¡Otro momento más! ¿Cuántos momentos hay? - Alguien me enseñó que no existen los años sino que existen los momentos- - ¡No voy a discutir sobre filosofía porque de filosofía no tengo ni idea! - ¿Siendo el sabio más sabio del mundo no tiene ni idea de filosofía? - ¡No es necesario para serlo! ¿Qué sucede ahora? - Que hay que jurar por lo más sagrado de cada uno de nosotros que los dos vamos a aceptar el resultado del juego o, en caso contrario, un rayo nos cae encima y nos parte por la mitad. - ¡Lo juro! - Yo también lo juro y recuerde que si el perdedor no cumple lo prometido se marcha de este mundo cuando el rayo le caiga encima y le parta en dos trozos. Al brujo le entró un temblor por todo su cuerpo, pero estaba tan completamente seguro de su victoria que se olvidó de algo muy importante: Picolín era el patito más inteligente y más estudioso de todos los patos de su familia, la que vivía en el lago del Palacio de Cristal del Retiro de Madrid. - ¿Empezamos ya? - ¡Le doy la ventaj de que empiece usted! Otra vez sonrió ladinamente el sabio Eusabio... - Primera pregunta: ¿cómo se llama la serie de negociaciones que llevan a cabo los países desarrollado y subdesarrollados desde 1974? - Conferencia Norte-Sur. - ¡Mecachis en los mengues! ¿Cómo has podido saberlo? - Sólo sé que he acertado y le gano por 1-0. - Segunda pregunta: ¿de dónde son los tonga? - De Mozambique. - ¡Mecachis en los mengues1 ¿Cómo has podido saberlo? - Sólo sé que he acertado y le gano por 2-0. - Tercera pregunta: ¿quién fue el autor de "La Lola se va a los puertos"? - El escritor español Manuel Machado con la colabóración de su hermano Antonio Machado. - ¡Mecachis en los mengues! ¿Cómo has podido saberlo? - Sólo sé que he acertado y le gano por 3-0. - Cuarta pregunta: ¿qué es una albadena? - Una especie de túnica o vestido de seda. - ¡Me cachis en los mengues! ¿Cómo has podido saberlo? - Sólo sé que he acertado y le gano por 4-0. - Quinta pregunta: ¿cómo se llamaron los dos primeros periódicos de la historia de Brasil? - "Gazeta do Río de Janeiro" y "Jornal do Governo". - ¡Mecahis en los mengues! ¿Cómo has podido saberlo? - Sólo sé que he acertado y le gano por 5-0. - ¡No me da la gana seguir jugando! - Tenga usted un poco más de educación al hablar. No se dice no me da la gana, como un niño malcriado, sino que se dice prefiero no jugar como hablan los que tienen buena educación. - ¡No me da la gana seguir jugando! - ¿Cómo que no le da la gana seguuir jugando? Resulta que es usted el sabio más sabio del mundo y quedan otras cinco preguntas que le voy a hacer yo a usted. Si logra contestarlas bien, y como es usted el sabio más sabio del mundo no tendrá ningún problema de acertar con sus respuestas, ya que no hay duda alguna de que usted es el sabio más sabio del mundo según usted va diciendo port todas partes donde va, resulta que terminaríamos el juego empatando a cinco puntos cada uno y entonces yo sería el perdedor y usted sería el ganador. Porque ya sabe usted que estamos en un mundo donde se ha puesto de moda dividir a las personas en perdedores y ganadores. El sabio Eusabio sonrió ladinamente y estuvo de acuerdo. - Sigo. Así que el patito Picolím, ni ponerse nada nervioso y controlando la situación, comenzó con sus preguntas. - Sexta pregunta: ¿quién metíó el único gol en la final del Campeonato del Mundo de Fútbol de Sudáfrica en el año 2014 después de Jesucristo? - ¡El basileño Pelé! - ¡Toma del frasco Carrasco! Fue el español Iniesta, y además el brasileño Pelé se retiró del fútbol activo en en año 1977 después de Jesucristo. Gano por 6-0. El sabio Eusabio estaba completamente derrumbado... - ¡¡No puedo creerlo!! ¡¡No puedo creerlo!! ¡¡No peudo crerlo!! ¡¡No puede creer que un simple patito me haya ganado!! - Pero no se rinda tan pronto, sabio más sabio del mundo y brujo más brujo de toda la Tierra, porque el juego todavía no ha terminado. El sabio Eusabio sonrió pensando en una ladina artimaña... - ¿Si consigo acertar una sola pregunta de las cuatro que todavía faltan damos por empatado el juego y se queda todo como está y aquí no pasa nada? - Está bien. Si consigue usted apuntarse un tanto a su favor, aunque yo le gane por 9-1, hacemos como que hemos empatado, aquí no pasa nada y me voy por donde he venido quedando todo tal como está. El sabio Eusabio ahora empezó a reír con grandes y siniestras carcajadas. - ¡Jajajá! ¡¡Jajajá!! ¡¡¡Jajajá!!! ¡Qué inocente eres! ¡Juguemos! - Séptima pregunta: ¿qué equipo de Baloncesto ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos del año 1936 después de Jesucristo? - ¡Estados Unidos! - ¡Toma del frasco Carrasco! La medalla de bronce de Baloncesto en los Juegos Olímpicos del año 1936 después de Jesucristo la ganó México, y además Estados Unidos fue quien consiguió la medalla de oro. Gano por 7-0. - ¡¡No puedo creerlo!! ¡¡No puedo!! ¡¡No puedo creerlo!! - Octava pregunta: ¿qué tenista ganó el Torneo Roland Garros del año 1974 después de Jesucristo. - ¡El rumano Anastasio! - ¡Toma del frasco Carrasco! El tenista que ganó el Torneo Roland Garros del año 1974 después de Jesucristo fue el sueco Bjorn Borg, y además que no exite ningún tenista rumano profesional llamado Anastasio sino Ilie Nastase que fue el ganador de este mismo Torneo Roland Garrod pero en el año 1973 después de Jesucristo; o sea un año antes que Borg. Gano por 8-0. - ¡¡No puedo creerlo!! ¡¡No puedo creerlo!! ¡¡No puedo creerlo!! - Novena pregunta: ¿cuál fue el país campeón olímpio de Hockey sobre hierba en el año 1956 después de Jesucrito? - ¡Indostán! - ¡Toma del frasco Carrasco! El país campeón de Hockey sobre hierba que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos del año 1956 después de Jesucristo fue India, y además Indostán es una llanura y no un país. Gano por 9-0. - ¡¡No puedo creerlo!! ¡¡No puedo creerlo!! ¡¡No puedo creerlo!1 - Pero hay que terminar el juego, sabio más sabio del mundo. - ¡¡No tengo ganas de seguir haciendo el ridículo!! - Todavía tiene usted una oportunidad de conseguir un punto. - ¡Pónmela facilita, por favor! - Se la voy a poner muy fácil, sabio más sabio del mundo y, además, brujo más brujo de toda la Tierra. - ¡Facilita, por favor, facilita! - Décima pregunta: Volvamos al tenis cuando sólo se podía jugar obligatoriamente con camiseta, pantalón y calcetines completamente blancos. ¿Quién fue el tenista que ganó al sudáfricano Cliff Drysdale la final del torneo Forest Hills en el año 1965 después de Jesucrito? - ¡El italiano Espartaco Santoni! - ¡Toma del frasco Carrasco! El tenista que ganó el Torneo de Forest Hills en el años 1965 después de Jesucristo jugando la final contra el sudafricano Cliff Drysdale fue el español Manuel Santana, y además Espartaco Santoni no era un tenista italiano sino que fue un actor de cine venezolano que tuvo un papel secundario en la película española "Abuelita Charlestón" estrenada en el año 1962 después de Jesucristo. Gano por 10-0 y juego terminado. - ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!! - Sí puede ser y ahora mismo usted vuelve a convertir al ciempiés en una niña muy guapa muy guapa muy guapa que se llama Pilarín. Al brujo Eusabio no le quedó más remedio que pronunciar la palabra mágic "cáspìta" y el hechizo quedó deshecho desapareciendo el ciempién y la cajita de cristla y apareciendo, en el mismo instante, la niña muy guapa muy guapa muy guapa llamada Pilarín. - ¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? - No te preocupes, Pilarín, porque soy un amigo de verdad. - ¿Un patito blanco con peluquín de color morado puede ser mi amigo? - Ya lo ves que sí. - ¿Y ese tío tan feo quién es? - Se llama Eusabio Pérez Moreno. No le hagas más veces caso y no vuelvas a hablar con él porque puede volver a intentar embrujarte aunque, como ya ves, ha perdido todos sus poderes para siempre. Pero es mejor que no vuelvas a irte con él. ¿De acuerd? - De acuerdo. ¿Cómo te llamas tú? - Picolín. Llámame el patito Picolín. Y ahora te llevo de regreso a casa de tus padres. - ¡Y haz el favor de no volver por aquí nunca más! - Espera un momento, sabio Eusabio. Tienes que cumplir con la segunda parta de tu juramento o un rayo te caerá encima y te partirá por la mitad. - ¡No, por favor! ¡¡No me hagas pasar por ese ridículo tan espantoso! - Nada de nada menda lerenda. Toma esas orejas de burro, póntelas sobre la cabeza y no te las quites nunca por nada del mundo. Toma también esa herradura de burro y cuégatela del cuello y tampoco te la quites jamás por nada de la Tierra. Y con todo eso, viaja urgentement hasta la ciudad de Salem, en los Estados Unidos, para acudir al Insituto de Brujas donde darás a tus alumnas y alumnos una charla de dos horas completas sin parar y puesto de rodillas, con los brazos en cruz soportando en cada mano los dos libros de Julio Caro Barroja. - Yo no entiendo nada... - No te preocupes, Pilarín. Te lo explico todo por el camino de regreso a casa de tus padres. Un día de finales de mayo el sabio y brujo Eusabio, que habíad dejado de ser para siempre el sabio más sabio del mundo y el brujo más brujo de toda la Tierra, además del espantoso ridículo que tuvo que soportar durante todo el viaje desde Madrid y Salem y además de tener que soportar las burlas de todos los que le veían llevando la herradura colgada de su cuello y las orejas de burro puestas en su cabeza, se presentó en el Instituto de Brujas de Salem, en los Estados Unidos de Norteamérica, y estuvo durante dos largas horas donde una charla a su alumnas y alumnos de rodillas ante todos ellos y con los cada libro de Julio Caro Baroja en sus manos mientras estaba de rodillas y con los brazos en cruz- - ¿Cómo es usted tan burro? -le dijo la pelirroja. - ¡Es cierto! ¡Soy el burro más burro de todos los burros que hay en el Universo entero! Y todas las alumnos y los alumnos se rieron muchímo de él; pero después de todo ello, el patito Picolín estuvo durante dos días de junio sin volver al lago del Palacio de Cristal del Retiro de Madrid, y estuvo rondando por la Estación de trenes de Príncipe Pío sin decidirse del todo en irse a Bilbao. Hasta que, de repente, se le volvió a aparecer su Hada Madrina Luchana. - ¡Hola, patito Picolín! - ¡Caramba! ¡Es mi Hada Madrin Luchana! ¡Está usted cada día más guapa! - ¡Jajajá! ¡Gracias, Picolín! ¿Qué te sucede ahora? - Que estoy muy triste y me quiero ir a Bilbao. - ¡Pero si ya eres todo un héroe! - ¿Y para qué me sirve a mí ser todo un héroe si no puedo volver a ver a Maelita? - ¡Espera! ¡Espera un momento! ¡Te invito a un café con leche y hablamos! - Si no tengo más remedio que aceptarlo... - Acéptalo y hablaremos. - Pero que sea un café con leche en vaso de caña y con dos sobrecitos de azúcar. - ¡Jajajá! ¿Quieres también un bollicao? El patito Picolín abrió sus ojos verdiazules por completo. - ¿Es verdad que puede ser también un bollicao? - ¡Es verdad! ¡Puedes tomarte el café con leche con un bollicao! - Acepto. La Hada Madrina Luchana se tocó con su varita mágica en la cabeza y se transformó en la más preciosa chavala que Picolín se buiese imaginado. - ¡Ostras! ¡Qué guapa eres! - No digas ahora anda a nadie de lo que acabas de ver y vamos a la cafetería. La Hada Madrina Luchana, convertida ya en la chavala más guapa que había conocido el patito, llevó de la mano a Picolín hasta la Cafetería Rodilla. - ¡Jajajá! - ¿De qué te ríes ahora, Picolín? - No lo hago por ninguna clase de maldad pero me hacer gracia eso de Rodilla. - ¡Jajajá! ¡Es verdad! ¡Tiene gracia cuando no se ríe uno por maldad! - Yo recuerdo a un futbolista del Real Valladolid que se llamaba Rodilla. - Muy interesantes tus recuerdos pero ya estamos dentro de la cafetería y vamos a hablar muy en serio. - Bien. Hablemos después. Se tomaron sus cafés con leche y sus bollicaos... - ¿Por qué no puedes volver a ver a Mabelita? - Porque no quiero seguir haciendo el ridículo con este peluquín de color morado del cual sé ríen todos los de la familia. - ¡No seas tonto, Picolín! ¡Eres muy guapo y peluquín eres más guapo todavía! - Pero yo prefierp no ser tan guapo. - ¡No puedes ir en contra de tu naturaleza! ¡Eres guapo desde que naciste y siepre seráas guapo para siempre! - Vuelvo a repetir que prefiero no ser tan guapo. - ¿Por ejemplo tan guapo como Toronto? - Por ejemplo tan guapo como Toronto. Prefiero ser más feo que él pero listo y no tonto. - ¡Jajajá! ¿El pato Toronto es tonto? - Más que una mata de habas. - ¡Jajajá! Como te mereces la recompensa que te había prometido si derrotabas al brujo Eusabio y le has derrotado para siempre lo de tu peluquín tiene un fácil remedio. La Hada Luchana tocó con su varita mágica la cabeza del patito Picolín y, de repente, el peluquín de color morado desapareció. - Gracias Luchana, pero... - ¿Pero qué te pasa ahora? - Que el tonto de Toronto ya habrá ligado con ella. - ¿Tú estás seguro de eso? - Supongo que la habrá conquistado. - ¿Por qué lo supones? - Sería lógico. - ¿Tú crees que la lñogica es lo más importante para el amor? - Quizas no sea lo más importante, pero también tiene importancia. - ¡Jajajá! Me hace gracia cómo deduces las cosas. - Ya... - ¡No digas nada más por favor! Vuelve rápidamente a tu lago del Palacio de Cristal del Retiro de Madrid porque te mereces tu recompensa. - ¡No quiero para nada el dinero! - No es dinero sino algo mucho más importante que el dinero y eso que el dinero también es muy importante. ¿Qué opinas ahora? El patito Picolín se encogió de hombros y, nada más despedirse de él su Hada Madrina Luchana, con dos besos en la cara, uno en cada lado, se decidió por regresar con su familia al lago del Palacio de Cristal del Retiro de Madrid porque ya no llevaba puesto el peluquín de color morado. Y otro día de julio llegó. - ¡¡Ya ha vuelto Picolín!! ¡¡Ya ha vuelto Picolin!! -gritó llena de entusiasmo su amiga Elenita. Todos los patitos y todas las patitas sabía ya de la proeza que había conseguido al derrotar para siempre al sabio y brujo Eusabio quien había perdido todos sus poderes de brujería y se había convertido simplemente y para siempre en un ignorante que levaba una herradura colgada de su cuello y unas orejas de burro puestas en su cabeza. - ¡Hola, Picolín! - ¿Pero tú no estás enamorada de Toronto? - ¿Del tonto Toronto? - Sí. Del tonto Toronto. - El tonto Toronto nunca me gustó jamás. - ¿Con todo lo guaperas que es? - Por eso mismo. Él es guaperas pero tú eres guapo que es mucho más atractivo. - ¿Lo dices de verdad, Mabelita? - El tonto Toronto, cuando supo la noticia de tu gran valentía derrotanod al sabio y brujo Eusabio, huyó despavoridamente hacia el Gran Lago Ontario de Canadá. - ¿Entonces de quién estás tú enamorada? - De un patito que parece muy tonto pero que es el más inteligente y listo de todos los patos de su familia. - Pues felicítale de mi parte por haberte enamorado. - ¿Tú puedes felicitarte a ti mismo? El patito Picolín creía que todo era un sueño. - ¿Esto es un sueño o una realidad? - Lo que tú quieras que sea, pero la realidad dice que eres el patito más lindo que yo eh conocido durante toda mi vida y, digan lo que digan las demás patitas y patas, yo siempre he estado deseando cosarme de verdad contigo. - ¿Lo estás diciendo de verdad? - De verdad de la buena. - Una pregunta, Mabelita. ¿Tú sabías los de mi Hada Madrina Luchana? - Tu Hada Madrina Luchana y yo planeamos y planificamos todo para demostrarle a los demás que eres el más valiente de toda tu familia. - ¿Y los demás? - Los demás no sabían nada de nada. - ¿Eso quiere decir que hemos estado actuando todos tal como somos? - Exacto. Eso quiere decir lo que ha sucedido. - ¿Y de verdad quieres casarte conmigo? - Si. Quiero casarme contigo pero solamente como Dios manda. ¿Comprendes a lo que me refierp? - Sí. Te refieres a que nos casemos los dos siendo completamente vírgenes. - Eres muy inteligente, Picolín. - ¿Y cuándo va a ser eso? - Hoy mismo y nos vamos de viaje de Luna de Miel desde Madrid, que es la capìtal de España, hasta París, que es la capital de Francia. Y se casaron aquel día la patita Mabelita y el patito Picolín e inmediatamente se fueron en un avión de Iberia. Se les vio paseando por las calles de París cogidos de las manos. ONTINUARÁ...
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