Literatura deportiva (Ensayo) Capítulo 5: Ámbito europeo medieval.
Publicado en Sep 23, 2016
Me apoyo fundamentalmente en el texto de Menuel Herández Vázquez titulado "El juego deportivo en la Edad Media". Durante la Alta Edad Media, tenemos que señalar como hechos significativos que marcan todo esa época, la consolidación del Imperio Bizantino, el apogeo del mundo árabe y las grandes migraciones que iniciándose en el siglo IV, no se completan hasta el año 1000 aproximadamente, fecha en que realmente comienza la historia de la Europa Medieval, en aquellos hechos que nos son más familiares: feudalismo, caballería, corte, monasterios, nobles y siervos. El triunfo progresivo del cristianismo junto a las influencias recibidas por parte de los pueblos germánicos que en oleadas van barriendo toda Europa son los ingredientes que van conformando los nuevos estados medievales. Era tal el grado de influencia de la Iglesia que hablar de la Europa baja-medieval y decir cristiandad
resultaba prácticamente lo mismo. El plan de estudios en las escuelas catedralicias lo constituían las siete artes liberales, desde la época carolingia: el trivium que comprendía gramática, retórica y lógica, y el cuadrivium que comprendía aritmética, geometría, música y astronomía. La importancia de los ejercicios gimnásticos en la educación fue declinando lentamente en el curso del periodo helenístico y romano hasta desaparecer hacía el siglo IV de nuestra era. De hecho la gimnasia educativa y la gimnasia militar degeneran en la época romana mientras cobran valor la gimnasia médica y la gimnasia profesional. A partir de la Baja Edad Media se puede decir que estas disciplinas habían desaparecido y si se practicaron fue como diversión como único motivo. Es a partir de los primeros humanistas según veremos, cuando se empieza de nuevo a tener en cuenta a la gimnasia como una forma de educación de lo corporal. Sin embargo, no todo el Imperio romano sucumbió a las invasiones de los pueblos del norte, ya que el Imperio Bizantino no sólo se mantuvo fiel a las tradiciones romanas, hasta la caída de Constantinopla, tomada por los turcos en 1453, sino que además en ese milenio largo de existencia consiguió nuevas formas culturales donde la educación se mantuvo a un alto nivel y la universidad fue reorganizada de tal forma que había un cuerpo laico que enseñaba filosofía, geometría, astronomía y retórica, excepto teología que, por el contra, era la materia base de la educación europea occidental, donde la educación y la cultura estuvo en manos de la Iglesia durante todo el tiempo. En las cátedras de latín y griego se realizaron copias de las obras clásicas. Otro rasgo diferencial con occidente fue que mientras Europa se ruraliza y se divide en multitud de estados, las ciudades bizantinas mantienen su vigor, existiendo en cada ciudad una clase ociosa y cultivada que supo mantener las tradiciones y por supuesto en el caso que nos ocupa, la brillantez de los juegos circenses y otros deportes. El Imperio Bizantino conservó ciertos aspectos de la organización cívica anterior, fundamentalmente los juegos de circo, aunque estos perdieron pronto el carácter de banderías y grupos que tenían en la época romana. La educación nunca fue monopolio de la iglesia y estuvo llevada siempre por docentes seglares. Tenían escuelas en los pueblos y las familias acomodadas solían tener tutores para sus hijos. La educación que recibían permitía la práctica deportiva al tiempo que las letras. En el terreno deportivo queda constancia del apogeo de ciertas actividades deportivas como las de circo, el polo o la caza, estas dos últimas practicadas incluso por los propios emperadores. El pueblo además de asistir a los espectáculos del circo o del polo, también se divertía por los numerosos acróbatas o juglares que deambulaban constantemente por los pueblos. Sin lugar a dudas las actividades deportivas más importantes fueron las carreras de cuádrigas, que llegaron a ser incluso más importantes que en Roma; sus características más importantes fueron: se corrían con dos o cuatro caballos en siete mangas o doble recorrido de pista (6.000 mts). Se distinguían las cuádrigas por los colores que como en Roma, representaban al principio determinados grupos o banderías; las ceremonias inaugurales las bendecían el clero y era el emperador el que autorizaba la salida. Debemos destacar como aspecto social, que el cuidado de las cuadras, los aurigas y sus programas de entrenamiento, eran temas de discusión y debate, lo que favorecía cierto grado de intercomunicación por encima del complejo sistema de clases reinante. Se conoce la celebración durante siglos de los juegos del circo romano en el hipódromo de Constantinopla, la introducción del juego de polo persa en el siglo IX y la mención de torneos en los romances bizantinos tardíos, así como el uso de los baños en la capital. Otro hecho que se debe destacar por la influencia posterior que tuvo no sólo en la península Ibérica sino también en el resto de la Europa Medieval, es la aparición del Islam durante el siglo VII y su posterior difusión. Herederos de una cultura milenaria, pues supieron recoger en todo un conjunto cultural, que definió a partir de entonces al mundo árabe, dos grandes tradiciones: el arte grecorromano de Siria y Egipto, y el arte sasánida de Persia y Mesopotamia. Refiriéndonos al ámbito deportivo, podemos señalar que la herencia recibida de la que se tiene constancia, son los baños de vapor que eran tan populares como en el mundo antiguo; la caza pasatiempo preferido por los príncipes sasánidas y posteriormente por los omeyas; y el polo persa que fue difundido no solamente por el imperio bizantino sino también en aquellos territorios conquistados por los omeyas como la península Ibérica. Qasr al-Hair al-Sharqi, uno de los palacios más importantes, situado en el desierto de Siria, al nordeste de Palmira, fundado por el califa Hixem en el año 728, tenía alrededor del recinto otra muralla que abarcaba una superficie de unos 8 km2. Se ha sugerido que la finalidad de esta muralla era impedir que se escaparan los animales salvajes, pues se sabe que la caza era uno de las aficiones favoritas de los príncipes omeyas. Los juegos deportivos en el occidente europeo, después de unos años de incertidumbre y conforme los estados feudales van perfilando una cierta estabilidad, comienzan a resurgir y a observarse su práctica de forma generalizada por todo el continente. El hundimiento de las instituciones romanas traen consigo que la mayoría de los juegos-espectáculos dejen de practicarse en todo el imperio, debido fundamentalmente a la desaparición de la vida urbana y no sólo por la posición de la Iglesia oficial, que por supuesto siempre estuvo en contra como lo atestigua en su obra Isidoro de Sevilla. De cualquier forma se tienen pocas informaciones que nos señalen con claridad la actividad deportiva en esos primeros siglos llenos de cambios e invasiones sucesivas y que no acaban realmente hasta el siglo XI. Pero sí conocemos como poco a poco algunos deportes conocidos de siempre comienzan a resurgir de nuevo, como los juegos de pelota, conforme la vida en sociedad comienza a estabilizarse, y otros nuevos adaptados a las nuevas necesidades se manifiestan de una manera cada vez más ostensible, como los torneos. El juego deportivo al igual que en otras épocas sigue su evolución, adaptándose determinadas formas lúdicas a las necesidades bélicas (caso de los torneos) y aunque la educación se encierra en los monasterios, la gente sigue practicando en cuanto tiene un poco de tiempo y tranquilidad, los juegos de pelota y los ejercicios gimnásticos como saltar, correr o lanzar. El espíritu religioso no es totalmente hostil a todas las actividades deportivas, como se ha creído tradicionalmente, pero pone sus límites en cuanto a los excesos y señala que el escolar debe prepararse para el trabajo y no para el juego. Asimismo en la vida rural la gente de los pueblos solía ocupar sus horas de ocio preferentemente en el juego, la bebida, el canto o el baile. Además fue floreciendo una cultura popular que tenía en los juglares su principal difusión. El juglar era un personaje diestro en ejercicios gimnásticos, baile y danza, con instrumentos musicales, canto, recitar poemas e incluso componerlos. Como vemos realizaba funciones de todo tipo que iban desde las de trovador hasta las de titiritero y malabarista. Vivía de sus actuaciones en calles y ferias así como en las residencias de nobles y potentados. También los nobles en tiempos de paz realizaban frecuentes torneos que servían para demostrar su valor y para destacar ante sus damas, pero también como preparativos para la guerra. Junto a los torneos la caza fue otra de sus diversiones favoritas (mayor información sobre los juglares, la podemos encontrar en la obra de D. Ramón Menéndez Pidal, sobre la poesía juglaresca y los juglares, 1991). Del estudio del deporte de esta época, podemos observar que la mayoría de las actividades deportivas, que surgen en una zona determinada europea, posteriormente y más o menos reglamentadas se extienden por todo el continente europeo occidental. El análisis de esos deportes nos permiten saber con cierta exactitud lo que fue la Edad Media con respecto al mundo del juego y del deporte. En cuanto a la infraestructura deportiva de la época romana en la mayoría de los casos es abandonada, aunque existen informaciones en algunos casos, de un uso alternativo, durante los primeros siglos, como en el caso de Roma con el estadio de Domiciano o el ejemplo francés de los anfiteatros romanos de Nîmes y Arlés que se convirtieron en la ciudadela de la ciudad. Saliendo del texto de este autor, podemos decir que aunque en la novela bizantina "Florio" no se hace mencióndel deporte medieval de las justas por su nombre, resuta fácilmente identificable que nos describe combates de lanzas. La adaptación del "Florio" griego, así como del "Imberio", a partir de un modelo occidental, no deja en principio lugar a dudas sobre el carácter no griego de las justas; esto además vendría apoyado por la frecuencia que sobre torneos aparece en la "Aquieia", cuyo compendio occidental también nos da a conocer, y particularmente en "Erotócrigo" adoptó la forma de "Paris et Vienne". Todo apunta a que los torneos disputados fueron bastante sangrientos como podemos ver en la enciclopedia de Kukulés, quien nos muestra la práctica occidental de este deporte. Las novelas bizantinas de caballería, anónimas, "Imberio y Margarona" y "Véltandro y Crisantza", aparecidas en el Imperio durante la época de los Paleólogos (1204-1453), poseen la virtud de la sencillez y la gracia espontánea de los textos medievales. Aunque son nobles herederas de la novela antigua, no deben confundirse, como resulta tradicional en nuestros ambientes filológicos, con la novela helenística que muchos dieron en llamar, equivocadamente, bizantina. Suponen la perfecta unión de los enredos amorosos de aquella novela primitiva con la sutileza de la tradición oriental y con las influencias recibidas del Occidente europeo tras la Cuarta Cruzada de 1204. Influencias, por cierto, que resultan más superficiales de lo que cabría esperar y no consiguen hacer desaparecer, en esencia, lo genuinamente helénico. Fueron escritas en una especie de griego delicioso, mezclado, conocido como Koiné medieval, que supone uno de aquellos venturosos avances de la lengua que, con el tiempo, sería definitivamente el vehículo de expresión de la Grecia moderna. Novelas en verso, por otra parte, que recogen fielmente las fórmulas de la poesía popular y los sistemas versales, concretamente el decapentasílabo, libre todavía del sometimiento de la rima. En la "Aquileida", que fue la última de Estacio y que quedó inacabada, se narra los primeros años de la vida de Aquiles y su infancia junto al centauro Quirón, y su adalescencia en la isla de Esciros, donde vivió disfrazado de mujer hasta que Ulises lo desenmascaró y le empujó a tomar parte en la guerra de Troya. Kukulés va más allá cuando afirma que los torneos fueron introducidos en la Edad Media de Occidente provenientes de Bizancio. Desde allí regresaron de nuevo a Grecia siendo ahxora combates sin demasiados riesgos, frecuentes en el siglo de Justiniano. Concluye F. Kukulés que los llamados torneos surgen en la Edad Media bizantina como se pude descubrir leyendo la "Historia de Cantacuzenos". Juan VI Cantacuzeno (Constantinopla, Imperio bizantino, 1292-Mistrá, Imperio bizantino, 15 de junio de 1383), estadista, emperador bizantino, e historiador cuya disputa con Juan V Paleólogo sobre el trono imperial lo llevó a pedir ayuda de los turcos, ayudándolos en su conquista del Imperio bizantino. El deporte forma parte de la cultura de Occidente, parafraseando a Diem, el deporte moderno es hijo de la industrialización y nieto del Renacimiento. Como tal, ha tenido múltiples formas de entenderse a lo largo de la historia, a veces como simple juego practicado por la mayoría de la gente o también como exaltación de la superación humana. Se ha utilizado como puro divertimento pero también como competencia entre naciones en sus reivindicaciones políticas. Y como no puede ser de otro modo ha tenido diversas representaciones tanto en el arte como en la literatura o el cine. Es muy importante repasar la historia occidental del deporte desde la Edad Media a nuestros días y abarcar desde los tratados gimnásticos de Mercurialis a la gimnasia sueca de Ling, desde las justas caballerescas a los Juegos Olímpicos, pasando por los juegos rurales o el origen de las reglamentaciones deportivas. Hyeronimus Mercurialis o Girolamo Mercuriale, Jérôme Mercurilais o Gerónimo Mercuriale (Forlì, 30 de septiembre de 1530-13 de noviembre de 1606) fue un médico, naturalista, filósofo, y pedagogo italiano, que junto con Vergerio (1349-1420) y Vittorino da Feltre (1378-1446), culmina el movimiento de renovación pedagógica que ocurrió en el Renacimiento. Su aportación más importante consistió en la recuperación de las ideas que Galeno tenía en relación al cuidado del cuerpo humano, que junto a aportaciones propias, devolvió el valor que había perdido durante la edad media, a la actividad física como medio para conservar la salud. En 1573, fue llamado a Viena para tratar al emperador Maximiliano II. El emperador, satisfecho con el tratamiento que recibió (aunque moriría tres años después), lo nombró conde palatino imperial. A continuación consulto con un texto de Bárbara Jaimes: Con la aparición del cristianismo, el cuerpo no fue objeto de educación en los colegios y los juegos se prohibieron. Únicamente se practicaban actividades físicas en los torneos, justas, juegos de pelota y lucha; destinado a la formación de caballeros, que a la vez servían como medio de diversión para los nobles. Desaparecen los estadios, termas, teatros, circos, espectáculos y grandes festivales. La educación fue más espiritual e intelectual, ya que la iglesia se oponía a la educación física por tres razones: no concebían el concepto romano de deportes y juego; consideraban a los juegos como una pérdida de tiempo y, según la iglesia decía (de manera equivocada por cierto), cuerpo y alma eran dos entidades separadas. se debía fortalecer y preservar al alma, y negar los placeres carnales y beneficios derivados de los ejercicios físicos y del baile para asegurar la vida etern en el cielo, lo cual además de ser falso es una barbaridad y un absurdo total. Así que bajo estos principios, equivocados por completos en cuanto a los deportes se refiere, aparecen dos movimientos: el ascetismo (donde lo más importante era lograr la vida eterna) y el escolasticismo (donde lo más importante era el desarrollo intelectual). Las dimensiones del hombre comprendían el alma, a los que se dedicaban los ascetas, la mente, cultivada por el escolasticismo y el cuerpo, entidad a reprimir, pero al que los “simples”, los campesinos, estaban entregados irremediablemente. La alegría, el disfrute corporal, la felicidad, el juego, hasta la risa son mal vistos por la moral oficial. De todos modos será un período de gran creatividad en la cultura popular ligada a todo tipo de juegos y pasatiempos en los que pueden rastrearse los orígenes de gran cantidad de deportes y actividades actuales. Se sostiene que la vida medieval está impregnada de juego. Ya sea el juego popular desenfrenado, o el juego de caballería, pomposo y señorial, juego refinado de cortes de amor. En las villas habitadas por campesinos, artesanos y todo tipo de buscavidas, a pesar de la descalificación y las sucesivas prohibiciones de las autoridades, los juegos eran una expresión cotidiana de gran riqueza y variedad: los juegos de pelotas, las rondas, canciones, acrobacias, muñecos, trompos, cometas y otros juguetes, formaban parte de los entretenimientos de los hijos de los campesinos y gente pobre de las poblaciones. Comienza en el siglo V (475) con la caída del Imperio Romano de Occidente, hasta el siglo XV (1492) con el descubrimiento de América. Para reconocer algunas representaciones del hombre y de su cuerpo en esa época, es útil estudiar la fiesta medieval, como el carnaval, la de los locos, la del burro, la de los inocentes, los misterios, las sátiras, las farsas, la risa pascual, las cencerradas. En el júbilo del carnaval los cuerpos se entremezclaban sin distinciones, participando de un estado común, “el de la comunidad llevado a su incandescencia”. No eran fiestas que sugirieran la idea de espectáculo, de distanciamiento y de apropiación por medio de la mirada. El carnaval implica la exaltación de los placeres, la iniciación a la sexualidad, la burla del orden y la jerarquía, “es un canto a la abundancia y un desafío al poder”. En cambio las fiestas oficiales instituidas por las capas dirigentes no se alejaban de las convenciones habituales. Basadas en la separación, jerarquizaban a los sujetos, consagrando los valores religiosos y sociales, y, de este modo, afirman el germen de la individualización de los hombres:”el carnaval absuelve y confunde; la fiesta oficial fija y distingue” (Le Breton, 2005). En la sociedad medieval y, luego, en las tradiciones populares, el hombre no se distingue de su cuerpo, como sí sucederá en la modernidad, en que el cuerpo será considerado factor de individuación.Actividad que apela a un conjunto de prácticas corporales sistematizadas con intención educativa. Esta confusión de cuerpos, los desafíos al discurso oficial, la lenta repoblación de las ciudades trajo el desarrollo de formas de juegos colectivos, que produjeron el efecto de amalgamar las ansiedades competitivas que se habían expresado en los grandes festivales y competencias de griegos y romanos. La palma, la soulé, el hurling, el football, fueron algunas de las principales expresiones de esta voluntad de juego, de competencia y de espíritu colectivo. En el Renacimiento, final de este período, a través de la filosofía humanista emerge el individuo, que es la expresión simbólica del comerciante, que necesitaba libertad para el intercambio y el crecimiento económico. El individuo librecambista necesitará del Estado porque requiere de reglas para el intercambio. Necesita de la libertad para expresar nuevas ideas, la producción y ventas de nuevas mercancías requiere del logro de cierta movilidad de esquemas de pensamiento, cosa difícil si se mantienen las verdades sostenidas únicamente en la lectura de los textos sagrados. El cuerpo vuelve a ganar, lentamente, un lugar de mayor relevancia. Empieza un proceso que liberará al cuerpo parcialmente de la culpa por transformarlo en un objeto útil, pero “separándolo” de su poseedor. El “cuerpo terrestre” se libera parcialmente del “cuerpo celeste”. El trabajo empieza a ser objeto sagrado. Un nuevo dualismo se consagrará con la separación del hombre y su cuerpo. Etapa de profundo oscurantismo. Es la época del feudalismo, con la sociedad dividida en tres grandes clases: Rey, señores feudales, sacerdotes cristianos, campesinos y siervos. Más tarde lentamente emergen los comerciantes y los gremios de artesanos. La sociedad medieval, con el cristianismo, instauró una dicotomía clave: un cuerpo crispado en el medio de la tormenta, a la vez glorificado y exaltado, reprimido y rechazado. Mientras el cristianismo se aterra y repugna frente a todo exceso corporal (la sangre y el esperma se vuelven tabú) que oculta, reprime y “civiliza”, a la vez que glorifica el cuerpo por una razón poco menor: es la encarnación de Jesús en cuerpo de hombre. Es sobre esta paradoja que descansa toda la vida cotidiana medieval., entre el pecado original (transformado en pecado sexual) y la reencarnación. Pero la herencia de los legionarios y gladiadores fue continuada por los nobles y caballeros. La organización económica en pequeños feudos que fueron estructurándose en jerarquías y relaciones de vasallaje, el pillaje y las necesidades de defensa dieron como producto un modo de manifestación de prácticas ligadas a la guerra: la preparación o entrenamiento del caballero en un largo camino bien ritualizado de iniciación. Los entretenimientos de este sector social consistían en la recreación de las prácticas típicas de los hombres de armas. Los torneos y justas y las carreras a caballo, la caza, la esgrima, y equitación. La organización de los eventos competitivos se realizaba a menudo como un espectáculo para sostener la admiración y el sometimiento de las clases “bajas”, para quienes eran completamente inaccesibles. De este modo cumplían funciones de entretenimiento de los ociosos, dirimían rivalidades entre ellos y configuraban dispositivos de dominio hacia los campesinos y burgueses. En cuanto a las carreras populares, y según Wikipedia, existen fuentes que nos informan de que ya se realizaban carreras en Inglaterra desde el siglo XI. El entusiasmo era tal que las autoridades locales reservaron un espacio dedicado solo a estos concursos en 1154 en Lord. En las "Historias de Havelock el danés" en 1275 figura la descripción de un lanzador de piedras. Por otra parte, según los historiadores, el rey Enrique II de Inglaterra hizo construir campos de deportes en las cercanías de Londres para la práctica de lanzar el martillo, la barra y la pica y también para juegos de pelota. Al mismo tiempo, la juventud de Londres se desafiaba en largas carreras a través de la ciudad. En 1365, el rey Eduardo III promulgó la primera de una serie de leyes para prohibir prácticamente todas las actividades deportivas, excepto el tiro con arco que se pudo seguir practicando por razones militares. Las carreras y los saltos figuraban en la lista de los deportes prohibidos. No obstante las competiciones continuaron, como lo demuestra la renovación de las prohibiciones, por lo que Enrique VIII finalmente permitió las carreras a pie en Londres en 1510. Enrique VIII fomentó la práctica de ejercicio diario, mientras que los teóricos de la época, como Thomas Elyot, concedieron mucha importancia a los deportes en los planes de estudios. En el siglo XVI, se describen por primera vez reuniones atléticas en los Juegos de Cotswold (Cotswold Games), una especie de «mitin deportivo» organizado en Gloucestershir e inspirado directamente en los héroes de la antigua Grecia. La competición atlética se desarrolló bastante en el Reino Unido en el siglo XVII. Los deportes más populares eran entonces el lanzamiento de martillo, el salto de altura, el salto de longitud y la carrera a pie. Con la aparición del puritanismo, la Iglesia anglicanaI quiso abolir el deporte, alegando que las competiciones de atletismo realizadas por toda Inglaterra terminaban, por lo general, en peleas y borracheras. En reacción al puritanismo, el rey Jacobo I alentó a sus súbditos a que practicasen deporte después de los oficios del domingo por la tarde. También promovió el deporte mediante la publicación del "Libro de los Deportes". Los primeros corredores profesionales aparecieron en Inglaterra a finales del siglo XVII. Estos corredores eran ambulantes y se medían a los campeones locales en concursos remunerados. En España, el "korrikolaris" ha venido siendo practicado desde la Edad Media. Es una carrera a pie de larga distancia, realizada entre dos corredores. En el resto del mundo, una de las carreras medievales más antiguas fuera de las islas británicas era la que se celebraba en Roma a mediados del siglo XV. El programa reproducía el de los atletas griegos y los atletas competían a la griega, es decir, desnudos. La Olimpiada de la Repúblioca. fue una competición deportiva celebrada en 1796, 1797 y 1798 en París. La prueba reina de este intento de rehabilitación de los Juegos Olímpicos era una carrera a pie. Este evento marcó la transición entre el deporte del Antiguo Régimen y el deporte moderno, como lo demuestra el uso del sistema métrico en el deporte por primera vez. Además, por primera vez también en el deporte, las carreras fueron cronometradas utilizando los relojes marinos de guerra.
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