El chico de la fila de atrás (Guión) -1-
Publicado en Dec 10, 2016
EL CHICO DE LA FILA DE ATRÁS (1)
- ¿Qué les parece el guión, señores? - Puede ser bueno, Luigi... Luigi Alberto Mantanioni dio un puñetazo sobre la mesa. - ¿Llevamos tres meses completos buscando una buena historia y ahora que la hemos encontrado resulta que sólo puede ser buena nada más? - No quise decir eso... Luigi... - ¿Entonces que puñetas quieres decir, Pedralbes? ¿Tú crees que hay algo mejor entre toda esta basura que tenemos delante? Elisendo Pedralbes se puso a la defensiva. - Tenemos lo del monstruo del pantano. - ¡Elisendo! ¡El cine ya está saturado de monstruos que salen del pantano y asesinan a todos los escolares que pillan a su paso! ¡Necesitamos una buena historia diferente a todas las demás y que sea algo que impacte de verdad en el mundo juvenil! - Luigi... ¿puedo darte mi opinión?... - ¡Adelante, Sira! Yo siempre escucho tus opiniones. - ¿De dónde es ese tal Julio César Altamira? - ¿Tiene algo de malo haber nacido en Zalamea? - No es eso, Luigi... no te enfades conmigo... - ¿Puedo saber por qué tengo yo que estar enfadado contigo? - Porque quizás empiezas a pensar que tengo yo la culpa de que te estés arruinando... - Eso ya lo sé. Lo único que me preocupa es saber hasta cuándo. Pero volvamos al tema. ¿Qué estás pensando? - Es que es la primera vez que leo algo tan interesante de alguien nacido en Zalamea. - Pues sólo es un chaval de veinte años. Sira Montesa cambió de repente de actitud. - ¿Sólo veinte años de edad y ya escribe de esta manera? - ¿Es importante que tenga solamente veinte años de edad? ¡Tenemos ante nuestras narices un guión verdaderamente interesante porque rompe todos los esquemas del cine actual esté escrito por un vienteañero o esté escrito por un octogenario! ¿Tú que opinas, Yuste? Cristóbal Yuste estaba interesado con el guión desde un principio. - ¡Tiene muchas posibilidades de ser un éxito rotundo si lo sabemos producir bien! - Falta tu opinión, Poblet. Martín Poblet era el más entusiasmado de todos. - ¡¡Un filón!! ¡¡Tenemos un verdadero filón entre las manos!! ¡¡Nos podemos hacer de oro si sabemos cómo piensa ese tal Julio César Altamira sobre la valoración de su historia!! - ¿Engañando a un pobre chaval de tan sólo veinte años de edad? Luigi Alberto Mantanioni volvió a dar otro de sus célebres puñetazos sobre la mesa. - ¡¡Sira!! ¡¡En este negocio no sirven para nada las sensiblerías!! - ¡Soy mujer, Luigi, aunque a ti al parecer no te importa demasiado! - Demasiada mujer, Sira, demasiada mujer para un pobre chaval de tan solo veinte años. Te recuerdo que tú y yo tenemos ya cincuenta y cinco tacos cada uno. Sira Montesa, sintiéndose muy ofendida por su propio esposo, tomó su vaso de vino y arrojó todo el contenido contra la cara de Luigi. - ¡¡Cerdo!! Luigi Alberto Mantanioni se limitó a limpiarse lentamente la cara con una servilleta. - Ya veo que sigues teniendo costumbres de mesera enfadada cuando alguien le toca el trasero. - ¡Por favor, caballeros! ¡No olvidemos que Sira Montesa es nuestra actriz favorita y la musa principal de todas nuestras producciones! - ¡Escucha bien, Pedralbes! ¡¡Habla cuando yo te dé permiso para hablar!! ¿Lo has entendido bien? Pero Sira Montesa seguía enfadada. - ¡Pedralbes! ¡Yuste! ¡Poblet! ¡¡Esto más que una reunión de trabajo de productores cinematográficos parece un cónclave de abades de monasterios!! - ¿Qué le pasa a tu señora esposa, Luigi? - ¡Nada, Cristóbal! ¡Debe ser que le gusta demasiado mi dinero! - Cambiemos ya de tema, señores. ¿Podemos localizar fácilmente al autor de este guión? - Bien, Martín. Veo que eres el más inteligente de todos, con perdón de mi señora esposa. No es demasiado difícil contactar con ese joven porque vive aquí, en Madrid. Creo que tengo su dirección anotada en mi agenda de trabajo. Luigi Alberto Mantanioni sacó su agenda. - Aprendí de mi colega Oscar Aguado esto de apuntarlo todo en una agenda aunque el noventa por ciento de lo que se apunta no sirva absolutamente para nada. Es una forma muy ladina de hacerse el importante. - ¿Ese tal Oscar Aguado no es el que se negó a ofrecerme el papel de primera actriz en "La farsa desnuda"? Elisendo Pedralbes carraspeó antes de hablar. - ¡Hummm! Resulta que "La farsa desnuda" resultó ser un completo fracaso; así que Oscar te hizo un favor sin quererlo ya que te salvaste, Sira, de hacer el ridículo y de dar muchos pasos atrás en tu carrera. - ¡Sí! ¡Pero jamás le perdonaré que le ofreciera el papel de protagonista estelar a su amado Carlos Droguetti! - ¿Tanto odias a Carlos Droguetti? - Escucha, Poblet. Eres demasiado inteligente como para hacerte pasar por tonto. Sabes muy bien de lo que estoy hablando. - ¡Basta ya, Sira! Prepárate bien porque tú serás la que te pondrás en contacto con este joven guionista que ha despertado nuestro interés. Sira Montesa sonrió ligeramente como si se tratara de Mona Lisa. - Ya sabía yo que mi queridísimo esposo no me iba a decepcionar... Luigi Alberto Mantanioni dio un tercer puñetazo sobre la mesa. - ¡¡Procura que tú no le decepciones a él!! Lo que arrojó Sira Montesa a la cara de su esposo no fue ahora el contenido de un vaso de vino sino un duro pedazo de tostada con mermelada que hizo impacto directo en la frente de Luigi y dejó a este sin habla durante unos largos segundos mientras la mermelada resbalaba hacia su nariz. - ¡¡Sira!! ¡¡Es necesario acabar con esta guerra o vamos a perder todos la vida!! - No te preocupes, Yuste... ya me estoy recuperando... pero espero que la próxima vez no me arroje una maceta porque valoro mucho mi cabeza. - ¿Cambiamos ya de tema? - Cambiamos de tema, Yuste. Recomiendo que no perdamos más tiempo, por si alguna otra productora se nos adelanta, y que Sira vaya ahora mismo al domicilio paterno de Julio César. - ¿Es que vive con sus padres? - No, Sira. Tienes el campo libre. Sus padres ya no viven con él pero le dejaron la vivienda paterna como herencia de su abuelo mientras ellos se fueron a residir a Torremolinos que supongo que sabes dónde se encuentra. - ¡Cómo no lo voy a saber! ¡Eso está por la República Dominicana! Un silencio absoluto se produjo durante veinte segundos. - Te recomiendo, Sira, que estudies mejor la geografía humana porque lo que es la geografía física no es tu faceta más distinguida - ¡¡Gracias por tu amabilidad, Luigi!! ¡Perfecto! ¿Dónde vive ese tal Julio César Altamira? - En la orilla del Manzanares. - ¿Te estás burlando de mi, estropajoso? - Calma, Sira... calma... sólo era un pequeño chiste para acabar con esta tensión... pero veo que no te gusta demasiado mi forma de ser... - Tu forma de ser es tu forma de ser y mi forma de ser es mi forma de ser. Quizás por eso estamos casados. - Dejemos ya las adivinanzas, Sira. Ese joven vive en el Paseo de la Virgen del Puerto. - ¿Tienes también el número de su teléfono? - ¡Por supuesto que sí! ¡Sería absurdo que tuviera su dirección postal y no tuviera el número de su móvil! - ¡Cosas más absurdas has hecho tú! ¿O no recuerdas cuando tuviste una cita con Antonella Mutis y enviaste un mensaje para ella a mi móvil sin darte cuenta? ¿Eres o no eres un cerdo? - ¡No me provoques más, Sira! ¡No me provoques más y procura atrapar en tus redes a ese joven o nos lo quitan de las manos! - ¿Cuánto puedo ofrecerle? - Con tu experiencia de mujer fatal puede salirnos casi gratis. - Luigi... los extremeños no son tontos y por eso tienen fama de conquistadores... - Está bien, Yuste. Llevas razón. Pero este extremeño vive en Madrid; o sea que debe ser más madrileño que todos nosotros juntos. - ¡Más razón para tener mucho cuidado! ¡Si tiene la osadía de los extremeños y la picaresca de los de Madrid tenemos que andarnos con pies de plomo a la hora de tratar asuntos económicos con él! - ¿Qué opinas tú, Poblet? - Imaginemos que estamos ante una prueba ciclista entre dos corredores de pista en la prueba de persecución. Los dos se juegan el triunfo gracias a sus estrategias. Gana uno y pierde el otro. Eso es lo que tenemos que tener en cuenta en estos momentos. - Me gustan tus razonamientos, Poblet. Supongo que ya es hora de actuar. - ¿Le llamo desde aquí o busco otro lugar? - ¡Sira! ¡¡Llámale ahora mismo desde aquí!! ¿Cómo se te ocurre pensar en llamarle desde otro lugar con el peligro de que te escuche alguien que también esté interesado o interesada en contactar con él? Luigi entregó la agenda a Sira y ésta, sacando del bolso su móvil, marcó el número de Julio César Altamira. - Hola. ¿Quién es usted? - Hola, Julio. Soy Sira Montesa. ¿Me reconoces? - He oído hablar mucho de usted entre los chismosos de los bares barriobajeros pero ni la he visto nunca ni sé cómo es su personalidad. - ¡Pues vas a tener la ocasión de hacer ambas cosas! - ¿Está usted loca de nacimiento o es una locura solamente temporal? - ¡No, Julio, escucha! ¡Te estoy hablando desde "Producciones Monasteries" y se trata de hablar contigo sobre el guión de "El chico de la fila de atrás"! - Supongo que es para decirme que lo han rechazado. - ¿Rechazar un guión tan interesante y tan original al mismo tiempo? ¡Todo lo contrario, Julio César, todo lo contrario! - ¿Están los de "Producciones Monasteries" interesados en mi guión de cine o es una broma? - ¿Eres escéptico por naturaleza? - Soy cualquier cosa menos un escéptico porque creo en la existencia de un Destino que proviene de Dios... pero una cosa es creer y otra cosa es ser creído... ¿me está entendiendo, señora?... - Cuando me conozcas de verdad sabrás que yo no bromeo ni me ando por las ramas cuando se trata de trabajos artísticos como el tuyo. - ¿Qué garantías tengo yo para saber que me está usted diciendo la verdad? - ¿Puedo hacerte una visita esta misma tarde a tu domicilio particular? - ¿Una cita a ciegas en mi casa? Ni lo he hecho nunca ni lo haré jamás. Mi vida privada nunca la mezclo con mi vida profesional. - ¿Qué alternativa propones para poder conocernos mejor? - En el Paseo de la Virgen del Puerto, número 5, se encuentra la cafetería llamada "La Ribera del Manzanares". Si usted está tan interesada en poder conocernos mejor podemos hacerlo mientras nos tomamos dos calientes chocolates con churros. - ¡Se nota que eres muy castizo a la hora de plantear alternativas! - La vida te hace ser muchas cosas al mismo tiempo. Es algo que he aprendido desde mi primera infancia. O te adaptas o no te adaptas. - ¿Quieres decir que actúas según las circunstancias? - Pues no. No creo tanto en Ortega y Gasset como lo hacen millones de personas en todo el mundo racional. Yo hablo de adaptación según las conveniencias y, como usted habrá podido comprobar en su famosa vida, las conveniencias no tienen nada que ver con las circunstancias sino que son superiores a ellas. Sira Montesa se dio cuenta de que, atacando con lo cultural, llevaba todas las de perder y recordó el consejo de Luigi Alberto Mantanioni. - Hablemos de geografía humana. ¿Cómo eres y cómo te puedo reconocer cuando llegue a esa cafetería? - Es muy fácil. Estaré ya sentado en el piso de arriba... - Pero supongo que en el piso de arriba habrá otros muchos jóvenes como tú. - No se apresure tanto, señora, porque no me ha dejado terminar... Pero a Sira Montesa le estaba dando rabia saber que él tenía las cosas tan claras. - ¿Eres moreno, eres rubio o eres pelirrojo? - Hay algo mucho mejor que todo eso... - No entiendo de qué me hablas. - Llevaré una bufanda con los colores de la bandera venezolana. - ¿Rojo, amarillo y verde? - Señora, esos son los colores de la bandera de Senegal. Yo me estoy refiriendo al rojo, amarillo y azul. - ¡Pero si me han dicho que eres español! - Sí. Soy español pero lo cortés no quita lo valiente. - Supongo que eso será cierto. - En mi caso es totalmente cierto. De los demás no respondo porque de los demás no dependo. Sira Montesa se dio cuenta de que no estaba hablando con ningún joven ingenuo de los muchos que ella conocía. - Dejemos la filosofía para después. ¿Te viene bien a las cinco de esta misma tarde? - Perfecto. Yo estaré allí desde las cuatro. - ¿Y no te aburre esperar una hora entera? - Tengo un recurso que nunca falla. Se llama leer periódicos. - ¿Te gusta leer periódicos cuando ya nadie cree en los periodistas? - Me gusta creer en lo increíble. Sira Montesa se dio cuenta de que aquel chaval de tan sólo veinte años de edad podría ser cualquier cosa menos un ser aburrido. - Nos vemos. Sira Montesa cortó la comunicación. - ¿Habéis estado escuchando? - Con suma atención. - ¿Y qué opinas, Luigi? - Va a ser muy duro poder engañarle. - ¿Crees que un mocoso veinteañero va a derrotar a una mujer tan experta como yo? - Por lo menos sabe diferenciar entre Senegal y Venezuela. Ahora Sira Montesa no lanzó ningún objeto contra la cara de su esposo Luigi Alberto Mantanioni porque le bastó con una mirada de ira. - Cierto es que hay miradas que matan. - Esta vez te has pasado, Poblet. Llevas razón pero es mucho mejor estar callado. - Bien, Luigi. Guardemos silencio y que la suerte nos acompañe esta vez porque si no conseguimos un exitazo de taquilla se nos viene abajo todo el negocio. - Y pensar que todos dependemos de un chaval de tan sólo veinte años de edad...
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