Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -32-
Publicado en Nov 18, 2016
32.- Por qué Salieri es tan grande como Mozart.
La genialidad de un ser humano se alcanza, precisamente, por el método de comparación; lo cual quiere decir que sólo se alcanza la cualidad de genio cuando nos comparamos con muchos otros que son incapaces de conseguirlo pero que, sin su presencia en nuestras vidas, no habríamos llegado nunca a ser el genio que llevamos dentro y que, por comparación con ellos, se hace visible para los demas. Una vez afirmada tal sentencia y antes de seguir explicando este asunto, hablando de Mozart y Salieri transcribo textualmente algo que he encontrado en Internet. Podría parecer "off-topic" (que significa "fuera de contexto") comenzar un artículo de Mozart y Salieri con la cita de una película de Quentin Tarantino, pero no es tan descabellado si se entiende el contexto en el que Landa la emplea. Es cierto, los rumores siempre tienen cosas que ofrecer. Cabos sueltos con aparente relación entre sí que nunca terminan de tomar forma para otorgar una respuesta lógica a un suceso. Construir un caso a base de rumores no es un método precisamente científico, pero es mejor contar con un rumor a no contar con nada en lo absoluto; dicho lo anterior ¿Qué tienen que ver Mozart y Salieri con todo esto? La relación parece muy lejana hasta que en el horizonte aparecen las palabras "teoría conspirativa". Se ha dicho que el gran Wolfgang Amadeus Mozart no murió de una enfermedad, sino a manos de su gran rival, Antonio Salieri; acusaciones que en su tiempo cobraron mucha fuerza no por el conflicto, más bien por la competencia que ambos tuvieron. Los hechos: Antonio Salieri fue un compositor, director de orquesta y profesor de música nacido en Legnago (Vernona, Italia) en agosto de 1750. Se le conoce también como el maestro de Beethoven, Schubert y otros grandes cuyo talento le abrirían paso a la etapa del romanticismo en la música clásica, justo después de su muerte en mayo de 1825. Su infancia no fue privilegiada, sin embargo, al ser el más talentoso de sus hermanos, su madre permitió costear la salida de Antonio fuera de Legnago hasta Venecia para continuar estudiando música; después llegó a Viena, lugar en el que se estableció definitivamente. En dicha escena entró Mozart y escribió variaciones sobre la opera "La fiera di Venezia" escrita por Salieri, en busca de hacerse notar y llamar la atención de Antonio cuya figura ya era muy importante dentro de la música clásica en aquellos años. Mozart, nació en enero de 1756, conocido también como el genio de Salzburgo estrenó "El Rapto en el Serrallo". Salieri venía de unos años de trabajo muy importantes, iba poco a poco haciéndose un nombre en la música clásica y sin rival aparente; eso fue hasta que Mozart estrenó dicha obra y la popularidad que ésta le dio inició un enfrentamiento que vendría pareciéndose más a una guerra que a una simple riña con puños. El ritmo de esta competencia era un auténtico "toma y dame" que exigió lo mejor de ambos compositores. Cada obra era un contra ataque hacía la última obra del otro; tan reñida y pareja fue la rivalidad entre los dos que se valían del mismo contexto emocional para la siguiente composición. Así ocurrió cuando Antonio estrenó "Les Horaces", la siguiente obra de Mozart también le seguiría en el contexto, con la tragedia "Don Giovanni". Luego de la muerte del Emperador José II, un enmascarado le haría una encomienda al genio de Salzburgo, escribir una obra inspirada en la muerte de la esposa del conde de Walsegg, "Réquiem en re menor". Se deduce que el enmascarado era el mayordomo del conde y que después intentaría robarle la obra. Mozart escribió ésta, su última composición, en su lecho de muerte, por una enfermedad que hoy en día es conocida como una fiebre reumática. El de Salzburgo no era un genio para manejar sus finanzas y no tuvo una retribución monetaria importante acorde a su talento y popularidad en Europa; cosa que explica también la rivalidad entre ambos, pues Salieri, en Viena, era el maestro de capilla, lo que suponía a un oficio remunerado, pero Amadeus nunca logró destronar a Antonio en ese aspecto. Hay películas como "Amadeus" (1984, Milos Forman) que cuentan una versión de la historia mucho más trágica de lo que en realidad fue, dándole cabida al mito del asesinato cometido por Salieri, quien se muestra como un vengativo competidor incapaz de superar a un Mozart destinado a la gloria eterna. Dicha película tiene como argumento el que Salieri viviera para ver su obra arropada poco a poco por el olvido mientras que la de Mozart brillaba más con el pasar de los años; ésto era un castigo divino por su envidia, pero en realidad no ocurrió así. El rumor del asesinato se infundió a raíz de las visitas y asistencias económicas de Salieri en el lecho de muerte de Mozart. Al no tener para comprar medicinas, Antonio le ayudaría a comprar algunas, incluso a terminar alguna ópera. Europa no podía creer que el rival abatido ayudase gentilmente a Amadeus, pero dichas sospechas estaban fundamentadas netamente en su rivalidad. Mozart murió el 5 de diciembre de 1791, en Viena. Un funeral de clase muy pobre con pocos asistentes, entre ellos, Salieri. Un reconocimiento que no estuvo a la talla de la contribución artística de Amadeus, pero que se vio retribuido después en la historia. La realidad es que ambos se envidiaban y admiraban al mismo tiempo por las razones ya mencionadas. La competencia nunca llegó a ser tan sucia como la Europa morbosa de aquella época habría querido que fuera, aún así se desconoce si es por este rumor que los nombres de dos grandes músicos terminaron siendo eternos en la curva del tiempo. Sigo con mis razonamientos propios. Mozart llegó a ser un genio; pero Salieri no es un "don nadie" sino, nada más y nada menos, que la sombra de un genio. Si todos tenemos una sombra que nos proyecta hacia el éxito profesional es porque existe la sombra de un rival que está intentando siempre hacer, de manera indirecta e involuntaria por supuesto, que nuestra sombra llegue a ser la proyección hacia el mundo exterior de nuestra genialidad. No existe genio si no existe contragenio. Asi como no existe vencedor si no existe vencido. Lo tengo tan asumido desde que tengo uso de razón que cuando he tenido que liderar a equipos de fútbol vencedores siempre he estado inculcando a mis compañeros el respeto hacia los rivales derrotados y no burlarse de ellos porque, precisamente, la existencia de esos rivales perdedores es la que nos da brillantez a nuestras victorias. Durante dos largas temporadas eso fue lo que sucedió en la Casa de Campo de Madrid entre Letras (que yo lideraba domingo tras domingo) y Ciencias (que lideraba domingo tras domingo un tal Luis Miguel). Si Luis Miguel no hubiese conocido durante todos ese tiempo la experiencia del líder derrotado yo no hubiese conocido durante ese mismo tiempo la experiencia del líder triunfador. Derrota y triunfo son dos concepciones vitales que siempre van unidas para dar carácter de genialidad a quien lo alcanza porque existen rivales que se lo quieren impedir. Cuando liderando al equipo del Deportivo Olímpico de Madrid conseguimos la aplastante victoria de 14-0 contra el Numancia, sólo se debió a que los vallecanos del Numancia estuvieron presentes en el terreno de juego para darnos la cualidad de equipo revelación de la temporada. De no ser por el Numancia habríamos pasado por el Torneo Juvenil del diario "As" solamente como un buen equipo nada más, pero fue gracias al Numancia por lo que pasamos a ser conocidos como el equipo revelación de aquella liga juvenil y, además, con el récord goleador de toda la Historia del Torneo Juvenil As (tanto de aquella temporada como de las siguientes). Respetar a quienes nos proyectan hacia la genialidad es saber la importancia que tienen para nuestros éxitos en la vida profesional a la que nos dediquemos. Como dijo Cervantes en "Don Quijote": "Un hombre no es más que otro hombre si no hace más que otro hombre". Pero si no existe ese otro hombre con el que compararnos dicho asunto no puede ser posible. Partiendo de estas bases nos podemos preguntar ¿por qué los verdaderos genios tardan tanto en ser comprendidos? Los verdaderos genios no son los que la publicidad eleva a la categoría de genios sino lo que son genios gracias a su propia naturaleza (humana y divina al mismo tiempo) que no es aupada por publicistas sino que se demuestra a fuerza de expresividades en forma de productos que se apartan del común de lo que se considera genial. No es genialidad lo que se presenta como genialidad sino lo que se vivie como genialidad. Y no es precisamente la misma cosa. ¿Es necesario ser un genio para ser tal como deseamos ser? Pues no. No es necesario ser un genio aunque los demás nos traten como genios. No importa si es cierta o si es falsa esta última premisa, porque lo que es importante es saber que la genialidad no le pertenece a ningún estamento o institución sino a la Providencia de Dios y, en ese sentido, ninguna autoridad humana, de esas que intentan decidir quiénes triunfan y quienes fracasan, puede detener ese camino hacia el éxito personal y que es también un éxito colectivo ya que, al ser personas sociables que triunfamos, también formamos parte de la sociedad que triunfa con nosotros; lo cual es tan lógico que es fácil de deducir. Esto no lo pueden imponer ninguna de esas autoridades que se creen que tienen la facultad divina de nominarnos ganadores o perdedores. Nada que ver con nosotros. Ganar o perder no es nuestro destino. Ganar o perder no forma parte de nuestros equipajes, porque son definiciones verbales del mundo estático, inmovilista, dominado por un puñado de gentes que se creen dioses. Mientras tanto, mientras ellos se creen dioses, los caminantes sabemos que sólo hay un Dios y que ese Dios no es ninguno de esos señores (y alguna señora que otra) que se creen capaces de detener nuestro caminar. De manera colateral, pero ejemplarizadora, comento lo siguiente: si olvidar no se puede (porque es cierto que no se puede olvidar del todo) queda la autorealización personal en cada momento de amor y en cada momento de desamor. El desarrollo de las personas (hombres y mujeres) que evolucionan pasa por esos momentos cruciales. Por ejemplo, un poema es de calidad porque expone interrogativas y razonamientos con estrofas cortas para no confundir al lector sino para dar la respuesta poética a cada pregunta de manera directa y sintética. Un poema genial no se adorna con barroquismos literarios (que son buenos para otro tipo de estilo poético) sino que usan el llano y sintético trabajo como lo haría por ejemplo un "machadiano" de los razonamientos. Y es que hay mucha cantidad "genética" en los genios sabiendo que eso sí que se hereda. Por eso hay más genios de lo que muchos puedan creer. Soy únicamente como me siento: un diminuto punto y seguido en el contexto de esta hoja blanca. De verdad que me siento tan pequeño que a veces creo que no soy yo sino una especie de recuerdo nada más navegando por los mares de esta hoja blanca. Y no tengo, ahora, nada que contar. Solamente soy un diminuto punto y seguido en el mundo de los escritores. ¿Cuánto de genialidad puede contener este breve párrafo? No os detengáis a pensarlo demasiado tiempo y dejad que el tiempo sea demasiado generoso como para hacérselo saber a los incrédulos. Ellos no creen en la genialidad de un Gran Dios pero, sin embargo, creen en la genialidad de millones de pequeños diosecillos. Absurdo. Totalmente absurdo si tenemos en cuenta -y de eso precisamente se trata lo de ser sabios cuando sabemos que tenemos rivales a los que derrotar- lo que dijo Jonathan Swift: "cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede ser reconocido por la cantidad de necios que se conjuran contra él". Por eso Oscar Wilde remató el asunto afirmando algo que a muchos puede sorprender. Dijo lo siguiente: "Como no fue genial, no tuvo enemigos".
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