No me lo pensé ni dos veces (Diario)
Publicado en Aug 20, 2016
Yo me casé con La Princesa en 1984. Tuvimos a nuestra primera Princesita en 1986. Nuestra segunda Princesita nació en 1990. Y a partir de aquí tuvimos que dejar de tener hijos porque en este segundo parto La Princesa estuvo, durante unos pocos minutos prácticamente muerta hasta que, de repente, volvió a la vida. El doctor fue muy sincero conmigo y me aconsejó que por el bien de La Princesa ya no tuviese más hijos con ella. Éramos muy fértiles los dos y podríamos haber tenido más hijos pero la advertencia era muy seria: al tercer embarazo quizás el hijo o la hija nazca pero lo que es casi seguro del todo es que tu esposa se muere. Así que desde 1990 hasta 1994 seguimos teniendo relaciones sexuales pero con cuidado de que ellla no quedara embarazada. Fue en 1994 cuando mi suegro, que era ginecólogo, me dijo que lo mejor, para asegurarnos de que ella no quedara embarazada no era ninguna clase de método sino dos soluciones: la ligadura de trompas de ella o la vasectomía en mí.
Me explicó en qué consistían ambas cosas y que, lo normal, en la inmensa mayoría de los matrimonios era el egoísmo de los esposos porque mucho más del 90 % elegían que se hiciesen la ligadura de trompas la mujer. Pero mi suegro me especificó que, con las ligaduras de trompas, a corto a medio o a largo plazo, las mujeres sufren graves trastornos internos mientras que la vasectomía no produce ningún trastorno en los varones y se pueden seguir teniendo relaciones sexuales completas sabiendo que nunca más se van a tener hijos; pero que esto de la vasectomía, en aquel tiempo, no se lo hacian ni el 10 % de los varones por culpa del estúpido y falso machismo. Así que no lo pensé dos veces y, al día siguiente, fui al hospital y me hicieron la vasectomía. Desde entonces al tener relaciones sexuales con La Princesa siempre son completas y nunca hay riesgo de embarazo ni ella ni yo sufrimos trastornos de ninguna naturaleza. Y aquí interviene otra demostración de lo que yo llamo "el amor noble" (que nada tiene que ver con los "amores libres" porque son todo lo contrario) y es que, sabiendo que ya no había posibilidad de que yo tuviese más hijos podría haber aprovechado bastantes ocasiones que se me presentaron en la vida para engañarla y tener relaciones sexuales con otras mujeres con la ventaja de que al no haber niños de por medio podría se que no se diera cuenta. Sin embargo, jamás la traicioné nunca ni nunca jamás se me pasó por la imaginación tracionarla. Si lo hubiese hecho tan sólo una sola vez yo no me consideraría un hombre por haber faltado a mi juramente ante Dios y ante la Humanidad de amarla y serle fiel hasta la Eternidad. Y así ha sido desde que estoy en esta Tierra. Ni antes de conocerla personalmente, ni mientras duró nuestro noviazgo ni una vez ya casado (ni con vasectomía ni sin vasectomía) dejo bien claro escrito para toda la posteridad que jamás he engañado en ninguna ocasión a La Princesa. Nunca jamás. Y a eso yo lo llamo "amor noble"; del cual, por supuesto soy un defensor a ultranza pero no "téorico" sino totalmente práctico. Y jamás voy a fallar en ese juramento por más que cierta persona, de cuyo nombre ya no me interesa acordarme, me dijera que en ese tema no se puede decir nunca "de esa agua no beberé". No sé lo que habrá hecho ella ni me importa saberlo pero si se cabrea porque yo le dije que conmigo estaba equivocada que se cabree pero, en este tema, juro solemnemente que nunca "he bebido de otras aguas ni beberé" por mucho que ella se dedique a predicar lo contrario. No importa lo que haya hecho o dejado de hacer porque no me interesa saberlo pero que sepa que "de ese agua yo no beberé". Amén.
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