Aquí en el Planeta (Relato)
Publicado en Aug 09, 2016
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El imperio eres tú, Princesa que has abierto un tiempo de arena en esta clase de amor donde el reloj va dejando caer, grano tras grano, los segundos del placer. En tu sonrisa se ha quedado grabado este tiempo mientras sigue creciendo esta clase de imperio que son tus besos troquelando el perfil de mis sueños. Sí. En este imperio eres tú ese tiempo de arena que va haciendo discurrir mi existencia entre los oleajes de este mundo en donde las ondas de tu presencia son esa múltiple esencia de mis emociones. Lejos de toda presencia oculta yo soy el que conquista esta forma de amarte ofreciendo, siempre, un tiempo más para cada segundo de nuestros besos. Tú eres el imperio y yo el que nunca abandona esta forma y manera de amarte con el reloj de arena siempre dejando escapar, suspiro tras suspiro, los segundos del amor. Yo sólo puedo regalarte un imperio de sensaciones que traspasan las ondas del viento y se extiende mucho más allá de los límites desconocidos. ¿Nos vamos hacia el horizonte? Sí. Vamos a extender nuestra fantasía porque tú eres el imperio y yo ese tiempo que se necesita para sentirte muy dentro, muy dentro de mi alma. Imperio y tiempo: dos momentos infinitos en una sola presencia.
 
Riña de gatos en Madrid y el tiempo mientras tanto se hace noche oscura para celebrar un concierto de sueños. Los gatos deambulan por los tejados. Riñen por conseguir el sentido de los amores con celos. Y el tiempo mientras tanto se ha detenido en este Madrid de las buhardillas donde yo estoy pintando, en el lienzo de mis emociones, un corazón abierto a toda esta noche oscura que me deja una pequeña rendija para observar las estrellas. En el firmamento los cometas surcan el espacio y me quedo observando la riña de gatos para ver cómo termina el veredicto. ¿Cuál de los dos sabe amar mejor? La luna preside la escena escondida en el callejón y el tiempo mientras tanto celebra un debate para resolver esta contienda. Miro por la pequeña y estrecha ventana de la buhardilla y sigo pintando este estado de ánimo en el que cada pincelada es una esperanza, un momento de fe para sentir tus labios cómo me arden dentro del corazón.
 
Contra el viento viajamos quienes tenemos mucho por sentir. Acudo al teatro de las fantasias en busca de alguien que se esconde tras las cortinas del escenario. La bailarina y el inglés se están mirando a los ojos. ¿Se podrán entender con lenguajes tan distintos? ¿Tiene un lenguaje universal el amor entre una nativa y el extranjero que ha venido a rendirle su tributo de admiración? Contra el viento la resistencia de quienes soñamos es superior; porque sabemos que tras la cortina del escenario alguien nos está observando para decirnos que sí, que sabe de nuestras existencias y que espera que demos un paso al frente y declamemos esa poesía que está inmersa en el fondo de nuestras emociones. La bailarina y el inglés han dejado de mirarse. ¿Triunfo o fracaso? En la noche oscura de Madrid nadie sabe más que los gatos que pasean por los tejados. Quizás tras la cortina del escenario alguien está consiguiendo que no nos levantemos del asiento y sigamos soñando.
 
La hermandad de la buena suerte es esta especie de sueño que se nos ha convertido en un milenio de esperanzas. Muerte entre poetas para hacer más romantica la vida. ¿Y la existencia? ¿Qué sucede con nuestra existencia? Si la hermandad consiste en saberse compañeros y sentirse amigos supongo que la muerte entre poetas sólo sea una metáfora nada más; una forma de decir a los demás que estamos introcíéndonos en los versos, en la serie de palabras hermosas que expandemos a través de los ecos del tiempo para que alguna de nuestras musas, la que siempre nos sonríe, sepa que podemos escribir algo más que simples realidades. Buena suerte. Buena manera de vivir. Existimos para sentirnos y para saber que somos las hermandad de la buena suerte mientras la muerte entre poetas sólo es una metáfora de la vida.
 
El mundo sigue girando en su espacio infinito. En Villa Diamante reside una esperanza en forma de mujer. Si el mundo sigue su curso hacia la consagración de los amores perpetuos, posiblemente esta mujer sea más hermosa de lo que muchos están creyendo porque sólo saben pensar en realidades. Yo no. Yo soy de esos que sueñan con las mujeres bellas mientras el mundo se queda atrás, muy atrás, demasiado atrás para volver a ser parte de sus tareas cotidianas que matan la emoción del sentimiento. Soñar no cuesta dinero pero sabe mucho mejor cuando el amor está presente; aunque sea en Villa Diamante donde la fortuna sonríe a esa mujer tan hermosa que sólo el aroma de la primavera descubre su verdad.
 
La fortuna de Matilda es algo más que una simple quimera. En tiempos de prodigios todo puede suceder a alguien que, como Matilda, posee la fortuna de haberse enamorado de verdad. En tiempo de prodigios las chicas quieren ser princesas y ya no hay desolación en sus vivencias. Vivimos para ser parte esencial de sus deseos. Las princesas lo saben y por eso en tiempos de prodigios la fortuna nuestra sea concebir pausas suficientes para acercarnos a Matilda y susurrarle en el oído que somos poetas que caminan. Después sólo el tiempo prodigioso puede saber qué sucede en el mundo interior de ella. Tal vez es que la fortuna de Martida sea simplemente que se ha enamorado de verdad.
 
Pasiones romanas en los círculos sociales de esta clase alta de Madrid. Y de repente, un ángel surje de entre todo el festejo y comienza a cantar algo que nadie sabe quién lo ha podido componer. Es un canto a la fe. Es un canto a la alegría. Es un canto a esa especie de maravilla espiritual que se ha convertido en materia. Las pasiones romanas en los cìrculos sociales de esta clase alta de Madrid se han quedado detenidas y absortas cuando han podido contemplar a ese ángel que, de repente, ha sabido calcular la distancia entre el amor y los amores. Escucho en mi interior que el amor siempre triunfa y queda perpetuando el tiempo mientras el tiempo se lleva, como a las hojas secas de los árboles caducos, estos amores de las pasiones romanas que sólo son la derrota de sus ambiciones. Y de repente, un ángel se entretiene en contar, cantando, qué bello es el amor.
 
Un milagro en equilibrio y la vida en el abismo. Estamos siempre caminando como simples funambulistas por la cuerda que separa al milagro de salir indemnes o de sucumbir hacia el abismo. ¿Por qué nos jugamos tanto la vida a esto de saber mantener el equilibrio para poder decir al mundo que somos los valientes de la existencia humana? Un milagro. Sí. Es un milagro en equilibrio el que nos sostiene en el vacío y nos llena de valor. La vida en el abismo es para los otros; para aquellos que sucumben, día tras día, en los vacíos del existencialismo. A todo esto se le puede llamar la ceremonia de quienes tienen fe y el fracaso de quienes la han perdido. Milagro. Está muy claro que es un milagro.
 
El baile de la Victoria está repleto de seres humanos entre los cuales, engullido por la multitud que baila en la pista, el amante albanés sueña con ella. ¿Sabe la Victoria que el de Tirana, noche tras noche, la desea en medio del tumulto de quienes bailan sin mirar para nada el reloj? Él sí. Él mira siempre su reloj, no el reloj de nadie más, sino el que lleva siempre dentro de su memoria para saber cuál será la hora en que pueda bailar con la Victoria y decirle que viene todas las noches a su baile solamente para observarla. ¿Y la Victoria? ¿Qué sucede con la Victoria? Que está demasiado ocupada en destruir corazones y no tiene tiempo para pensar dónde se encuentra Albania ni por qué el amante albanés ha venido hasta ella para demostrarle que sabe lo que es sacrificarse. La Victoria no necesita ningún sacrificio.
 
El huerto de mi amada está cargado de frutos. Las mujeres que hay en mí están combatiendo para encontrar ese huerto donde yo descanso, noche tras noche, bajo las sombras de su arboleda. El huerto de mi amada es un lugar de ilusiones, de esperanzas, de idilio convertido en forma de vivir. Las otras mujeres, las que hay en mí, sólo son espectadoras silenciosas de un caminar que nunca se detiene en fuentes ajenas. ¿Por qué se empeñan las estrellas en iluminar tantos senderos si el mío ya está trazado desde el mismo día en que nació ella? Quizás sea que las estrellas alumbran para mostrar la blancura de mis sentimientos. El huerto de mi amada es un lugar incógnito, un espacio oculto, una sensación de que el pálpito de mis emociones siempre tiene un refugio humano dentro de sus parámetros frutales.
 
La canción de Dorotea se escucha por todos los rincones de la discoteca. Lo que está en mi corazón va más allá, mucho más allá de esta letra que se queja de un pasado que ya debe estar olvidado dentro de mi ser porque no recuerdo ninguna de sus estrofas. Quizás sea la otra. Quizás sea la que sólo fue una mentira en medio de todas mis verdades. Lo que está en mi corazón no es la canción de Dorotea sino toda una bella sinfonía de albas vividas bajo la soledad acompañada del misterio. La canción de Dorotea se escucha por todos los rincones de la discoteca pero yo sólo estoy viviendo una imaginación de lo pasado y, en dicha imaginación, Dorotea no ha tenido jamás una relevancia verdadera. ¿Será por eso que la letra es triste y desolada? No. Yo ya no pienso en otra cosa más que en este presente proyectado hacia el futuro. Lo que está en mi corazón es mi verdad.
 
Mientras vivimos todos escribimos un cuaderno de viaje. Esa especie de Diario donde, noche tras noche, bajo la luz de nuestra memoria, imprimimos nuestra personalidad funcionando en muchas dimensiones. Mientras vivimos es que estamos siempre rellenando las páginas de ese Diario que, noche tras noche, recoge las palabras y las convierte en mensajes. ¿Por qué algunos hombres escribimos un cuaderno de viaje mientras vivimos? Quizás porque algunos hombres sabemos que la mejor herencia que podemos dejar al resto de la humanidad es esta forma que tenemos de vivir momentos llenos de expresión. Y esa expresión, mientras vivimos, es nuestra verdadera forma de sentir la existencia. Lo demás sólo es imprecisión de momentos insignificantes que, de vez en cuando, nos hacen recordar que hemos superado el ecuador de nuestras emociones y estamos viviendo la plenitud de los viajeros.
 
Melocotones helados para acabar la cena antes de viajar de nuevo bajo las estrellas. El egoísta siempre se queda con los mayores pero desconoce que los más dulces son esos pequeños melocotones de puro néctar; esos que cantamos los poetas cuanto la luz del anochecer nos conduce hacia el interior de cualquier lugar donde comprendan que el egoísta se ha equivocado por completo. Melocotones helados para refrescarnos el sentimiento mientras nuestra memoria eleva sus raíces para despegarse del suelo y escalar las alturas de este placer sin dimensiones, salvo ese dulzor de néctar que se nos queda en el sentimiento y que nos hace elevar el espíritu hasta alcanzar la intensidad de la Poesía. Melocotones helados para configurar un poema mientra el egoísta no comprende qué es lo que sucede bajo el resplandor de las estrellas.
 
Pequeñas infamias nunca duelen. Pequeñas infamias nunca dañan. Pequeñas infamias nunca nos hacen sufrir. Es pura vida esto de rebasar las pequeñas infamias para demostrar, en las horas en que todos nos enfrentamos con nuestras conciencias, que somos y seremos siempre personas superiores que nos hemos escapado de la locura de las gentes para abandonar las masas y convertirnos en personalidad. La pequeña infamias son ajenas a esta nuestra pura vida que no sabe de traiciones porque siempre la experimentamos con el acierto de nuestra decisión de ser quienes somos y no lo que las pequeñas infamias dicen. Es cierto que no insulta quien quiere sino quien puede y estos seres melífluos que nos acechan no avanzan ni un milímetro en el interior de nuestras personas. Ella y yo somos ella y yo. Siempre. 
 
La tempestad nocturna se ha desatado con sus bramidos. Dentro del salón mi memoria se refugia. Mi corazón que baila con espigas es simplemente un sueño que me hacer retroceder a las sensaciones de una infancia buscando arraigarse en la tierra de mis antepasados. Sé muy bien que pertenezco a Madrid pero esta tempestad nocturna huele a tierra mojada, suena a recuerdo empapado de ternura y sabe a granadas exprimidas con los juegos de inofensivas oportunidades. Aquí, en Madrid, la tempestad nocturna destella el ambiente mientras mi corazón que baila con espigas es lo que está quedándose como recuerdos de aquel tiempo en que las luciérnagas me servían de brújula en estas horas nocturnas que tanto amo por bohemio. La tempestad estalla y mi alma se esparce en millones de millones de miríadas.
 
El desencuentro ha sido esa separación barrial. Sé que te di la vida entera pero tú no comprendiste lo que suponía para mí aquella noche inmortal. El desencuentro fue el final que ya estaba previsto porque Dios había escrito, en el cielo que estoy continuamente observando, que mi verdadera Princesa está al otro lado del mar. Te di la vida entera pero no supiste que, lejos de ti, la volvería a recuperar a lo largo y ancho de todas mis noches bohemias para tenerla entera, sana, limpia y capaz de seguir mirando al cielo para descubrir el mensaje de las estrellas. El desencuentro. Esa manera especial de decirte adiós sin hacer parada en ninguna de las estaciones porque mi tren ya no tenía ningún otro destino que el final de todo el trayecto. Y es que en el ecuador de todos nosotros siempre está la última frontera.
 
La cruz de San Andrés ha surgido de entre la bruma. El peso de las sombras ha desaparecido ya y, en estas noches de Madrid, pienso y razono que la amistad se encuentra pero nunca se debe mendigar. ¿Dónde se han escondido las sombras de las dudas? Están refugiadas dentro de todos nosotros. Y aquí, en las soledades continuas, con una copa de licor entre las manos, renuncio a beber de la nostalgia. Pagando el precio del silencio me niego a beber de esa copa amarga y escucho un tango nacido en mi propio interior. Alcé un vaso por brindar por tí pero el vaso traidor se me rompió. La cruz de San Andrés ya se aleja portada por alguien que busca ser santo en medio de la noche y yo me quedo, con el peso de las sombras, reflexionando sobre el por qué de los abandonos.
 
Lituma en los Andes. Tengo que saber, algún día, dónde está Lituma para acercarme a la meta por la que me he convertido en un corredor de fondo. En el jardín de las dudas ya no estoy yo nunca paseando bajo las estrellas. Soy libre. Me he liberado y estoy ya preparado para llegar hasta Lituma. Sí. Lituma en los Andes espera mi encuentro con las vírgenes del sol; pero mientras tanto sigo viviendo en estas noches madrileñas porque ya no paseo jamás por el jardín de las dudas. ¿Para qué sirve dudar cuando ya se han visto tantas escenas, algunas muchas veces repetidas, de traiciones contra el sentimiento? No. Yo formo parte de esas verdades que saben que la soledad del corredor de fondo siempre termina por finalizar en una conquista; esa conquista que soñamos mientras vamos, con el ritmo pausado y continuo, hasta la meta del alba.
 
La prueba del laberinto ocupa el interés de mi presencia nocturna. La cruz de Santiago ha sustituido a la cruz de San Andrés. Vuelvo a ser, de nuevo, aquel niño que cruzaba sus miradas con las de ellas. ¿Quiénes eran ellas? Eran las páginas de la guía que me servían de ruta hacia lo desconocido. La prueba del laberinto. Entrar y salir continuamente sin tropezar jamás con los espejos de los espejismos. La cruz de Santiago se lleva en el pecho para decir que somos los caballeros de la fidelidad. Por eso la alegría es mi propio canto; ese canto de un millón de amigos que superan la prueba del laberinto sin caer jamás en el abismo de quedarse para siempre encerrados dentro de él.
 
El jinete polaco aparece en el libro de Historia que, noche tras noche, leo para convertir el tiempo del pasado en un tiempo más perfecto pasando por el presente. Son los espejos paralelos de la historia del mundo en plural con la historia de un ser humano en singular. El jinete polaco quiere atravesar con su lanza las páginas que escribo al calor de la luz de una cantina, pero yo soy más rápido que su alazán y me propongo luchar a pie hasta vencerle y explicarle que sus batallas no son las mías; que se ha equivocado de rival y que los espejos paralelos del pasado no me sirven como vivencia sino solamente como recuerdo de lo que el viento se llevó. Y el jinete polaco se da cuenta de mi verdad. Abandona. Yo sigo escribiendo en mis páginas una nueva victoria de la paz.
 
El manuscrito carmesí está escrito por alguien que, ajeno a mis ideas, se debate entre el dolor y la angustia. ¿Y qué puede ser el dolor y la angustia de alguien tan diferente a mí? Pregunto a mi interior. El camino del corazón que late dentro de mi pecho se llena de múltiples respuestas pero sólo elijo una: lo natural. Soy tal como la naturaleza me ha dejado nacer gracias a Dios y el manuscrito carmesí no me interesa como vivencia alguna; porque mi dolor existe pero mi angustia ha desaparecido para siempre porque jamás existió. Así que, bajo la lluvia que empapa todos mis sentidos, camino por la negrura nocturna hasta llegar al lugar exacto donde acabo de vencer un combate más o menos imaginario pero totalmente real. El jinete se ha caído del caballo cuando quiso recoger el testigo. Y yo, testigo de mí mismo, sigo mi rumbo hacia el lugar de mis sueños.
 
Queda la noche. Queda toda la noche para seguir viviendo. Las hogueras del rey, en alguna fiesta sanjuanera, no han podido separarme de esta compañera ideal: la noche. Sigo viviendo dentro de toda la noche mientras las hogueras del rey son el rescoldo de las brasas de un pasado que me envuelve en la bruma para que camine, del todo invisible, hasta que llegue la luz de esa alba que estoy esperando para poder cantar que me queda la noche. Sí. Me queda toda la noche para silbar canciones de olvido y acompañarlas de mi propia música humana. Existe una calle. Ya no llueve. Juraría que he oído a una figura sollozar. Doy la vuelta y lentamente me dirijo a la ciudad.
 
Filomeno, a mi pesar, no entiende nada de lo que le estoy explicando, mano a mano, con un par de cervezas entre los dos. Filomeno no entiende que yo no politizo nunca la noche de Madrid. Enredado en sus jaculatorias de orador empedernido el triángulo entre él, la que no sabe lo que quiere y yo, se hace lento, muy lento, demasiado lento para mi forma de pensar. Filomeno, a mi pesar, no sale del laberinto; la que no sabe lo que quiere sigue sin saberlo y yo me levanto, me despido con un brindis de perpetuidad y la perplejidad se refleja en sus rostros. No. No son sus rostros lo que estoy buscando. Filomeno, a mi pesar, no puede desembarazarse de sus ideologías terrestres; la que no sabe lo que quiere no puede acertar mis acertijos y yo me marcho, lentamente, entre las olas de la nocturnidad.
 
En busca de unicornio ha habido ya demasiados seres humanos. El mal amor siempre termina por conducir a eso; a buscar inexistentes unicornios porque sus vidas se han quedado sin misterio, sin ilusiones, sin magia. El mal amor les lleva, inexorablemente, a esta búsqueda vacía, vacua, hueca de contenido alguno. Les veo y les miro. Parece que ya no son tan alegres como cuando les conocí. ¿Por qué estarán buscando algo que no saben que existe en el mundo de las imaginaciones? Sólo puedo responderme que quizás el mal amor les ha borrado todas. ¿Y lo de la imaginación al poder? ¿Dónde ha quedado la imaginación al poder? ¡Ay el mal amor! ¡Cuántos sueños ha destruido y sigue destruyendo el mar amor!
 
No digas que fue un sueño. O mejor dicho, sí, ve publicando a todos los demás que fue un sueño pero hecho realidad. La jeringuilla quedó para siempre en el lavabo de todos los demás. Asi que sí, hazme el favor de ir diciendo a todos los demás, a los que se han quedado como muñecos rotos por culpa de las jeringas, que sí, que lo mío fue un sueño pero hecho realidad. Yo, ya me ves, sigo escribiendo poesías. ¿Y tú? ¿Qué tal te va con el tío ese? Espero que sea divertido. ¿Quieres uno de mis celtas cortos? Ya. Ya lo sé que tú sólo te chutas con canutos. Lo siento. Pero hazme un sólo favor sabiendo que yo te he hecho tantos favores a ti. Corre y dile a todos los demás, los de las jeringuillas en los lavabos, que sí, que lo mío es un sueño hecho realidad pero sin volar a través de sus éxtasis. ¿De verdad no quieres uno de mis celtas cortos? Lo siento pero yo no tengo fortunas.
 
Yo, el rey, juro solemnemente respetar la Constitución. Lo he visto, esta noche, mirando la pantalla del televisor. Pío XII ya forma solamente parte de una pasado que es mejor olvidar. Yo al menos no le tengo registrado como importante en mi memoria. Sé que el rey ha jurado mientras me entretengo en escribir algo de Setamor y Bisalma. ¿Por qué lo hago? ¿Me haces una llamada telefónica solamente para preguntarme por qué lo hago? ¿Es que no me has visto tantas noches escribiendo página tras página? Sé que es mi ópera prima de escritor de novelas seleccionadas. Me preguntas para saber por qué selecciono. Y es que soy seleccionador desde la adolescencia. Desde que comprendí que por las noches se emite la voz mucho mejor porque han desaparecido los fantasmas diarios. El rey sigue hablando de sus cosas y yo me dedico a acariciar a mi setter y seguir escribiendo sin descansar.
 
Crónica sentimental en rojo. En medio de borrachos y de mujeres que prefiero no calificar, la crónica de una muerte anunciada se convierte en sentimiento rojo de sangre. El año de Wolfram debió ser cuando el wolframio hizo su aparición en nuestra vidas. Quizás por eso tú eres de oro y yo soy solamente de plata. ¿Sentimiento rojo o sentimiento azul? ¿Cuál es tu verdad? La mía está bien clara. La mía es la verdad de que todos los colores pueden caber en mi fantasía. Si te has quedado sólo con el rojo o sólo con el azul es que tu crónica no me sirve de compañía. Y, arropado por el humo de los cigarrillos, en la cueva sigo anotando números telefónicos para saber que estoy vivo. En la calle, el Principe sonríe nada más y yo me siento junto al pianista por ver si conoce el vals de los patinadores.
 
La guerra del general Escobar es lo mismo que la guerra del general Franco. A mí no me interesa ninguna de las dos. Prefiero la canción del pirata a lo romántico. Pienso, ante mi café con leche en esta noche del Lyon, que Espronceda debió ser un hombre alegre, simpático, capaz de olvidar tantos realismos que han hundido nuestra patria en un caos de intereses creados. Ya lo decía Benavente. La guerra del general Escobar debe servir, quizás, para barrer lo que se esconde debajo de las alfombras. Si supieras que debajo de la mía sólo existe el vacío nada más. Por eso camino hacia las sombras recitando la canción del pirata. ¿Será verdad que yo soy un bucanero?
 
Jaque a la Dama. Se me ha ocurrido, esta noche, dar jaque a la Dama. Pero los finales se me dan fatal. Nunca he podido resistir la tentación de hacer movimientos equivocados, aun sabiendo que son equivocados, con tal de darle un apretón de manos a mi rival cuanto antes y marcharme, cuanto antes, lejos del tablero donde muchos se dejan la vida pensando. No. Jamás se me ha ocurrido pensar más allá de unos cuantos movimientos por todos conocidos. La conspiración del golfo. A lo mejor es verdad que esta forma de ser y esta forma de actuar sea la conspiración del golfo. Salgo a la noche. Paseo con las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón. Es verdad que parezco un golfo. Pero quizás lo dicen porque no me conocen lo suficiente; lo cual no me interesa saberlo para no tener que explicárselo a los demás. Si he dado jaque a la Dama quizás es que me haya equivocado porque en este juego el único jaque que se da, sea mate o no mate, es al Rey. Pero es que yo no tengo remedio.
 
Y Dios en la última playa. Veo el suave ondular de las olas del mar bañando la fina arena de la manga. Mar Menor. Mar que va más allá de lo que sucede en el pensamiento. ¿Ilusiones? ¿Es verdad que no se puede vivir de ilusiones? Sí. Puede ser. Pero soy de los que dicen que se puede vivir de esperanzas. Llegará tarde a Hendaya alguno que otro de esos que quieren escapar porque han hecho derramar sangre de inocentes. Yo sigo en la playa donde Dios me presenta un paisaje humano atractivo de verdad. Y como no tengo que huir ni a Hendaya ni a Gibraltar, prefiero permanecer tumbado en la fina arena mientras el paisaje es cada vez más atractivo. El de la humana y el del horizonte.
 
Volavérunt. Algunos quieren volar pero el aire de un crimen les azota el rostro. Volar hacia cualquier destino. El aire de un crimen les azota el rostro en su huída de Madrid. Estoy lanzado hacia el cenit de mi poesía. Muerte de alguien que no he llegado nunca a conocer o que quizás le haya conocido alguna vez, quizás, paseando por la barriada o en el supermercado. No. No quiero volar con los "fumatas". Prefiero un pequeño rincón para leer las "hazañas bélicas" de los que quieren implantar el terror. Me encanta seguir recordando la "Hazañas Bélicas" de mi infancia para ir siendo cada vez un poco más joven. Volar. Algunos se imaginan que volar es quedarse tumbados en el suelo. ¡Dios mio, este mundo está empezando a enloquecer del todo! Yo siempre he sabido que para volar hay que levantar los pies del suelo. O será que quizás se haya inventado un aparato mecánico que hace dar la impresión de que estamos volando. Lo que hace la Ciencia cuando algunos quieren volar más allá de nuestras fronteras mientras el llanto de muchos seres inocentes llenan el espacio de dolor.
 
Los mares del Sur es un destino ideal para mi fantasiosa aventura del vivir. Las mil y una noches de Hortensia han dejado de ser una aventura venturosa para terminar en divorcio inapelable. ¿Alguna esperanza rota? Ha debido ser producto de alguna esperanza rota. Por eso los mares del Sur me llevan a dimensiones distintas; me guían hacia otros destinos; me trasladan de lugar en lugar mientras mi fe sigue sabiendo que hay luz al otro lado del mar. En los mares del Sur hay luces ignotas. Las mil y una noches de Hortensia es un tema que respeto porque sé que lo ha producido una esperanza rota y yo de esperanzas rotas no quiero saber absolutamente nada. Soy más feliz recorriendo, a lo Salgari, todos los mares del Sur. 
 
La muchacha de las bragas de oro trabaja como modelo de publicidad; aunque los envidiosos, y sobre todo las envidiosas, dicen que trabaja en otra cosa. Sólo son murmuradores y murmuradoras nada más. Esta noche la muchacha de las bragas de oro, que trabaja como modelo de publicidad para una empresa de ropas interiores femeninas, me ha invitado a la fiesta de su cumpleaños. Los invitados siguen murmurando falsedades contra ella. ¿Por qué será que a la belleza la odian tanto esta clase de invitados si la belleza es un don de Dios? Supongo que todo lo solucionarán mañana, domingo, poniéndose de rodillas ante el confesor para después seguir haciendo lo mismo. La muchacha de las bragas de oro me ha invitado a bailar delante de todos estos invitados. No me importan jamás las murmuraciones de los hipócritas y bailo con ella. Es noche cerrada. Cierro mi ojos y sueño mientras bailo el vals de los patinadores.
 
Autobiografía de Federico Sánchez. Uno de los invitados, vendedor ambulante de biografías de gente famosa, me ha querido endilgar un tomo pero yo me lo tomo a broma. Reír siempre es mejor que no reír. En las confesiones de la fiesta se habla de un divorcio para una virgen rota. ¿Vírgenes? ¡Quién pudiera estar ahora, en plena noche estrellada, tumbado en la hamaca de alguna de las Islas Vírgenes! El ambulante sigue citándome lo importante que es conocer la vida de Federico Sánchez. Sonrío. Le respondo que sólo me interesa, esta noche, leer la vida de Federico Martín Bahamontes. No sé si me ha comprendido o no sabe ni que existe Bahamontes. Escalando las horas del reloj me adelanto al tiempo y salgo al jardín para escuchar algo más del divorcio para una virgen rota. ¿Vírgenes? Quién pudiera estar esta misma noche, bajo las estrellas, tumbado en una hamaca de cualquiera de las Islas Vírgenes y con un cóctel entre mis manos. Digamos que, tal vez, un "huracán volcánico". Se lo propongo a la chica de las bragas de oro y nos escapamos hasta Mauna-Loa para olvidarnos de los invitados. No sé. Quizás sólo haya sido un pensamiento. Pero la verdad es que ha sido real.
 
En el día de hoy todo es penumbra. La luna se ofrece pálida. Buena estampa para poetas románticos que son felices porque huyen del mundanal ruido siguiendo la escondida senda de los pocos sabios que en el mundo han sido. La buena muerte es seguir estando vivo. Es lo que comento con uno de ellos que se siente becqueriano profundo. ¿Por qué no? ¿Por qué no decir a todos estos personajes pálidos que en el día de hoy todo es penumbra pero existen miles y miles de noches más? El becqueriano profundo me sigue contando que él siente la buena muerte cuando escribe sus poemas. Quizás sea por eso por lo que es un completo desconocido ya que a las personas de la actualidad lo que les gusta es vivir. Para demostrarle que debe cambiar de escuela literaria le propongo que se convierta en profesional del modernismo para que pueda congratularse con imágenes coloristas y deje de estar tan pálido que parece que no corre la sangre por sus venas. Me cuenta que muchas veces se las ha querido abrir en la bañera. Pienso que en el día de hoy existen muchos chiflados.
 
La gangrena se puede producir por una herida que se deja abierta y no se atreve uno a ir al médico para que le cure. Algunos mueren por pequeñeces; como ha sucedido con el pájaro africano de Victor. No. No ha sido de gangrena sino que ha muerto de nostalgia. ¿Cómo se le ha ocurrido a Víctor atrapar a un pájaro africano y traerlo hasta Madrid para encerrarlo en una jaula? ¿Qué hay de la libertad? ¿Qué hay de todas esas luchas por libertad? Estoy ya dispuesto a echarle una arenga para demostrarle que es falso lo que predica porque lo que hace es totalmente lo contrario, pero no tengo ganas de perder el tiempo por si le entra gangrena a mi lengua. Que se quede Víctor hablando con su conciencia.
 
Icaria, Icaria... nuevamente la nostalgia... nuevamente ese sentimiento que nos recorre a todos por dentro del cuerpo cuando nos estamos bañando con rayos de Luna. ¿Quién te ha visto y quién te ve Icaria? En el Gran Café todos estamos tristes pensando en la antigüedad de los humanos. ¿Somos tan antiguos como algunos dicen o tan jóvenes como otros proclaman? ¿Cuándo surgió el primer suspiro de Adán por la bellísima Eva? ¿En qué lugar del Paraíso se dieron el primer beso de amor? Miro el gran café que se encuentra dentro del vaso de cristal, cojo el par de bolsitas de azúcar y, después de echarlo en el café, muevo el líquido con la cucharilla. Cada vuelta es un recuerdo. Cuando llevo dadas cincuenta vueltas exactas vuelvo a la realidad. Mis compañeros de tertulia siguen hablando, erre que erre, de Icaria. Yo me surmejo, otra vez, en el Paraíso pensando que en algún lugar de él Adán y Eva tuvieron su primer ejercicio de relaciones completas; o sea con coito incluído. Pero es que Adán y Eva estaban casados. Cuando los demás me miran con incredulidad se lo comento a todos ellos para que sepan algo que no habían llegado a comprender. Siento decepcionarles cuando les explico que yo soy todavía Adán y estoy buscando a mi Eva. Así que sin preservativo o con preservativo. De ninguna de las dos maneras la voy a traicionar.
 
Azaña. ¿Quién diablos sería, en verdad, este tal Azaña y qué hazaña gloriosa llevó a cabo este tal Azaña? Todos saben que ninguna. Pero todos callan por vergüenza después de haberle adorado como a un dios. Estos republicanos no saben ni dónde están puestos sus pies ni dónde se encuentran. En un adagio confidencial uno de ellos es valiente. Da un paso hacia mí y me enfrenta para decirme una verdad: Azaña fue una persona vulgar, sin ninguna clase ni estilo, sin nada a destacar, pero ellos, los republicanos, siempre saben que son una estafa histórica. Lo ha dicho saliéndole del corazón. Adagio confidencial es igual a realidad. Azaña fue un ser insignificante al lado de hombres como Jesucristo. Por eso el valiente que se ha acercado a mí quiere ser un cristiano verdadero y dejar de creer en el absurdo de la vida si después sólo existe la Nada. Le digo que no sólo es valiente sino que, sobre todo, es de verdad inteligente. Y si la inteligencia es un poder los republicanos están perdidos.
 
La cárcel está repleta de detenidos. Muchos de ellos van a salir de inmediato pero algunos se van a quedar por un tiempo corto, por un tiempo medio, por un tiempo largo o para toda la vida. El sitio de nadie lo van a ocupar una vez que el comisario de la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, les halle como culpables después de algún que otro puñetazo en el rostro, golpes con toallas mojadas, o descargas eléctricas en los genitales. La cárcel de la DGS. Ese agujero subterráneo con ventanas de barrotes desde donde sólo se pueden escuchar las pisadas de los hombres y mujeres libres. El sitio de nadie. Ese sitio vacío que se pasa tumbado en la litera y sin más compañía que los recuerdos del ayer. La cárcel y el sitio vacío son la misma cosa.
 
Condenados a vivir, el resto de los ciudadanos seguimos adelante hacia un futuro que pensamos que será mejor. Si pensar es sinónimo de acierto es que no nos hemos equivocado. Estamos condenados a vivir que, al fin y al cabo, es la mejor condena que nos han podido imponer. En el seno de la sociedad hay mujeres dando el seno a sus bebés. En el seno de la sociedad está el seno de todas nuestras ilusiones. En el seno de la sociedad esto de estar condenados a vivir viene a ser como un guateque al que nos han invitado para que podamos bailar el twist y comamos canapés y bebamos un poco más de la cuenta. Lo de ligar con las chicas es harina de otro costal. De momento, si estamos condenados a vivir, todavía nos queda la esperanza de poder llegar al momento cumbre de conocerla. En el seno de la sociedad pasan todas estas cosas.
 
La cruz invertida es propia de nigromantes, de brujos y brujas que intentan meternos el miedo de sus ropajes siniestros en nuestras neuronas. Retrato de una bruja perfecta: nariz curvada como pico de buitre; pelo de estropajo canoso; horribles y grandes granos como en forma de guisantes en todo su rostro; y la piel verdusca como de tábano borriquero. Ríen como autómatas de pésima película de miedo con sólo un par de dientes en su mellada boca. A los de la cruz invertida los toreo como sin fueran miuras por las calles de Madrid. A las brujas les enseño el retrato que he podido dibujar como modelo de todas ellas y, cogiendo sus escobas, se ponen a barrer velozmente la puerta de entrada a sus viviendas. Eliminados los de la cruz invertida de un solo estoconazo en lo alto de sus morrillos y acabadas las brujas que ahora les ha dado por dedicarse al oficio de la alta costura por ver si se ganan la vida con un trabajo decente, me acerco al bar situado frente a la casa familiar donde vivo. Es el JJ y me lo juego todo al JL. Gano y me voy a dar una vuelta por Las Vistillas porque me han dicho que hay fiesta y se va a representar la zarzuela "Agua, azucarillos y aguardiente".
 
En la vida de Ignacio Morel hay anécdotas muy interesantes si crees que la vida de un pintor puede tener algo de interés salvo saber qué ocurre con él y con las modelos que posan desnudas ante él. ¿Hay o no hay rollo entre ellos? Redoble por rancas. Suena el redoble por rancas porque todo es mentira. Ignacio Morel ni fue pintor de mujeres desnudas ni tan siquiera fue torero de mujeres con flores en el pelo lanzándole piropos mientras da la vuelta al ruedo. No. Ignacio Morel fue un personaje de los muchos que hay por este mundo de Dios. Creados para hacernos caer en la trampa de que el autor es muy importante. Nada interesante que saber. Como tampoco es un gitano que sepa cantar flamenco, apaga y vámonos. Redoble por rancas. No existe ningún interés en conocer la vida de Ignacio Morel porque no da ninguna clase de motivos para cotillear y cotillear es el oficio más viejo y más digno de todos los españoles y de todas las española. Redoble por rancas y vámonos de juerga al bar de la esquina.
 
Con la noche a cuestas, en Casa Mingo hay aventuras. No es un axioma sino una debilidad. Con la noche a cuestas cuento millones de historias a las anémonas del aire. No hay aceras en mi estilo de vida sino caminos de ciudad. Bohemio de las calzadas madrileñas, en Casa Mingo me asomo al umbral de la sidra. La sidra siempre ha tenido un acompañante feliz en ese secreto oculto que tenemos algunos que estamos subiendo y bajando, de continuo, la Cuesta de la Vega. Es posible que ese acompañante sea el silencio nada más. Pero en todo silencio se encierra una pequeña incógnita de lo que no fue pero pudo haber sido. ¿Y qué decir entonces cuando la ves y la recuerdas y cuando ella también te ve y te recuerda a tí? La vida nos empuja como un aullido interminable pensando en ti, pensando en ti, como ahora pienso.
 
Las últimas banderas han aparecido ya en la cola. Nos manifestamos para algo más que para pedir pan y agua. No. No queremos ser los esclavos de la moda. Necesitamos saber qué podemos conquistar que no sea solamente un miserable puñado de monedas para callar nuestras voces. Las últimas banderas han aparecido en la cola. Tiempo de morir. Es tiempo de morir para quienes ya no tienen ninguna esperanza por alcanzar. Pero el tiempo de morir no es una meta para mis sueños. Enredado en la madeja de las manifestaciones de nuestra personalidad, sigue creciendo mi eterno sueño. Las últimas banderas dejaron de interesarme como también dejaron de interesarme todas las demás. Sí. Quedan algunos recuerdos de afiches dibujados en noches de insomnio con rotuladores cariocas; pero eso no tiene otra explícación más que tuve estados de conciencia, que se despertó mi reloj de cuerda y hube de luchar para ocupar un lugar en la Historia.
 
A tientas y a ciegas muchos van cayendo por el camino. Se van quedando... se van quedando... a través de un exceso de sobredosis... a través de una cirrosis fatal... a través de un SIDA galopante... porque a tientas y a ciegas viven muchos que creen que la libertad consiste en todas esas cosas. Stress. ¿Será por culpa del stress por lo que tántos han caído en el pozo del nunca salir? El stress es la moda. Quien no tiene stress es que ha muerto. ¿Cómo pueden creer tantas estulticias? A tientas y a ciegas marchan hacia el despeñadero donde sus líderes les ordenan arrojarse mientras ellos se aferran a la vida para no sucumbir. Engaño. Todo es un engaño de esos líderes poderosos que traman trampas para cazar a los ingenuos "tontos útiles" y llenarse su bolsillos de monedas y billetes de Banco. Claro está que son líderes que los acompañan hasta el borde del abismo pero una vez llegados allí, donde un paso al frente más supone la muerte, ellos se apartan a un lado y van contando sus víctimas: una, dos, tres... diez, doce, trece... cien, doscientos, trescientos... mil, dos mi, tres mil... un millón... poco más o menos que los que vieron la negrura de la mortandad en la Guerra Civil que terminó ya hace décadas y que sigue cobrando sus intereses con miles de banderas que a mí ya no me significan nada porque carecen de verdadero significado real. A tientas y a ciegas muchos son los estafados, muchas las engañadas y muchos y muchas los que ya están descansando bajo un RIP o con sus cenizas al viento. Stress. Mucho stress.
 
Equipaje de amor para la tierra. En mi equipaje he comenzado a introducir cuestiones de amor. Nobleza obliga. Es la hora biológica del renacer a una nueva forma y manera de ver y mirar la vida frente a frente. Spanish Show. Pertenezco a este Spanish Show para las turistas de mejor ver y de mejor ligar. Spongamos que en fiestas playeras, o en campings que se ponen de moda o en esos colegios mayores femeninos que bordean mi sueño de ser alguna vez un universitario capaz y capacitado para llevar a cabo grandes obras. Equipaje de amor que ni se compra ni se vende. Bien que lo he dejado sabido a quienes quisieron comprar mi voz alistándome en unas filas a las que jamás yo deseé ni deseo pertenecer. Lo mío es la liberación autónoma e independiente porque no creo en la libertad. Creo en Dios pero no en la libertad. Y Dios me dio liberación que era, en verdad, mi sueño.
 
Las hogueras siguen encendiéndose en las noches de San Juan. El adúltero y Dios tienen que encontrarse para ajustar cuentas. Las hogueras crepitan como una asignatura pendiente que muchos han de superar. Dios tiene la Palabra porque Dios es la Palabra. Yo no sé en qué calle oscura y sin salida se va a esconder cada adúltero que oculta su rostro bebiendo copas en los clubes de la noche. La noche. Esa mi plácida compañera que me guía de su mano a las puertas de salida sin haber caído en esa loca carrera que muchos están practicando sin orden ni sentido alguno. Las hogueras de San Juan, como éste ha explicado en su Apocalipsis, están cada vez más ardientes, cada vez más encendidas, cada vez más amenazadoras. En la playa paseo, solitario, por el borde del mar. He visto tantos lances y tantos desenlaces de amores prohibidos que sólo busco estrellas de mar para sentir que las olas me refrescan la memoria para decirme que siga caminando; que Dios sabe quiénes somos nosotros y quiénes son ellos. Así que con una estrella de mar en mi mano derecha miro al cielo para ver las estrellas refulgir en estas amadas albas.
 
El cacique de turno invita a una ronda para que el santo y el demonio beban juntos. Todos los caciques de la sociedad son así. El santo y el demonio manejados por los hilos del guiñol que tan hábilmente mueve el cacique de turno. ¿Cuántos caciques hay hoy en día? Los secretos de Bilderberg tienen la respuesta. El club, conferencia, grupo o foro Bilderberg, es una reunión anual a la que asisten aproximadamente las 130 personas más influyentes del mundo. Se celebra en Leiden (Países Bajos). Bajo las escaleras de mi hogar. En cada peldaño sé que he dejado ya una huella. ¿Por qué será que todas las escaleras sirven para dejar alguna huella de nuestro paso por la vida? Supongo que las sandalias del pescador son las que más huellas han dejado tanto en las escaleras del templo como en la orilla del mar.
 
Se enciende y se apaga una luz. Sé qué clase de comercio es esta clase de clubes nocturnos. La primera vez que lo descubrí fue en Kalentown de la calle madrileña de Cartagena. Después hubo muchos descubrimientos más. Se enciende y se apaga la luz. Quizás quien más me despertó el interés trabajaba en Pims, por la Avenida de los Toreros. Yo ya era torero de tardes triunfales y de noches de ronda. En el pozo de los monos se balanceaban los del Tío Raimundo sin saber que yo estaba viviendo mucho más allá de las batallas entre ellos a pedrada limpia. Las pedreas las había conocido y sorteado en las décadas de mi infancia. No le tenía miedo a las piedras de los pandilleros. Prefería combatir en esos lugares donde se enciende y se apaga la luz para darnos a entender que podemos entrar sin problemas pero que muchos tendrán problemas por haber entrado. Me limitaba a observar bien las curvas para no salirme de la pista. Y no me salí jamás.   
 
La mujer de otro es intocable. Hagan lo que hagan los demás yo sé que la mujer de otro es intocable. La oración del diablo que se la lleve el viento a hacer puñetas cuanto más lejos de mí mucho mejor. La mujer de otro es para mí tan sagrada como mi propia madre y, por supuesto, como la Princesa que ya atisbo que alguno de estos años la voy a encontrar. La oración del diablo huele a azufre y de las bocas de sus adoradores solo salen espumarajos envolviendo palabras soeces, obscenas, sucias del todo. Y para mí la mujer de otro es tan sagrada que no le pregunto nada. Está casada y no voy a seguir el olor de su perfume. Tengo millones de estrellas y en cada una de elllas hay una virgen. Por eso busco todas las noches a las estrellas para saber en dónde está ella. La niña de las estrellas. Sí. Es la niña de las estrellas la que Dios me ha regalado. Sólo me queda unirme con ella durante alguno de los próximos años, después de haber estudiado y terminado la carrera universitaria que sueño desde la infancia, y que sepa que la amo desde siempre. Desde los tiempos de "Cerros Verdes" y "Radio Deporte". Esto sí que merece la pena de vivir y de ser vivido.
 
El atentado ha sido brutal. Uno más de los etarras, criminales y asesinos, que dicen luchar por un ideal. ¿Saben los etarras lo que es un ideal para muchos seres humanos que están soñando sus realizaciones personales pero ellos se han empeñado en cortarlos de raíz a través de sus atentados contra las vidas humanas? Los puntos KAS son una mierda. Así. Escrito con todas las palabras. Una mierda. Como toda la ETA desde su más alto y miserable cargo hasta los necios miserables que les dan cobijo después de haber asesinado a tantas personas. El borrador de Dios está ya lleno con todos sus nombres. Y del borrador de Dios no se escapa ni Otegui. Justicia por injusticia. Dios pagará haciendo Justicia por cada injusticia cometida por cada uno de ellos y de ellas. ¿Y los GRAPO? ¿Qué sucede con los GRAPO? Hay una frase latina que lo dice todo: "idem eadem idem". O sea que son igual de criminales, asesinos y cobardes. El atentado sale en los medios y la comunicación grita juticia. Dios ha escuchado ese grito y sabe cómo va a responder ante la afligida y llorosa petición de los inocentes. Esa clase de dolor, precisamente esa clase de dolor, nunca se olvida. Pero Dios tampoco olvida a quiénes fueron los culpables de dicho dolor. Y en su punto de mira también aparece Gadaffi. 
 
La noche es mi morada. La noche es ese hogar donde me muevo para conocer este mundo que gira alrededor de mi existencia. La noche es el lugar donde he podido escuchar el grito de la paloma asesinada por el simple placer de matar. La noche me tiene en guardia. El grito de la paloma me ha entrado hasta el fondo de mi alma. Y mi espíritu liberador me va enseñando los viacrucis de este entretejido de calles madrileñas por donde entro y salgo para ir hallando y encontrando pistas de observación. Observo la noche desde dentro de la misma noche. Es la mejor manera que existe para poder comprenderla y entender cuáles son los motivos que me guían hasta los más profundo de sus callejones. La red ya está tejida. Echo la red y suelo pescar algo con qué justificar mis obligaciones con la sociedad donde siempre me he criado.
 
Pasos sin huellas para ocultar mis caminares nocturnos. Ya no necesito la compañía de los falsos amigos que tendrían miedo y terror si supieran cuáles son esas verdades que se intentan encubrir. La ciudad amarilla está demasiado lejos, pero muchos intentan comprar un billete de ida hacia la ciudad amarilla porque creen que Mao es un dios. Pero Mao siempre ha sido un asesino y no saben estos ignorantes que en la plaza de Tianamen se demostró lo que es el comunismo chino. Pasos sin huellas para que no sepan que yo he aprendido muchos verbos en estas noches de Madrid. Desde el verbo sentir hasta el verbo soñar. ¿Y qué saben todos ellos de la verdad que yo siento y de la realidad que yo sueño si apenas me dejan hablar? Lo prefiero así. Prefiero guardar silencio para saber escuchar. Hasta en el más profundo y mayor olvido yo voy recogiendo los saberes que se aprenden cuando se está completamente solo y no te asusta, para nada, tanta soledad.
 
La paz empieza nunca. La paz sólo empezará cuando se haya acabado el motivo que hay para buscarla. La paz se construye peleando por nuestras ideas nobles, por nuestras ideas blancas y ausentes de ideologías. La paz empieza nunca mientras sigan las siglas de las ideologías alienando nuestros pensamientos. La paz empieza nunca porque no existe la libertad mientas estemos partidos por culpa de los partidos. La paz es la luz que vemos quienes caminamos en medio de la oscuridad para saber que hay hasta siete puertas por donde pasar: Comunión, Revelación, Conquista, Conocimiento, Herencia, Provisión y Alabanza. Dejo la última puerta, la que hace el número ocho, para cuando haya pasado por todas las demás. Se llama Bendición.
 
El desconocido soy yo. Soy yo el desconocido que va caminando por toda la ciudad y, en medio de todo el gentío, soy una persona más; pero una persona que singulariza siempre todos sus actos porque las masas me aturden. Me alejo de las masas rápidamente una vez cumplida mi labor de saber por qué se han manifestado. Yo soy el desconocido que, a fuego lento, voy preparando esa justicia equitativa que mucho claman en este mundo de seres -humanos es mucho decir - que se están haciendo los sordos. Es curioso que cuando hay algo que se repite muchas veces de la misma manera (por ejemplo la Palabra de Dios) se produce una cosa muy importante: muchísimos se hacen los sordos. "Si consiguiérais callar mi verdad hasta las piedras la gritarían por todo el orbe de la Tierra". Lo dijo Jesucristo. Lo suscribo yo.
 
Tres pisadas de hombre voy dejando en toda la madrileña ciudad: Dios, Hijo y Espíritu Santo. Mi huella de Dios es la voluntad del Padre; mi huella de Hijo es el amor de Jesucristo; y mi huella de Espíritu Santo es la verdad que anida dentro de mi y, en forma de paloma blanca, guía todos mis pasos hacia un punto central: justicia para todos los necesitados y para todas las necesitadas. No hay carretera intermedia. No me desvío ni hacia la derecha ni hacia la izquierda y he elegido el camino del medio porque en el medio radica la virtud y porque nadie jamás conseguirá, pues estoy protegido por la Sangre de Jesucristo en forma de Espíritu de Dios, que me aparte a un lado del camino para dejar desprotegido al otro lado. No. Yo circulo por la ciudad siendo foco de luz para toda la amplitud de los caminos por los que voy transitando sin cesar.
 
Pequeño teatro de vanidad de vanidades es esta vida que nos han empezado a montar. La mordaza se nos quiere imponer como modelo de pensar, como modo de hablar y como moda de actuar. Claro que recuerdo aquella mordaza que me despojé yo mismo para denunciar quién era el que trajinaba maldades a través de la tramoya. El fulgor y la sangre nunca pueden ser verdaderos aliados. El fulgor es brillo. La sangre es decadencia. ¿Hacia que horizonte queríamos avanzar en el futuro? ¿Hacia el brillo de nuestra evolución o hacia la decadencia de nuestra impotencia? El pequeño teatro de la vida no es más que vanidad de vanidades pero se le puede superar con el teatro verdadero, ese teatro que representa nuestras verdades con un guión que escapa al control de los caciques de nuestros pensamientos. Tal vez El juicio de José, La carreta o una farsa como la del señorito de Vélez.  
 
Una casa con goteras no puede ser agradable absolutamente para nadie. Una casa con goteras nos estropea la felicidad. Otros son los caminos de Dios. ¿Por qué no podemos desear, con sano corazón, un chalé de bienestar, con la comodidad ganada con el sudor de todo nuestro cuerpo, en lugar de tener que conformarnos con una casa con goteras? No es ambición humana sino justo precio; ese justo precio del que tanto se habla pero que muchos no aciertan a descubrir porque están pensando en sueños de egolatría. No. Otros son los caminos de Dios que conducen a la felicidad de ganar ese chalé de bienestar que Él regala a quienes jamás le han rechazado; a quienes no hemos luchado por una libertad inexistente sino por una liberación en nombre de Jesucrito, el histórico Jesús de Nazaret. Y así hemos dicho siempre y así lo estamos diciendo siempre.
 
En la noche no hay caminos. ¿Por qué digo que en la noche no hay caminos? Porque se hace camino al andar. La noche es una oscuridad para muchos millones de seres humanos; pero hay algunos que la aprovechamos para crear caminos nuevos que, al llegar el alba, brillan con la nueva luz con la que los hemos ido adornando la noche anterior. Tierra de promisión para quien ha trabajado esa provisión que le están negando los poderosos de la economía. Tierra de promisión para mantener unidas las familias y luchar con todo ardor y valentía para que no se nos venga abajo la existencia humana porque la unidad familiar es la base y los pilares donde se sustentan todos los países. Lo he sabido siempre. Lo he asimilado siempre. Lo he practicado siempre. Así que no escribo por escribir sino para demostrar que es verdad.
 
La marca del meridiano ha dejado en mi cuerpo el signo de la nobleza con la que he venido a este mundo. La vida imaginaria me sirve para construir las piezas necesarias que debo saber utilizar para demostrar al mundo entero que Dios puede hacerlo todo porque para Dios no existe lo imposible. La marca del meridiano es el haz de luz que brilla gracias al Espíritu Santo y nos convierte en nobles verdaderos dejando de ser nobles imaginarios porque Dios puede hacerlo todo simplemente por la Gracia de su Santa Voluntad y sin tener que pedir permiso a nadie porque todo le pertenece a Él ya que Él todo lo creó.
 
El cielo ha vuelto a abrir sus ventanas. Llueve. Está lloviendo de verdad. Me empapo bajo la lluvia pero continúo con el liderazgo de quienes desean seguir mis huellas ahora bien visibles porque llueve. El cielo ha vuelto a abrir sus ventanas. Está lloviendo de verdad y el buen hijo recoje la cosecha de todo lo que ha sembrado. Absolutamente de todo lo que ha sembrado. Y la envidia, el rencor, la ira, el enojo y el odio han quedado barridos por la primera avalancha que los ha hundido en el abismo. Ahora llueve para el bien de los hombres y mujeres del bien.
 
Milena o el fémur más bello del mundo. Es hora de apreciar la belleza de verdad. Es hora de decir no a los hipócritas que las están deseando pero saben que no tienen ni valor ni valía alguna para que mujeres como Milena se enamoren de ellos. Es hora de saber que los machismos y los feminismos son escorias del pasado y hay que borrarlos del faz de la tierra que le pertenece al Cristianismo. Por eso mi color favorito es verte.
 
Hombre desnudo soy cuande expongo mis ideas en medio de las tormentas o caminando bajo el calor del sol. Hombre desnudo soy cuando me despojo de las falsedades que de otros he escuchado y sigo la Voz de Dios. Por eso, cuando consiga por fin alcanzar a mi Princesa, no se me va a olvidar ir con ella a la isla de Alice. Seguro que pertenece al País de las Maravillas.
 
   
 
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Relatos.

Palabras Clave: Lietratura Prosa Relatos Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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