Literatura deportiva (Ensayo) Capítulo 8: Edad Media en Alemania.
Publicado en Sep 24, 2016
De nuevo continuamos con el texto de Manuel Hernández Vázquez. Según los romanos, los germanos eran un pueblo de guerreros y campesinos que vivían en las regiones de la actual Alemania. Según César, los jóvenes se ejercitaban en la carrera, saltos y lanzamientos. Eran famosos por su velocidad y cuenta Tácito que el ser corredor rápido era sinónimo de descendencia germana. También fueron buenos jinetes aprendiendo a montar desde niños, siendo aficionados a las carreras hípicas y a otras formas de competiciones ecuestres. De las actividades de los germanos encontramos bastante información en las sagas germanas, como la poesía de los Edda, el Beowulf, los Nibelungos y el de Gudrun. La natación es una de las actividades donde encontramos numerosas referencias, repitiéndose constantemente y donde se cuentan proezas increíbles o se refieren a cómo en la vida cotidiana, muchos jóvenes se reunían para nadar. Se alcanzó un gran nivel, señalando modalidades como la natación de fondo, con armadura, de salvamento de un compañero, de lucha en el agua y de buceo.
Olaus Magnus (1555) en su manual "De Caballero medieval pueris instruendis in arte natandi" explica el valor que esta actividad tenía para los soldados. Cita entre otras cosas, la utilización de cinturones flotadores y vejigas de cerdo. Durante la Edad Media, las carreras pedestres forman parte de las fiestas primaverales y de todas las demás fiestas familiares. Cita los ejercicios más populares: jabalina, arrojar piedras, saltos y carreras, la esgrima con la espada y la lucha. En la historia del escaldo Egil (901-983) se dice que el héroe era "duro en la lucha y ardoroso". El Cantar de los Nibelungos describe la lucha entre Hagen de Tronje y Teodorico de Berna. En el poema del Rig se describe las actividades del joven guerrero Jarl: "y sabía esgrimir el escudo, tallarse el arco, hacer puntas para sus flechas, cazar con perros, agitar la lanza, montar a caballo, arrojar la jabalina, manejar la espada y moverse en el agua como un pez “. Según Carl Diem (1966), es a partir de Carlomagno y al aparecer el estilo caballeresco, cuando surge una cierta educación física sistemática. Su biógrafo nos cuenta " que estaba entrenado en la equitación y en la caza", y que sabía nadar con tal maestría que nadie podía superarle. Los caballeros feudales mantenían unas reglas estrictas: disciplina, moderación, fidelidad a su señor, ayuda a los oprimidos y respeto a las mujeres. Todo esto exigía una escuela de vida donde "el saltar, esgrimir, tirar, luchar correr, arrojar piedras, fortalecer los brazos, piernas y tronco o combatir a caballo y a pie”; además era de práctica común el uso de del arco o la ballesta y la caza en todas sus formas. Esta educación abarcaba a toda la persona por lo que se repite con frecuencia la necesidad de "reír, bailar, cantar, correr, saltar, tiro, justa y lucha". Ya Enrique I (919-936) fomentó los torneos sin una reglamentación precisa. Los " ludi gallici " de los franceses se fueron extendiendo por todos los países próximos y así Ricardo Corazón de León los introdujo en Inglaterra y Carlos de Anjou en Italia. Las luchas existentes en Alemania evolucionaron influenciadas por las francesas sobre todo en lo que se refiere a sus reglas. Estos torneos estaban reservados exclusivamente a los nobles y exigían que estos declarasen bajo juramento su ascendencia de caballero. Estas diferencias se fueron atemperando con el tiempo, sobre todo por la influencia de las ciudades ricas que organizaban sus propios torneos y donde participaban los hijos de los patricios e incluso los de los judíos. En la Crónica de los Regidores de Magdeburg en 1386, se cita un torneo en Weisseufels, donde participaron judíos luchando y cabalgando en el torneo. Los doce artículos para los torneos, del libro del heraldo palatino Rütner, dados a conocer en 1430, aunque siempre se han atribuido a Enrique I (876-936), nos cuenta que para la organización de los torneos, la caballería de todo el Imperio se dividía en cuatro grandes grupos: Rin, Franconia, Suabia y Babiera, y estaban dirigidos por reyes de armas que se escogían entre los más distinguidos caballeros. Asimismo se señala la existencia de un personal especializado como heraldos, jueces de barrera, guardas de orden y mozos de vara, demostrando con ello que debían existir frecuentes altercados, con víctimas incluidos. En el torneo de Gottingen (1119), se conoce también que hubo además de las luchas a caballo, competiciones de lucha libre, saltos, carreras, lanzamientos de piedras y bastones. El mismo autor enumera en su libro, 36 actas de torneos que se celebraron entre los años 938 y 1487, indicando el nombre y el escudo del organizador, de la ciudad, además de la proclama con los nombres de los jueces y reyes de armas, autoridad imperial, las pruebas de nobleza, lista de invitados, participantes y la descripción de los diferentes encuentros y sus resultados. En Frankfurt, desde 1351 a 1500, se celebraron 38 torneos. El ambiente de fiesta se llenaba de caballeros, curiosos, feriantes y jugadores. En las actas de las ciudades se pueden comprobar las descripciones de estos torneos. Durante los torneos se vigilaban los derechos forales, los salvaconductos, se construía el circo y se habilitaba su entorno. Así se aseguraba el orden y la protección para todos los participantes. Se celebraban dos tipos de torneos: los que utilizaban armas de guerra (lanzas con puntas muy afiladas) y los que usaban armas de entrenamiento (lanzas sin punta). Conrado de Wurzburgo (1220 ó 1230), autor de "La Guerra Troyana", conocía el concepto del entrenamiento para la carrera pedestre. El juego de la barra se conocía como complemento del pedestrismo. El cronista y canónigo de la ciudad de Eisenach, Juan Rothe (1360-1434), en las "Siete agilidades del Espejo de caballeros ", escribió un compendio sobre ejercicios físicos. Aún en el siglo XV se exigía una formación caballeresca, donde junto a ejercicios como el tiro con arco, la ballesta o la caza, los jóvenes aspirantes a caballeros tenían que ejercitarse en todas las demás artes medievales. Como ejemplo podemos observar la educación de Federico I. Diem (1966) nos describe cómo Juan Sachs, el "zapatero y poeta" nos da una idea de lo que debía ser un caballero según el punto de vista burgués: "el torneo era la escuela de la nobleza que mantenía a esta severa disciplina ", enumerando las doce condiciones que un caballero debía probar para participar en los torneos. En la educación de los caballeros destacaron dos actividades: la esgrima y la lucha que al principio iban unidas, aunque con el tiempo tendieron a ser disciplinas independientes. En los primeros momentos la esgrima consistía en un combate entre caballeros que llevaban pesadas armaduras y utilizaban una espada pesada de doble filo. Se usaba también una espada más corta, que se manejaba con una sola mano. El uso del arnés, de la coraza, pectoral y otras protecciones, unido al peso de las armas hacía necesario tener una gran fuerza y habilidad para poder moverse con cierta soltura. Con el tiempo se fue cambiando y comenzaron a utilizar armas y armaduras más ligeras, así como una espada más delgada, afilada y flexible. Estaba claro que todos estos ejercicios con armas iban dirigidos a la preparación para el combate. Los documentos más antiguos conocidos son las reglas de esgrima de Johann Lichtenauer de 1389. Posteriormente aparecieron una serie de códices que fueron explicando la normativa a tener en cuenta. Así, uno de 1467 enumera las armas más usadas: espada, daga, cuchillo, hacha y lanza. También describe la esgrima frente a dos contrincantes, de la esgrima y la lucha a caballo o de las justas entre hombres y mujeres. El emperador Maximiliano encargó a Durero en el año 1512, un tratado sobre la esgrima. En 1487 los maestros de esgrima formaron la Hermandad de San Marco, reconocida por el Emperador Federico III (1440- 1493) el 10 de agosto de 1487. La esgrima fue tan popular en Alemania que muchos nombres de plazas y calles llevan su nombre. En Colonia hubo hasta 1232 una plaza llamada "intergladiadores" y más tarde un callejón de los espadachines. Al ir unidos la esgrima con la lucha los profesores solían ser expertos al mismo tiempo de gimnasia y lucha. También había profesores de danza que enseñaban al mismo tiempo equitación y juegos de pelota. Según nos cuenta Diem (1966), Johann Klapp, fundador de la casa de juego de pelota de Estrasburgo, fue saltador y danzarín tal como figura en las actas municipales. Los torneos, al igual que ocurrió en los países del mismo entorno, fueron decayendo, sobre todo por la aparición de las armas de fuego, hasta que desaparecieron o se transformaron en actividades más rituales y sin ningún tipo de peligro a finales del siglo XV (los carrouseles en Francia o el juego de cañas en España). Sin embargo, se puede decir que los juegos más populares entre caballeros en la Alta Edad Media fueron los torneos y la esgrima. En el caso de la esgrima, las espadas se hicieron más ligeras, surgiendo la modalidad puramente deportiva. La aparición de las armas de fuego hizo que se difundieran también nuevas modalidades como la de los tiradores, que pronto se organizaron en hermandades, donde se integraron en un primer momento las asociaciones de tiradores de ballesta. Las órdenes de caballería, como las de San Juan, los Caballeros Alemanes, los Templarios y los Cruzados, fundaron también sociedades de tiradores bajo el patronazgo de un santo patrón y a las órdenes de un maestro tirador. Tenían sus casas y campos de tiro, siendo consideradas, de utilidad pública y exentas de impuestos, por lo que algunas llegaron a tener grandes fortunas. Las fiestas de los tiradores eran verdaderos acontecimientos populares. Uno de los hechos más antiguos es el caso del arzobispo de Colonia, Anno (1010-1075), que concedió anualmente a partir de 1064 de dos a seis florines de la caja municipal al rey de los tiradores, para que se comprara una capucha nueva. Se conoce un concurso de tiradores organizado en 1206 por el duque de Schweidnistz. También existen referencias de que desde 1304 hasta la primera mitad del siglo XVIII, se celebraba en el mes de mayo la fiesta de tiradores de Erfurt. Después de un desfile se iniciaba el tiro a los pájaros, y el que acertaba en el corazón era proclamado rey de los tiradores. El segundo puesto lo conseguía el que acertaba en el ala derecha y el tercero en el ala izquierda, y así sucesivamente. El resto de la población medieval, a quien se les negaba la práctica de estos deportes, desarrollaban otras actividades lúdicas, casi siempre relacionadas con las fiestas campesinas. Ejercicios de fuerza y habilidad eran frecuentes y así era muy apreciada la fuerza física de un hombre, que lo convertía enseguida en un personaje popular. Votker, monje y maestro de la escuela del convento de Saint Gallen, escribió por el año 1.000 unas canciones donde se describe los juegos más populares de aquellos tiempos. Había un día de asueto en la escuela, que se aprovechaba para jugar a la pelota, para correr o para luchas a dos, lanzarse piedras o para jugar con el bastón. Cincuenta años después, el poeta Hans Sachs, describe muchas veces los ejercicios corporales más frecuentes de su época: correr, lanzar piedras, saltar, esgrimir, cabalgar, luchar, tornear con lanza y espada, disparar, bailar, bañarse en aguas naturales, patinar sobre hielo, viajar en trineos, etcétera. Normalmente, en los concursos de carreras, saltos o lanzamientos, se repartía dinero y objetos de valor como recompensa. En las carreras se corría frecuentemente un tramo de trescientos pasos, aunque también se utilizaban otras distancias. El salto de longitud se practicaba con y sin carrera y los lanzamientos se realizaban frecuentemente con piedras, troncos y espadas. También los nobles practicaron estas actividades, y así Federico el Vencedor (1425-1476) destacó como forzudo luchador y rápido corredor. El duque Cristóbal de Baviera (1449-1493) fue muy habilidoso en el levantamiento de peso y andar por la pared. Uno de los juegos más reglamentados y populares, aparte de los torneos, fueron los juegos de pelota que se jugaban entre las alquerías y granjas, siendo el otoño la época del año donde se practicaba con más frecuencia. Aunque los ejercicios físicos no fueron muy frecuentes en la formación escolar de la Edad Media, se conocen unos reglamentos escolares de origen religioso donde se describe que en las fiestas de la primavera se aprovechaba para realizar excursiones, juegos de pelota y otros. Los relatos del obispo de Münster (siglo XI) y los de la escuela de Diebenburg citan diversas actividades similares a la citada anteriormente. En las escuelas de Reichenan y Saint Gallen en el año 911 se dispuso que fueran dedicadas tres festividades a los juegos. El reglamento escolar de 1450 en Wiek ordena que los muchachos jueguen los días festivos de doce a dos de la tarde. En la "Canción de vacaciones" de Ekkenart IV se habla de carreras, lucha, esgrima con bastón y lanzamientos. La orden promulgada en Crainsheim en 1418 permitía el tiro con arco y los bolos. Otros reglamentos como el de Kronostadt (1453) hablan del juego como las carreras, saltos, lucha, bolos y pelota. En algunos casos existe la presencia del maestro y en Pelea con bolas de nieve otros son alumnos escogidos los que dirigen los juegos.
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