Otra de universitario (Diario)
Publicado en Aug 12, 2016
En 1977 todavía existía la muralla de Berlín, así que, recordando cierta canción de mi juventud, me la quedé mirando y le solté, a bocajarro, lo de !la muralla de Berlín separó nuestros corazones! Ella no supo reaccionar a tiempo y me dediqué a estudiar a destajo pero sin olvidarme nunca de las reivindicaciones humanas. En la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid estábamos ya hartos de la existencia del muro. Y como yo era representante de los alumnos y las alumnas de mi aula no tuve más remedio que dar ejemplo de liderazgo; así que me uní al pequeño piquete que nos habíamos propuesto la tarea de acabar con aquella injusticia. Dicho y hecho. Nos pusimos manos a la obra y, con cualquier cosa punzante que encontramos, nos dedicamos a la ardua tarea de derribar aquel muro que significaba una ignominia para nuestros derechos estudiantiles. Los golpes sonaban como latidos de nuestros corazones. Palpitando a la velocidad de un rayo, fuimos llevando a cabo aquella acción con toda nuestra alma puesta en el intento. No fue un intento baldío sino que conseguimos hacer justicia y, todos al asalto, rebasamos los cascotes que se esparcían por el suelo y entramos a tomar posesión de la parte "oculta" que no nos dejaban utilizar. Fue algo que nunca olvidaré porque no sólo era un acto de justicia sino una verdadera necesidad para que las aulas no tuviesen tantos alumnos y alumnas que había que sentarse hasta en las ventanas e incluso en el suelo, conseguimos abrir una hemeroteca que es hoy una gran realidad, se abrió la sala que encerraba equipos e instrumentos para llevar a cabo prácticas periodísticas y, sobre todo, se solucionó el asunto de la cafetería que, de ser estrecha y angosta cuando teníamos que beber de perfil para no estorbarnos los unos a los otros a la hora de visualizar a la del chándal rojiblanco que era la más guapa y más de todo de la Facultad, y ahora existe una cafetería tan amplia que todos y todas pueden sentarse en cómodas sillas; algo que nosotros no podíamos hacer por falta de espacio y teníamos que abrir las ventanas para poder respirar porque, además, fumábamos casi todos. Y recuerdo que aquel acto de justicia lo celebramos una noche encendiendo velas y cantando canciones que nos salían del alma. Yo canté los de "¡la muralla de Berlín separó nuestros corazones! y aprovechando el descuido de ella comencé el sprint final para acabar con toda aquella pesadilla hasta que terminé por conseguir la Licenciatura. Ovíes y sus "fachas" se cabrearon mucho. Creo que todavía están mosqueados y beben como cosacos para olvidar.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|