En el verano de 1995, contratado por la agencia de periodismo United Press International (UPI) de los Estados Unidos de Norteamérica, me encuentro llevando a cabo, sin la ayuda de nadie más, un amplio reportaje liiterario y fotográfico en la ciudad rusa de Hatanga y sus alrededores. Ya he tomado unas excelentes fotografías de la confluencia, en la Bahía de Hatanga, de los ríos Heta y Kotuj, que llegan procedentes de los Montes Putorama de cuyas cimas he obtenido magníficos panoramas; así como de la ciudad de Hatanga, los Montes Byrranga, el lago Tajmyr y la isla Begicév. Tengo una colección de fotografías tan amplia y de tan excelente calidad que estoy seguro de que el Director de la UPI, Míster Milton Benjamin, no sólo me va a pagar los cien mil dólares que hemos acordado sino que va a subir la cifra hasta los doc¡scientos mil dólares porque, a cambio de ello, me va a pedir permiso para participar en el Premio Pulitzer tanto en fotografía artística como en textos literarios. Y todo ello dentro de las líneas ortodoxas del periodismo mundial.
 
Una vez terminada la larga sesíón de fotografías y, para combatir el frío que hace que vaya abrigado de tal modo que sólo se me ven los ojos, siempre tan acostumbrados a verlo todo en cualquier clase de clima o de condición, me he refugiado en el Hotel Zapolyarye donde me han servido un excelentísimo señor café con leche. Y estando en esta actividad tan relajante de pronto se me acerca, toda alterada, la guapísima y escultural relaciones públicas Irina Mirny que está buena pero buena de verdad.
 
- ¡Señor periodista español! ¡Señor periodista español!
- ¿Qué sucede, Irina? ¿Cómo una chavala como tú tiene tanto miedo?
- ¡Ay, señor José Orero de Julián!
- Tengamos confianza mutua, Irina, y llámame sólo Diesel nada más.
- ¡Ay, Diesel!
- ¿Pero qué es lo que te asusta tanto? ¿Que yo sepa no estoy fumando dentro del Hotel?
 
Irina Mirny se acerca a la barra, pide un vaso de vodka y se acerca con él hasta donde estoy yo.
 
- ¿Puedo sentarme frente a ti, Diesel?
- Con total confianza Iryna Mirny. ¿Cuál es tu segundo apellido?
- Tazovski para servirte en lo que más gustes.
 
Sonrío y suelto una carcajada.
 
- ¡Jajajá!
- ¿Es que he dicho algo malo o es que te hace tanta gracia eso de Tazovski?
- Para serte sincero del todo, lo de Tazovski me hace gracia pero me río por otra cosa.
- ¿Qué cosita es?
- En español empieza por i y termina por e.
- ¡Irene! ¡Seguro que tienes una amante llamada Irene!
- Pues no, Irina, no hay ninguna Irene en mi vida... pero no puede ser....
- ¿Qué es lo que no puede ser?
- Que me sirvas para lo que más gusto.
- ¿Puedes decirme por qué no?
- Porque ya estoy casado como Dios manda.
- ¡Qué pena... digo... qué lástima...digo qué mas da...!
- Pues no da lo mismo.
- Y yo que soy virgen todavía...
- Pues lo siento Irina pero no. ¿De verdad eres virgen?
- Tal como nací pero, en cuanto a lo de virgen, eso es lo que quiero comentarte para ver si lo añades a tu reportaje periodístico fotográfico y literario.
- ¿Me quieres regalar alguna fotografía tuya tal vez para incluirla en dicho reportaje?
- No es eso... pero ahora que lo dices...
 
Irina se levanta, desaparece por unos minutos y vuelve con una preciosa sonrisa.
 
- ¡Esta soy yo sin traje de relaciones públicas!
 
Me enseña una fotografía de ella, de cuerpo entero y en bikini, tomando el sol sobre un yate, en la playa brasileña de Florianópolis.

- ¡Zambombas! ¡Vaya carrocería!
- Sí. Es un yate de mi amigo Lula da Silva.
- No me estaba refiriendo al yate precisamente...
 
Irina Myrza Tazovski hace como que no entiende qué quiero decir...
 
- No te comprendo bien, Diesel...
- Mejor que no lo comprendas bien para que así puedas imaginártelo.
-¿Te va a servir para algo?
- A mí no;pero a Mister Benjamin le va a entusiasmar como portada del reportaje "Las más bellas vistas de Hatanga y sus leyendas"
- Pues me alegro mucho. 
- Me alegro de que te alegres y ya que te apellidas Tazovski... ¿por qué no dejas de beber esa porquería de vodka y nos tomamos, los dos juntos pero no revueltos, un par de tazas de chocolate bien espeso?
- ¡Jajajá! ¡Eres simpático de verdad! Lo de revueltos no llego a entenderlo.
- Es cuestión de huevos nada más, Irina. Existen los huevos revueltos pero ya no tienen ninguna importancia ni son noticias porque son demasiado conocidos en el mundo actual que se ha acostumbrado ya tanto a ellos que ni tan siquiera se les da valoración alguna.
- Pues lo del chocolate sí que me ha gustado.
 
Irina se levanta de nuevo con el vaso de vodka todavía, se va a la barra y tira el líqudo por el fregadero; luego desaparece nuevamente y vuelve a aparecer con las dos tazas de chocolate espeso y sus correpondientes cucharillas. Lo pruebo. Está realmente tan delicioso como el néctar de los dioses del Olimpo.
 
- ¿Qué chocolate es?
- Es el mejor del mundo. Es el Pacari de la República de Ecuador.
 
Sonrío nuevamente.
 
- Lo sabía.
- ¿Sabías que el chocolate Pacari es ecuatoriano?
- Si yo te contara todo lo que sé sobre chocolates, Irina...
 
Y dejo la duda mientras nos tomamos el chocolate hasta que, una vez terminadas las dos tazas, ella vuelve a dirigirme la palabra.
 
- Diesel...
- ¡Caramba! ¡Creía que te habías enfadado conmigo!
- ¿Por lo de Ecuador?
- Es que algunas se enfadan cuando lo cuento.
- Deben ser envidiosas nada más.
- Pues bueno... tú dirás...
- ¡Puedes añadir una verdadera historia increíble a tu reportaje!
- Debe ser muy increíble...
- Pues dicen que es verdadera.
- Cuéntame sin dar tantos rodeos.
- ¡Unos humildes boyeros han visto a la Virgen en las faldas de Byrranga!
- ¿En las faldas de quién?
- ¡En las faldas de nadie, Diesel!
- Pero si tú has dicho en las faldas de alguna señora.
- ¡Que no, Diesel! ¡Que me refiero a los montes de Byrranga!
- Perdona, Irene, pero yo había entendido en las faldas de Britanga.
- A ver si pones más atención, Diesel.
- Es que todavía no sé tanto como tú porque yo como mucha tortilla de patata española y tú comes mucha ensaladilla rusa. ¿Me comprendes?
- Te comprendo y además te perdono.
- Pues gracias por comprender y gracias por perdonar.
- Sigamos adelante, Diesel.
- ¿Quieres decir que a unos pastores de bueyes se les ha aparecido la Virgen a solas y sin que nadie más lo pueda haber visto para saber si es cierto o es falso?
- ¡Eso mismo es lo que digo yo!
- No tiene ya mucho gancho esa clase de historias tantas veces repetidas pero a lo mejor tienen algo interesante que contar y que se diferencie de las demás veces. ¿Quieres hacerme un favor?
- ¡Yo te hago todos los favores que quieras!
- No es eso, Irina. Prefiero que no dejes de ser virgen por mi culpa.
- ¿Entonces para qué me quieres?
- ¿Dónde están esos boyeros contando esa aparición de la Virgen?
- En esta misma ciudad de Hatanga, justo en la puerta del Ayuntamiento. ¿Qué puedo hacer por ti?
- ¿No te importa si me acompañas para ser mi intérprete!
 
Y así fue cómo me enteré de que la Virgen, que ahora rápidamente todos los habitantes de Hatanga han decidio hacer una figura de barro y llamarla la Virgen de los Bueyes para celebrar tal milagroso suceso, se apareció a tres ricos boyeros: Emilov, Bonifov y Maximov. Pero lo que tiene de particular este caso es que es muy diferente a todos los demás momentos en que la Virgen se ha aparecido a pobres pastorcitos y pobres pastorcitas porque resulta quea agora se tratra de tres boyeros millonarios y cada uno de estos tres boyeros millonarios dicen cosas totalmente distintas. Emilov afirma que la Virgen llevaba un cántaro de leche sobre la cabeza (algo así com "El Cuento de La Lechera"), mientras que Bonifov dice quye la Virgen llevaba un arco con flechas (algo así como la Leyenda de Diana la Cazadora) y Maximov dice que estaba montada en un automóvil de lujo (algo así como La Serie de El Coche Fantástico).
 
- ¿Puden ustedes tres, estimados y ricos y millonarios boyeros, contarme sus historias privadas pero, según dicen ustedes, verdaderas aunque no coincidan en nada, cuando estemos en el Hotel Zapoliyarye. No les importe el dinero porque lo pago yo.
 
Al escuchar que era yo el que iba a pagar lo que tomasen se les abrieron los ojos como platos a los tres ricos y milloanrios boyeros y contestaron todos al mismo tiempo.
- ¡¡¡De acuerdo!!! ¡¡¡Paga el primo de Diesel!!!
 
Cuántas mas copas de vodka tomaban más tonterías decían y menos se ponían de acuerdo entre los tres para coincidir en lo que habían visto. Contaban tales cosas tan extraordinarias qie conseguí anotarlo todo gracias a mi inérprete ocasional Irina Myrne Tazovski y, aunque ninguna de las tres historias se parecían en nada las unas con las otras y juraron que la Virgen había hecho hasta 40 milagros por minuto durante la hora exactas en que estuvo con ellos, el reportaje me quedó sensacional tan sensacional como anillo de casado al dedo. Con la fotografía de Irina como portada y las fotografías de los lugares donde decían los tres ricos y millonarios boyeros que se había producido la aparicíón de la Virgen que ya se llamaba Virgen de los Bueyes por unanimidad popular y que eran completamente ditintos aunque los tres afirmaban que estaban juntos couando la vieron, me quedó un repotaje tan "chuli" que estoy seguro de que mister Benjamin no me va a pagar sólo doscientos mil dólares sino los trescientos mil porque su Agencia UPI va a ganar, con todo esto y el año en que decida el Director de la Agencia publicarlo, el Premio Pulitzer. Ya lo verán los incrédulos.