Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -67-
Publicado en Nov 28, 2016
67.- "¡Damas y caballeros, prueben la máquina de la experiencia!".
El gravísimo error que cometen muchos adultos (sobre todo los que además de adultos son muy adúlteros) es que desconocen, por ejemplo, que no todo lo que hacen produce experiencia ni en el asunto del amor ni en cualquier otro asunto transcendental de la vida humana. Efectivamente, muchas acciones humanas son tan repetitivas y faltas de interés (como sucede, por ejemplo, con los adúlteros) que sólo producen rutinas y las rutinas (sobre todo en lo relacionado con la práctica del sexo) no aporta experiencia cuando no ofrece ninguna clase de sorpresas. Dentro de la cotidianidad diaria no sólo existe, en estos casos que estoy citando, el aburrimiento sino que, algunas veces o muchas más veces de las que pensamos, no producen ningún tipo de emoción y se sabe, por propia experiencia de quienes conocemos el asunto, que lo que más experiencias positivas produce es, precisamente, la sopresa inesperada. Muchos de esos tipos que van por la vida de adultos (y sobre todo de adúlteros) ni saben cual es la diferencia que existe entre lo que es la experiencia verdadera porque no salen del círculo vicioso de repetirse una vez traas otra hasta llegar a ser aburridos, apáticos y abúlicos. Si la rutina no te aporta novedad alguna es que no sabes acumular experiencias positivas a tu vida. Y eso no se consigue repitiendo, una tras otra vez, los mismos vicios de siempre. ¡Cuántas mentes humanas se han quedado ancladas en el inmovilismo intelectivo y la apatía total por haber estado siempre usando las mismas acciones sin ninguna clase de variedad interesante! Eso se produce por su propia voluntad y les hace resultar, a corto plazo, más todavía a medio plazo y mucho más a largo plazo, "personajillos" sin ninguna clase de experiencia que sirva para mejorar a nadie de los que están viviendo en sus mundos; como le sucede a un tipo que he conocido en Bombay y que se las va dando de "sansón" metiéndose contra Dios porque no tiene más inteligencia que un capullo de gusano cuando, en la realidad, ninguna "dalila" que sea guapa le hace ninguna clase de caso con lo cual, esta clase de "hombrecitos" engruesan la voz para parecer más hombres e insultan en voz muy alta a Dios que ni les está escuchando ni les escucha jamás. ¡Así de absurdas son ciertas experiencias de los que se auto denominan expertos cuando ni tienen idea de lo que ser expertos significa! ¿Qué es, exactamente la abulia que padecen esta clase de "personajillos" de úiltima categoría social? Leed bien porque he escrito categoría social y no clase social porque son dos términos tan diferentes que en muchísimos casos son hasta opuestos. Contesto yo mismo utilizando una fuente de información verídica: La abulia (del grigo clásico que significa , "no-voluntad") en neurología, se refiere a la falta de voluntad o iniciativa y de energía. Es uno de los trastornos de disminución de la motivación. La abulia está en el medio del espectro de los trastornos de la motivación disminuida, como la apatía, siendo menos extrema, y el mutismo acinético, que es más grave que la abulia. Un paciente con abulia es incapaz de actuar o tomar decisiones de forma independiente. Puede variar en gravedad desde lo sutil hasta lo abrumador. También es conocido como la enfermedad de Blocq; que también se refiere a la abasia o astasia-abasia. La abulia fue considerada originalmente y sigue siendo un trastorno de la voluntad. En psiquiatría es una alteración patológica de la voluntad, que se caracteriza por una ausencia total o parcial de la misma, y que se expresa en la incapacidad para tomar decisiones y ejecutarlas. En la práctica educativa este término se suele aplicar a ciertos estados transitorios de inadaptación del niño, como pueden ser los estados de indecisión, inercia, pereza, etcétera. ¿Y sabiendo todo esto vosotros y vosotras que me estáis leyendo creéis que, de verdad y en verdad, un "personajillo" como este "sansón" de Bombay carente de personalidad atractiva para cualqurie guapa "dalila" de este mundo, puede aportar experiencias que sean valiosas para nuestras vidas? La única respuesta lógica y valiosa es un no rotundo. Sus experiencias (por llamarlas de alguna manera) no son ni valiosas ni atractivas para los demás seres humanos y, al carecer de valores positivos no nos ayudan a formatearnos un personalidad atractiva y por su falta de calidad, que es lo que necesita tener una experiencia valiosa para los demás, sólo es propia de gente chapucera pero no de hombres con personalidad. ¿O interesa una vida llena de chapuzas en todos los sentidos? A mí desde luego que no ya que sólo me interesan las experiencias que me van haciendo crecer, coontinuamente, en el contexto de mi categoría social que, vuelvo a repetir, nada tiene que ver con la clase social a la que pertenezco. Así que hablemos de un aspecto que es sumamente interesante para las experiencia de los humanos que somos de verdad, y en verdad, humanos. Me refiero a las emociones como puntos de desarrollo de las experiencias de hombres y mujeres por igual y no sólo de estos macarras "sansones" que van por Bombay (el ejemplo de Bombay viene muy bien para el tema del que estamos hablando) y que, en realidad, sólo son unos frustrados porque ninguna guapa "dalila" les hace caso. ¿Os interesan las experiencias que acaban en frustraciones como ejemplos de verdaderas experiencia que seguir? A mí desde luego que no. Así que hablemos de las emociones que sí son valiosas como aportes de experiencia social. Contemplamos la Belleza en su grado sumo y entonces, en lo más sincero de nuestro interior -allí donde desaparece todo tipo de hipócritas represiones- se desata tal cúmulo de emociones que nosotros y vosotras -todos juntos pero no revueltos- comenzamos a desarrollar todo un mundo de fantasías lúdicas, oníricas, corpusculares, inéditas por sorprendentes, eróticas que desembocan en lo sensual y sensuales que desembocan en lo sexual. Vamos, entonces, creciendo en intensidad y nos hacemos jóvenes ludópatas del placer que nos llegan a acumular los ocho sentidos de nuestras personalidades. Cada hombre y cada hembra posee modelos personales e intransferibles de belleza profunda y medular: ese sueño plástico que nos convierte en artistas de nuestras fantasías y que buscamos con ansiedad para aportárselas a quienes, con nosotros y nosotras, duermen soñando que somos tal como idealizamos esa estética monumental que tanto placer otorga a la hora de germinar en el cuerpo amado de la compañera o del compañero, que tenemos en nuestro poder (asido a los besos y amarrado a nuestros brazos) a ese modelo de hembra o de macho que nos enloquece y que lo estamos amando para descargar la enorme carga anímica y sensorial que nos tiene alimentados. Eso es tan normal que quien no lo vive y lo experimenta con la pareja que ha elegido con amor es porque es un hombre o una mujer anormal. Y cuando hacemos el amor con ella o con él (con la compañera o el compañero de turno y amoroso enlace) introducimos en sus cuerpos la enorme variedad de nuestras imágenes y así hacemos del amor noble -y hago hincapié en que estoy hablando del amor noble- un amor mucho más sincero, erótico y real que los mal llamados amores libres. Dormimos tranquilamente tras nuestro acto y su desahogo. Dejemos ahora el tema del verdadero amor para introducirnos en el contexto de lo puramente social. Tres temas son verdaderamente complejos y significativos: la memoria, las emociones y los pensamientos. ¿Qué hacer con la memoria cuando comienza a dejar de representarnos una totalidad y se nos presenta como parcialidades de nuestra existencia? Yo creo que recordamos siempre más las intensidades que las extensidades. No se recuerda más por haber vivido más sino por haber vivido con mayor intensidad. En la memoria siempre queda lo más profundo de nuestros devenires. Por eso es recomendable asimilarla a la experiencia y dejarla reposar en el detalle de aquellas trascendencias que penetran en nuestra alma. La memoria es siempre el recuerdo que nuestra alma realiza a través de los sentidos. En lo relativo a las emociones que los escritores dejan plasmados de alguna manera en sus obras (de cualquier tipo y género que sean éstas) es inevitable que produzcan y reproduzcan los estados anímicos del escritor o escritora. Sin las emociones sería imposible escribir algo coherente porque son ellas las bases exponenciales de todo lo que se produce con la escirtura. Escribir es sufrir y gozar al mismo tiempo. Y en cuanto a los pensamientos… ¡cuánta pirámide de coordenadas verticales y horizontales existen en nuestros pensamientos! Nuestros pensamientos van siempre más allá der nuestro dominio propio y nos dejan a veces exhaustos por lo que tienen de inasibles. A veces pueden ser peligrosos pero forman parte intrínseca de nuestra manera de ser y por eso son indisociables de nuestra personalidad. Profundizo en mi experiencia propia y personal y me encuentro con esto: Pensando esta cuestión yo me pregunto ¿desde qué espacio anímico escribimos, para qué espacio anímcio escribimos y desde qué puntos concretos de nuestras experiencias escribimos? Mi respuesta reside en que las palabras siempre brotan del ámbito interno de cada uno de nosotros y nosotras: un espacio anímico/diacrónico que va realizando su proceso de religar y desligar desde lo humano hasta concebir y sentir la realidad metafísica de nuestras experiencias. En el pensamiento interno de todos nuestros textos (sea cual sea el género y la sección a los que pertenecen) hay cada vez una mayor maduración producida por la intensidad de nuestros misterios virtuales. La redimensión de este mundo interno acciona/reacciona con el escribir siempre como tarea de cotidianidad convertida en aventura y misterio precisamente por introducrinos en la sensibilidad positivista, en el ínclito espacio positivo de nuestras realidades virtuales y en nuestros sueños y múltiples estados de ánimo coyunturales masculinos y femeninos pero siempre diferentes. En cada uno de nosotros y en cada uan de vosotras pienso yo que existen muchas formas sutiles y penetrativas que adornan el corpus general de nuestras vidas de un positivismo emocional. La vida misma (la vida de todos nosotros y nosotras) es una mirada caleidoscópica y escrutadora donde todo está enmarcado en un escenario colectivo policromo cualitativo; porque si fuera meramente cuantitativo quedaría siempre moribundo e impediría que siguiera creciendo la lumbre de las palabras y el musgo de la vida. Por eso, lo que yo resalto como experiencia propia, no es lo cuantitativo de sus números ya altos de por sí sino esa capacidad cualitativa de sus actos, el misterio de la vida que nos rodea por dentro y la verdad de nosotros y nosotras. La verdad, en el sentido de tratar de las cosas de la vida, se abre paso de una manera positiva que nace al ponernos frente a la pantalla de la computadora y se revela en el instante en que enseñamos el texto a la luz de los lectores. Hoy en día, para muchos hombres y mujeres objetividad significa soberanía, voluntad de ser, de poder… pero en mi forma de pensar lo más específico, bajo mi punto de vista personal, es que esa objetividad es la resultante de múltiples subjetividades positivistas. la razón y el corazón anidan en un mismo escenario. La razón, como decía la filósofa y ensayista española María Zambrano (discípula de Ortega y Gasset) “no está para que nadie la tenga, sino que está para que todos la sustentemos”. Sólo así es la razón algo no ya viviente sino vital, simplemente vital… y se pierde la razón única transformándose en un puzzle de multitud de razones particulares que, al ser consensuadas por la actitud positivista de dar prioridad a la expresión libre, forman un conjunto global y globalizador muy propio del siglo XXI en que estamos viviendo. “La penumbra es un alma del alba / y me parece el alma ahora de la luz” (de Juan Ramón Jiménez). Luz que admite sombras. Por eso en neustras experiencias hay luces y sombras positivistas (en cuanto a su actitud) que iluminan las imágenes idealísticas de nuestras “cavernas platónicas” e incitan, a partir de sus “idealogías” (no ideologías sino “idealogías” derivadas directamente del vocablo “idea”) a la imaginación; permitiendo que la oscuridad conserve el secreto del misterio dialéctico y la virtud onírica de cada uno de nosotros y nosotras pero, a la vez, sacando a la luz nuestro desafío aventurero de transparencias literaturnales. Esta luz no invade ni invalida el secreto interno de nosotros y nosotras (los usuarios de la verdadera exitencia que se enriquece a través de experiencias propias y positivas) sino que nos da elementos/alimentos de corpus literario de libre expresión, de composiciones liberalizadoras para el ánimo interno que surge de nuestros corazones e infunden a nuestros textos poéticos, a nuestros textos reflexivos, a nuestros textos narrativos (cuentos, relatos, páginas de diarios) y al resto de nuestros textos (divulgaciones, críticas literarias, invitaciones a la literatura) de asunciones positivistas (realistas e idealistas a la vez) como verdadera dimensión de nuestra literatura particuler: ser nosotros mismos en el conjunto global de todos los demás. Nosotros mismos dentro del ángulo positivista de expresarnos “hacia delante”… Este lugar encendido de ricas experiencias llenas de imágnes vitales, surge de lo más oculto de nuestras almas y aflora según las circunstancias anímicas personales y temporales por la que estemos atravesando como seres humanos cada uno de nosotros y nosotras. Eso es lo que nos infunde razón y corazón. Quizás sea esto lo más significativo (aunque no lo único significativo) de estas experiencias que cito: un espacio entreabierto a la esperanza; una clave metafísica de expresión sentimental; una metalingüística de la palabra abierta; una decircunstancia de cada circunstancia personal, intransferible y cotidiana de quienes estamos implicados en la experiencia comunicativa donde coexisten múltiples variables y variantes. Porque estar al lado de nuestras propias historias invita a implicarnos/imbricarnos en la experiencia comunicativa de sentirnos partícipes activos y positivistas de un viajar por nuestros estados de ánimo en cada aventura diaria. Experiencia de creaciones que afirman/confirman la íntima contigüidad (unos junto a otros) que transforma nuestras ausencias físicas en presencias anímicas. O sea, que segçun pienso yo, somos expertos cuando experimentamos la riqueza que aportan nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestros gozos y nuestros pesares, nuestras esperanzas y nuestras angustias… formando un todo de carácter positivo en el que nosotros y nosotras respiramos porque somos algo más que nada y alguien más que nadie. Somos un sabernos llenos de alma. Somos introducciones positivistas de carácter cristiano (que respetamos profundamente a Dios y no como los "sansones" que no ligan jamás con las "dalilas") en esta metafísica literaturnal de las expresiones de nuestras vidas y los sueños de nuestros afanes. Cuanto mayores y más completas (y leed bien que no he dicho complejas sino completas) sean nuestras emociones, mayor cantidad de experiencia estamos acumulando dentro de nuestra personalidad. Seamos, ante todo, seres humanos que van desarrollando su vida a través de emociones y sorpresa continuas que nos elevan a grados cada vez más perfectos. Pasemos toda nuestra no contando continuamente ovejas día tras día, mes tras mes, años tras año... sino viviendo las suficientes anécdotas enriquecedoras de nuestra personalidad tanto en el medio rural como en el medio urbano donde estemos viviendo. Hacer siempre lo mismo y sin ningún atractivo más que hacer siempre lo mismo y, todavía peor, pensando siempre en los mismo, es una experiencia tan repetitiva que se queda nula cuando de hablar de nuestras personalidades se refiere. Un hombre (o una mujer) que crea, de verdad y en verdad, interés y entusiasmo, hace posible el conocimiento y misterio al mismo tiempo, vivencias atractivas y acumuladoras de estilo positivo (a través de la elegancia del tener clase personal y no "chapuzas" de "sansones" siempre en busca de guapas "dalilas" para hacer lo mismo, sin ninguna clase de emoción en los encuentros humanos, que no acumulan más experiencias que la negativa forma y manera de llegar a aburrirse en un bar tomando cinco, seis, siete, ocho copas para intentar olvidar que sus experiencias no tienen ninguna clase de interés alguno para el aprendizaje social y socializados de los demás mientras le echan la culpa a Dios o insultan a Dios sin darse cuenta -tan faltos de personalidad están- que Dios ni les escucha ni les hace ninguna clase de caso porque no sólo no despiertan el interés y el entusiasmo en ninguna guapa "dalila" sino que en los cielos nadie piensa en ellos. Así es la realidad de la experiencia humana. "!Damas y caballeros, prueben la máquina de la experiencia!" y después hablamos un largo rato más. Mientras tanto sigamos soñando porque el sueño es también parte muy importante de la verdadera experiencia humana.
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