Píldoras para ser auténtico (Filosofía) -92-
Publicado en Dec 07, 2016
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92.- La moral de ser breves.
 
Fue nuestro Baltasar Gracián quien dijo "lo breve, si breve, dos veces bueno". Pido perdón por no estar de acuerdo con el valor absoluto de esta frase puesto que, a lo largo de mis muchas lecturas, me he encontrado (más veces de lo que en principio parece) con textos muy breves pero tan aburridos que dan ganas de ser analfabeto y, por contra, con textos larguísimos pero tan atractivos que dan ganas de ser intelectual. ¿Y el término medio? ¿Será, en este caso, el término medio donde radica la virtud de la moral con la que escribimos? Tampoco. Tambíen el texto medio puede carecer de interés en algunas ocasiones, Porque la verdad de toda la Literatura no se mide por su extensidad (poca, media o larga) sino por su intensidad (aburrrida, monótona o interesante) La escritura y su moral es como la vida; y por eso no tiene nada que ver con la cantidad de palabras que  usamos sino con la calidad de palabras que utilizamos. La moral de lo que escribimso depende de las definiciones poético sintácticas de conceptos y sentires. Desde la mente donde hacen nuetras ideas hasta esa vida que nunca acaba porque la hemos completado con buenos ejemplos pensando en nuestras futuras generaciones. Ni lo corto, ni lo largo, ni tan siquier lo medio, es lo que define la moral de lo que escribimos que depende, solamente, de la bondad o la maldad con que transmitimos nuestros sentires y nuestros pensamientos. 
 
Pensemos en la literatura poética para poder explicarlo. Funambulismo literario. El poeta y la poetisa saben hacer equilibrios como nadie sobre la delgada línea que separan al verso de la estrofa y a la estrofa del poema. Radiografía de deseos transformando la realidad vivida en sueños turbulentos. El poeta y la poetisa no entienden de civilismos apresados, sino de sigilosas fantasías atisbadas por el más vértigo secreto y el excitante género de la lírica; haciendo, con ello, una versión personal de si mismos y de sus circunstancias. El poeta y la poetisa nacen de una sola vez, de un tirón, creando un mundo propio hecho de ecos del diapasón de sus corazones; con la fuerza expresionista e impresionista de lo que impacta en el alma. El poeta y la poetisa narran contemplaciones impregnadas de una imaginación que va más allá de su propia lectura. Funambulismo literario. Uno de los mayores placeres del viajar doblando esquinas del sentimiento para desembocar siempre en lo inesperado. Un juego de aventura con cadencias humanas. Un viaje hacia las cosas recordadas. Un ver pasar la regia vida de las emociones.
 
Mas para complacer a los seguidores de Baltasar Gracián, no vaya nadie a decir que estoy en contra del pensamiento de este digno autor español, he aquí un cuento breve, muy breve, escrito por mí no pensando en la cantidad de las palabras sino solamente en la alta expresividad e intensa emoción de su contenido. Se titula "La gota de Dios" y he aquí la verdadera moral que debemos sentir en una sociedad con conciencia y  dentre de ese concepto llamado brevedad, 
 
Pasaban los segundos, los minutos, las horas... y la pequeña niña, sentada en el muro y dando la espalda al surtidor de agua de la fuente de la ciudad, seguía pidiendo caridad con la mano derecha hacia los transéuntes...
 
- Un pedazo de pan, por compasión, un pedazo de pan. Sólo les pido un pedazo de pan porque tengo hambre.
 
Las damas y los caballeros de la ciudad paseaban tranquilamente por la avenida y, al llegar a la altura de la niña descalza y vestida con harapos, miraban hacia otro lado y se hacían los sordos mientras el agua de la fuente parecía susurrar canciones...
 
- Un pedazo de pan, por compasión, un pedazo de pan. Sólo les pìdo un pedazo de pan porque tengo hambre.
 
Las damas y los caballeros de la ciudad seguían paseando y seguían mirando para otro lado con tal de no verla mientras el agua de la fuente seguía cantando...
 
- Un pedazo de pan, por compasión, un pedazo de pan. Sólo les pido un pedazo de pan porque tengo hambre.
 
Mientras la fuente seguía siu sempiterna melodía, las damas y los caballeros de la ciudad caminaban y miraban hacia otro lado como si aquella pequeña niña descalza y vestida con harapos no existiera...
 
Y llegó la noche. La niña miró al cielo con la mano derecha extendida.
 
- Por favor, Dios, un pedazo de pan. Sólo te pido un pedazo de pan porque tengo hambre.
 
En aquel momento una pequeña nube gris apareció en el cielo y, respondiendo a la petición, una gran gota de agua se ofreció como voluntaria y descendió de la nube para caer en la mano extendida de la pequeña niña.
 
La niña descalza y vestida con harapos fue cerrando lentamente la mano mientras contemplaba aquella gran gota de agua y la fuente acalló su canto...
 
- Que sea una miga de pan, Señor Jesucristo, que sea una miga de pan, por favor.
 
Cerró los ojos la niña, como si se hubiera introducido en un mundo diferente al que la rodeaba. Depués lentamento despertó y abrió su mano derecha. Lo que había en ella ya no era una gran gota de agua sino un enorme diamante.
 
- Gracias, Dios -dijo la niña.
 
La moral de la brevedad. De eso precisamente estoy tratando de explicar. De la brevedad con un mensaje moral tan profundo que no se mide el número de palabras sino la calidad de los sentimientos humanos. Empezemos por tratar de explicar el cuento. En primer lugar es de suma actualidad ya que en la situación en que se encuentra la sociedad mundial cada vez son más conocidas las vidas precarias y el hambruna que asola a millones de seres humanos; pero, en este caso, tomo como ejemplo esa infancia desnutrida, hambrienta, olvidada por los caballeros y las damas que, poseyéndolo todo, son incapaces de ofrecer a la niña ni tan siquiera un pedazo de pan. ¿Es esta la clase de corazón humano de la que tanto alardean muchos que se las dan de pulcros y ejemplares de cara a los demás?
 
Desde un primer momento observamos la hipocresía de una sociedad que prefiere "mirar para otro lado" antes que ver a lo que ha conducido su avaricia, su ansia de poder, su despótica neutralidad ante sucesos que estamos viendo cotidianamente en muchas ciudades del mundo. Ubicado el cuento en cualquier gran ciudad podemos pensar en esas enormes diferencias económicas que se han producido fomentadas, además, desde los más altos poderes de las diversas naciones a las que llamamos "desarrolladas". ¿Qué es, en realidad, lo que se ha desarrollado cuando vemos que pasan los segundos, los minutos, las horas, y la niña descalza y vestida con harapos sigue siendo olvidada por todos los caballeros y por todas las damas que acompañan a todos los caballeros? ¿De verdad se puede llamar a eso una sociedad desarrollada?
 
La niña no se queja de su mala vida, la niña sólo reclama el derecho inalienable (recogido en los Derechos Humanos y los Derechos de la Infancia) de poder tener un simple trozo de pan que llevarse a la boca mientras millones de seres humanos consumen con tal derroche que uno sólo puede pensar que hay dos mundos dentro del mismo mundo. La mano de la niña que implora caridad es la mano que nadie quiere estrechar porque es una mano que no va a dar nada porque nada tiene. Otro aspecto que nos hace pensar; porque cuando quiero escribir para hacer pensar toco elementos de sensibilidad profunda, de sentimiento solidario con los más necesitados y de realidades crudas pero tan reales que son verdaderamente trágicas.
 
Eso es lo que recoge el cuento: la tragedia de un ser indefenso ante la mala conciencia social, la inocencia llevada al límite de la tragedia. Y tanta es la "agonía" del ser indefenso (en este caso la niña descalza y vestida con harapos) que cuando llega la noche y se encuentra totalmente abandonada sólo le queda el refugio de pedirle a Dios esa misericordia que los seres humanos (o que dicen ser humanos) le han estado negando durante todos los segundos, todos los minutos y todas las horas del día. Es entonces cuando sólo aspira ya a poder probar una simple miga de pan. Ya no pide ni tan siquiera un trozo de pan sino una simple miga de pan. Así que Dios actúa y le regala algo muy superior a una miga de pan. Le regala algo que le sirva para solucionar su futuro.
 
No es un regalo simbólico (como alguien puede pensar que hubiese sido mejor) porque lo que necesita la niña no es ninguna clase de simbolismo más o menos espiritual, sino paliar la necesidad de comer, poder acabar con su hambruna. ¿De qué le serviría a la niña, en esa noche oscura de su infancia, recibir un trozo de esperanza digamos por ejemplo? Ella no necesita para nada un trozo de esperanza, ni tan siquiera una caricia de compasión. Ella necesita comer un pedazo de pan. Pero Dios es mucho más que un pedazo de pan para quienes le piden con Fe cuando han descubierto que la humanidad que circunda su existencia es una humanidad "inexistente", es una humanidad que la quiere convertir en "invisible" para no tener que enfrentarse a su mirada. Volver la vista para otro lado. Jesucristo jamás vuelve la vista para otro lado y jamás ofrece nada que sea inservible para alguien que necesita algo más que un símbolo. No. No es cuento simbolista. Es un cuento realista. Y dentro de los cuentos realistas es un cuento que contiene su parte de fantasía.
 
Mi segunda pregunta es ¿la Fe es una fantasía? Muchos creen que sí. Muchos creen que la Fe es una fantasía de locos trasnochados para los tiempos en que vivimos. Y, sin embargo, la Fe es la mejor de las realidades que se contienen en este cuento. En los textos cristianos podemos decir que si a Dios se le pide un pedazo de pan no te da una piedra sino algo mucho mayor que un pedazo de pan para contrastar con la ruindad y mezquindad de tantos caballeros y de tantas damas que pasean por las avenidas incluso vestidos con lujo para ser "resplandecientes" como personas.
 
¿Han mirado alguna vez los ojos de un ser inocente clamando compasión? El autor sí los ha mirado. Y siempre he visto, o por lo menos eso me da a entender, esa luz que brilla pero que hace a los mezquinos mirar para otro lado. Es la luz de las almas inocentes que llega a producir espanto, miedo, terror a ser como ese ser diminuto que no tiene absolutamente nada en su existencia. Y entonces Dios actúa.
 
Deteneos un poco en la lectura del pequeño cuento para pensar en la fuente de agua y cómo el agua actúa en el interior del corazón de la niña. La fuente canta, musita canciones quizás ya olvidadas por la sociedad, rumorea ese trafondo musical del cuento y, al final, no le queda otro remedio que callar su agua en el silencio de la noche; quizás para que se escuche mucho más fuerte el tictac del corazón de la niña y los duros pasos de los transéuntes que carecen de toda clase de compasión. ¿No es verdad que cuando llega la noche y todo es silencio se escuchan mucho mejor y más fuerte el tictac de los necesitados y los pasos firmes y duros de los poderosos? Imaginaos la escena de esa fuente que termina por dejar de cantar sus aguas para dar paso a la conciencia sensorial del cuento. Porque en el cuento hay una conciencia sensorial: la podemos llamar cobardía de los sentidos humanos que no se ponen al servicio de las necesidades humanas. No ver a la niña para poder olvidarla; no tocar su mano extendida para no contagiarse de la pobreza; no gustar del hambre por si la transmite; no escuchar su lamento para no tener que rendir cuentas; ni tan siquiera oler su aroma de inocencia para no tener que reconocer que están marchitos por dentro aunque por fuera, mientras pasean por la avenida, incluso hasta exhalan perfumes de lujosa boutique. Quizás todo eso puede tener cabida dentro del cuento para poder reflexionar a fondo. Con él quise llegar hasta ese fondo de la conciencia.
 
Vayamos ahora por partes para desentrañar todo el contenido. La primera imagen realista (no simbólica sino realista) es ver a la niña tal como la ha convertido la sociedad: mendiga, descalza, harapienta... y con la única arma social de su mano extendida que sirve como "espada" señalando a los culpables mientras es blanda, suave, tierna... pero a la vez justiciera... y después del gesto viene la palabra (un pedazo de pan) porque el silencio sería cómplice de la injusticia. Y es que la injusticia sigue existiendo todas las veces que la palabra (un pedazo de pan) se repite continuamente en el cuento. A cada petición un olvido. Y para hacer mayor el olvido la fuente va acompañando a la escena... hasta que a la niña no le queda otro remedio que, al caer la noche, mirar al cielo. Y entonces surge Dios.
 
El agua es fuente de vida. Dios le podría haber regalado una botella de agua tal vez. Sí. Podría haber sido el final pero el cuento perdería su grito de solidaridad si lo hubiesemos reducido a tan solo un poco de agua nada más. Dios no es mezquino. Jesucristo dijo: "pedid los necesitados y yo os daré en abundancia". Y si notáis la manera de pedir de la niña, observaréis que lo hace cerrando los ojos, para dibujar en el interior de su cuerpo hambriento la miga de pan que ha pedido y notar que entra por su boca, por su garganta, por su estómago vacío. Un Dios misericordioso no sería Grande si no le hubiese regalado a la niña necesitada mucho más de lo que le pide. Y es que Dios siempre actúa con generosidad cuando la sociedad demuestra su mezquina apariencia. Lo demás lo dejo a interpretaciones personales porque cada cual puede sacar conclusiones propias; ahora bien, la realidad de la que tanto hablan los ateos materialistas es esta: algunos teniéndolo todo y muchos no teniendo nada.
 
Ateísmo. ¡Vaya hipocresía moral tapando sus cobardáis diciendo que Dios no exsite! Ateismo. ¡Vaya deshumanización más profunda y avara de quienes no temen la presencia de Dios diciendo que no existe! Ateísmo. ¡Vaya forma de destruir la vida de las ilusiones y los sueños humanos! ¿Qué es la vida, señores y señoras del ateísmo destructor? El poeta cristiano, comproemetido con la causa de Dios, vuelve a hablar porque vuelve a sentir.
 
Vida es sólo un instante. Sólo un momento. Sólo un constante renacimiento. Es sólo un pasaje. Sólo un rodamiento. Sólo un vijae somnoliento. Sólo un equipaje, Sólo un sentimiento. Sólo un invariable desbordamiento. Un resplando amable. Sólo un aliento. Sólo un pasable descubrimiento. Un probable. Un distraimiento. Un mudable discernimiento. Vida es sólo un brillante alumbramiento quese apaga, fulimante, con un lamento.
 
Empezar a vivir es empezar a morir y siempre avanzamos porque caminamos hacia un punto fijo de nuestro existir; donde todo lo iniciado se habrá precipitado en un final profundo y nunca superado. Pasaremos el viaje brindando por los más bellos romances que hayamos expresado y las más tristes noticias que nos habrán contado en una tarde herida con el cuerpo tocado por las luces del día. A veces descanando bajo la sombra de un sentido perenne y repetido que nos hará responder a las voces de Destino como humilde peregrino que para proseguir hizo un alto en el camino. Formaremos equipaje sumando los tesoros que, avaros de experiencia, repletan la existencia en forma de mensaje interno e incoloro de nuestro propio paisaje. Y llenos de briosos deseos ardorosos tornaremos a subir angustias empinadas, fatigas enconadas y sueños de elixir. Habrá también remansos de paces momentáneas y fieles instantáneas como luces amistosas de voces coetáneas. Y días de festejo. Y horas de alegría, Y vino, rosas, besos... y pur melodía. Mas luego los cansares nos irán haciendo más lentos los andares. Y en una onda viviendo quedaremos durmiendo. Muriendo. 
 
Moral de lo breve. Moral de la conciencia.
 
 
 
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Filosofía

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