Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -33-
Publicado en Nov 18, 2016
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33.- El renacimiento de Galileo.
 
Se puede renacer haciendo crítica del Renacimiento. Dicha crítica forma parte de nuestra libertad de expresión y la libertad de expresión no nace con el Renacimento sino con la creación divina de Adán y Eva. ¿A quiénes se oponía, realmente, Galileo Galilei? El proceso de Galileo no debería entenderse como un enfrentamiento entre ciencia y religión. Galileo siempre se consideró católico e intentó mostrar que el copernicanismo no se oponía a la doctrina católica. Por su parte, los eclesiásticos no se oponían al progreso de la ciencia; durante su viaje a Roma en 1611, se tributó a Galileo un gran homenaje público en un acto celebrado en el Colegio Romano de los jesuitas, por sus descubrimientos astronómicos. Es un hecho histórico y verdadero que Galileo se defendió de quienes decían que el heliocentrismo era contrario a la Biblia. Si los ateos y paganos del Renacimiento creían que habían descubierto la verdad "matando" a Dios eran tan ignorantes como aquel paleto que fue a una gran ciudad y quiso que todos los ciudadanos cubrieran su cabeza con una boina de pueblerino.
 
Sólo idea trenzada en lo profundo eres tú cariño entendimiento de mi epigonía y misterio que, émula de propuesta pre renacentista, te introduces rauda de caudales en mi tierno corazón y profundamente entera me dices sí. ¿Os habéis fijado que en esta confesión mía tan sincera ha escrito pre renacentista que, por si acaso alguien no lo sabe, quiere decir anterior al Renacimiento? Anterior al Renacimiento existió el Camino, la Verdad y la Vida; luego el Camino, la Verdad y la Vida no son producto del Renacimiento como algunos pueden pensar sino de alguien que vivió en Galilea y a quien siguió, con sus pensamientos, Galilei entre otros muchos sabios de la época renacentista. Me refiero a Jesús de Nazaret y me refiero a que los seguidores de los renacentistas tanto creen que los renacentistas son los que inauguraron la sabiduría humana (que los hay en gran cantidad) cometen el grave error de la ignorancia.
 
Voy a hacer de Galileo. Permitidme que critique a los renacentistas en nombre de esa libertad de expresíón que tanto se adora en los tiempos de nuestra actualidad. Me refiero al renacer diario. A esa esperanza intuitiva de que nos quedan 24 horas por delante para vencer a la muerte. Desde este punto de vista, desde esa esperanza diaria, desde la fiel certeza de nuestro cuerpo hecho vida, la pregunta es que si hemos vencido a la muerte temporalmente por haber llegado a la antesala diaria, ¿dónde está la línea concebida entre las vivencias que nos esperan en el futuro de esas 24 horas y nuestro nombre plasmado en la existencia?. Todo puede ser sólo un sueño. Un sueño deslindado de la muerte en donde buscamos ser un ser con espejos donde mirarnos a través de nuestra vital permanencia en este mundo al que llegamos como flor sencilla cada día y luego nos enredamos en el diálogo con las cosas que nos rodean.
 
Construimos, a partir de una presencia primaria, un sueño de posibles e imposibles (ambos entrelazados en un mismo vivir) para vencer a la muerte. Entonces vuelvo a preguntarme ¿Renacer es la victoria?. Yo creo que sí. Que renacer diariamente es una tarea laboriosa pero es como vivir una generación de seres capaces de existir a pesar de las trabas sociales. Trasladarnos a la presión multicolor de ver el sol cada día e introducirnos dentro de esa presión es propio de todos los que renacen con las puertas abiertas al insomnio. Comprender a la razón, en este caso, es materia de inquietudes y esas inquietudes son las paráfrasis de la vida.
 
Renacer cada día es una síntesis de victoria temporal sobre la muerte de los ideales. Perdurar en estos ideales que forman y conforman nuestro sueño diario es un ingreso reiterativo/interactivo para no replegarse nunca en nuestro caminar hacia delante. Penumbra... después queda la penumbra... pero sólo después de haber vivido miles de renacimientos. Ver poblarse nuestros días, nuestras tardes y nuestras noches, de signos que desciframos cada hora de nuestras existencias diferentes es vencer a la muerte cada día. El primer impulso es los que importa. Después hay que ir dejándose llevar con el timón entre las manos. Campo abierto. Eso es vencer a la muerte diaria. ¿Se han dado cuenta ya los seguidores del paganismo renacentista y del ateísmo pseudocultural que produjo el Renacimiento de qué estoy hablando? Permitidme que siga siendo Galileo para poder aclarar las ideas a más de uno y a más de una. 
 
Seamos pensamientos sencillos (si es que tenéis la suficiente humildad como para permitir pensamientos sencillos) que estén ligados por medio de acción, reacción y un estímulo inicial de fuente naturalista. Soy un cerezo que crece cuando las golondrinas regresan y el amor se merece. Al situar a las golondrinas entre el cerezo creciendo (simil de florecimiento hacia la plenitud) y el sentido amoroso hacia lo que surge de la vida profunda de las mismas raíces de un ser vivo (el cerezo lo expreso como persona humana) he buscado un sentido de pertenencia a ese hecho concreto de renacimiento a través de sus regresos. En cierto modo el cerezo viene a ser nódulo de nido donde las golondrinas se aman. De ahí que el amor de la escena (simbología del amor humano a través de la naturaleza misma) se enlace con los tres versos en una sola unidad poética. La discontinuidad aparente nunca existe si el pensamiento gira en torno a una unicidad en la idea del poeta. ¿De qué regreso estoy hablando? No. No es al Renacimiento del Humanismo ateo y pagano sino al renacer de los seres humanos convertidos en creaciones de Dios; o sea, a los orígenes del ser humano. Luego el Renacimiento no es la cumbre máxima de la personalidad humana sino una etapa que ha pasado tan desequilibrada como, por ejemplo, la más moderna Revolución ndustrial.
 
Seguid permitiendo que sea Galileo. ¿Qué es, en realidad, el Renacimeinto del que tantos ateos y paganos se sienten satisfechos? Os voy a decir una gran verdad. Leyendo a sus más "ilustres" y "deslumbranres" artistas y "genios" de la pluma, el Renacimiento se basa, en inumerables ocasiones, en esposas que burlan a sus cornudos maridos, campesinos que se engañan los unos a los otros, frailes "a lo loco" completamente depravados y, alguna que otra vez, un poco de romance inocente y sano entre alguna muchacha y algún joven porque también hay de ello aunque permanece muy oculto y hay que descubrirlo leyendo entre líneas. Renacimiento pleno de paganismo y repleno de ateímo. He aquí su panorama: jovencitas inocentes que caen en las trampas amorosas de lo que conocemos como "viejos verdes", hombres maduros y machistas sin ninguna clase de personalidad noble. O sea, hombres que, junto con los clérigos citados, son un cero a la izquierda a la hora de mostrar nobleza en sus acciones que son, por decirlo de alguna manera clara, bajezas y vilezas sin límites. También aparecen, y todo hay que decirlo, mujeres que actúan como verdaderas arpías. Recomiedo que quienes quieran analizar a esta clase de Renacimiento, tan elogiado por las masas de gentes sin personalidad, demuestren ser personas con sobrada capacidad mental como para ser consideradas maduras porque la inmadurez mental de muchos de los renacentistas paganos y ateos dejan tanto que desear que simplemente se quedan en deseos inmorales en lugar de virtudes que valgan para ser ejemplos sociales.
 
Termino de ser Galileo exponiendo la realidad cristiana del ser humano tanto pre renacentista como renacentista y pos renacentista. En la historia el ser humano intenta dar continuidad de su autorealización existencial. Todo accionar humano nos remite a una continuidad de realización, cuya integración constituye el tiempo histórico. Si nos remitimos a la edad antigua de las culturas míticas, vemos que no hay propiamente una historia; pues el ser humano no se realiza en ella, sino fuera de ella. Las acciones humanas no se valoran por sí mismas, sino que se definen y valoran en función de los arquetipos míticos. Hay, por lo tanto, en el mundo humano mítico una carencia de autonomía para valorar la existencia. Los hechos y las obras no trascienden; no son más que el modelo de lo que siempre se repite, de aquello que siempre tiene que ser así y no de otra manera. En esta edad la historia no es entendida como un ámbito exclusivo del ser humano. Más bien, en la edad heroico-legendaria, que sucede a la cultura mítica, recién comienzan a valorarse las acciones humanas; hecho que parte más o menos en el siglo IX antes de Jesucristo con Homero; aquí recién se comienza a reconocer un mundo específico del hombre con la humanización pregresiva de la cultura que se inicia con el antropoformismo de los dioses.
 
En este proceso de desarrollo de la cultura los héroes, ahora hombres superiores más que semidioses, no son ya los meros ejecutores de un arquetipo trascendente del acontecer, sino los verdaderos autores de un modelo mundano de visicitudes. Sus hazañas, que se las concibe cumplidas en un pasado remoto, en una edad de oro de la humanidad, constituyen ahora ejemplaridad inmanente, pues quedan insertas en el tiempo humano como prototipos que los seres humanos del presente y del futuro han de inmitar y continuar. Son hechos o acciones que, por haber sido de un modo tan conspicuo y excepcional, son hoy dignos de recordación, de conservarse en la memoria y de erigirse en paradigmas, en un auténtico "debe ser" para el humano del presente y las generaciones del porvenir. También debemos considerar una contribución importante a la humanización de la historia, dentro de la Antigüedad, la concepción hebrea del Pacto entre Jehová y el pueblo elegido; pues no obstante estar encuadrada en una cosmovisión de neta raíz trascendentalista, deriva en una estimación de la historia como tiempo eminentemente humano, para el cumplimiento, por el pueblo judío, del compromiso contraído. Dios ha fiado su palabra de salvación y el tiempo es el plazo de la fianza. La historia es, por consiguiente, destino, y Dios la ley de la historia, como suceso del ser humano, que será juzgado por su veracidad o falsedad, es decir, por su fidelidad o infidelidad a la alianza.
 
Pero, propiamente, es en la edad del Renacimiento cuando cobra impulso la idea de la humanidad, es decir, de la historia entendida como ámbito esclusivo del ser humano. La reflexión sobre el hombre hizo posible que de un modo autónomo se pueda orientar la vida. El ser humano de esta edad va paulatinamente tratando de desechar cualquier instancia intermedia y busca la condición de su existencia a partir de sí mismo, sobre el dominio de su propia conciencia. A partir de entonces el ser humano ya no se dejará arrastrar por la fatalidad ni por la monstruosa oposición de la naturaleza. Su temple y personalidad se irán plasmando para construir una vida de conformidad con su libre pensamiento. El trabajo manual y la reflexión se convierten para él en la fuente de su liberación, y la libertad de conciencia en el principio de todas las libertades que puede reivindicarse para sí. Surge así, evidentemente, un nuevo espiritualismo, humanista e individualista... pues es el espíritu humano ante todo el que el ser humano del Renacimiento valora sin dejar de reconocer la existencia de otras formas de realidad espiritual, por supuesto, como la de Dios. Y humanismo individualista porque el hombre en sí, personal, es el que deberá destacarse con su espíritu de fortaleza para desplegar una vida auténtica y más plena en la naturaleza para someterla a sus aspiraciones e intereses. En estas condiciones y hasta nuestros días, el ser humano puede conocer su historia, porque es su propio actor; es el que con un nuevo espíritu se proyecta en el universo: lo conoce, lo escudriña. En efecto, el ser humano moderno consolida su libertad, dado que, gradualmente, puede compenetrarse hacia otras esferas del universo y del ser. Indiscutiblemente,el ser humano es un ser histórico pero no gracias al paganismo del Renacimiento ni al ateísmo de los humanistas sino a todos aquellos seres humanos que han ido trascendiendo la importancia de un Dios cristiano a través de todas las épocas. Luego el Renacimiento no es el punto de partida de la esencia de la libertad sino la decisión que tomaron Adán y Eva para no permanecer siempre en un mundo paradisíaco sino para luchar, con la Fe puesta en su Redención, hasta lograr el perdón de Dios.
 
Por eso Adán, por amor a Eva, le rogó a Dios que le permitiera dejar de ser eterno. Y por eso Eva, por amor a Adán, le rogó a Dios que le permitiera ser libre. ¿Son la temporalidad de nuestro estar en esta Tierra y la libertad de vivir en esta Tierra producto del tan cacareado, alabado y adorado Renacimiento Humanista? No. La temporalidad en esta tierra y la libertad en esta tierra nacen en el mismo momento en que el hombre y la mujer, creados ambos por Dios, deciden con su propia liibertad de elección y Dios les otorga la temporalidad y la esencia de dicha temporalidad. Estoy hablando de hace 5.777 años con total exactitud según se deriva de las investiganciones bíbllicas. O, dicho de otra manera, estoy hablando del año 3.761 antes de Jesucristo. Y eso no es producto, para nada, del Renacimiento; así que permitidme ser Galileo para decir lo mismo que él dijo: "No me siento obligado a creer que el mismo Dios que nos ha dotado con sentidos, razón e intelecto, ha intentado que olvidemos su uso". Es la critica más anti renacentista que he conocido yo y la cual expongo públicamente como si hubiese sido mía. Pero también voy a aportar una que es de mi propia cosecha: "Los seres humanos renacemos cuando podmeos comprender y reconocer que Dios nos hizo ser capaces de conseguirlo".
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