Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -14-
Publicado en Nov 12, 2016
14.- La lotería, el más noble de los ingresos del Estado.
Decir que la vida es una lotería es decir una verdadera tontería (rima luego es poesía) porque si tuviésemos que existir gracias a una rifa lotera, el lote o mogollón de seres humanos que estuviésemos habitando, hoy en día, en la Tierra sería una enésima parte de los que somos; ya que, por ejemplo, de cada millón de personas sólo tendría la suerte de existir gracias a la lotería una y, por lo tanto, el resto no existiría. Con los últimos datos demográficos a la vista somos cerca de siete mil millones de habitantes; pero si existieramos por capricho de la lotería sólo seríamos unos siete mil nada más. ¿Qué sería de nuestro planeta si la lotería fuese la que creara, en verdad, todos los habitantes de cada uno de los Estados de la Tierra? Un completo desierto en la inmensa extensión de toda ella puesto que sólo existirían los agraciados con el premio aunque fuese mut feos. Creer que la lotería supondría la solución más noble para los Etados de este planeta es un verdadero asunto de masoquismo. Voy a ver si tengo suerte (no a través de la lotería de ningún Estado sino sólo a través del trabajo de mis neuronas) y puedo explciarlo bien. El masoquismo (pues de verdaderos masocas reultaría ser eso de esperar a que te tocara la lotería para poder nacer) es un verdadero problema humano puesto que consiste en sufrir por el simple hecho de sufrir y sentir placer con el sufrimento. ¿Es o no es para que los masoquistas, que están como un cencerro, estuviesen encerrados en alguna Sala Espacial y mandarlos hacia el espacio estelar a amargar la vida a los extraterrestes? Hablemos del masoquismo y del sadismo enen serio ya que ambas manifestaciones humanas son las dos caras de una misma moneda. Yo, en su día, escribí lo siguiente. “Nada ni nadie hay más importante que yo mismo” decía el Marqués. Y esto debe considerarse como una ultraposición de extremada egolatría. Sade impone su Yo a cualquier Otro ajeno y por eso no duda en destruir la corporeidad del Otro. Decía él que es ilógico dejar de vivir todas las experiencias que se deseen. Otra exageración patológica porque hay que tener siempre en cuenta la existencia de un mundo externo a nosotros mismos donde se mueven los derechos inalienables de los Otros y que para mí esos derechos son los que regulan el comportamiento hasta hacerlo normal. Sade insiste en que no debemos conducirnos bajo ningún tipo de moral. Confunde Sade la moral impositiva, la impuesta por los poderes fácticos (que tienen sus propios intereses) y la moral innata propia de la característica de humanidad de los hombres y mujeres. Sade no es un inmoral ni un antimoral sino un absoluto amoral (y todo absolutismo debe ser rechazable porque nos conduce a posturas y aposturas fascistas psicológicamente hablando). También reduce Sade a un simplismo absoluto la existencia de lo “religioso” en el ser humano. Él llega a proclamar que Dios es creación de los tontos. Lo cual es una vulgaridad insostenible porque miles y miles de filósofos y sabios más trascendentes que él han estado siempre considerando la idea de Dios como algo superior a la misma existencia de la Humanidad y la Naturaleza (conceptos que Sade absolutiza también en su desaforada patología psíquica). Y es que Sade es un totalitario ateo y un individualista absoluto, que llevó al materialismo mecanicista hasta sus últimas consecuencias (por eso es símbolo que se apropió la ideología nazi en sus horas íntimas). Sade dice, y aquí es donde peca de mayor filosofía fascista) que la idea de Dios es inaceptable y que no puede perdonar a la Humanidad por ello. Sade no estaba loco ni mucho menos pero cuando dice que hay que rechazar a las costumbres se olvida de que él mismo (como cualquier otro humano) es producto de una costumbre heredada en su infancia y juventud. Sade proclama que no es homosexual pero que la sexualidad le comienza siempre por el ano. En su filosofía del placer es profundamente escatológico. Y también dice que rechaza toda clase de virtudes, que son propias de los seres débiles (¡otra característica fascista de él porque da pie a considerarse un ser superior, un perteneciente a una raza fuerte!) Cada latigazo, cada rasgadura de piel, cada acto sádico de tormento al cuerpo del Otro lo considera válido porque sirve para energizar los nervios y excitar el placer sexual. Yo considero que esto es superlativamente desenfrenado. A mí, como a millones de personas, no me complace en absoluto ver el sufrimiento ajeno en el acto sexual ni tampoco que el Otro (en mi caso la Otra) me lo inflija a mí. Nuestro cuerpo emite un continuo universo de sentidos y reacciones nerviosas que producen placer en el acto sexual, pero una cosa es el goce a través de la excitación de los nervios (que a veces es un dolor agradable) y otra cosa es el uso de látigos, correas, tenazas, aparatos de tortura y acciones que simplemente deshiniben a muchos porque decaen en sufrimiento físico y no en placer. Nuestra conciencia moral (que es algo que Sade injustificadamente ignora en los demás) nos señala cual es el límite de las sensaciones placenteras. No es posible obviar esto ni minimizarlo como hace Sade ya que él es un completo ególatra a la hora de satisfacer sus instintos sin tener en cuenta el sentido corporal del Otro. No consiste exclusivamente en lo que deseamos experimentar pues muchas veces el dolor no produce placer (el dolor placentero es un dolor producido por las sensaciones nerviosas regidas por lo plural y no por lo unilateral del sadismo). Hay que tener en cuenta que nos componemos de vivencias fantasmáticas, de fantasías, de interioridades que se nos impregnan a través de la conducta normalizada por el carácter y el temperamento. El sadismo es una conclusión patológica de carácter psíquico que han estudiado profundamente Freud, Jung, Deleuze y Foucault entre otros psicoanalistas. Lo coherente estriba en nuestra unidad psíquica y nuestra unidad física y la razón debe estar complementada con la espiritualidad del acto sexual que, aunque lo niegue Sade, existe en una gran cantidad de nuestro cuerpo físico y extrafísico. En cuanto a la literatura propiamente dicho Sade tiene un estilo fácil, claro y lúcido (luego no estaba loco) muy lejano a las vulgaridades de la literatura de Sacher-Masoch. Es uno de los creadores del "nuevo lenguaje” del siglo de las luces e influyó en Chateaaubriand, Beaudelaire, Lamartine y Flaubert además de que, como utiliza mucha simbología en su literatura psíquica, es fuente también para simbolistas como Verlaine y, por supuesto, para los surrealistas. Termino por decir que, efectivamente, la simbología sadiana es utilizada por los nazis de Hitler y que, además, extiende sus tentáculos a la actualidad (¿cómo olvidar por ejemplo la cuestión suscitada por los castigos sádicos que los soldados norteamericanos infligieron a los prisioneros iraquíes en Faluja?. El tema da para mucho más pero las exposiciones paralelas de Grekosay (que me parecen muy acertadísimas) ya son suficientes para clarificar el tema de Sade. Yo, como Grekosay, también acuso… y dejo abierta la cuestión para cualquier otra interpretación válida y valiosa. Aclarado este asunto, si la lotería fuese la fuente de felicidad para los afortunados que recibieran los premios, ¿qué pasaría con los millones de desafortunados que nunca jamás logran acertar ni tan siquiera una pedrea? ¿Dónde está la nobleza de cualquier Estado de la Tierra en este paralelismo, de ida y vuelta, entre suerte-felicidad y felicidad-suerte? Si la lotería es, como algunos señalan, el ingreso más noble de un Estado estamos dando a entender que la nobleza de los seres humanos no responde a ellos mismos por naturaleza o aprendizaje sino a un asunto de tener la suerte de tenerla (valga la redundancia) porque te toca la lotería o tener la desgracia de no tenerla porque no te toca la lotería. ¿Hay algo más absurdo que decir que la lotería es un juego de nobleza cuando le puede tocar hasta al más indeseable ser humano? El 13 de noviembre del año 2009 después de Jesucristo yo mismo publiqué este brevísimo pensamiento: "La nobleza es el arte de no hacer daño a nadie". ¿Sabéis todos vosotros, los lectores y lectoras de mis textos, cuánta gente sufre y queda amargada porque jamás le toca ninguno de los premios interesantes de la lotería en todos los Estados de la Tierra? ¿Puede algún filósofo de esos que se autoproclaman existencialistas, explicarme esta patética paradoja? Si la lotería fuese un acto de nobleza no existirían los desgraciados por culpa de ella y, sin embargo, en cualqueir Estado del mundo te encuentras con cientos, miles, decenas de miles o hasta millones de seres humanos (depende del Estado al que nos refiramos) desgraciados por completo por la razón de que soñaron con poseer un bonito chalet, o un automóvil último modelo, o hacer un viaje alrededor de la Tierra, creyendo que les iba a tocar el "noble" ejercicio de jugar a la lotería. No. Nuestra personalidad agradable o desagradable no depende de la "nobleza" (que no es nobleza por supuesto) de ninguna clase de loterías ni de juegos de suerte. Vuelvo a repetir, una vez más, que creo en el azar pero no en la suerte y la lotería la ganas no por azar sino porque has tenido la suerte de que les has quitado a otros millones de seres humanos dicha suerte. ¿Comprendemos o no comprendemos bien de qué va esto de la nobleza en los seres humanos? Si fuese la lotería la que tuviese que designar quiénes son personas nobles y quiénes son personas innobles lo que se produciría, por lógica racionalista -ya que para eso tenemos la razón- que nadie se esforzaría en ser noble ya que sólo sería cuestión de que saliese premiado el número que juegas. Si eso es la mayor nobleza de un Estado eso mismo explica cómo están los Estados en el momento actual. Volved a leer, por favor, el pensamiento mío que publiqué el día 8 de febrero del año 2010 después de Jesucristo: "La suerte sólo es un sueño mal iniciado que suele terminar en pesadilla". ¿Habéis captado la idea? Pues a eso quería yo llegar.
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