¿Qué descubrí en el Hispano América? (Diario)
Publicado en Oct 24, 2016
Antes de ser profesor del Colegio El Sauce de Tumbaco fui profesor del Colegio Hispano América de Quito (que está situado muy cerca de la calle Río Coca del norte de la capital ecuatoriana, en la Avenida de Los Granados). Primero tuve que pasar una prueba de conocimientos culturales que salvé con nota de sobresaliente y despuéstuve que hacer un Taller de Pedagogía que también aprobé con nota de sobresaliente mientras que la mayoría de los demás profesores y profesoras demostraron que no tenían ni idea; así que, ya aceptado como candidato a ser profesor del colegio, me sometí a la prueba de un mes entero para, a través de las prácticas en las aulas, confirmar que estaba capacitado para la enseñana de la Literatura y las Ciencias de la Comunicación. No sólo pasé también esta prueba de un mes con la calificación de sobresaliente sino que me gané el cariño, el compañerismo, el respeto y la amistad de la inmensa mayoría de todos los alumnos y alumnas; salvo muy raras excepciones como fueron las de los "raritos" bahais y los no menos "raritos" musulmanes que se dieron cuenta de que yo era un líder cristiano y ellos un poco "mariconcetes". La inmensa mayoría de alumnos y alumnas normales dijeron a la Dirección que yo no sólo era una extraordinario profesor sino un verdadero maestro con muchos recursos a la hora de ganarme el cariño, el compañerismo, el respeto y la amistad de todos ellos y todas ellas. Así que me contrataron definitivamente pero yo renuncié una vez ya contratado. ¿Por qué presenté yo mi renuncia a pesar de haber sido aceptado por todos y por todas? Hubo una razón fundamental y la voy a declarar con toda clase de detalles.
La persona que me ofreció la oportunidad de presentarme al Colegio Hispano América de Quito para optar por ser profesor y maestro del citado colegio, fue mi colega y compañera periodista María Augusta Proaño que había estado trabajajndo a mis órdenes, durante dos meses, en la empresa Intermarket Comunicación de Quito. Ella me dijo que me iba a divertir mucho en dicho Colegio Hispano América puesto que había allí un profesor de primaria que era español y se llamaba Jesús; pero como yo me entendía con María Augusta hasta con la mirada me di cuenta de que me estaba diciendo algo así como "cuidados con ese tal Jesús". Así que lo primero que hice fue conocer a dicho sujeto, profesor de primaria, que me dijo que era navarro. Fue cuando comencé a encender mis luces de alarma. Yo sabía que en Quito se refugiaban algunos etarras que se habían escapado de la justicia española para esconderse en la capital ecuatoriana. ¿Sabía aquel navarro algo de los etarras? ¿Era simpatizante de los etarras? Como la investigación la tenía que llevar con mucho cuidado para no despertar sus sospechas le envolví en una "encerrona" contándoles los orígenes de algunos de mis apellidos. Rápidamente noté que el navarro Jesús comenzó a cambiar sus sospechosas sonrisas y se puso muy serio diciendo "vaya mezcla más explosiva". Me di cuenta de que estaba empezando a descubrir cosas "ocultas" en aquel colegio. Muy pronto me di cuenta de que el navarro Jesús era "muy liberal", lo cual me puso en alerta; y sobre todo cuando descubrí que el Jefe de Estudios también era excesivamente "muy liberal" lo mismo que alguno que otro profesor y profesora con los que contacté haciéndos caer en la trampa de que yo era igual que ellos. Las sospechas me llevaron a investigar en algunas aulas y, mira por donde, descubrí que en las de secundaria estaban presente, a la vista de todos los alumnos y alumnas, la imagen en cartón, en tamaño normal, de Karl marx y que, por lo tanto, en el Colegio América Latina de Quito, en aquellos años, se exaltaban las ideologías marxistas y comunistas hasta llegar a idolatrar a Carl Marx y supongo que a Lenin, Stalin, Guevara e incluso Mao. Me imaginé que, en algunas ocasiones, este grupo de "muy liberales" hacían cantar "La Internacional" a los alumnos y alumnas de aquel colegio. Los alumnos y las alumnas. Ellos me iban a dar la clave final. Me entretuve en ganarme sus volutnades a base de entretenerles con clases basadas en el humor y, al mismo tiempo, impartirles clases magistrales de unos conocimientos que nunca nadie les había inculcado antes. Y todo eso lo hice porque me di cuenta de que, en los recreos, se mostraban siempre apáticos, tristes, sin ganas jugar y hasta aburridos. Luego algo raro estaba pasando cuando era un colegio mixto de chavales y chavalas y que, por lo tanto, no era lógico que estviesen tan poco alegres y hasta cohibidos a la hora de jugar entre ellos. ¿Qué estaba pasando, en aquellos tiempos, en dicho colegio? La respuesta era lógica: los estaban adoctrinando con las ideología marxistas y los estaba cnvritiendo en "viejos prematuros". Efectivamente, lo que supuse era cierto. Aquel colegio, desde el Jefe de Estudios hasta la señora de la limpieza, era un nido de "ratas marxistas" manipulando a los chicos y a las chicas para hacer proselitismo comunista "bolivariano" entre todos ellos y todas ellas fuesen cuales fuesen las edades que tuvieran y, además, estaba el asunto de los "mariconcetes" bahais y los no menos "mariconcetes" musulmanes varios. Al Jefe de Estudios estuve a punto de darle un par de hostias un día en que me hablaba de que las plantas oían. ¿Sería que tenían cámaras ocultas extendidas por todo el colegio? ¿Habia "topos" o no había "topos" en aquel lugar? Efectivamente. Había topos. Eso fue lo que se le escapó a dicho cabrón. Me dieron ganas de darle un par de hostias, así como al "soplagaitas" del dudoso navarro y a un profesor de "chichinabo" (al cual también le confundí la mente y le despisté totalmente hablándole de pintores españoles de ideologías de izquierda), que me hablaba de defender "La Causa" y ya saben que eso quier decir que era comunistoide; pero preferí comentar todo lo descubierto en mis investigaciones con mi suegra (ya que mi Princesa se encontraba entonces haciendo un trabajo en los Estados Unidos) y ella me aconsejó que, una vez descubierto el potaje, era mejor dejar que la policía acudiese a investigar en dicho Colegio Hispano América y yo me despidiese sin decir nada más pero cobrando mi sueldo completo de aquel mes. Eso es lo que hice aunque tuviera que emplear la amenaza de una estaca por si acaso se negaban a pagarme lo que me debían y, efectivamente, la policía ecuatoriana fue a investigar lo que sucedía en aquel colegio mientras yo, una vez terminada mi labor de "limpieza", cobré mi sueldo ante el miedo del dudoso navarro por si le abría la cabeza a más de uno incluída la de él mismo ya que era flacuchento y feo, me despedí de todos y me maché caminando y tarareando una canción, con las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón, hacia mi siguiente destino.
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