Joaquín Guerrero y Soldadito español (Cultura)
Publicado en Aug 20, 2016
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Jacinto Guerrero Torres (Ajofrín, 16 de agosto de 1895 - Madrid, 15 de septiembre de 1951) fue un músico español y compositor de zarzuelas del siglo XX. Nació en Ajofrín (Toledo), el 16 de agosto de 1895, en el seno de una familia humilde cuyo padre, Avelino Guerrero Cruz, era sacristán y su madre, Petra Torres Benito, bordaba y cosía. Ambos poseían un carácter apasionado y jubiloso, siempre alegres y nerviosos, rasgos que el todavía pequeño Jacinto heredaría. Era el mayor de cuatro hermanos: Inocencio, Consuelo y Paquita completaban la familia. Su formación musical comienza por la ilusión de su padre, que para entonces era director de la banda en su pueblo natal, por tener al chiquillo en la misma, tocando el bombo y los platillos, tarea que Jacinto comenzó con tan solo 6 años, siendo ya un amante del teatro y de la música (sus preferidas eran la sacra y la popular). Cuando cumplió 9 años, su padre murió de una pulmonía. Ese mismo año, en 1904, llega a Toledo, donde ingresa en el Colegio de Infantes, desarrollando sus dotes en el mundo de los negocios y su afición por las mujeres. Aquí estudió solfeo, canto llano, latín y literatura. En el Archivo de Música, estudia de manera autodidacta a autores como Palestrina o Victoria. Tres años más tarde compuso su primera partitura ("Salve a cuatro voces"). Siendo aún muy pequeño (14-16 años), se sacrificó enormemente para sacar adelante a su familia, trabajando de capillero, lector de coro, animador en fiestas de los pueblos, músico en cafés, pianista en la sala de cine "El Miradero", compraventa de objetos, etcétera. Compaginaba sus múltiples y variados empleos con el estudio y práctica del violin y el piano. En 1914 compone la primera obra que le proporciona un enorme éxito y fama: "Himno a Toledo", escrito para banda. Gracias a ello, consigue una beca de la Diputación y el Ayuntamiento para ingresar en el Conservatorio de Madrid.
 
Ya en la capital, y sobreviviendo con la cantidad de una peseta diaria, Jacinto aprende que para triunfar en Madrid es tan importante componer como hacer buenas amistades y contactos. Tan solo un año después de su llegada, consigue un puesto como violinista en la Orquesta del Teatro "Apolo". Se examina en el Conservatorio de tercero de solfeo y primero y segundo de armonía, preparando en verano el examen equivalente a tres cursos de piano. En 1916 recibe instrucción militar en Toledo durante corto tiempo, pero tiene la fortuna de evitar ser llamado a quintas. Un año más tarde, obtiene por unanimidad el Diploma de Primera Clase de Armonía del Real Conservatorio Superior de Madrid. En 1918, compone su primera obra escénica: un sainete de costumbres llamado "La cara de Dios", además de una breve pieza sinfónica llamada "Jhaía" (Danza mora). Este mismo año, estrenó también su primer poema sinfónico "Jhaía", pero, pese a su gran éxito, el trabajo duro y los pocos beneficios, hicieron que Guerrero escribiera esta obra seria como la primera y la última. En 1919 estrena su primera obra, "El Camino de Santiago", que no tuvo mucho éxito.
 
Para que no volviera a ocurrirle, buscó un libretista, contratando a José Ramos Martín, para el que compuso el sainete "La pelusa o el Regalo de los Reyes", estrenada en el Teatro de "La Latina" en 1920. Esta obra fue aclamada tanto por el público como por la crítica. Ese mismo año consigue un nuevo trabajo como pianista en el teatro de "Fuencarral". Ocupará este cargo hasta la llegada de su hermano Inocencio a Madrid, quien es llamado a quintas obligando a toda la familia a trasladarse a la capital junto a Jacinto. En 1921 se estrena en Barcelona "La Alsaciana". En 1922 estrenó su zarzuela "La montería" en Zaragoza, dentro de la cual se encontraba el número "¡Hay que ver!" que interpretó Victoria Pineda (con quien el maestro entabló amistad) y que tuvo un enorme éxito. El propio Guerrero comenzó a dirigir al público en las numerosas veces que la pieza se repitió, generando una importante repercusión posterior.
 
Su familia encuentra por fin la estabilidad económica gracias a los ingresos cada vez mayores de Jacinto, sin dejar de ser tan trabajadores y humildes como lo eran en Ajofrín. En 1923 se estrena "Los Gavilanes", donde Guerrero consiguió que la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE) pagara el 10 % de la taquilla al autor (hasta la fecha no era así). Un año más tarde, estrena varios sainetes y zarzuelas, como "La Sombra del Pilar", con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, pero la más importante, donde se refleja el espíritu de Guerrero en su estado más puro, se estrenó en 1927: "El huésped del Sevillano", cuyo número "Coro de las Lagarteranas", que se hizo famoso mundialmente, tuvo un impacto tan fuerte o incluso mayor que el que encontrábamos algunos años antes en el "¡Hay que ver!". En 1930, compuso la banda sonora de uno de los primeros largometrajes del cine sonoro en español: "La canción del día". Además, estrenó "La Rosa del Azafrán" en el Teatro "Calderón", lo que sirvió para acallar algunas malas críticas que tachaban a Guerrero de ser excesivamente popular.
 
Viaja a París ese mismo año y, en verano a América, Buenos Aires concretamente, donde presentó numerosas zarzuelas y revistas, que triunfan incluso más que en Madrid. Sin embargo, surgen algunos problemas: debido a la revolución de “Irigoyen”, hubo varios tiroteos en la calle donde estaba el teatro, por lo que decidió partir hacia otras ciudades argentinas. En 1931, y tras recibir la cruz de Isabel la Católica inicia, de la mano de los arquitectos Don Castro Fernández-Shaw y Don Pedro Muguruza, la creación del Teatro "Coliseum". Tras varias huelgas y complicaciones económicas que el maestro consiguió resolver, se erigió por fin el teatro. A partir de aquí comienza una etapa nueva de Guerrero dentro del mundo de las Asociaciones: Un año más tarde, participa en la Asociación Cinematográfica Española y Americana (CAE), como miembro fundador y presidente, ya que su finalidad es llevar su obra también a las músicas de películas. En 1935 nace su sobrino y ahijado, hijo de Paquita, pero un año después estalla la Guerra Civil, por lo que la familia se ve obligada a trasladarse a París y posteriormente a San Sebastián. Con el fin de la Guerra en 1939, estrena "Carlo Monte en Montecarlo!, con libreto de Enrique Jardiel Poncela, una opereta. Poncela tenía la intención de introducir cómicos en lugar de actores cantantes, por lo que, tras las disputas con Guerrero y ceder éste, la música perdió valor. Ese mismo año, su familia puede regresar a Madrid y, a partir de aquí, Guerrero estrenará sus obras en Madrid y Barcelona. Su madre era una fiel seguidora de la obra de su querido Jacinto, más de las zarzuelas que de las revistas, y nunca dejaba de acudir al "Coliseum". Algunos días después del estreno de "Loza, Lozana" en 1943, Doña Petra falleció, lo que supuso una pena enorme para Guerrero, quien admiraba y quería a su madre más que a ninguna otra mujer, pese a que en su vida hubo muchas.
 
La salud del maestro se fue poco a poco deteriorando. Fumaba y comía demasiado, sin cuidarse y, en dos ocasiones, en 1944, tiene que ser operado de un absceso intestinal en el Sanatorio de Santa Alicia en Madrid, con algunas complicaciones, pero consigue salir adelante. Ese mismo año, compone la revista "¡5 minutos, nada menos!". En 1948, ocupa la presidencia de la SGAE, lo que le lleva, un año más tarde, a viajar a Bruselas, París y Lisboa. En 1951, vuela a Nueva York con Federico Moreno Torroba y, a su vuelta, solicita la ayuda de los hermanos Fernández-Shaw para realizar su nueva zarzuela ("El canastillo de fresas", que se estrenará como obra póstuma), con objeto de formar una compañía bajo el lema "Resurgimiento de la Zarzuela". Él mismo reconoce que lo que más le gusta es "buscar figuras, formar compañías y organizar espectáculos". Estrena también "El tríptico toledano" en Barcelona y recibe un homenaje en Toledo por su trayectoria profesional. En septiembre de ese mismo año, fallece en el sanatorio Ruber de Madrid.
 
Aunque el maestro adquirió fama y renombre en vida, tras su muerte no le olvidaron. En 1977, se inauguró un monumento en su honor, por iniciativa del Concejal de Festejos del Ayuntamiento de Toledo en aquel año, el ocañense y vecino de Toledo Don Pedro Toledo Martinez. Dicho monumento fue realizado por el escultor hervasense Don Enrique Pérez Comendador; en 1982, su hermano Inocencio crea la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero en Madrid, en activo actualmente (ese mismo año fallece Inocencio). Ya en 2001, con motivo del cincuentenario de su fallecimiento, se editan sus piezas sinfónicas y se realizan numerosas grabaciones en disco compacto, además de una reducción de sus obras para sexteto de cuerda y piano.
 
En cuanto a "El soldadito español" se refiere, es un pasodoble militar de Jacinto Guerrero escrito y musicalizado en 1927; o sea, 9 años antes de que se iniciara la Guerra Civil Española y fue incluido en la revista musical "La orgía dorada" (en 1928). Esto significa que este pasodoble militar no estaba realizado ni para las tropas republicanas ni para las tropas nacionales de la Guerra Civil Española sino que era un homenaje al patriotismo español más allá de cualquier ideología política (aunque los nacionalistas de Franco la cantaban durante la Guerra Civil Española o, tal vez, después de terminada dicha guerra). 
 
La verdad sobre "Soldadito español" es, posiblemente, el más conocido de los pasodobles de tema militar, y uno de los más populares de este género. Su autor, el compositor de zarzuelas, revistas musicales y sainetes Jacinto Guerrero, lo incluyó un año después, en 1928, dentro de la revista musical "La orgía dorada", obra del dramaturgo Pedro Muñoz Seca (junto con los también escritoress Pedro Pérez Fernández y Tomás Borrás) con música del propio maestro Guerrero y de Julián Benlloch. Se trata de un pasodoble o marcha militar (el pasodoble fue un género que surgió de la música militar), cuya letra quiere ser un homenaje al ejército español y a sus soldados, en particular por los avatares bélicos que se habían sucedido en las décadas inmediatamente anteriores: las guerras de independencia de Cuba y Filipinas y, sobre todo, las campañas victoriosas de Marruecos. Es una melodía, escrita en tonalidad menor, que sugiere emoción, recuerdo y homenaje. Nada que ver por lo tanto con la Guerra Civil Española ni con ninguno de sus dos bandos aunque fuese cantada por quienes lucharon en el bando de los nacionalistas de Franco. No es, por lo tanto, un pasodoble fascista ni comunista sino totalmente popular y rotundamente patriota.
 
Actualmente existe un CD titulado "Del cuplé a la revista" que incluye este célebre pasodoble "Soldadito español"; en este caso interpretado por el famoso cantante Frncisco Conde. He aquí lo que se refiere a la revista "La orgía dorada" en donde se incluyó este pasodoble militar: En 1927, el comediógrafo Pedro Muñoz Seca, Pedro Pérez Fernández y Tomás Borrás (que fuera esposo de la célebre cupletera Aurora Jaufrett "La Goya") como libretistas y los maestros Jacinto Guerrero y Julián Benlloch como autores de la música, estrenaron la revista en montada en 19 cuadros y titulada "La orgía dorada". Entre los números musicales de este estreno, se incluyó el pasodoble militar "Soldadito español" que aún perdura no sólo en las mentes del público en general, sino como pasodoble de marchas militares en infinidad de desfiles castrenses. 
 
Esta fue la crónica publicada en el diario "ABC", el día 24 de marzo de 1928, titulada "La Orgía Dorada": Muñoz Seca, Pérez Fernández y Jacinto Guerrero han ampliado una revista de circunstancias, intitulada "Ole, ya", cuyo estreno reciente en Sevilla que ya proporcionó a los tres autores un gran éxito hace dos meses. La partitura del maestro Guerrero ha sido reforzada por varios números de Benlloch y Eulogio Velasco se ha puesto al servicio de la obra por su talento, habilidad, buen gusto y experiencia de director de escena. El resultado de las colaboraciones ha sido francamente triunfal y, sin incurrir en comparaciones, podría decirse que muy pocas veces se ha visto en Madrid una revista montada con tanta fastuosidad, lujo y moderación. No se trata, en efecto, de un derroche más de suntuosidades incoherentes y detonantes, sino de una revista graciosa, fina, elegante y moderna, tsn lujosa como cualquier otra fuera de España. Los decorados, de Fontanals y Silva, son muy originales y el vestuario artístico y entonado en el carácter peculiar de cada cuadro y, en general, de toda la obra. Eulogio Velasco ha sabido superarse con arreglo a otras de sus producciones alcanzando a producir un revista de muchísima altura artística.
 
El libreto, de Muñoz Seca y Pérez Fernández, es un verdadero "bric-à-brac", donde el ingenio se difunde por escenas de todas las clasificaciones: sainete, zarzuela, revista, himnos, versos sueltos y actos con música y sin música. De todo hay en "La Orgía Dorada" y todo está trabado con pericia y gracia. Muñoz Seca y Péres Fernández han animado la revista con chistes, buenos o malos, pero hilarantes y graciosas audacias cómicas. En cuanto a la partitura, sin lugar a dudas, es un verdadero triunfo de Guerrero y Benlloch. De manera alternativa, los dos maestros empuñaron la batuta, y era fácil, sin verlos, distinguir la procedencia de cada uno de los números musicales. Los de Guerrero vivaces, alegres, modernos y empapados de la gran variedad que distingue las composiciones del joven y eminente maestro. Los de Benlloch frívolos, elegantes e inspirados. Ambos escucharon ovaciones de entusiasmo.  
 
Queda por decir que el estreno, en Madrid, de la revista "La Orgía Dorada" se llevó a cabo en el Teatro "Price" el día 23 de marzo de 1928 y que los estudiosos de las revistas teatrales dicen que "La Orgía Dorada" (donde se incluye el pasodoble militar "Soldadito español") tiene todos los honores de una revista a la usanza moderna -al modo de hacer en Londres, en París y en Nueva York- pero con la mostaza y el hilo que nos gusta poner aquí en España. Situada en Sevilla, la acción da pie a que los autores, "andaluces zumbones", caricaturicen "cosas de su tierra", siendo el cuadro titulado "Hotel Oandereta" ("grotesca dislocación de la realidad") tal vez el mejor logrado. La crítica elogió la fastuosa presentación de Eulogio Velasco y los decorados de Fontanals y Silva y han dicho de ella que es "alegre y empapada de gracia" siendo un gran éxito de Jacinto Guerrero y su joven colaborador Julián Benlloch. Algunos (como siempre hay descontentos con todo) señalan que es demasiado españolista cuando trata temas andaluces y catalanes. Son los "cantamañanas" de turno que no saben qué argumentar cuando pierden la razón y el sentido.  
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