Macarrones marrones (Diario)
Publicado en Sep 29, 2016
Tengo que confesar que todo el tiempo en que viví (toda la época de mi soltería para ser exactos) en casa con mi madre y mi padre, nunca me hizo mucha gracia eso de comer macarrones porque, al verlos tan amarillos, me sabían a "plato prosaico"; algo así como tener que meterme para el cuerpo un libro de "gramática parda" (en sentido figurado por supuesto). Ni con salsa de tomate (no hablo del ketchup que conocí mucho más tarde sino de la salsa de tomate en directo) ni sin salsa de tomate... a mí... la verdad sea dicha... nunca me entusiasmó durante mi soltería tener que comer macarrones amarillos. Cuando no tenía más remedio que hacerlo, aquel "plato prosaico" me parecía más plúmbeo que leer "El arco iris de la gravedad", de Thomas Pynchon, que Gracias a Dios nunca lo he tenido entre mis manos.
Pero llegó el noviazgo, llegó el casorio y llegó el vivir solamente con mi pareja (mi esposa para no confundir a ningún lector o lectora) y el "plato prosaico" de los macarrones amarillos pasó a convertirse en el "plato poético" de los macarrones marrones, que hasta riman líricamente mientras te los vas engullendo dejando a un lado los macarrones verdes por lo de no terminar con empacho. Pues es cierto. Mi Princesa descubrió el "truco" de los macarrones marrones y desde entonces hasta me encanta comerlos. Digo yo que será uno de esos encantamientos que suceden cuando te casas con una chavala moderna y dejas las "viejas costumbres" en la casa que abandonas para vivir en la nueva galaxia de los productos alimentarios que llenan de color las mesas y no como aquellos macarrones amarillos de la época de la España "en blanco y negro" que parecían siempre interminables a la hora de comer. Menos mal que mi Princesa me rescató a tiempo y no terminé convertido en "pasta italiana al por mayor". Ahora hasta casi ni como nunca (tal vez una vez al año) los macarrones marrones porque hemos descubierto la moda de las pizzas del 3 x 1 y nos lo pasamos "pipa" olvidados ya los macarrones amarillos, las macarrones marrones y hasta los macarrones verdes (que también los hay y que parecen llegados de otro planeta).
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