El sobretodo del Doctor Alsina (Mini Novela) -Captulo 2-
Publicado en Aug 10, 2016
"Lo planearon, lo programaron para un determinado fin de semana de octubre, que resultó ser el fin de semana del cumpleaños de Laura, puesto que su cumpleaños caía en viernes"(Patricia Highsmith)
-------- Ni era escritor ni lo menos parecido a un escritor; pero allí estaba de nuevo, en la Sección de Literatura de la primera planta de la Biblioteca Regional de Murcia capital, el psiquiatra Esteban Alsina, del Hospital General Universitario Morales Meseguer, sudando a chorros mientras intentaba escribir, al menos, un decente comentario de "Luna en el Mar Menor" (de la escritora cartagenera Carmen Conde) que pudiese ser publicado en la Revista Trimestral "Locos pero contentos" del Sindicato UGT de la capital murciana. Estaba leyendo rápidamente para tenerlo todo acabado antes de recibir la visita de la airada y temible señora Sofía Obregón. - Estamos todos callados escuchándote que hables y aunque no entendemos todo, tú nos vas enumerando tan viejos misterios tuyos, hueso puro de la vida que el sol consume incesante al costado de tu voz. Es una historia del padre y es viva historia del hijo la que influye tu oleaje, ardiente espesa palabra cubriéndonos con la espuma de frenética saldumbre; o con la calma, flotando como el color de la luz. Hueles y sabes a molusco, amargas olas, traspasas empujón dulce que invades como un amor...; ¡que mareas como una altura, que hiendes como una espada de luna! Cerramos todos los ojos. ¿Quién es el que viene andando, que apenas pisa las olas? ¿Quién multiplica la pesca y arrebata muchedumbres? ¿Eres un mar, o aquel lago que secó el sol de la ira? ¿Eres el mar, o un espejo que del cielo ha descendido para que nosotros, tuyos, queramos soñar el mar? Luna de ti, la vibrante y pronta pisada luna, ¡en estas noches de espera goteando van las barcas en un camino que sigue fuera del mundo, mar mío! Luna de setiembre, última, ya no impávida ni ajena, ¡en este misterio roto de tu distancia! Cuéntanos del mar; si puedes, luna, contarnos cómo hicieron este mar: si a la vez que tú, si antes; si cuando abriste tu cáliz estaba ya aquí, mirándonos... Si fue después cuando oíste el rumor de su estallido... Cuéntanos. Estamos quietos, oyendo debajo de luz; callados y temblorosos de luz! ¡Tan cerca estamos del mar y de ti, callada luna! El psiquiatra Esteban Alsina se desaflojó el nudo de su corbata a rayas rojas y azules, regalo de un fanático seguidor del Levante Unión Deportiva con el que había tenido una íntima amistad allá cuando el Levante estuvo por última vez en la Primera División. Sudaba a chorros. Se sacó el pañuelo de su bolsillo superior de la chaqueta y se limpió la frente. - ¡Estos cabrones de la UGT me han hecho una jugada! ¿Cómo voy yo a escribir un comentario decente sobre este poema cuando todos ellos saben que yo soy ateo? ¡La madre que les parió a todos ellos! ¡Mañana mismo rompo el carnet de afiliado! Y se puso a pensar en aquel Levante Unión Deportiva de la temporada 2012-2013 después de Jesucristo. Pensó en la que él creía la alineación titular. La recitó, sin darse cuenta por culpa de los nervios, en voz alta. - Munúa; Lell, Juanfran, David Navarro, Ballesteros; Iborra, Diop, Barkero, Rubén Garcia; El Zhar y Míchel. Un jovencito de 20 años de edad, que estaba intentando concentrarse en la lectura de "El Quijote" en la mesa de al lado, se levantó y le tocó en el hombro derecho sacando de su ensimismamiento al psiquiatra. - ¿Eh? ¡No! ¡No me pegue señora! ¡Por el amor de Dios no me pegue y no vuelvo a decir nunca más que usted está loca! - ¿Se puede saber a quién está llamando usted señora, imbécil? El psiquiatra Esteban Alsina volvió a la realidad y descubrió que aquel joven de tan sólo 20 años de edad tenía una musculatura monumental. Se podría decir, según calculó él mismo, que tenía músculos hasta en el cerebro. Pero le echó valor. - ¡Oiga, petimetre! ¿Acaso me conoce usted a mí tanto como para llamarme imbécil? El joven musculoso, de esos que se pasan media vida entera en los gimnasios y que llevaba dos cobras tatuadas en ambos bíceps, se quedó ligeramente cortado. - Esto... yo no quise asustarle... Esteban Alsina se levantó de repente. - ¿Asustarme usted a mi, mamarracho? ¡O se marcha usted, muñequito de peluche de película de fantasmas, o le parto la cara! ¿Usted no sabe que yo soy cinturón negro de karate y, además, tercer dan? ¡No le atizo un par de mandangas porque lo tengo prohibido por la Federación Mundial de Karate! Así que ha tenido usted suerte. Un encargado de imponer el orden en la sala se acercó a los dos contrincantes. - ¡Por favor, caballeros! ¡Porténse como dos señores y guarden silencio! ¡Esto es una sala de biblioteca y no un tatami! Pero el acto heroico del psiquiatra había surtido efecto y el jovenzuelo de la musculatura hasta en el cerebro y las dos cobras tatuadas en sus bíceps comenzo a recular mientras se disculpaba. - Perdone, caballero, yo no sabía quién era usted... - ¡Ni lo sabía ni lo sabe bien del todo! ¡Dele gracias a Dios que está en los cielos y a este señor que está aquí presente de que no le haya cruzado ya a usted la cara con dos guantazos bien dados! Una vez vuelta la calma, hecho de nuevo el silencio y con todos y todas los reunidos en la sala concentrados en sus lecturas y tareas; el psiquiatra Esteban Alsina comenzó a pensar, para sus adentros y por primera vez en su vida, sobre la existencia o no existencia de Dios. - ¡Caramba! Si he podido salir vivo de esta aventura tan peligrosa para mi integridad física y no he muerto en el intento... ¿será verdad que Dios existe o ha sido una simple casualidad?... claro que... yo siempre he dicho que no existe la casualidad... y que todo se debe al juego de las causas y las consecuencias... pero... ahora empiezo a pensar... por primera vez... que esto de la existencia de Dios no debe ser un juego... así que lo mejor será que vuelva a concentrarme en este poemita y a ver qué es lo que sale... Esteban Alsina lo leyó de nuevo, todo entero y para sus adentros. - "Estamos todos callados escuchándote que hables y aunque no entendemos todo, tú nos va enumerando tan viejos misterios tuyos, hueso puro de la vida que el sol consume incesante al costado de tu voz. Es una historia del padre y es viva historia del hijo la que influye tu oleaje, ardiente espesa palabra cubriéndonos con la espuma de frenética saldumbre; o con la calma, flotando como el color de la luz. Hueles y sabes molusco, amargas ola, traspasas empujón dulce que invades como un amor...; ¡que mareas como una altura, que hiendes como una espada de luna! Cerramos todos los ojos. ¿Quién es el que viene andando, que apenas pisa las olas? ¿Quién multiplica la pesca y arrebata muchedumbres? ¿Eres un mar, o aquel lago que secó el sol de la ira? ¿Eres el mar, o un espejo que del cielo ha descendido para que nosotros, tuyos, queramos soñar el mar? Luna de ti, la vibrante y pronta pisada luna, ¡en estas noches de espera goteando van las barcas en un camino que sigue fuera del mundo, mar mío! Luna de setiembre, última, ya no impávida ni ajena, ¡en este misterio roto de tu distancia! Cuéntanos del mar; si puedes, luna, contarnos cómo hicieron este mar: si a la vez que tú, si antes; si cuando abriste tu cáliz estaba ya aquí, mirándonos... Si fue después cuando oíste el rumor de su estallido... Cuéntanos. Estamos quietos, oyendo debajo de luz; callados y temblorosos de luz! ¡Tan cerca estamos del mar y de ti, callada luna! De repente una voz penetró en su despierto cerebro. - Esperar es peor que nacer, porque solamente espera el que se muere de esperar sin hacerse con la vida otra cosa que esperar. Recordaba que era una frase de Carmen Conde pero la voz no era de Carmen Conde... - Esto se me está complicando más de la cuenta. Y el caso es que si no lo termino antes de que llegue Sofía Obregón estoy perdido del todo. ¿Esperar? ¿Qué era todo aquello de esperar? De nuevo escuchó aquella voz en su interior. - Esperar las oportunidades aunque todo parezca haber acabado. Eso sí que es difícil pero nunca jamás imposible. Esta vez no era de Carmen Conde pero descubrió que tenía un profundo sentido y se hundió en los recuerdos. ¿Otero? ¿Aquella frase era de Josué Otero de Juan? Se volvió a quedar profundamente concentrado en sí mismo por ver si escuchaba algo más. - Eterna incógnita necesaria y valiosa que a veces nos hace sentir. ¡Sí! ¡Claro que era un pensamiento de Josué Otero de Juan! Pero su voz era distinta, mucho más audible, mucho más honda y como salida de ese lugar llamado llamado alma. - Tengo que escribir algo que me llene de verdad antes de que llegue la señora Obregón. Y ahora sí que comenzó a hacerlo... - Siempre nos callamos ante el misterio de la vida. No somos capaces de entender el oleaje de los sentimientos: esas palabras ardientes que dejaron en la Historia de la Humanidad una Luz inextinguible. Nos empujamos los unos a los otros para ocupar sitiales que llamamos de privilegio; pero cerramos los ojos cuando alguien nos dice que el milagro de la vida consiste precisamente en abrirlos. ¿Qué somos? ¿Quizás solamente un espejismo de nuestra personalidad? ¿Por qué no nos atrevemos a mirar al cielo de otra manera? ¿Soñando? ¿Tal vez podemos soñar con esta playa de mar que alumbra la Luna? ¿Y el pescador de todos los días? ¿Quién es ese pescador que camina por los mares con su misteriosa presencia? Puedo contar mil veces que el mar se abre para dar paso a los sueños y luego se cierra para que nadie los elimine. ¿Es eso posible o es una locura de la Luz? Con este misterio yo he roto la distancia. Ya no estoy aquí, mirando cómo los demás intentan interpretar ciertas lecturas, sino en otra dimensión mucho más exacta. Me quedo quieto. Escucho el temblor de mis manos al intentar escribir algún manifiesto para la Ciencia y lo único que me queda por decir es que Dios existe cuando la callada Luna nos alumbra el mar. Pero cuando salga el Sol, ¿seguiremos siendo tan valientes como para pensar igual? ¿Seremos tan valientes para seguir diciendo lo mismo cuando ya todos nos vean y nos miren y nos señalen como a los locos? Esta Luna me ha traspasado la razón como una espada. Ya no soy el que siembra de iras el sueño de los demás. Quizás he aprendido que los psiquiatras no entendemos nada, absolutamente nada, de lo que es la verdadera esencia de los seres humanos. Y entonces no nos queda otro remedio que aceptar que Dios existe aunque nosotros no lo podamos comprender. Me parece que a alguien voy a tener que pedirle perdón. Estaba releyendo lo que acababa de escribir cuando sintió que alguien le estaba mirando fijamente. Levantó la cabeza y se encontró con la señora Sofía Obregón que estaba mucho más enfadada que cuando habló con él por teléfono y bufaba como un búfalo cabreado; así que se levantó de la silla para saludarla cortésmente, tal como hacen los caballeros de verdad con las damas de verdad, pero ella le soltó tal sonora y rotunda bofetada en la parte izquierda de su rostro que el psiquiatra trastabilleó por unas décimas de segundo, se agarró al respaldo de la silla y la silla y él cayeron al suelo con un ruido tan estruendoso que todos los jovencitos y jovencitas que se encontraban en la sala, más unos pocos mayores de edad, se quedaron asombrados viendo la escena; hasta que el encargado de guardar el orden se acercó cuando Esteban Alsina se había ya levantado del suelo y mostraba su carrillo izquierdo totalmente enrojecido. - ¿Pero otra vez usted metido en jaleos? ¿Qué es lo que sucede con usted, caballero? - Esto... yo... es que yo... pues... iba... - ¿Puede usted, señora, explicarme algo que pueda yo entender sobre lo que ha sucedido aquí? - ¡Justicia! ¡Solamente he hecho justicia! ¡Este señor que está aquí presente pero más le valiera haber estado ausente, y al cual usted le llama caballero porque no le conoce muy bien, es un perfecto sinvergüenza! - ¿Ha intentado abusar de usted, señora? - ¡Soy demasiada mujer para dejarme abusar con tipos como este caballero al cual usted le llama señor porque no sabe bien quién es! ¡Y ahora haga usted el puñetero favor de marcharse y dejarnos hablar a solas este caballerete y yo para solucionar cierto asunto! - Pero... por favor... no hagan tanto ruido... Una vez los dos a solas, se sentaron uno frente al otro. - Escuche, doña Ana Obregón... Sofía Obregón volvió a sentirse muy ofendida. - ¿Cómo se ha atrevido usted a llamarme ahora? - Perdone doña Sofía. Una equivocación la tiene cualquiera. En qué estaría yo pensando. - ¡Le advierto que, aunque hoy sea viernes, no vengo en son de paz! - ¿Y no sería más conveniente para los dos que bajásemos a la primera planta y, sentados mucho más cómodos que aquí, fuera de la vista de tantos jóvenes y algún adulto que otro, hablásemos tranquilamente con un capuchino cada uno. Sofía Obregón montó en cólera. - ¿Se está usted burlando de mí? ¿Está usted de cachondeo comingo? ¡Le repito que aunque hoy sea viernes yo no vengo en son de paz! - Pero si no he dicho nada gracioso... - ¿Y entonces qué es eso de que hablemos cada uno con un capuchino? ¡A mí esa clase de chistes tan malos ni me han gustado nunca ni me siguen gustando! ¿Quiere sentir usted ahora el calor de mi mano izquierda? ¡Le advierto que soy zurda! - Pero... señora... ¿es que no sabe usted lo que es un capuchino?... - ¡Por supuestísimo que lo sé muy bien! ¿Me está usted llamando trotaconventos? - ¿Puede usted explicarme lo que es un capuchino antes de que me suelte otro guantazo siendo yo inocente? - ¡Já! ¿Inocente usted? ¿Cuándo ha sido usted alguna vez inocente? - Ahora mismo lo estoy siendo. - ¡Para que se entere de que tengo mucha más cultura que usted y, dicho sea de paso, mucha más vergüenza, le he de decir que un capuchino es un religioso descalzo, que pertenece a la orden de San Francisco pero reformada por Matteo di Bascio en el siglo XVI. - ¡Ostras! ¿Y no es usted una trotaconventos sabiendo todo eso? - ¡Como le suelte la segunda bofetada le convierto en higrométrico! - ¿En qué cosa rara me va a convertir usted? Es la primera vez que oigo esa palabrota. - ¿Se sigue usted cachondeando de mí? - ¿Es que no es una palabrota? - Higrométrico deriva de higrometría y ésta es la parte de la física relativa al conocimiento de las causas productoras de la humedad atmosférica y de la medida de sus variaciones. Pero Esteban Alsina no se dejó amilanar por tanto conocimiento científico. - ¿Y no sabe usted que el capuchino, que deriva de la palabra italiana cappuccino, es una bebida italiana preparada con café expreso y leche montada con el vapor para crear la espuma y que en ocasiones lleva cacao o canela en polvo? Un capuchino se compone de 125 mililitros de leche y 25 mililitros de café expreso. El capuchino, en las cafeterías de renombre, se sirve con una galleta o un bombón; aparte se sirve un vaso de agua con una cuchara. En Italia se consume mucho para el desayuno o para el almuerzo, junto con un croissant. - ¡Estoy hasta las narices de sus mañas para salir de los enredos en que se mete! ¡Pero le advierto que lo sé todo y lo voy a hacer público! - ¿Puedo saber a qué se está refiriendo? - A que es usted un desviado y un pervertido sexual. - ¿Pero qué está usted diciendo, señora loca? Esto... quise decir solamente señora sabeloto. - ¿Va a negarme ahora que usted tiene relaciones sentimentales solamente con hombres? - Que yo sepa eso no es verdad y ni tan siquiera se me ha ocurrido imaginarlo. - ¡No intente seguir usted ocultándolo por más tiempo! ¡Sé que usted se va a presentar como cabeza de lista del partido "Unidos Somos Más" porque ansía alcanzar la alcaldía de Molina de Segura! ¡Pero yo voy a contarle a toda la Región de Murcia lo que es usted! - ¿De verdad sabe, señora Obregón, lo que soy yo y cómo soy yo? - Por sus hechos los conoceréis. - Sí. Eso lo dijo Jesucristo. - ¿Y va a ser tan caradura como para seguir negando que mantiene usted relaciones sentimentales y sexuales con Alfonso Perea Sanginés, más conocido como "El Bigotes", y que es el concejal de Deportes de Las Torres de Cotillas? - ¡Es usted una verdadera cotilla, señora o lo que sea! - ¡Y usted un maricón que no tiene ni la valentía de decirlo! Esteban Alsina dio un puñetazo sobre la mesa. - ¡No consiento que usted me insulte a mí de esa manera tan troglodita y que, de paso, también insulte a mi gran amigo "El Bigotes", que es un completo y sano atleta en todos los sentidos y por eso le admiro tanto! - ¡No voy a parar hasta verle a usted entre rejas! ¡Por corrupto y por dar mal ejemplo a los adolescentes! - ¿Qué va a hacer usted ahora, señora? ¿Lo que le da la gana como siempre ha hecho, vieja bruja? - ¡Siga! ¡Siga usted insultando! ¡Pero mañana mismo voy a enviar una nota escrita a todos los medios de comunicación social de la Región de Murcia para que todos y todas se enteren de su verdadera personalidad! - ¿Y qué cree usted que es la verdad? - Que usted es un hombre, lo cual lo dudo demasiado, que sólo mantiene relaciones sentimentales y sexuales con otros hombres. - Pero si yo sólo estoy enamorado de una mujer... - ¡Já! ¿Se puede saber de qué mujer me está usted hablando, Esteban Alsina? ¡Mañana mismo toda la Región de Murcia se va a enterar de todos los líos en que está usted metido! - ¡Le repito más alto, pero igual de claro, que solamente estoy enamorado de una mujer! - ¿Quién es esa mujer de la que dice usted estar enamorado para ocultar sus relaciones deshonestas y pecaminosas? - No tendría por qué decírselo pero, como está usted tan esquizofrénica con este asunto, le tengo que hacer ver, para que se ponga usted al día en cuanto a sus chismes de verdulera, que la mujer de la que estoy enamorado es mi propia esposa. Un rictus de odio desagradable se dibujó en el rostro de Sofía Obregón. - ¡Já! ¡Yo no veo que lleve usted algún anillo de casado en alguno de sus dedos de las manos! - ¿Es que si llevo anillo estoy casado y si no llevo anillo estoy soltero? - ¡La tradición es la tradición! - Soy el primero que respeta las tradiciones del pueblo murciano pero sé de muchos casos de hombres casados que se quitan los anillos para tener relaciones sexuales con jovencitas y, algunas de ellas, hasta menores de edad, como hacen, por ejemplo, "Tito" Correa, "Chorlito" Barahona, "El Gordo" José y su compinche "El Indigenista de la Caicedo", que siempre huelen a cuero porque viven gracias a que roban proyectos y trabajos profesionales de otras personas haciendo creer a los demás que son suyos, incluso guiones de cine y televisión, para comprarse lujosas chompas de invierno. - ¡Y usted tiene esas relaciones con jovencitos! Ya harto de aquella tan angustiosa persecución, Esteban Alsina sacó su billetera, buscó entre sus documentos y sacó una fotografía que se la mostró, de frente, a Sofía Obregón. - ¡¡Santo cielo!! ¡¡Qué guapa es!! - Pues es mi esposa. - ¡Já! ¡Usted lleva esta fotografía sólo para disimular que es gay! - Tome usted la fotografía y lea lo que está escrito en su dorso. Con morbosa curiosidad, y malísimas intenciones, Sofía dio la vuelta a la fotografía y leyó. - Para mi amado esposo, Esteban Alsina, que siempre me ha demostrado completa y absoluta fidelidad en todos los momentos de nuestras vidas. Sofía Obregón, con cara de fastidio, devolvió la fotografía a Esteban Alsina. - ¿Se puede saber entonces por qué nadie la conocemos en Molina de Segura? - Señora sabelotodo, eso es porque ella lleva seis meses, que son los mismos que llevo yo aquí, haciendo una gira de coferencias que está impartiendo a lo largo de todos los Estados Unidos de Norteamérica. Ahora se encuentra en Los Ángeles de California donde va a impartir una charla sobre la paz ya que la han distinguido con el título de "Doctora Honoris Causa" en la UCLA. La señora Obregón se quedó, durante un par de minutos, mirando de frente al psiquiatra Alsina, antes de poder preguntar. - ¿Qué es la UCLA? - ¡Cómo se nota que usted nunca ha sido universitaria! ¡UCLA son las siglas de la Universidad de California de Los Ángeles! Por si le interesa saberlo para contar chismes de verdulera, le doy a conocer que se ubica en el área residencial de Westwood dentro de la ciudad de Los Ángeles. - ¡En esta ocasión se ha salvado usted por los pelos, señor Alsina, pero le juro que tengo otro as entre mis mangas! ¡No voy a parar hasta que se entere toda la provincia murciana qué clase de sinvergüenza es usted! Ya tendrá nuevas noticias mías y no me voy a esconder para decírselo en la cara! - Espero que ese día acepte usted hablar con capuchinos. - ¡Ese día se le van a acabar para siempre sus ganas de bromear con personas tan decentes como yo! - Espero que eso sea cierto y no un espejismo. - ¡Bromee! ¡Bromee usted ahora que está a tiempo pero le juro que no voy a parar hastas verle a usted metido entre rejas! - Oiga, señora o lo que sea... ¿es que usted me persigue tanto porque está locamente enamorada de mi ya que no ha encontrado otro que sea menos tonto que yo?... - ¡Ya veremos si cuando esté en la celda de la cárcel sigue usted contando chistes a las ratas!
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