Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -65-
Publicado en Nov 25, 2016
65.- Una sociedad decente para los inmigrantes.
Morir por ti Siempre, inmigrante. Morir por ti Siempre. Marchan los emigrantes por el desierto sufriente y siente Jesucristo en las alturas el dolor de las amarguras de aquel grupo indigente. La gente mira para otro lado y el viento helado se resiente...¡tormenta para la mente del duro potentado! Marchan los emigrantes en este mundo callado mientras el poeta ha hablado con su verbo resonante. Y la gente sigue siempre hablando: ¡que vienen los emigrantes a quitarnos el bocado! Jesucristo va delante de aquel grupo caminando. Caminante... tu meta estás alcanzando mientras la gente parlante de pronto se está callando dejando al Camino que no miente de la Verdad suficiente... ¡Gente! ¡Jesucristo está orando por vuestra alma que miente! En el monte consagrado de aquella sangre caliente la Verdad ha contestado. ¡Gente! ¡Gente silente! ¡Vuestro corazón se ha helado! Marchan los emigrantes de un lado a otro lado mientras la gente miente y el avaro potentado guarda sus míseros duros en su bolso del pecado. Y desde el monte sangrante Jesucristo ha contestado: ¡Venid a mí emigrantes que os dejo estar a mi lado! Soy Nadie en tierra de otros. Me miran y me escondo como cervatillo asustado, con mis ojos llenos de miedo por lo que está pasando a mi alrededor desconocido. Soy Nadie fuera de mi patria, sin manos que me acaricien, sin palabras que me animen. Soy Nadie en esta nada madre, en esta nada familia en que sobrevivo con migajas de trabajos temporales... sin posibilidad de crecer en medio de la Soledad que me acrecienta las distancias. Soy Nadie que busca un cielo donde esconder mis ocultos sueños. Un cielo raso y sin estrellas porque no las puedo imaginar. Soy Nadie en busca de consuelo en forma de mirada, de caricia, de palabra amistosa. Soy Nadie en medio de la Niebla. Porque sentís las distancias más largas que los silencios sabéis muy bien de nostalgias envueltas en los recuerdos mientras huyen la palabras en vez de hacia fuera hacia dentro. Y se escucha la voz lejana de una canción al viento... Por ser hombres se os escapan las gotas del sufrimiento y miráis a las ventanas donde resbalan los cientos de copos que la nevada hace cuajar en el suelo mientras las aldeas dejadas lucen su sol en el cielo. Seguro que las ancianas rezan en sus aposentos... En esas horas llevadas allá muy dentro... muy dentro... donde los minutos resbalan secados como el sarmiento os acordáis de la parra que crece junto al convento. Y de alguna humilde zagala que está regando los tiestos...Y pensáis en las majadas donde balan los corderos mientras duelen las espaldas de tanto llevar cargamentos y de trabajar las palas, los picos y los tormentos de sentiros gente extraña oyendo raros acentos. Y mientras... aldeas abandonadas se quedan sin pensamientos. Cuando estés cansado, amigo, de la soledad de las ausencias frías en las noches de nostalgias del tiempo-eco, esa tu ronca voz, atronadora en los espacios inermes de tu sueño, habrá forjado tu cuerpo henchido de heridas marginadas por distinto. Y serás río de tu sangre abierta de inocencias hundidas bajo el pino alto de tu fantasía. Ella, pagada sin dinero que no compra al alma, no dejará de crecer sobre los abismos de las noche cuajada de esperanzas ya abandonadas en tu isla circundada por tus sueños ligeros de espesuras en los bosques que te hacen compañía del silencio... entonces, blanco amigo de ilusiones, para tu cansado cuerpo de nostalgias en las frías madrugadas del otoño, y para tus nostalgias prendidas en el aire de ese tu tiempo-eco de socorro, tu voz gastada en lo poemas será como espacios siderales de las simas; y tu cuerpo usado en las batallas estará pleno de heridas henchidas de primavera. Tu distinto soñar en cada hora de tu sangre hecha de alabanzas será una inocencia, repleta de sentires, allí donde el pino rozó el crecimiento de una flor cargada de cuentos poetarios y tu dinero será distinto al de los denarios. En ese momento tu alma repleta de amoríos crecerá como los árboles cipreses en una noche velada en los ensueños. Y tus esperanzas repletas de jazmines, en tu isla ya acompañada de jilgueros, a tu sueño de profundas madreperlas le hará que crezca una espesura de de selva alimentada en el bosque-compañía del camino y yo haré, para ti, por fin PALABRAS... Se marcharon los vencejos a otros campos a emigrar se secaron los olivos quedó triste el encinar y tú te fuiste con ellos a otro hombre enamorar con tus miradas azules y tus labios por besar. Yo me quedé pensando que hay cosas tan rotundamente posibles que se llaman milagros. Milagros del 16-18 por cierto. Y eso es verdad aunque los demás no lo crean. No importa. A ti y a mí que tantos años de emigrantes hemos podido conocer nos basta con saber que un día encontraremos tu 16 y mi 18. Y entonces todo será distinto. Emigro siguiendo la mirada de tus ojos y me convierto en preguntas. ¿Está libre la vida? ¿Circula, por ella, el arrastre de esas esencias que sólo son la altivez de los cisnes que nadan en el lago de las cercanías? Sólo me responde un eco escondido (sed de niño) que, tras las agujas de cristal de mi reloj, terminé por olvidar. Así que ¡construyo otra ilusión! Voz de mis viajes: "Volverás, caballero del viento conmovido, con todo el peso de tus ojos como fardo, uniendo la sombra de tus experiencias con el propio destino de la luz". Mis ojos se lanzan al aire (pájaros de natural presura) para plantar, bajo yermos y baldíos, geranios, azucenas, aliagas y alcanforeros de mitaca. Mis ojos visitan, por primera vez, los iniciales rincones del Universo. Mis ojos dilatan sus miríadas en el bálsamo que cubre el ámbito de lo desconocido. Mis ojos juegan con los primeros segundos de la existencia descifrando jeroglíficos que jamás antes pude comprender. Y descubro un fúlgido axioma que se diluye en mi pensamiento: "La deseada intensidad de tu persona no tiene bordes ni límites porque se extiende (más y más y más), sin fronteras ni pronombres, por el infinito alcance de tus manos". Y la alcanzo. Y entre tanta esperanza desangrada bajo los hacinamientos del enhebrado abrazo del sueño sin final, embarco en el convoy de mis vivencias y comienzo a resumirme en la pura naturaleza de su ser. Y me alcanza. Y entre tanto ruido de valvas desconchadas escucho el paso firme de los hombres que andan por el andén buscando camino hacia no sé cual salida. Y oigo el murmullo de los suspiros que lanzan las torres del eléctrico/exhaústico alumbrado de la soledad. Los cables deslizan mensajes a través de incógnitas superficies que, argonáuticas de su ausente mar, no son sino los instantes de un homérico soneto: "¡¡No sigáis muriendo hermanos!!" grito con el silencio de la voz. Y ellos miran (bisectriz de la desesperación) para saber si he sido yo; para saber si ha sido mi voz; para saber si ha sido otro; para saber si ha sido la voz de otro. Pero ellos sólo miran y giran... nada más... Por encima de las dudas crecen las verdades y los poemas no se pueden atrapar. Tengo que dejarlos libres para que se extiendan por el espacio. ¿Qué clase de espacio puede existir? Sólo existe el espacio de ellos mismos. Por eso algunos versos se escapan por las abiertas ventanillas y se cuelgan de las ramas de los viejos arbustos y otros, más sutiles en su perspicacia elemental, escapan por las mismas ventanillas para embarcarse en las blancas nubes del atardecer y grabar allí su simbólico mensaje: "Si eres viento de la tarde mañana serás aroma de existencia". Emigrante que vas al frente vuelve a la aldea... vuelve a la aldea... que hay un ángel junto a la fuente que te desea... que te desea... Es mi poema un cantar al alma del emigrante, siempre por desentrañar, siempre solo y caminante. Es mi poema un cantar al que siempre está distante de su patria y de su hogar con su vida lazerante. Es mi poema un cantar a quien vive siempre errante pues conozco lo que es llorar viviendo como emigrante.
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