El sobretodo del Doctor Alsina (Mini Novela) -Captulo 5-
Publicado en Aug 12, 2016
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"La multitud se arrastraba como un monstruo ciego y sin mente hacia la entrada del metro"
(Patricia Highsmith)
 
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La cafetería Ítaca de la ciudad de Murcia, a las 8 de la noche de aquel viernes, estaba repleta de una multitud que hablaba, como un monstruo ciego y sin mente, de cosas totalmente absurdas, e incoherentes, relacionadas con la noticia de que se habían avistado dos ovnis sobre el edificio de "La Opinión". Nadie sabía si era cierto o falso pero todos hablaban, casi al mismo tiempo y de manera atropellada, de aquel extraño suceso. Un "rubiales" y una "morenaza" discutían acaloradamente.
 
- ¡Que no, Pánfilo, que no! ¡Que nos son azules sino verdes! ¡Lo que pasa es que cuando te quitas las gafas con cristales de culos de botellas ves menos que Polifemo después de haber conocido a Ulises!
- ¡Que te digo yo, como me llamo Pánfilo Narváez Rubio, que son más azules que los cirsantemos que tienes en el jardín de tu chalé para que todos nos creamos que eres la más interesante de toda la urbanización!
- ¡Lo que te pasa, Pánfilo, es que tú no tienes ni idea de lo que es un ovni!
- ¡Mira, Milena, sé más de ovnis que tú de niños pijos, que ya es decir!
- ¿Estás llamando a Milena Pantoja Morena, que soy yo misma, niña pija? ¡Si eres un hombre de verdad me vuelves a repetir eso cuando salgamos a la calle! 
- Pero no te enfades tanto, Milena...
 
En otra mesa discutían un viejo farmaceútico y un joven estudiante de veterinaria de la Universidad de Murcia.
 
- ¡Jovencito! ¡Si yo digo que eran dos ovnis es que eran dos ovnis! ¡He llegado a ser, en mi ya larga carrera profesional, hasta un destacado catedrático de Biología Animal!
- ¡No es por faltarle al respeto, Don Serapio, pero no ponga esa cara de apio porque yo le digo que no eran dos ovnis sino dos platillos volantes!
 
Don Serapio Rebollo Aguirregabiria, que era hijo de un padre gallego y una madre vasca, ya fallecidos los dos, que habían emigrado a la ciudad de Murcia en busca de fortuna una vez ya casados por lo civil y por lo eclesiástico, creyó que el jovencito estudiante llamado Alejandro Salinas Donoso le estaba tomando el peluquín.
 
- ¿Estás de coña conmigo o crees que mi peluquín no se merece un respeto?
- ¡Pero si yo le estoy respetando, Don Serapio! ¡Le respeto a usted y a su peluca! 
- ¿Es que te crees que porque te llamas Alejandro eres Magno?
- ¡No! ¡Yo no tomo nunca Magno sino Centenario!
- ¿Me estás llamando señor centenario?
- ¡Que no, Don Serapio! ¡Que usted ya no escucha tanto como cuando era un joven flecha de la Falange Española Tradicionalista según me han dicho las malas lenguas! ¡No he dicho señor Centenario! ¡He dicho sino Centenario!
- ¡En cuanto termine mi carajillo vas a ver quién lleva la razón! ¡Tus pavadas o mi tranca!
- ¡No se enfade, Don Serapìo! ¡Seguro que eran dos ovnis pero no me di ni cuenta de lo que eran!
 
En la barra había un grupito formado por dos hombres de mediana edad que estaban acompañados de sus respectivas esposas. El que parecía llevar la voz cantante era el del traje blanco con una rosa roja en la solapa que, al parecer, era del PSOE y el otro hombre llevaba una camisa abierta y parecía ser de Izquierda Unida ya que también tenía puesta sobre su cabeza una gorra roja con la hoz y el martillo en color amarillo.
 
- ¡Que digo yo, Pacorro, que un extraterrestre y una extraterrestra salieron de los dos ovnis y se encuentran ahora entre nosotros aquí en la ciudad de Murcia!
- ¡Eso es muy grave, Cayo!
- ¿Tú qué opinas, Piluchi?
- ¡Ah yo no! ¡Yo cuando hablan los hombres de pelo en pecho como mi Pacorro es que no digo ni mu, Maribel!
- ¡Mira que eres antigua, Piluchi! ¡Eres más carca que La Pasionaria!
- No. Lo que pasa es que no digo tantas bobadas como tú.
- ¿Son bobadas decir que hay un extraterrestre y una extraterrestra entre nosotros en la ciudad de Murcia?
 
En aquel mismo instante se abrió la puerta del local y entró el psiquiatra Esteban Alsina Amores. Todos guardaron inmediatamente un silencio sepulcral esperando a ver si hablaba para saber si era o no era el extraterreste ya que para todos era un desconocido. ¿Era aquel Esteban el extraterrestre del que todos y todas estaban hablando? ¿Era ese el secreto del Doctor Alsina que estaba dispuesta a desvelarlo públicamente Sofía Obregón Orejudo? ¿Y qué pasaba con la extraterrestra? ¿Sería la monumental y bellísima Ilana Castelló Roxas, esposa de aquel extraño Doctor Alsina, la extraterrestra que había salido del otro ovni? Todos y todas estaban esperando a que Esteban Alsina Amores hablara para poder salir de dudas. Pero la que habló, y bien alto, fue Sofía Obregón Orejudo.
- ¡¡¡Aquí, Esteban aquí!!! ¡¡¡Estamos aquí!!!
 
Esteban Alsina Amores divisó a la citada Sofía sentada y flanqueada por dos señoes a los cuales no conocía de nada. Se acercó a la mesa y pidió disculpas.
 
- Perdonen por mi retraso pero ha sido culpa de "Chispa". 
 
Todos y todas se llevaron una enorme decepción general. ¡El Doctor Asina no era ningún extraterreste porque hablaba muy bien el español, y además se le notaba ya cierto acento murciano que no se conseguía en apenas una semana! ¡No era ese el secreto que quería desvelar en público la odiosa Sofía Obregón Orejudo! Esteban se sentó. Sobre la mesa ya estaban servidos cuatro cafés con leche, en vaso de caña y con dos sobres de azúcar cada uno. Comenzaron a hablar muy bajo para no ser escuchados por quienes se encotraban a su lado pero todos y todas seguían hablando y comentando, ahora de manera totalmente sosegada y en tono muy bajo, desvaríos sobre aquel asunto de los dos ovnis. 
 
- No se preocupe tanto porque ya están pagados, Esteban.
- Es que no quisiera yo abusar demasiado de una verdadera dama como usted... señora...
- ¿Todavía sigue con el pitorreo de llamarme señora?
- ¿Y cómo quiere usted que la llame?
- Por ejemplo, por mi nombre de pila, que es Sofía.
- ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¡Yo sólo llamo por el nombre de pila a mis amigos y amigas!
- ¡Si quiere usted guerra va a tener guerra!
- Bajemos la voz, por favor. Yo no quiero guerra con nadie pero, por favor, le ruego aunque sea de rodillas, que deje de pensar tanto en mí como si no hubiese otros hombres en el planeta Tierra. ¿Es que no tiene usted nada más interesante que hacer en esta vida?
- Pues vas a ser que sí. Por lo pronto aquí te presento al inspector de la Hacienda de España Don Hortensio Berza Lechuga.
- ¡Encantado de conocerle, Esteban!
- ¡Lo mismo digo, Hortensio! ¿Como ha dicho esta señora que se apellida usted?
- Berza Lechuga.
 
Al psiquiatra le dio un pequeño ataque de risa.
 
- ¡Jajajá! ¡Perdón! ¡Ha sido sin querer queriendo!
- Le comprendo. Le comprendo más de lo que usted cree.
 
Intervino de nuevo Sofía.
 
- Y aquí te presento a un amigo del señor Hortensio Berza Lechuga que no sé cómo se llama ni me importa saberlo porque ni le conozco de nada ni sé a lo que se dedica. 
- No se preocupe por eso, señora. Me llamo Wenceslao Leovigildo Wamba Vitiza.
 
Al psiquiatra le dio otro pequeño ataque de risa.
 
- ¡Jajajá! ¡Perdón! ¡Ha sido sin querer queriendo!
- No se preocupe por eso ahora, doctor. Después tendremos tiempo suficiente para reírnos todos si es que tenemos buen sentido del humor.
 
Esteban Alsina Amores se dio cuenta de que la cosa iba en serio y se puso serio.
 
- Pues ustedes dirán para qué me ha citado aquí esta señora...
 
Sofía Obregón Orejudo abrió su bolso y sacó un documento.
 
- ¡Esto es una Notificación de Hacienda que robé del bolsillo derecho del sobretodo del Doctor Alsina, la última vez que estuve en su consulta.
- ¡A ver, a ver! ¡Deme usted ese documento, señora Obregón!
- ¡Con sumo placer y sumo gusto, señor Berza!
 
El inspector de Hacienda cogió el documento y leyó cuidadosamente la Notificación antes de hablar de nuevo.
 
- ¡Aquí se dice que este señor, el psiquiatra Alsina, debe a la Hacienda española un total de doscientos mil euros! ¿Es cierto esto?
- ¡Usted bien que lo sabe, señor Berza!
- ¡Calle un momento, señora, por favor!
- ¡Es que quiero que de aquí vaya directo a la cárcel para que se pudra allí para siempre!
 
El inspector de Hacienda siguió revisando, de arriba a abajo y de adelante hasta por detrás, la Notificación y sin hacer caso a las palabras de Sofía.
 
- Parece legal, pero...
- ¿Pero no ve usted que está firmada por usted mismo?
- Si. La firma parece la mía, pero...
- ¡Pero qué narices pasa con usted! ¿Por qué no actúa y detiene a este estafador?
- ¡Señora! ¡Esto es muy grave! ¡Tengo que consultarlo con mi computadora!
 
Ante el silencio de los otros tres, el inspector de Hacienda sacó de su maletín la computadora y estuvo manejándola por unos cuantos minutos que a Esteban Alsina Amores le parecieron una eternidad.
 
- ¿Cómo se llama usted, caballero?
- Esto... yo... pues... Esteban Alsina Amores... para servirle a usted y a la Hacienda de España.
- Por lo que estoy viendo en la pantallla usted no sólo no debe nada a Hacienda sino que Hacienda le debe a usted cien euros.
- ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!!
- ¡Tranquila señora como se llame! ¡Chilla usted como una corneja!!
- ¿Y a usted quién le ha dado vela en este entierro?
- Yo sólo le pido que se tranquilice usted, porque esto se va a solucionar tal como debemos solucionarlo y tal como Dios nos manda que lo solucionemos. 
- ¿Usted se cree más listo que yo, señor Wenceslao?
- No sé cual es su coeficiente de inteligencia, señora, pero el mío es mucho más alto que el de la media de todos los españoles.
- ¡Es usted un mantecado!
- ¿Ha querido usted decir que yo soy un mentecato?
- ¡Eso eso eso! ¡He querido decir mentecato!
- Menos mal... porque de haber sido un mantecado usted me hubiera devorado ya...
 
Ella no quiso seguir con el bacile.
 
- ¡Revise usted otra vez la pantalla, señor Berza! ¡Tiene que haber algún error!
- ¡Hubo un error pero ya está solucionado!
- ¿Puedo yo saber qué error fue ese?
- ¡Por supuesto que sí, Señor Don Esteban Alsina Amores! Hubo un año, hace ya bastante tiempo, en que creíamos que usted no había cumplido con la obligación de presentar su Declaración a Hacienda, y era raro porque siempre la presentó usted todos los años y además todos los años salía negativa y le devolvíamos alguna cantidad de dinero. ¡Eso era lo raro del asunto! ¿Por qué, si salía simpre negativa, aquel año usted no presentó su Declaración a Hacienda? Hicimos una investigación a fondo a través de un detective privado que lo primero que sospechó es que usted había enviado la Declaración a través de Correos seguramente en el plazo reglamentario. Si era así es que debía suceder algo raro entre los empleados de Correos y, efectivamente, tras una laboriosa investigación descubrimos que aquella Declaración a Hacienda, de dicho año, estaba perfectamente realizada y entregada en Correos dentro del plazo legítimo y reglamentado; lo que sucedió es que un tal Florentino Magro Helguera, que había sido un conocido falangista durante la Guerra Civil y fascista cien por cien, y que ahora trabajaba como jefecillo de última categoría en Correos de España, tenía guardada su Declaración en un cajón de su mesa de trabajo. 
- ¿Es cierto eso?
- Es cierto, señor Alsina... pero luego le explicaremos por qué lo hizo...
- No me interesa saber nada más que no cometí ningún delito.
- Pero a nosotros sí nos interesa que ahora se sepa toda la verdad. De momento tengo que añadir a lo ya expuesto que aquella Declaración era negativa y no sólo no debía usted pagar nada a Hacienda sino que Hacienda le tenía que devolver a usted un total de pesetas que, al cambio de hoy en día, supone un total aproximado de cien euros; así que, delante de todos estos testigos, le hago entrega de dichos cien euros y le presento mis disculpas en nombre de toda la Hacienda de España por ser usted un ciudadano ejemplar y responsable.
 
El inspector de Hacienda sacó del bolsillo interior de su chaqueta un billete de cien euros y se lo entregó al Doctor Alsina. 
 
- ¿Y cómo es que esa Notificación estaba en mi sobretodo?
- Luego hablaremos de eso...
- ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser que se me escape definitivamente!!
- ¿Cómo dice usted, señora Obregón?
- ¡A usted qué leches le importa, Wenceslao!
- Don Wenceslao Leovigildo o señor Wamba Vitiza si lo prefiere. No lo olvide nunca no vaya a ser que se tome demasiadas confianzas conmigo.
- ¡Bueno! ¡A usted qué coño le importa, señor Wamba Vitiza!
- Pues resulta que me puede importar más de lo que usted se está creyendo, señora. ¿Como dijo usted que se llama?
- ¡Yo me llamo como me llamo!
 
El desconocido personaje sonrió...
 
- Como chiste es tan pésimo que resulta gracioso; pero yo quiero saber cómo se llama.
- ¿Es usted imbécil?
- A veces me hago pasar por imbécil para poder trabajar mejor.
- ¡¡Me llamo Sofía Obregón Orejudo!!
- ¿Está usted segura?
- ¿No se ríe usted por lo de Orejudo?
- Nunca me río de los apellidos; pero le estoy preguntando que si está usted segura de que se llama así. 
- ¡De verdad que es usted idiota además de imbécil!
- Reconozco que muchas veces, ademas de hacer creer que soy imbécil también hago creer que soy idiota para poder trabajar mejor que mejor. ¿Cómo se gana usted la vida, señora Obregón?
- Soy ama de casa y me dedico a mis labores.
- ¿Y siendo solamente ama de casa... pero haciendo sus labores... viste usted con tanto lujo?
- Es muy fácil de explicar. Me casé excesivamente joven, con un hombre multimillonario además de superguapo; todo un verdadero príncipe azul que, sin embargo, se murió al año siguiente por culpa de un elefante blanco.
- ¿Está usted fantaseando, señora Obregón?
- A veces fantaseo un poco... pero un poco nada más...
- ¿Así que su príncipe azul murió por culpa de un elefante blanco en un atardecer rojo?
- ¡Pues sí! ¡Eso es! ¡Sucedió en un atardecer rojo! ¿Cómo lo ha adivinado usted?
- Porque supongo que la selva era verde.
- Pues también. Además del atardecer rojo la selva era verde.
- ¿Cómo es posible todo eso del elefante blanco?
- Porque a mi querido y nunca olvidado Príncipe de Bragaestación... esto...
- ¿Quiere usted decir Príncipe de Bagration?
- ¡No, no y no! ¡Mi esposo era el Príncipe de Bragaestación!
- Si usted lo dice...
- El elefante blanco lo aplastó por completo pero el pobre...
- ¿Cómo que pobre? ¿No dijo usted antes que era un hombre multimillonario?
- ¡Me alegro que usted tenga tan buena memoria como un elefante blanco, señor Wamba Vitiza!
- Pero bueno... era multimillonario o era pobre...
- Según mis cálculos ya previstos, me dejó como herencia una verdadera fortuna que, gracias a mi inteligencia como inversionista legal, la estoy elevando mucho con sus intereses.
- ¿Un hombre joven, superguapo, multimillonario y príncipe, se casó con usted?
- ¿Es que acaso soy tan fea?
- Sí... esto... digo... no lo sé... eso no tiene importancia... pero la verdad es que es muy didícil de creer...
- ¡Pero es cierto! ¡Era tan guapo como un cruce entre Alfonso Guerra y Mariano Ozores!
- ¡Jajajá! ¿Quién es más mentiroso el que miente o el que dice mentiras?
- Los dos son la misma cosa. 
- Se equivoca del todo, señora, porque el que miente es un ignorante ya que no sabe cuál es la verdad y miente sin darse cuenta; pero el que dice mentiras sí que conoce la verdad pero a pesar de ello dice mentiras. Luego es más mentiroso el que dice mentiras que el que miente. ¿Me está usted siguiendo?
- ¡Eso, eso, que le siga a usted y deje ya de seguirme a mí!
- ¡¡Cómo le odio, psiquiatra de los demonios!!
 
El desconocido personaje volvió a tomar la palabra. 
 
- Calma, señora.
- ¡Cálmese usted, porras!
 
El desconocido personaje no dijo nada más, pero sacó de su maletím otra computadora y comenzó a manejarla por unos minutos que a Sofía le parecieron una eternidad.
 
- Qué raro es todo esto.
- ¿Qué quiere decir con eso?
- Que no veo su nombre en el listado general de todos los habitantes de España. 
- ¡¡Pues debe ser un error de la computadora o es que usted, además de imbécil e idiota, también es un inútil!!
 
El desconocido personaje no se inmutó ante este triple insulto.
 
- ¿Puede usted enseñarme su carné de identidad español?
- ¿Por qué tengo yo que enseñárselo?
- Porque es muy importante para usted misma.
- ¡Eso es completamente obvio! ¿Es verdad que usted es tan cretino como parece?
- No. No lo digo porque yo sea cretino, aunque a veces me hago pasar por cretino para trabajar todo lo mejor que se puede trabajar en lo mío, sino que lo digo para que usted sepa muy bien quién es usted misma y no se equivoque nunca de saber quién es.
- ¿Se ha vuelto usted gilipollas del todo?
- A veces hago como que me vuelvo gilipollas del todo para ser el mejor de los mejores en mis trabajos... pero esta vez no... así que, por favor... ¿tendría la amabilidad de enseñarme su carné de identidad español?...
- Yo, como inspector de Hacienda haría bien en enseñarlo, señora Obregón.  
- Sólo para complacerle al señor Berza y no a usted, que no sé qué pinta en esta reunión, se lo voy a dejar ver pero que conste que esto es un atropello.
 
Sofía Obregón Orejudo, a regañadientes y mascullando palabrotas, abrió su bolso, sacó su carné de identidad y se lo enseñó al desconocido personaje.
 
- Muy bien, señora.
- ¿Ve usted cómo es verdad que soy española y me llamo Sofía Obregón Orejudo?
- Lo único que me interesa es su fotografía.
- ¿Es que se ha enamorado usted de mí?
- No tengo nunca tan mal gusto con las mujeres.
- ¿Sabe que es usted muy grosero?
- Sólo sé que me tengo que defender como puedo para cumplir con mi trabajo. Si no fuese así las mujeres acabarían conmigo. 
 
El desconocido personaje tomó el carné de Sofía Obregón Orejudo y se quedó mirando un largo rato la fotografía. 
 
- ¿No dice usted que no tiene mal gusto con las mujeres?
- Y es cierto. Usted no me gusta absolutamente nada y para nada pero no me haga seguir siendo sincero ya que usted cree que mi sinceridad es una grosería. Tengo que hacer una comprobación rutinaria.
- ¿Es usted del Instituto Nacional de Estadística?
- Algo parecido.
- ¿Y qué va a hacer con mi fotografía?
- Escanearla para saber bien del todo quién es usted.
- ¿Sigue con la misma estupidez en su cabeza?
- Prefiero tener estupideces en la cabeza y no cuernos.  
 
El desconocido personaje extrajo de su maletín otra computadora y comenzó a utilizarla durante unos pocos minutos que a Sofía le parecieron una eternidad.
 
- ¿De verdad es usted española?
- Soy española y murciana por los cuatro costados. De Águilas para ser más exactos como viene muy bien escrito en mi carné.
- Pues será usted muy aguileña como bien lo dice su nariz pero noto algo extraño...
- Si lo dice por mi acento colombiano es que estuve veinte años trabajando en Colombia.
- ¿En qué trabajaba usted allí?
- En negocios de café.
- Muy lógico, muy lógico, pero si ya es extraño que su nombre y apellidos no aparecen en el listado de los habitantes de España, mucho más extraño es que diga usted que es española de nacimiento cuando escaneando su fotografía y adaptándola a dicho listado resulta que se descubre que usted se llama Paloma Conejo Pavón y es colombiana nacida en Cali.
- ¡¡Imposible!! ¡¡Eso es un error de su computadora!! ¡¡Debe usted estar confundiéndose con otra persona!!
- Su rostro es inconfundible y no hay duda de que coincide con el rostro de Paloma Conejo Pavón aunque sea tan fea.
- ¡¡No me importan ya sus groserías ni sus absurdas deducciones!! ¡¡Repito que debe ser un error de su computadora!!
- Espere... espere un momento señor Wamba... porque esos apellidos me suenan bastante.
- ¿Está también usted tocado de la cabeza, señor Berza?
- ¿Qué sucede, inspector?
- ¿Cómo ha dicho que se llama esta señora?
- Paloma Conejo Pavón.
- Me suena de mucho. Esperen un momento.
 
El inspector de la Hacienda española estuvo manejando su computadora unos pocos minutos que para el desconocido personaje parecieron una eternidad.
 
- ¡Ajá! ¡Aquí está! ¡Hace ya un tiempo que en Hacienda nos dimos cuenta de que una tal Paloma Conejo Pavón no hizo nunca jamás una Declaración a Hacienda a pesar de las muchas cantidades de dinero que manejaba con los Bancos y, mire por donde, señora Conejo, usted debe ya a la Hacienda española un total de dos millones de euros!
- ¡Eso es mentira! ¡Yo no soy la señora Conejo!
 
El desconocido personaje tuvo que intervenir de nuevo.
 
- ¡Calma, señora! Nadie la está acusando todavía de manera oficial pero... ¿sigue usted insistiendo en que usted no es la señorita colombiana Paloma Conejo Pavón?
- ¿Por qué llama señorita cuando ya soy toda una señora?
- Perdone. No me interesa para nada su vida privada y mucho menos su vida sexual pero en la pantalla aparece usted como soltera. 
- ¡Le repito que usted me está confundiendo con otra persona!
- Hagamos una cosa para salir de dudas... 
- El que tiene que salir de dudas es usted y en cuanto se aclare todo esto pienso denunciarle por ostigamiento a una ciudadana española y, por tanto, ciudadana libre. 
- ¿Podemos hacer una regresión y volver a su primera juventud que es cuando llegó a España?
- Si usted se empeña... pero me parece una bobada porque yo soy española y no salí de España una vez ya pasada mi edad juvenil... 
- Vamos a suponer que es cierto que usted es la señora Obregón. 
- ¡Es que soy la señora Obregón! 
- ¿Usted tiene o ha tenido alguna vez delirios de grandeza?
- Si soñar es tener delirios... pues sí... 
- Concéntrese en lo que estamos hablando y olvídese ya del principito de sus fantasías. 
- ¿Tengo que hacer una regresión?
- Exacto. Tal como las hace con su psiquiatra.
- No sé de qué va a servir tanta tontería pero si usted me pide que lo haga pues lo hago y santas pascuas y todos nos vamos a nuestras casas y se acabó la fiesta.
- ¿Está ya preparada?
- Si.
- ¿Tiene usted una hermana también colombiana y nacida en Cali?
- ¡Jamás he tenido una hermana porque soy hija única! ¡Ni colombiana de Cali ni norteamericana de Chicago por no decir una palabrota mucho más fuerte! 
- Espere un momento, por favor. 
 
El desconocido personaje volvió a utilizar su computadora.
 
- ¿Sucede algo nuevo?
- Nada raro, señor Berza. 
- ¡Luego se demuestra que no tengo ninguna hermana!
- Pues la pantalla, y usted misma puede observarlo, demuestra que usted tiene una hermana llamada Amadora Conejo Pavón, guapísima por cierto, nacida también en Cali y residente en España desde hace doce años y empadronada en el mismo domicilio que usted.  ¿Lo acepta o no lo acepta?
- ¡Está bien! ¡Lo acepto! ¿Qué tiene que ver ella en todo esto?
- Hace ya dos años estábamos detrás de usted y de todo el grupo que tienen montado porque precisamente su hermana Amadora Conejo Pavón puso una denuncia contra usted en la Comisaría del Distrito de Ciudad Lineal de Madrid capital. 
- ¿Está usted borracho? ¡Yo no he vivido jamás en la ciudad de Madrid!
- Pues no la creo porque va a ser que sí. Usted vivió durante doce años seguidos en la calle Alcalá de Madrid junto con su hermana Amadora y otras muchas personas más o menos ambulantes, todas juntas y revueltas, en un piso propiedad de don Vicente Loza Noriega, conocido en el mundo del hampa madrileña como "El Lozano".
- ¿Mi hermana puso una denuncia contra mi? ¡Eso es mentira!
- Eso es verdad.
- ¿Qué clase de denuncia?
- La denunció a usted por maltratos psicológicos y por obligarla a prostituirse; lo cual suponían dos cargos muy graves que había que investigar antes de entrar en acción y, además, había mucho más... por lo que la policía madrileña introdujo a uno de sus agentes en dicho piso haciéndose pasar por persona con muy poco dinero y sin trabajo.
- ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!! ¿Quién fue ese topo?
- Digamos que alguien que hace justicia a favor de los débiles y necesitados como su hermana. 
- ¿Y qué descubrió según dice usted?
- Que había mucho más...
- ¿Qué se va a inventar ahora?
- No invento nada dando a conocer que usted era, ya desde aquellos días, la amante sexual, nada de novia ni de ninguna clase de compromiso matrimonial sino solamente amante sexual, del ecuatoriano Marcelino Diego Morales Aguayo que había venido a España dejando y abandonando a su esposa legal y a sus hijos en la más completa miseria.
- ¿Y qué de malo tiene eso?
- Depende de lo que usted entienda por moralidad o por inmoralidad, pero eso a mí no me incumbe si no estuviese ligado con otras cuestiones. 
- ¿Hemos terminado ya con toda esta payasada de circo?
- Me voy a callar cuando termine, pero solo cuando termine; sea una payasada de circo o un triple salto mortal lo que estamos todos ejecutando. Asi que... ¿guardamos unos mintuos de silencio mientras nos tomamos todos los cafés con leche que ya deben estar muy fríos?
 
Después de diez minutos en completo silencio, escuchando solamente a los que hablaban de los dos ovnis, y tras beberse los cafés, volvió a tomar la palabra el desconocido personaje. 
 
- Pero señora, ¿usted se ha creído de verdad que yo soy capaz de coger una fotografía y, haciendo como que la escaneo, encuentro un nombre y dos apellidos en tan sólo unos pocos minutos?. Yo tengo un muy alto coeficiente mental, y por ello soy más inteligente que la media normal de todos los hombres de España y a nivel mundial y dejo a las mujeres a parte porque no quiero ser machista y no lo soy y ellas son más inteligentes que yo, pero eso que le he dicho de que he conseguido encontrar su verdadera identidad con sólo una fotografía de carné es mentira. Ni el Salomón de la Biblia lo lograría con una simple fotografía de carné falsificado. Yo tendría que estar toda una década entera y quizás no lo hubiese conseguido. 
- ¡¡Luego todo esto es una broma muy pesada y de pésimo gusto de este mamarracho psiquiatra que tengo delante!! ¡¡¡Le voy a denunciar, gusano despreciable!!!
- ¡Oiga, señora o lo que sea, que yo estoy desde hace mucho tiempo callado y no he dicho nada! ¡Así que haga el favor de olvidarme para siempre! 
- ¡¡Le voy a degollar vivo!!
- Pero que manía más maniática ha cogido esta señora, o lo que sea, en cuanto a mi persona se refiere. ¡Es peor que un marimacho yihadista!
 
Tuvo que intervenir el desconocido personaje. 
 
- No, señora, no. Aunque duela reconocerlo esto no es una broma de nadie y nadie está confundiendo a nadie. Esto es una realidad y usted debe saber que esto es una realidad. El asunto que nos preocupaba no eran sus relaciones sexuales morales o inmorales, según lo mida cada persona y yo tengo mi propio criterio como usted tiene el suyo, con el casado Marcelino Diego sino que éste tipo vivía junto con usted en aquella madriguera de la calle de Alcalá que era un verdadero refugio para gente de mucho cuidado y estoy hablando de maleantes de toda clase de calañas, mezclados con personas especialmente muy jóvenes, sin culpa alguna porque no tenían donde ir a vivir.
- ¿Gentes de malas calañas mezclada con gente inocente?
- No se haga la interesante conmigo porque usted sabe muy bien que forma parte de una red dedicada al narcotráfico que viene de Colombia a España pasando por Ecuador. ¡Menos mal que la inmensa mayoría de colombianos y ecuatorianos no son ni como usted ni como ese tal Morales Aguayo! 
- ¿Quién le ha contado todo eso? ¡Ahora mismo me lo cargo por mentiroso!
- Ya le estoy diciendo que su propia hermana Amadora y un agente de policía, muy joven, que se introdujo en aquella madriguera por unos cinco meses más o menos.  
- ¿Amadora me ha hecho eso a mí? ¡Es una ingrata y ya le ajustaré yo las cuentas en cuanto la pille!
- ¿Y todo lo que le ha hecho usted a ella? ¿No es justo que ella haya puesto al descubierto su verdadera identidad como compensación a tanto daño que usted le hizo a ella? Ley de Compensación señora, Ley de Compensación.
 
El desconocido personaje hizo un alto en la exposición de los hechos para ver la reacción de la ya descubierta Paloma Conejo Pavón, que seguía negando todo con la cabeza, y continuó.
 
- Es cierto que los dos, su amante Marcelino pan y vino y usted, empezaron a sospechar que estaban siendo observados y por eso decidieron abandonar la ciudad de Madrid para radicarse en la Región de Murcia, eligiendo el pueblo de Alcantarilla para alquilar un p¡so, que es donde ahora viven los dos como tortolitos inofensivos, desde hace seis meses  y que está en la Calle Mayor, número 13, Bajo D. ¡Y aquí es donde entra en escena el Doctor Alsina!
- ¿Este miserable psiquiatra lo sabía todo?
- ¡Oiga, señora, que yo no soy Dios para saberlo todo! ¡Ni tan siquiera sé la mitad de la mitad de todo este lío!
- El doctor está diciendo la verdad. Como mucho sólo sabía la mitad de la mitad. Pero nos ha hecho un grandísimo favor.
- ¿Este sinvergüenza y depravado psiquiatra?
- A este sinvergüenza y depravado psiquiatra como usted le llama sólo le pedimos que nos ayudara colaborando de buena fe. Apelamos a su cualidad de cristiano. ¿En qué consistió dicha colaboración? En dejar que colocáramos grabadoras y cámaras en todos los ángulos de la sala de su consulta solamente cuando el paciente fuera usted.
- ¿Cómo supieron que yo iba a acudir a las consultas de este miserable?
- Muy fácil. Nada más llegar usted, hace seis meses, a Alcantarilla, y debido al enorme estrés que estaba sufriendo al verse ya perseguidos, sufrió un desmayo repentino y Morales Aguayo la llevó al Hospital Morales Meseguer de la ciudad de Murcia. Allí le recomendaron que acudiera a algunas sesiones continuas con un psiquiatra para superar los brotes psicóticos que usted estaba padeciendo. Nosotros le pedimos a la Dirección del Hospital que, en este asunto tan grave, fuera el Doctor Alsina su psiquiatra por este breve tiempo de seis meses. El Doctor Alsina colaboró con nosotros y permitió que usted conociera algnos datos privados de su personalidad, tras colocar las grabadoras y las cámaras, que sólo han funcionado en el caso de usted y de ningún otro paciente. Todo lo que ustedes dos estuvieron hablando durante estos seis meses está grabado y hay películas tomadas con nuestras cámaras. Le dijimos al Doctor Alsina que se mostrara muy afectuoso y hasta amoroso, en el buen sentido de la palabra, con usted por dos motivos: descubrir toda la verdad y, de paso, ayudarla a usted a salir del problema si usted se dejaba aconsejar por él. Pero usted, obsesionada por culpa de sus fracasos amorosos, de los cuales este doctor no tiene ninguna culpa, le contó a él todo lo que necesitábamos saber para aclarar el caso. De esta forma pudimos saber que Marcelino Diego Morales Aguayo iba a ir a Los Ángeles de California.
- ¿Y qué hay de malo en eso?
- ¡Ay las amantes, Dios mío, cuántos problemas nos traen las amantes en este mundo de Dios!
- ¡Me está engañando! ¡Ustedes no saben nada de mi vida y me está engañando para que yo le cuente todo!
- ¿Es que hay más?
- Si, Doctor Alsina, todavía hay más.
- ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!! ¡¡No puede ser!!
- Mire por donde, señora, también Marcelino pan y vino ha cantado.
- ¡Ese mierda de hombre me ha delatado!
- Hay cosas más increíbles que usted no conoce del todo, señora. Pero lo contaré después. Ahora volvamos otra vez hacia atrás. El Doctor Alsina colaboró con nosotros de manera voluntaria, sin cobrar ni un solo euro por esta labor, dándole a conocer a usted algunos datos importantes de su vida privada; pero solo hasta el límite que él nos permitió. ¿Para qué cree que hizo eso?
- ¿Para que yo los utilizara?
- ¡Exacto! ¡Y usted cayó en la trampa!
- ¡No sé de qué trampa me está usted hablando!
- El asunto tiene mucha más trascendencia de la que en un principio parecía, porque estábamos ante un caso muy grave donde confluían la trata de blancas a través de la prostitución, un gran movimiento de dinero a través del narcotráfico, tráfico ilegal de armas y mucha evasión de capitales hacia un Banco de Suiza, el Credit Suizze para ser exactos, pero cuyos altos ejecutivos, al saber de qué se trataba al asunto, estuvieron siempre de acuerdo en ayudarnos sin que ustedes se dieran cuenta. Todo el movimiento sospechoso de dinero iba a parar a una cuenta de ese Banco abierta con el nombre y los datos personales del Doctor Alsina que le daba a usted sabiendo que eso era lo que nosotros estábamos esperando para poder atraparles un día ya muy cercano. Si esto fuese una película quizás parecería ficción, pero es una realidad y hay que reconocer que la realidad supera muchísimas veces a la ficción.
- ¿De qué diantres me está usted hablando?
- De que en todo momento el Doctor Alsina le sirvió, en bandeja y siempre todo controlado por nosotros, todos los datos e informaciones que nosotros de dábamos a él para que usted cayera fácilmente en la ratonera sin ninguna clase de duda razonable. En el Credit Suizze todos los grandes jefes sabían el montaje que habíamos llevado a cabo. Por otro lado, también se descubrió que Morales Aguayo y usted, a través de su mucha fortuna que ya tenían acumulada, eran tan insaciables y tan avariciosos que querían mucho más y estuvieron, con la ayuda de un personaje que ahora diré quién es, manipulando la Bolsa de Valores de Madrid; pero, claro está, como ya todo estaba previsto, en la Bolsa de Madrid había dos secuencias paralelas: la verdadera, que quedaba oculta para ustedes, y la falsa que se iba publicando solamente para ustedes porque los medios de comunicación social también nos ayudaron en esta labor. O sea que ustedes creían que se estaban haciendo multimillonarios con sus manipulaciones pero les estábamos engañando. Por una razón bien sencilla. Una trama de tanta amplitud y dificultades no podía estar siendo dirigidia por Marcelino pan y vino porque carece de inteligencia para ello y usted era, para él, un cero a la izquierda, luego había un "pez gordo" que lo dirigía todo y a ese "pez gordo" es al que queríamos pescar con sus propios anzuelos. ¿Sabe de quién le hablo?
- No tengo ni idea de lo que me está contando. 
- Pero su amante Marcelino pan y vino sí que lo sabía y se lo ocultaba a usted como le ocultaba otras muchas cosas más en el terreno de lo sentimental. 
- ¡¡No es cierto!! ¡¡Marcelino Diego no me ha engañado ni me engañaría jamás!!
- ¡Ay cuántos problemas nos dan las amantes en este mundo de Dios! ¡Qué poco conoce usted sobre la vida de este Marcelino pan y vino, Paloma! Siempre se piensa lo mejor acerca de un amante pero como no se tiene moral porque se ha perdido por completo luego pasa lo que pasa.
- ¡¡Me está usted engañando!! ¡¡Imposible!! ¡¡Marcelino Diego siempre me ha sido fiel!!
- Le puedo yo dar a usted el nombre de todas las mujeres de vida fácil con las que su "fiel" Marcelino pan y vino le ha estado engañando a lo la largo de todas sus relaciones sentimentales, amorosas y sexuales... de todo ese amor libre de la que tanto les gusta alardear a los que son como él... y mire por donde... sólo son libres para ponerle los cuernos a quienes creen en ellos. 
- ¡¡Sigo sin creerlo!!
- ¿Le cuanto a qué mujer ha llegado a conocer en Los Ángeles de California y le ha propuesto matrimonio para toda la vida sin que lo sepa usted ni ninguna otra de sus ocultas amantes?
- ¡¡No puedo creerlo!! ¿A quién?
- Nada más y nada menos que a una candidata a recibir el Premio Nobel de la Paz.
- Marcelino Diego no conoce a ninguna candidata a ningún Premio Nobel de lo que sea. ¡Es un completo inculto!
- No hace falta que lo repita dos veces porque su fracaso ha sido mayúsculo por no decir monumental. ¿Qué opina usted ahora del amor libre, y de la unión libre y de todas esas zarandajas del matrimonio de hecho pero no de derecho como Dios manda? ¿Eh?
- ¿Cómo se llama esa mujer?
- Su Marcelino pan y vino, el que canta demasiado bien porque lo ha cantado todo, le estaba pidiendo matrimonio por lo civil y lo religioso a Iliana Castelló Roxas.
- ¿Quién es Iliana Castelló Roxas?
- Nada más y nada menos que la bellísima, escultural, monumental y feliz esposa del psiquiatra Esteban Alsina Morales. Mire usted esta fotografía de cuerpo entero para que la conozca bien conocida.
 
El desconocido personaje sacó una fotografía recortada de una revista.  
 
- ¿Este mequetrefe es el fiel esposo de esta preciosa chavala?
- ¡Oiga, señora, no me vuelva a sacar de quicio otra vez! En primer lugar yo no soy ningún mequetrefe de los que usted tanto debe conocer por la clase de vida que lleva con los amores libres tan a destajo que hasta hay que hacer horas extras para cumplir con todas y no me diga que es un chiste malo porque no es un chiste y, para que se entere usted, todavía le puedo partir la cara a más de diez mil tíos de esos de los gimnasios de biceps con dragones tatuados puestos en fila india o en montón para ser más rápidos. Y en segundo lugar, para que usted lo sepa, esa monumental chavala es mi señora esposa porque estoy casado con ella por lo civil, por lo religioso y por lo que quiera el más grande sabio de este mundo que para los verdaderos cristianos fue Salomón y no Einstein. Y los dos nos hemos jurado fidelidad para estar juntos hasta en la Eternidad. Claro que los ateos son los ateos y como no se les puede decir la Verdad pues no saben nada de la Verdad. A ver si ya sabidas y explicadas todas estas santas cosas usted se olvida definitivamente de mí y no me incluye ni en sus memorias. ¡Vaya tabarra de bruja que es usted! 
 
Volvió a intervenir, una vez más, el desconocido personaje. 
 
- Escuche bien, señora. Usted nunca robó nada del bolsillo derecho del sobretodo del Doctor Alsina. En primer lugar, lo habríamos visto por las cámaras y, en segundo lugar, esa Notificación de Hacienda que ha traído usted aquí para intentar meter en la cárcel de por vida a este hombre inocente, es una falsificación llevada a cabo por el "pez gordo" que estábamos buscando y que ya lo hemos encontrado. Él tiene las suficientes relaciones con todo tipo de personas para recibir, a cambio de una buena suma de dinero, hojas membretadas de Hacienda. Así que dicho sujeto cogió una de esas hojas y escribió la Notificación con una redacción similar y exacta a la que usan los administrativos de Hacienda, como un tal Arsenio Asensio Asenjo, conocido por todos como "Triple A", que era el que se dejaba chantajear a cambio de las hojas; sin embargo, como en Hispanoamérica se confunden muchas veces la B con la V y la V con la B, y debido a que sólo conocía al señor Berza de oídas, cometió un gravísimo error de ortografia y donde tenía que haber escrito Hortensio Berza Lechuga escribió Hortensio Verza Lechuga. ¿Es cierto o no es cierto, Don Hortensio?
- ¡Totalmente cierto! Me llamo Hortensio Berza Lechuga y no Hortensio Verza Lechuga. Por eso supe, desde el primer momento que esta señora me entregó el documento que, aunque estaba perfectamente falsificada mi firma, yo sabía que no había sido yo su autor. Y, hablando de todo esto, siento mucha curiosidad por saber quién es ese tal "pez gordo" que ha estado manejando todos estos hilos de tantos asuntos ilegales. 
- Ya que usted lo pide, y debido a que Hacienda también tiene que decir muchas cosas en cuanto a este tipo se refiere, le diré que es colombiano, de Medellín, y que se llama Virgilio Escolá Escolano que, para mayor gracia o desgracia según se mire, sus dos apellidos le vienen perfectamente a su profesión porque es maestro de escuela, y por eso se le conoce como "El Profe"; aunque, por supuesto, no trabaja como maestro de escuela sino que es el más peligroso de los mandos armados de los guerrilleros de las FARC, donde sabe suted que abundan, válgame Dios, muchos curas y muchos maestros metidos a "redentores de la humanidad" haciendo apología del comunismo. Como estaba ya siendo atrapado por el ejército colombiano, que nada tiene que ver con los paramilitares, se fugó y se vino a España a vivir con su amante, la también colombiana Milagros Santos Stampa, de padre español y de madre italiana, que se hace llamer "La Milagrera" fingiendo que hace milagros para engañar a las pobres gentes que creen en ella a cambio de pagar unas grandes sumas de dinero pero los milagros no se ven por ninguna parte aunque ella insiste en que hay que esperar algún tiempo para que se produzcan y así sigue sacando cada vez más dinero a su "clientela" que, de vez en cuando, creen que ha realizado un milagro cuando sólo ha sido una casualidad de la Naturaleza. ¡Ay las amantes, cuántos problemas y líos nos invaden por culpa de las amantes, Dios mío! 
- ¡¡Nada de todo esto es verdadero!!
- ¿Sabe usted algo de Historia de Hispanoamérica, señora Conejo?
- Yo creo que sí... aunque mi memoria.... ya sabe...
- Ya sé ya sé. Lo que hace falta es que lo sepa es usted.
- ¿Por qué me pregunta eso?
- En Hispanoamérica se usa mucho la viveza criolla y la picaresca. ¿Verdadero o falso?
- Creo que verdadero.
- Vaya. Ya empezamos a entendernos después de tantas horas de charla.
- Sigo sin entender por qué me hizo esa pregunta...
- ¿Quiénes llevaron a Hispanoamérica la viveza criolla y la picaresca?
- ¡¡Lo yanquis!!
- ¡Qué obsesión tienen ustedes con los yanquis! ¡Escuche bien! He dichgo His-pa-no-a-mé-ri-ca y no Nor-te-a-mé-ri-ca! ¿Ya lo sabe ahora?
- ¿Tal vez los españoles quizás?
- ¡Acertó! ¡Menos mal que acertó. Lo cual significa y quiere decir que cuando ustedes van nosotros ya volvemos. ¿Me está enntediento bien?
- Ni jota.
- Pues se lo aclaro del todo para que sepa que la jota también es creación española. Quiero decir que cuando ustedes se creen que están engañando a los españoles somos los españoles los que estamos engañando a ustedes.
- ¿Pero quién leches es usted, don Wenceslao Leovigildo Wamba Vitiza?
- No soy tan antiguo aunque, de manera accidental, me llame como me llamo. Soy un investigador privado muy moderno. Tan moderno que pertenezco al Siglo XXI después de Jesucristo.
- ¿Y quién le llamó a usted para meter las narices donde no le importa?
- Nada más y nada menos que el Jefe de la Policía de Murcia, el señor don Amador de Lajutiscia y Paz.
- Pues ya que habla usted de justicia y de paz nada van a conseguir viniendo contra mí porque, durante el juicio, voy a decirle siempre al señor juez que todo esto es una mentira tramada por ustedes tres para arruinarme y que yo soy inocente de todos los cargos de que se me acuse.
- ¿Olvida usted lo de las grabaciones y las cámaras ocultas?
- ¡Diré que todo eso es un falso montaje utilizando a una doble que sea igual que yo!
- ¡Imposible! ¡Encontrar a una doble tan fea es imposible! Y perdone que sea tan franco.
 
Pero Paloma Conejo Pavón ya no escuchaba nada ni a nadie.
 
- ¡Y diré que todo eso lo han tramado ustedes tres para arruinarme porque tienen envidia de mi imperio monetario mientras que yo sólo soy una víctima inocente de sus ambiciones! ¡Será mi palabra contra la palabra de ustedes tres y siempre quedará una duda razonable con lo cual quedaré completamente libre y no se me imputará ninguna falta contra Hacienda ni contra nadie! ¡No voy a ser declarada culpable de nada! ¡Verán como la cuestión se vuelve contras ustedes tres porque, de inmediado, una vez conocido el fallo, voy a denunciarles a ustedes por cuestiones como difamación de mi persona, ostigamiento y otras cosas que se me vayan ocurriendo! ¡Y diré que la persona que ha dirigido toda esta trampa mortal es, nada más y nada menos, que el psiquiatra Alsina!
- ¡Atiza! ¿Puedo saber por qué me odia tanto?
 
Otra vez intervino Wenceslao Leovigildo.
 
- ¡Exacto! ¡Esta señora, o lo que sea, es una ultra católica de las más extremistas que usted se pueda imaginar! ¡Como usted siempre predica la Palabra de Dios con todos sus pacientes, hombre y mujeres por igual, esta bruja le odia a muerte!
- ¡¡Le odio, le odio y le odio!!
- ¿Me odia usted a mí por ser yo un cristiano verdadero?
- ¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Y no pararé hasta verle a usted cómo se pudre usted en la cárcel si es que no le ejecutan en la silla eléctrica!!!
 
Todos los que se encontraban dentro del local dejaron, de inmediato, el asunto de los ovnis y se pusieron a escuchar atentamente ante los gritos de aquella mujer que parecía enloquecida del todo.
 
- Señora... ¿podría hacerme usted el favor de bajar la voz porque hay moros en la costa como dice mi ex amigo Mariano Ariano Riano?...
- ¡¡¡Jamás, Doctor Alsina!!! ¡¡¡Quiero que le ejecuten en la silla eléctrica después de haberle torturado en el potro como en los tiempos de la Santa Inquisición!!!
 
Wenceslao Leovigildo tuvo que intervenir levantándose y dándole un bofetón en la cara a Paloma para que se calmara del todo. Después se volvió a sentar para tomar la palabra-
 
- ¡Perdone la bofetada pero era necesaria porque usted debe saber y conocer que en España no existe la pena de muerte y mucho menos la silla eléctrica!
- ¿Eso es verdad, señor detective?
- Le estoy diciendo toda la noche verdades tras verdades pero parece ser que usted sólo es una paleta que no quiere decir nacida en pueblo, como se cree una tal Mercedes Conca Conca que conocí hace años, sino que es usted una ignorante.
- ¡¡Y yo le digo a usted que todo esto es un montaje contra mi persona y quien dirije todo este montaje es este despreciable psiquiatra!!
- Está usted completamente majara y necesita, urgentemente, la atención continuada de un psiquiatra.
- Pero le ruego a Dios que no sea yo... que por favor no tenga que ser yo quien vuelva a pasar esa prueba... porque no soy el santo Job y se me ha acabado la paciencia...
- No se preocupe porque no será usted.
 
Paloma Conejo Pavón no podía callarse y siguió desvariando.
 
- ¿Y ahora qué les va a pasar a ustedes tres? ¡¡¡Que quiero verles colgando, totalmente ahorcados, de las acequias de una calle de Molina de Segura!!!
- ¿Por qué tiene que ser de Molina de Segura?
- ¡¡¡Porque no va a ser de Molina de Aragón!!!
 
Todos se dieron cuenta de que Paloma Conejo Pavón desvariaba ya sin orden ni concierto.
 
- ¡¡¡Viva la Santa Inquisición!!! ¡¡¡Viva la Santa Inquisición!!! ¡¡¡Viva la Santa Inquisición!!!
- Señora... cálmese por favor...
- ¡¡¡No me da la gana calmarme porque me siento feliz feliz feliz!!!
- ¿Tendría usted la amabilidad de venir conmigo?
- ¡¡¡Con usted no voy ni a la vuelta de la esquina!!!
- No le estoy pidiendo que me acompañe a la vuelta de la esquina sino a la comisaría de la Policia de Murcia más cercana a Ítaca.
 
De pronto pareció que Paloma Conejo Pavón volvía a la realidad una vez ya calmada.
 
- ¿Ítaca? ¿Qué es Ítaca?
 
El investigador privado aprovechó este momento para intentar serenarla del todo haciendo un breve paréntesis.
 
- Ítaca es una pequeña isla griega del mar Jónico, perteneciente al grupo de las islas Jónicas y que se encuentra al noreste de la isla de Cefalonia.
- No le entiendo ni jota.
- Dejemos entonces a la jota en paz. Resulta que este local donde estamos charlando tan amistosamente se llama, precisamente, Ítaca. ¿Desea ya acompañarme de manera amistosa?
 
A Paloma le volvió el ataque.
 
- ¡¡¡Con usted no voy ni a la vuelta de la esquina!!!
 
Fue en ese momento cuando se levantó un caballero muy bien vestido, con traje y sombrero muy elegantes, que había estado escuchando, durante toda la noche, la conversación de los cuatro personajes, y se acercó a la mesa.
 
- Señora... con todos mis respetos... quizás sí quiera salir acompañándome a mi...
- ¡Vaya caballero más interesante!
- No se confunda conmigo, señora, porque también soy casado por lo civil y por lo religioso y también le soy fiel a mi esposa.
- ¿Y no podría hacer una excepciçon conmigo?
 
El caballero no pudo resistir una breve sonrisa pero continuó hablando.
 
- Soy el Jefe Superior de la Policía de Murcia. Si no se lo cree ésta es mi placa.
 
El Jefe Superior de la Polícía de Murcia mostró la placa a la desconcertada Paloma.
 
- Como ve bien es cierto, me llamo Amador de Lajusticia y Paz. He estado escuchando toda la noche desde este mesa de al lado y he estado utilizando, durante todo este tiempo, mi móvil transmitiendo todo a mis subordinados. He estado enviando mensajes por el WhatsApp usando el Faceboock.
- ¡¡¡No tengo miedo!!! ¡¡¡No tengo miedo ni a usted ni a cien mil como usted!!! ¡¡¡Usted es otro despreciable individuo que forma parte de este complot que ha montado ese miserable psiquiatra!!!
- Calmese señora porque si no lo hace tendré que utilizar otra manera de calmarla.
 
De repente, Paloma Conejo Pavón se calmó.
 
- Si usted no quiere ligar conmigo para qué ha venido a mi cita.
- Está usted como una regadera y empiezo a sospechar que es usted una descerebrada.
- ¡¡¡Me niego a ir con usted a ninguna parte del Universo!!!
- Pero se puede calmar, por favor...
- ¡¡¡Viva la Santa Inquisición y me alegro de que ustedes tres sean quemados vivos!!!
- Está bien. Usted lo ha querido.
 
El Jefe envió un mensaje por su móvil y rápidamente aparecieron dos atléticos y musculosos agentes de policía que, sin decir nada y ante el silencio más absoluto de todos los presentes, incluída Paloma, levantaron a ésta de su silla, le pusieron las esposas y se la fueron llevando hacia el exterior del local.
 
- ¡¡¡Era preferible haberme suicidado!!!
 
El Jefe de la Policía de Murcia no pudo quedarse callado.
 
- ¡Está usted como una verdadera cabra y necesita, urgentemente, la ayuda profesional de un psiquiatra, descerebrada señora o lo que sea!
ue no sea yo el que tenga que sufrir otra vez el tormento de tener que soportarla!
- ¡Jajajá! ¡No se preocupe más, Doctor Alsina! Será juzgada y recluida de por vida en un manicomio si es que Dios no hace un milagro con ella.
 
El Jefe se marchó del local cuando ya Paloma Conejo Pavón era conducida hacia la comisaría.
 
- Una pregunta, Doctor Alsina...
- Le escucho, Señor Wamba...
- ¿Qué es lo que les da usted a las mujeres para que se vuelvan tan locas como esta tal Paloma?
- Tengo que reconocer, a mi pesar, que está totalmente chiflada por mi culpa sin que yo haya hecho otra cosa sino comportarme como un cristiano verdadero.
- ¿Usted enloquece a todas las que le conocen?
- ¡Jajajá! ¡Eso sí que es un chiste malo de verdad! No es eso. Mi segundo apellido es Amores pero yo jamás he hecho enloquecer a ninguna mujer salvo a mi esposa; aunque siempre hay una sola excepción que confirma la regla y debe ser que esa tal Paloma Conejo Pavón es la única excepción que hay y ha habido en mi vida.
- ¡Jajajá! ¡Jajajajá! ¡Jajajajajá!
- No se ría tanto, señor investigador privado, porque la realidad supera siempre a la ficción y no vaya a resultar que la dejen libre sin  cargo alguno y le de por perseguirle ahora a usted en lugar de a mí.
- ¡Jajajá! ¡Jajajajá! ¡Jajajajajá!
- Se lo digo en serio, señor investigador privado. ¡Es un verdadero tormento y no me gustaría ver que usted lo puede sufrir porque es demasiado fuerte tener que soportarlo!
- ¿Le gusta a usted el teatro?
- ¡Me encanta ver teatro!
- ¿Y ha actuado usted alguna vez como actor de teatro?
- También... también... pero sólo cuando paso hambre...
- ¿Nos tomamos otros tres cafés con leche?
- Si usted se empeña en pagarlos y el señor inspector de Hacienda lo permite...
- Por mí encantado. Nunca he gozado tanto en mi vida profesional como esta noche. Así que el que los paga soy yo.
 
Y de esta manera fue cómo Alsina, Wamba y Berza, sellaron una profunda e inseparable amistad.  
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Mini Novela.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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