El chico de la fila de atrás (Guión) -3-
Publicado en Dec 12, 2016
EL CHICO DE LA FILA DE ATRÁS (3)
Juan Manuel Fernández Fernández estaba totalmente agotado, tanto física como mentalmente. Llevaba ya un mes entero sin salir, para nada, de su habitación (donde su madre le llevaba las comidas para no perder tiempo), en el domicilio paterno de la Calle Lavapiés, portal número 13, empollando los textos que estaba estudiando para poder presentarse a la próxima convocatoria oficial para oposiciones de Correos. Estaba tan encerrado en aquella habitación que, este domingo, pensó que era la ocasión que tanto necesitaba para poder respirar un poco de aire fresco; así que salió de la casa para entretenerse en algo tan querido para él, harto ya de tanto escuchar la música de Neil Diamond repetida machaconamente una vez tras otra, como la pintura de los grandes maestros de este arte. Así que se dirigió al Museo del Prado de Madrid y allí, estudiando detenidamente el cuadro de "Las tres Gracias" de Peter Paul Rubens, fue cuando Sira Montesa (que ya le estaba siguiendo los pasos desde hacía unos minutos) le abordó. - Hola, tío. Veo que te encantan los flamencos. Juan Manuel se dio la media vuelta girando por su lado izquierdo. - ¡Ostras, Pedrín! ¿Tú no eres Sira Montesa? - Pues va a ser que sí. Yo soy la mismísima Sira Montesa en vivo y en directo. ¿Cómo te llamas tú, guapo? Juan Manuel Fernández Fernández tembló de la cabeza a los pies cuando se sintió piropeado por la mismísima Sira Montiel a la cual admiraba tanto y que se encontraba ahora, como si de un milagro se tratase, a su lado. - ¿De verdad te parezco guapo? - Si no fuese de verdad simplemente habría guardado silencio. - ¡Tú si que eres guapa de verdad! - Hago lo que puedo... siempre hago lo que puedo... Juan Manuel Fernández Fernández se apresuró en extenderle la mano derecha que ella aceptó como saludo. - Me llamo Juan Manuel Fernández Fernández y estoy preparando unas oposiciones para entrar a trabajar en Correos. - ¡Estupendo! ¡Me gustan los tíos que se atreven a ser alguien importante en la vida! - ¿Te estás burlando de mí? La cara de Sira mostraba sorna... - Yo nunca me burlaría jamás de un tío tan admirable que, a pesar de su afición por la pintura flamenca, desea ser un cartero. No te enfades. Lo he dicho para romper el hielo entre nosotros dos. Juan Manuel se quedó sin saber qué contestar. - ¿Por qué precisamente "Las Tres Gracias" de Rubens? ¿Te llama tanto la atención como para estar más de diez minutos contemplándolo? Juan Manuel cogió, de repente, confianza. - A Rubens le gustaba pintar el cuerpo desnudo de mujeres más bien pasaditas de años y totalmente rellenitas. - ¿Algo así como yo? - Esto... pues... sí... pero no quería ser un atrevido... pero me gustas así... precisamente por eso... - No te cortes por favor. ¿Lo dices por lo de pasaditas de años o por totalmente rellenitas? - Esto... bueno... si no te ofendes... por las dos cosas... - Qué gracioso eres. - ¡Me pirro por las mujeres como tú! - Debes ser entonces algo así como todo un experto en esto de la pintura y, de paso, con las mujeres. Quizás sepas que este cuadro está pintado al óleo. - Sí, claro. Lo pone debajo del cuadro y con letras muy grandes. - Qué gracioso eres. - Sí. Todos mis mejores amigos dicen que soy el más gracioso del grupo. - Pues cómo serán los demás... - ¿Decías algo? - Que supongo que sabes que Las Tres Gracias eran hijas de Zeus, además de que Rubens las calificó como modelos de belleza natural. Juan Manuel se atrevió a mirarla de frente ya sin tapujo alguno. - Bueno... eso de natural... - ¿Lo estás diciendo por mí? - No... esto... en realidad no me importa... - ¿Qué me puedes tú decir de "Las Tres Gracias" por ver si podemos empatizar y ser compatibles? Juan Manuel pensó por un instante que ella seguía burlándose de él pero ya estaba lanzado y no era cuestión de echarse para atrás. - Se llaman Aglaya, Eufresina y Talía. No fueron para Rubens más que excusa para pintar las exuberantes formas de sus habituales modelos sin tener que ser castigado por los poderes religiosos ya que sólo es Arte nada más y él decía que nada más que era Arte. - ¡Jajajajaja! ¿No te gustan las delgaditas? - Pues no. Prefiero las que ya estáis jamonas. Sira Montesa sacó a relucir su sonrisa de Mona Lisa porque se estaba dando cuenta de que Juan Manuel Fernández Fernández resultaba ser demasiado fácil de conquistar. - ¿Cuál de las tres, según tu propio criterio, es la que más se parece a mí? - ¿Según mi propio criterio? - Sí, tío. Veo que tienes una gran personalidad y eso quiere decir que posees el don natural de tener criterio propio. Juan Manuel estaba cayendo en la trampa sin darse cuenta de dónde se estaba metiendo pero siguió adelante. - Pues gracias por dedicarme tan bellas palabras de admiración; pero teniendo en cuenta que Aglaya es el Esplendor; que Eufresina es la Alegría; y que Talía es el Regocijo... esto... no sé si estará bien decirlo... pero eres una combinación perfecta de las tres... - ¡Qué gracioso eres, tío! ¿Y qué sabes más de ellas ya que pareces un gran experto en conocer mujeres de talla universal? - No soy un gran experto todavía... - Pero supongo que sabrás algo... Juan Manuel se volvió a animar. - Sí. Que eran frecuentes compañeras de las divinidades del amor, Afrodita y Eros; que, a menudo, también se unían a las Musas para cantar a los dioses del Olimpo; que el dios Apolo les componía y les tocaba música coreográfica con su lira; y que, asociadas junto con las Musas, servían de inspiración a los artistas. - ¿De verdad te gusta tanto el Arte? - ¡Me encanta el Arte! ¡Es la asignatura que más me gustaba de todas las que estudié en mis estudios de bachiller que, lamentablemente, no pude terminar del todo y me quedé sólo con el Elemental! - ¿Y cómo tú, que tanto amas el Arte, se conforma con ser sólo un cartero? - La vida no es igual para todos. Tú nunca has tenido la experiencia de tener que pasar dificultades para conseguirlo todo mientra que otros sabemos muy bien lo que es pasar hambre para no conseguir nada. Mi padre, que se llama Rafael Fernández y tiene cuarenta y cinco años de edad, trabaja y ha trabajado toda su vida como peón de albañil en la Empresa de Construcciones Urbis porque apenas sabe leer y mucho menos escribir; pero como su sueldo no llega ni por milagro para sacar adelante a una familia de esposa más diez hijos, mi madre que es colombiana, tiene cuarenta y tres años de edad y se llama Joaquina Sabina Fernández, se dedica a vender ropa ya usada en la zona del Rastro y, como con eso tampoco podemos llegar ni a la mitad del mes, debido a que es todavía muy guapa, ha conseguido que le dejen trabajar, durante las noches de los fines de semana, sábados y domingos, en un pub de alterne de la Ciudad de los Ángeles, en las afueras Madrid, que se llama "Las Tigresas". Gracias a todos esos esfuerzos de mi padre y de mi madre podemos ir sobreviviendo. ¿Te parezco ahora un tío con personalidad o no te parezco ahora un tío con pesonalidad? Sira Montesa no se inmutó y siguió con la sorna. - ¡Me partes el corazón, tío, pero no debes hundirte jamás en esta vida ya que sólo tenemos una! Si quieres ser cartero tienes el derecho de luchar por ser cartero. Voy a hacerte una prueba a ver si podría ser que valieses para crítico de Arte. - Es que yo no quiero ser crítico de Arte ni crítico de nada de lo que hay en esta vida. Solamente me gusta admirar la Pintura y pintar algo cuando puedo. - Bien. Pero antes de ser pintor debes aprender a "leer un cuadro". ¿Qué puedes decirme sobre lo que ves en este? - Lo primero que recuerdo de mi edad del bachillerato que no pude terminar porque me dediqué a los billares en lugar de a los libros y se enfadó mi padre, por lo cual estoy estudiando para cartero, es que como los otros de sus cuadros de tema mitológico, Rubens lo plantea de modo muy diferente al de los artistas que le precedieron. En efecto, esta obra del llamado príncipe de los pintores flamencos es la antítesis de la anterior de Rafael Sanzio, también llamada "Las Tres Gracias", caracterizado por su sentimiento general de castidad. - ¿Ves como sí vales para el Arte? ¿Qué más? - Es una composición que respeta el modelo clásico que representa a Las Gracias completamente desnudas y reunidas, pero cambia la relación entre las tres figuras que están conectadas entre sí a través de los brazos; el velo transparente que las cubre, y sus miradas, en el contexto de lo psicológico, dan una nueva unidad al grupo. La disposición de "Las Gracias" de Rubens forma un triángulo, estando la de en medio de espaldas, con la cabeza vuelta y apoyada en las compañeras. Sira Montesa estaba disfrutando de verdad con aquella charla que ella siempre llevaba a su propio terreno. - Muy interesante. Continúa. - Las tres hermosas mujeres se caracterizan por la ampulosidad de sus contornos. Parecen más bien tres desenvueltas bacantes que las pudorosas Cárites de la mitología griega. Aparte de esas tendencias realistas, la composición del gran artista de Flandes destaca por la elegancia con la que están agrupadas las tres figuras y por el gran conocimiento que demuestra en el moldeado de las carnes que, por sus morbidez y frescura, parecen palpitantes. Estas carnaciones claras irradian luz al resto de la obra. El trío está enmarcado a la izquierda por un árbol y a la derecha por una cornucopia dorada de la que brota agua, con una guirnalda de flores por encima. - ¿Algo más? Juan Manuel ya estaba totalmente entusiasmado pensando que la estaba atrapando con sus conocimientos y sonrió, por primera vez, antes de continuar sintiéndose victorioso. - Puedo añadir que el pintor une a la esplendidez de un colorido cálido, brillante y luminoso, un fondo constituido por un pintoresco paisaje de una gran sutileza. En él pueden distinguirse pequeños animales pastando. Y se dice que al menos una de las figuras es reproducción de la segunda mujer de Rubens, Helena Fourment, e incluso variaciones sobre el mismo rostro de su esposa. Otros creen reconocer las facciones de las dos esposas del pintor: Isabella Brant y la ya citada Helena Fourment. - ¿Y sabes bien quiénes fueron esas dos mujeres? - Isabella Brant fue la primera mujer de Rubens. Sé que era hija de Jan Brant, importante funcionario del municipio de Amberes, y de Clara de Moy. Brant se casó con Rubens, año de 1609, en la Abadía de San Miguel de Amberes. Tuvo tres hijos con Rubens: Clara Serena, Albert y Nikolaas. En 1626, con 34 años, fallece víctima de la peste y ha pasado a la historia porque Rubens la retrató en varias de sus obras. Rubens casaría en 1630 con Helena Fourment, la hermana de su cuñado, Daniel Fourment el joven, marido de Clara Brant, hermana de Isabella. - ¡Menudo pasteleo de familia, tío! - ¿Quieres saber algo más concreto sobre Helena Fourment? - Veo que te gustan mucho las mujeres. Eso es bueno Juan Manuel. Infórmame algo de esa tal Helena. - Hélène Fourment o Helena Fourment fue la segunda esposa del pintor Rubens, a la que éste usó como modelo de varias pinturas de tema religioso o mitológico. Helena Fourment fue hija de Daniël Fourment, comerciante de tapices en Amberes, y de Clara Stappaerts. Estos tuvieron cuatro hijos y siete hijas, entre ellas Clara y Susanna, también retratadas por Rubens. Hélène era la más joven de los once hermanos. Helena casó con Rubens en 1630 cuando ella sólo tenía dieciseis años de edad y él ya tenía cincuenta y tres. Rubens era viudo de su primera mujer, Isabella Brant, muerta a causa de la peste en 1626. Clara Brant, hermana de Isabella, había casado con Daniël Fourment, el joven, hermano de Helena. Daniël Fourment gustaba del arte y poseía obras de Rubens y Jacob Jordaens, así como de maestros italianos; y fue el representante de Rubens para la serie de tapices sobre la vida de Aquiles, encargado de mostrar los bocetos y cartones. Helena se convertirá para Rubens en la modelo habitual de numerosos cuadros, y quizás sea el rostro de las famosas Tres Gracias del Museo del Prado. Fue considerada en su tiempo como una mujer muy bella. Para el cardenal infante Fernando de Austria, entonces Gobernador de los Países Bajos, "sin duda era la mujer más bella que uno pudiera encontrar por aquí". Para el poeta Jan Caspar Gevaerts, amigo de Rubens, "Helena de Amberes había superado a Helena de Troya". Rubens y Hélène Fourment tuvieron cinco hijos: Clara-Joanna, Franciscus, Isabella-Helena, Peter Paul y Constantia-Albertina. Cuando enviudó de Rubens, Helena comenzó una relación con Jan-Baptiste van Brouchen, concejal de Amberes y diplomático al servicio de España, que llegó a ser Conde de Bergeyk. - Pues es verdad que te gusta el mundo de las mujeres artistas. - Muchísimo. Por eso tú me atraes tanto. ¿Puedo seguir un poco más? Ella ya estaba un poco cansada del conocimiento magistral de él pero sabía disimular mucho cuando se sentía disgustada ante alguien superior en temas culturales. - Si quieres puedes. Juan Manuel volvió a sonreir ante de seguir con su verdadera lección magistral. - Gracias. Para finalizar puedo decirte que este cuadro fue adquirido por el rey Felipe IV de España entre los bienes del pintor, subastados tras su fallecimiento el 30 de mayo de 1640. Pasó después, esta pintura, a decorar una de las salas del Alcázar de Madrid y en el siglo XIX se instaló en este Museo del Prado. Ella se encontraba molesta de verdad y sacó su mal genio a relucir. - ¿Por qué no eres sincero conmigo, Juan Manuel, cuando yo lo estoy siendo contigo? Juan Manuel se quedó sorprendido por este cambio tan brusco del carácter de Sira. - No sé qué quieres decir, Sira... pero estoy siendo totalmente sincero... - ¿Por casualidad tú tienes una memoria fuera de lo normal? - Sí. Eso dicen los psicopedagogos que han analizado mi capacidad de memorización. - ¿Ves cómo no estás siendo sincero conmigo? - ¿Es que es eso algo malo? ¡Te estoy diciendo la verdad! - De acuerdo. Me estás diciendo toda tu verdad. Pero todo lo que me has contado sobre este cuadro de Rubens lo sabes de memoria desde que estudiabas bachillerato y, aunque no me hayas terminado de explicar todo lo ques sabes sobre el tema... ¿por qué no te olvidas ya de tu memoria y me dices la verdad de lo que ves tú mismo, con tu propia inteligencia y sin memorizar nada, en este cuadro?... ¡serías menos odioso y mucho más atrayente para una mujer como yo!... - Perdona Sira... pero quise estar a la altura de tus circunstancias... - ¡Nunca te muevas jamás a través de las circunstancias cuando quieras ligar a una chica y limítate a moverte según tus conveniencias! Eso no te hará ni más malo ni más bueno pero serás más natural y sincero. Lo he aprendido de un tío genial que me lo explicó dejándome pensativa. - Debe ser que ese tío lo tiene todo muy claro... - No importa que lo tenga claro o no lo tenga claro pero es muy interesante saber lo que dice y, sobre todo, saber lo que hace. Pero no me interesa, para nada, hablar de él sino de ti. ¿Por qué no eres honesto por primera vez en tu vida? - Estoy intentando serlo. - ¿Te gusto o no te gusto? - ¡Me gustas algo bastante! - Eso quiere decir, en vuestros lenguajes barriales, que te gusto mucho. - No sé quién te lo habrá explicado pero así es. Me gustas algo bastante que quiere decir, en el lenguaje de los barrios más humildes de Madrid, que me gustas mucho. Lo que pasa es que en estos barrios hay ciertos temas que nos dan miedo expresar. - Entonces, ya aclarado el asunto, olvídate de tus complejos de inferioridad y hazte tú mismo el favor. Dime qué ves en "Las Tres Gracias" de Rubens, pero no me cuentes ninguna larga historia memorizada desde los tiempos de tus estudios de bachiller y, para que te enteres del todo, me importa menos que un pimiento si los terminastes o no los teminastes por culpa de los billares o por cualquier otro motivo. ¿De acuerdo? Juan Manuel Fernández Fernández se sintió herido en su amor propio. - ¿Quieres de verdad que yo sea auténtico? - ¡Tan auténtico como lo soy yo! - ¿Debo suponer que tú eres auténtica de verdad? - ¡No me sigas enfadando o se acaba nuestro rollo ahora mismo! ¡Atrévete a opinar por ti mismo y sin recurrir para nada a ninguna clase de memoria a ver si eres capaz de hacerlo! - ¡De acuerdo! ¡Acepto el reto! Bajo mi punto de vista, y con mi propio criterio como tú me pides hacer, lo primero que descubro al "leer" este cuadro es la figura del Diablo asomando por la parte izquierda y que está en posición de acechar a las tres doncellas que están bailando completamente ajenas al peligro puesto que lo que parece un árbol es la figura del Diablo vestido completamente de negro y con las dos ramas que le sirven al pintor para exponer los cuernos de la figura diabólica. Podría ser que los rostros de las dos mujeres de los extremos correspondiesen a las dos esposas que tuvo Rubens aunque la que se encuentra en el centro sirve de equilibrio entre las dos y quizás su rostro no es descubierto por el pintor porque se tratara de otra mujer más en su vida de artista. Las dos figuras de los extremos representan a los conservadores (la de la derecha avanzando con el pìe derecho) y los progresistas (la de la izquierda avanzando con el pie izquierdo) mientras que la del centro está dudando sobre cuál de los dos lados va a decidirse puesto que, aunque mira más bien hacia su izquierda (donde está aguardando el Diablo) su pie derecho indica que se puede inclinar por ese lado donde hay un ángel montado sobre el Cuerno de la Abundancia cuyo líquido se está derramando, precisamente, en el lado derecho de la cueva vista desde dentro, desde donde se encuentra el pintor. El ángel está silbando para atraer la atención de las tres doncellas y salvarlas del peligro del Diablo y estas tres son: una morena (derecha), una rubia (izquierda) y la central que parece más bien castaña o intermedia entre las otras dos. Esta labor de mediadora entre las dos luchadoras de los extremos se descubre viendo que la del centro sujeta los brazos de las dos extremas que entre ellas no se están abrazando sino que busca cada una que la del centro la elija en lugar de la otra. Las dos de los extremos tienen los cabellos largos proponiendo lujuria a la del centro (también a través de sus miradas) mientras que ésta tiene el cabello recogido en un moño esperando hacía qué lado se va a decidir por irse al final. En cuanto al baile se debe tratar de una especie de alegoría de la primavera. La entrada de la cueva está adornada por un enorme ramo de flores en la derecha y la luz que alumbra los cuerpos de las doncellas nos habla de la limpìa y pura presencia central de las tres como el mensaje más claro del cuadro porque podríamos entender que el trío de las tres doncellas viniese a representar al triángulo formado por tres virtudes (pureza, castidad, virginidad) mientras que fuera de la cueva, observando el baile de las tres, se observa una figura de viejo pastor (con barba y sombrero) oculta bajo forma de matas grandes y que está dando de comer a un perro guardián de su ganado. Quizás lo que está viendo el pastor sólo sea un sueño que Rubens lo representa en forma de Gracias. Los cuerpos femeninos de estas Gracias no han sido perfilados buscando una armonía perfecta sino que la intencionalidad de Rubens es mostrarnos solamente la idea de morbosidad y no de sentido amoroso propiamente dicho porque no nos envía un mensaje de enamoramiento sino solamente de deseo carnal exento de cualquier belleza añadida. Son cuerpos rellenos de carne aunque sí los ha dotado de elasticidad suficiente como para atraer la atención de los gustos sensuales de su época. Estamos hablando del Siglo XVI-XVII y todavía no ha llegado a la Historia la Revolución Industrial y el canon de belleza femenina que arranca desde el siglo XIX-XX. Es por lo tanto lógico para su época pero para la nuestra ya está obsoleto del todo. Los colores luminosos del cuadro nos hablan de que Rubens era un personaje alegre. Y para terminar tengo que confesarte que, hablando con la verdad por delante, me gustan mucho las delgaditas y no las gordas, pero a nadie le amarga un dulce si es una tan famosa como tú. Me parece que querías sinceridad y he sido sincero. Puedo estar hablando media hora más sobre lo que yo veo en este cuadro si lo crees necesario. Sira Montesa sintió que se acababa de declarar la guerra entre los dos y tenía que tomar la delantera en el ataque. - ¡Me has convencido del todo! ¡Vale la pena enrrollarme contigo! Ahora bien... ¿tú crees que todo lo que merece la pena de ser vivido en esta vida tiene un precio si es de calidad?... - Depende... -¿De qué depende? - De tener o no tener suficiente dinero para pagar. - ¡Empezamos a entendernos, Juan Manuel! ¿Qué te parece si, por ejemplo, empezamos nuestras relaciones sentimentales invitándome a comer en un restaurante de lujo? - ¡Imposible! ¡No tengo dinero suficiente para eso! - ¿No tienes mil euros para empezar? - Esto... no sé si debo contarlo... - ¿Tienes o no tienes mil euros disponibles en tus bolsillos? - Voy a seguir siendo sincero, Sira. Yo no tengo ninguna cuenta corriente ni libreta de ahorros en algún Banco. Lo que sí estoy haciendo, con enormes esfuerzos por mi parte, es intentar llegar a tener mil euros en mis bolsillos porque el mes que viene cumplo los dieciocho y quiero festejarlo por todo lo alto con mis mejores amigos. De vez en cuando aprovecho la ocasión de algún trabajillo de fontanería para ir aumentando los ahorros de mis bolsillos. -¿Tus mejores amigos te harían más felices de lo que yo te puedo hacer? - No quise decir eso... pero mis ahorrillos... pues... que resulta que son intocables... -¿Y vas a perder el sueño de tu vida por culpa de unos míseros ahorrillos? ¿Cuánto tienes ahora mismo en tus bolsillos? - Ahora mismo ya tengo ochocientos euros; pero no lo saben ni mi padre, ni mi madre ni ninguno de mis hermanos... y prefiero que nunca lo sepan... - ¿Y si yo te prometo que conmigo pasarás muchas noches mucho más felices que una sola con tus mejores amigos me invitarías a esa comida? Juan Manuel sudaba por lo apuros que estaba pasando... - La verdad es que molaría un montón pasear contigo a mi lado por todo el barrio de Lavapìés. - Pues eso sólo depende de ti. - Está bien... pero no puedo gastarlo todo... Sira Montesa supo que había llegado la hora del ataque final y cambió de táctica. - ¡A mí me gustan los hombres tan valientes como tú! - ¿Ahora ya he dejado de ser solamente tío para pasar a ser de repente hombre y además valiente? - ¡Lo has conseguido tú solo! - Pues entonces tendré que felicitarme a mí mismo cuando me mire en algún espejo para ver lo guapo que soy. - ¡Jajajajaja! ¿Qué te parece si lo celebramos comiendo en el Restaurante "El Mirador de Thyssen"? - ¿A cuánto asciende el daño? - ¿Eso quiere decir cuánto cuesta una buena comida allí? - Eso quiere decir... - Teniendo en cuenta que va a ser una comida inolvidable y el principio de una larga y feliz historia amorosa en tre los dos... sale por unos cincuenta euros cada uno... pero si le añadimos las bebidas, los extras y la botella del mejor champán francés para brindar por esa larga, muy larga y muy feliz, historia de amor entre los dos... calcula unos cien euros por cabeza. - ¡Doscientos euros sólo por una comida! ¡Imposible! ¡Ni loco! - ¡Un día es un día, Juan Manuel! ¡Y una locura es lo más bonito que te puede pasar al iniciar un eterno romance! - Caramba... se me pone la carne de gallina cuando te oigo hablar así... - ¡Te doy mi promesa de mujer fatal... esto... quiero decir de mujer total... de que no te vas a arrepentir nunca! - Es que sólo tengo ochocientos euros y la fecha de mi cumpleaños está muy cerca, - No te preocupes por eso. Ya verás como pienso en algo que hará que tu cumple de los dieciocho te será inolvidable para siempre. ¿Te atreves? - Esto... sí... de acuerdo... - Veo que lo estás dudando y eso a mí no me gusta para nada. Los hombres verdaderos no dudan jamás. - Es que no me van a dejar entrar tal como voy vestido. - Yendo conmigo hasta las puertas de los más lujosos palacios se te abrirán vayas vestido como quieras ir vestido. - Caramba... no sé... no sé... lo dudo... - Te vuelvo a repetir que los hombres verdaderos no dudan jamás. - ¿Los hombres verdaderos no dudan jamás? ¿Quién dijo esa tontería? - ¿Tú no sabes que esas son las tonterías que amamos las mujeres de verdad? Juan Manuel no quiso mostrarse cobarde ante ella. - ¡No lo dudo! ¡Vamos para ese Restaurante y que sea lo que Dios quiera! - ¿Tú crees que Dios interviene en estos momentos? - Pues no... pero algo hay que decir para consolarnos... - Pues entonces deja que sea una sorpresa. - Que no se entere nadie, por favor. - ¿No quieres que nadie se entere de un día tan importante para tu vida como éste? - Es que no estoy acotumbrado... todavía... - ¿Eso quiere decir que eres todavía virgen? - Pues sí. Sólo tendo diecisiete y lo considero normal. - Pues yo creo que tus mejores amigos ya no lo son. - ¿Han dejado de repente de ser mis mejores amigos? - ¿Siempre eres igual de despistado? Me refiero a lo de la virginidad. - Lo que hagan mis mejores amigos no es de mi incumbencia. - ¡Pero no seas tonto, Juan Manuel! - ¡Ya estás viendo que no voy a dar marcha atrás! - ¡Pues en marcha hacia el restaurante! ¿Tú fumas? - ¿Yo fumar? ¡Jamás de los jamases! ¡Me dedico mucho a jugar al fútbol y el entrenador me aconseja que si quiero llegar lejos en este deporte no debo fumar nunca jamás! - ¿Y no te has dado cuenta ya de que a las mujeres como yo nos gustan los hombres que fuman de verdad? - ¿Eso es verdad? - ¡Claro que eso es verdad! - ¿Qué tabaco quieres que compre? - Por supuesto que una de Marlboro. - ¡Eso es muy caro! ¿No puede ser una de Silverado? - ¡No seas hortera, Juan Manuel! - Pero si no es ser hortera sino solamente ser prudente con los ahorros... - ¡Déjate de idioteces de niño tonto y vamos a un bar para que saques de la máquina una de Marlboro o me voy con alguien que fume como un hombre y no como un niño que todavía no sabe que a las mujeres como yo le gustan los verdaderos fumadores! - Bueno... esto... si eso les gusta a las mujeres como tú... vamos a por la cajetilla de Marlboro... - Y que no te vea yo fumando alguna vez esa porquería de Silverado. - Pero si me han dicho que es de los indios... - Por eso mismo... porque no quiero enrrollarme con alguien que hace el indio.... ¿entiendes por dónde vamos las mujeres como yo?... - Entiendo... entiendo... está bien... si una mujer como tú lo dice será una verdad verdadera... pero conozco a algunas amigas que nunca me han dicho eso... - Porque tus amigas deben ser unas pardillas. ¿Tú quieres ser un pardillo? - No. Pero tampoco quiero ser un pringao. - Adelante, Vamos para el restaurante. Está muy cerca de aquí. En este Paseo del Prado pero en el número 8. - Si no hay más remedio... - ¡Jajajajaja! ¡Me gustan los hombres con el verdadero sentido del humor! - ¡Yo lo que quiero aprender es el sentido del amor y no el sentido del humor! Riendo por cosas tan tontas como esa, entraron a un bar, salieron fumando sus marlboros y llegaron hasta el restaurante donde, exactamente, pidieron un menú de cincuenta euros cada uno con los extras y las bebidas aparte. Como la comida era opípara y no tenían prisa alguna ella volvió al ataque que antes había quedado sin finalizar. - ¿Tú has pintado alguna vez en tu vida? - He pintado muchos dibujos con lápices de colores y con acuarelas. - ¡Eso no es ser pintor! - Es que no soy pintor... - Pero estás deseando serlo... - Pues sí... estoy deseando serlo... - ¿Y por qué no te pones a estudiar Pintura? - ¡Si dejo de estudiar para ser cartero de Correos mi padre me mata! ¡Tú no sabes el mal genio que se le pone cuando hablo de pintura en casa! ¡Lo único que aceptaría sería decirle que quiero ser pintor de brocha gorda! Y lo peor de todo es que mi madre está de acuerdo con él. -¿Te atreves a no obedecer ni a tu padre ni a tu madre aunque sea una vez en tu vida? - Soy incapaz de hacer tal cosa. - ¿Y tú quieres tener relaciones íntimas con una mujer como yo sin desobecer una sola vez en tu vida a tu padre y a tu madre? Sira Montesa estaba volviendo a llevar la conversación a su terreno de mujer fatal. - Esto... mujer fatal... quiero decir mujer total... yo... - ¡Si te atreves a ser valiente yo puedo hacer que, una vez que ya tengas relaciones íntimas conmigo, vayas a residir a Génova y el imbécil de mi esposo, que es un imbécil completo, te pague todos los estudios de Pintura en el Taller de Rico Agustino. - ¿Tu esposo me pagaría toda la carrera de Pintura completa sabiendo que le pongo los cuernos contigo? - Paso a paso, Juan Manuel. Todavía no hemos llegado a eso pero yo te juro que llegaremos. - ¿Y tu esposo no me matará cuando lo hagamos? ¡Los italianos son muy celosos! - ¡Jajajajaja! ¿Es que de repente te ha entrado el miedo? - De eso nada. Yo soy más valiente que "El Guerra". - Es que más valiente que Alfonso lo es cualquiera. - ¿Pero a qué Guerra te estás refiriendo, Sira? - Pues a Alfonso el del "pesoe". ¡Tú mismo has dicho que eres más valiente que él! - Bueno... sí... también... - ¿Es que no has dicho eso? - Yo me refería a Rafael. - No sabía yo que mi colega de canciones se apellida Guerra. Siempre he creído que era Martos. - Un momento... un momento Sira... que nos estamos hiciendo un lío... - No. Lo del lío vendrá después. - Hay algún error en todo esto. - Que yo sepa no hay ningún error porque estoy segura de que Rafael se apellida Martos y tú sí que eres más valiente que él. - Bueno... sí...también... pero yo estaba hablando de Rafael Guerra. - ¿Y quién es ese tío? - No lo sé pero todos los que le conocieron dicen que era muy valiente. Me parece que era torero o a lo mejor no me dijeron torero sino tornero y yo lo he entendido mal. - ¡Déjalo, Juan Manuel! ¡Eres el tío más valiente del mundo y ya está! - ¿Y lo de tu esposo? - ¿Qué crees que hace él conmigo? - Pues supongo que cosas de esposo pero como yo estoy todavía soltero pues no lo sé. - ¿Sigues teniendo miedo? - ¡Que no! ¡Que no tengo miedo pero me gusta mucho seguir teniendo la cabeza sobre mis hombros! ¿Me comprendes? - ¡Jajajajaja! ¡Me hace gracia tu ingenuidad! ¡Mi esposo me pone los cuernos constantemente con camareras de puticlub! - ¡Arrea! - Escucha, Juan Manuel, no quiero ya hablar más tiempo de estos asuntos. ¿Me quieres contar algo que sea gracioso de tu querido barrio de Lavapiés mientras yo me voy imaginando todo lo que tú me cuentes como si estuviese viendo una película? - Mi querido barrio no tiene ninguna importancia para personas como tú y tu millonario esposo. Supongo que no tiene importancia alguna salvo para los vagabundos que van a pasar las noches por allí. - Vamos a ver... ¿qué pasa con los chavales de Lavapiés?... - Para los pudientes como Luigi y tú sólo somos unos macarras y, como mucho, sólo alcanzamos el grado de muertos de hambre. Vivo en un lugar donde no llega la luz y a los niños se les ven que van descalzos y sin salud. Por la estrecha calle algún carro viene y va y cuando llueve nadie puede caminar. Mi calle tiene un oscuro bar con húmedas paredes ¿Te gusta saber eso? - ¡Razones más que suficientes para que ahora te aproveches de lo que te conviene sin tener en cuenta las circunstancias! - No quiero morir tan joven. Sira Montesa cambió de estrategia. - Cuéntame algo de tu Lavapìés... si es que no te da vergüenza... - Los de Lavapiés somos más valientes de lo que los pudientes estáis siempre pensando. - Entonces demuestrámelo contándome historias de tu barrio que yo pueda ir imaginando en mi mente mientras no dejamos de comer. Juan Manuel Fernández Fernández volvió a entusiasmarse de nuevo mientras ella se preparaba mentalmente para imaginar las escenas que él le iba a contar. - Fue el primer barrio judío de Madrid y tiene una edad de más de quinientos años. Todavía existen restos de la Sinagoga, centro de actividades y reuniones de los judíos, en el solar donde se encuentra ahora la Iglesia de San Lorenzo. Precisamente se llama Lavapiés debido a que los judíos se los lavaban en la fuente de la plaza antes de sus oraciones porque había entonces una fuente en nuestra plaza. Allí realizaban los judíos ese rito de lavarse los pies antes de entrar en la sinagoga. - ¿De ahí viene el nombre de Lavapiés? - Eso he dicho y esa es la verdad. - ¿Dices que tu barrio tiene quinientos años de edad? - Sí. Es uno de los barrios más antiguos de Madrid. Ahora es el lugar de Madrid, y yo diría que casi de toda España, más universal por la gran cantidad de etnias que viven allí. - Sigo escuchando e imaginando... - En la Plaza de Lavapiés nace la Calle del Sombrerete, que llega hasta Embajadores. Según escritos antiguos, su nombre original fue Sombrerete del Ahorcado ya que allí fue ajusticiado, sin quitarse el sombrero, el cómplice de un impostor que se hizo pasar por el rey Don Sebastián de Portugal. - ¿Quién fue ese tal Don Sebastián? - Sebastián I de Portugal, apodado "el césar" fue hijo póstumo del infante Juan Manuel de Portugal (hijo de Juan III el Piadoso) y de su esposa, la archiduquesa Juana de Austria, infanta de España. Era, por tanto, nieto de Carlos I de España por vía femenina y bisnieto por el lado paterno de Manuel I de Portugal. Sebastián llegó al trono tras la muerte de su padre en 1554, dos semanas antes de su nacimiento, y eso le sucedió tres años más tarde a la muerte de su abuelo. Al ser todavía un niño, la regencia recayó primero en su abuela paterna, Catalina de Habsburgo, y después en su tío-abuelo, el cardenal Enrique de Portugal. Durante este periodo continuó la expansión colonial en Angola, Mozambique y Malaca; también se produjo la anexión de Macao. Cuando era sólo un bebé, su madre, Juana de Austria, que había quedado viuda unos meses antes, abandonó la corte de Lisboa para retornar a Castilla, siendo rey su tío Felipe II. Dejó el bebé a cargo de su suegra, la reina regente, no volviendo a verlo nunca más, aunque bien es cierto que a lo largo de su vida se escribirían de forma continuada hasta el fallecimiento de la princesa Juana. Por ello, el príncipe creció sin referentes paternos, criado en una corte cargada de conflictos entre la reina regente, su abuela, y su tío, el cardenal Enrique. Sebastián era un niño frágil, resultado de generaciones de matrimonios entre miembros de una misma familia. Por poner un ejemplo, tenía sólo cuatro bisabuelos (normalmente se tienen ocho) y tres de ellos eran descendientes del rey Juan I de Portugal. El joven rey creció bajo la guía e influencia de los jesuitas. Fue un místico que dedicaba largos períodos a la caza. Se convenció a sí mismo de que era un gran capitán de Jesús en una gloriosa cruzada contra la expansión del poder turco en el norte de África. De hecho durante el último año de vida de Juan III, las tropas portuguesas se retiraron de sus fortalezas en Marruecos, lo que permitió la expansión del Imperio turco. Esto abrió un segundo frente en el inacabable conflicto entre turcos y cristianos. Durante su juventud, jamás se interesó por las mujeres ni dio síntomas de desear contraer matrimonio. Algunos biógrafos aluden a una enfermedad en su órgano sexual, que le provocaba impotencia y esterilidad, y que se acentuaba con la práctica de ejercicio físico y se relativizaba con el reposo, y que nunca llegaría a curarse. Según Henry Kamen "Parece que el rey estaba lejos de ser «frígido», pues tuvo un buen número de aventuras homosexuales, y algunos acompañantes de su corte eran al parecer también homosexuales". La reina Catalina de Austria intentó sin éxito concertar su enlace matrimonial con la princesa española Isabel Clara Eugenia, pero el rey Sebastián nunca aceptó ningún tipo de compromiso. Poco después de alcanzar la mayoría de edad, y a pesar de no tener hijos ni heredero, inició los planes para organizar una gran cruzada contra Fez. Su tío Felipe II de España intentó convencerle de no hacerlo, en una famosa entrevista que mantuvieron los dos reyes en el monasterio de Guadalupe, durante la Navidad de 1576, con el duque de Alba presente. Felipe II intentó razonar con Sebastián de Portugal. Este, sin embargo, solo parecía interesado en solicitar ayudas concretas para sus planes de invadir África. En un momento en el que Felipe II estaba trabajando para llegar a una tregua con los turcos en el Mediterráneo, parecía poco juicioso abrir un nuevo frente bélico en el sur. Al final cedió y le ofreció algún apoyo. «Me resolví en ofrecerle cincuenta galeras y cinco mil españoles», pero tendría que pagarlos. El rey de España también insistió en que, dados los riesgos evidentes de la operación, Sebastián no debía participar personalmente en la invasión. Los soldados españoles serían los que salieran de Flandes para ir a Italia. A su regreso a Madrid, Felipe II le dijo al embajador imperial Khevenhüller que Sebastián «tiene buena y santa intención, pero poca madurez». «Le he persuadido de palabra y por escrito», dijo, «pero no ha aprovechado nada». En 1578 el rey de España envió a Juan de Silva como embajador a Portugal para intentar detener a Sebastián. El humanista Benito Arias Montano también fue enviado a Lisboa con una misión parecida. A pesar de los esfuerzos españoles, la famosa expedición a Marruecos tuvo lugar. Portugal había tenido muchos intereses en África, desde la conquista de Tánger en 1471, y Sebastián estaba muy interesado en conservar la posición de su país en esa zona contra los emires enemigos pertenecientes a la dinastía Saadí. La gran flota que partió de Belem en 1578, con más de ochocientas naves entre grandes y pequeñas, abarcando desde galeones, carabelas y galeras, llevaban un total de veinte mil hombres. Portugal sola, con su diminuta población, no era capaz de reunir tal cantidad de hombres. Alrededor de una cuarta parte del ejército eran voluntarios de todos los países cercanos del occidente europeo, incluido un contingente de España, que embarcó en Cádiz. Entre ellos había un destacamento de tropas enviadas por el papa, bajo el mando del inglés Sir Thomas Stukeley. Los barcos tomaron tierra en lo que hoy es el puerto de Arcila, a pocas millas de Tánger, donde el ejército debía reunirse con los aliados musulmanes bajo el mando del saadí Mohamed al Masluk, que estaba enfrentado a otros emires. Los emires enemigos proclamaron una yihad contra las fuerzas invasoras. Deseoso de entrar en acción, el joven rey condujo a sus tropas desierto adentro para enfrentarse a unos ejércitos que eran el doble del suyo, bajo el liderazgo de Muley Abd al Malik, el sultán saadí de Marruecos. Desde el principio hubo presagios desfavorables. El ejército iba acompañado por miles de criados, esclavos y prostitutas, cuyo trabajo era favorecer que los nobles se sintieran a gusto y cómodos. Para facilitar el transporte, el rey también llevaba más de mil carros. El ejército se desplazaba con mucha lentitud, y cuando llegaron a la zona que buscaban, las fuerzas del enemigo ya estaban allí, esperándolos. El ejército de Al Malik era una fuerza profesional que probablemente contaba con setenta mil hombres, incluyendo unos veinticinco mil de caballería. Su artillería, con treinta y cuatro cañones, ya estaba posicionada. El 4 de agosto de 1578, el día más caluroso de la estación más calurosa del año, el ejército cristiano, en el que servía la flor y nata de la nobleza portuguesa, con el joven rey de veinticuatro años a la cabeza, fue aniquilado por las fuerzas bereberes. A lo largo de las seis horas de batalla, murieron tal vez ocho mil cristianos (entre ellos, Thomas Stukeley) y alrededor de seis mil marroquíes. La masacre fue indudablemente una victoria musulmana. Algunos grupos de cristianos se las arreglaron para escapar, pero más de diez mil de ellos fueron cogidos prisioneros. Los tres jefes militares de la batalla, los llamados «tres reyes», corrieron el peor de los destinos. Abd al-Malik, un hombre joven de treinta y cinco años, que ya estaba seriamente enfermo, murió durante la batalla; Al-Masluk pereció ahogado cuando intentaba escapar; y el rey Sebastián se dio por desaparecido, pues su cuerpo no pudo ser identificado en el campo de batalla. El rey Sebastián murió en la batalla y gran parte de la nobleza portuguesa cayó prisionera, por cuyas vidas se exigió un gran rescate, lo que acabó prácticamente con el tesoro de Portugal. El cadáver del rey fue recuperado del campo de batalla y sepultado inicialmente en Alcazarquivir; en diciembre de ese mismo año fue entregado a las autoridades portuguesas en Ceuta, donde permanecería hasta 1580, fecha en que sería trasladado al monasterio de los Jerónimos de Belém para su entierro definitivo. Sin embargo, y esto ya es leyenda, en la misma noche de la batalla, un grupo de soldados portugueses supervivientes llegó a Arcila buscando refugio, y para conseguir que la guardia les franquease la entrada en la ciudad fingieron que Sebastián venía con ellos, lo que provocó que entre el pueblo se propagase el rumor de que el rey seguía vivo. Sebastián entró en la leyenda como un gran patriota, el "rey durmiente" que retornaría para ayudar a Portugal en sus horas más difíciles, dando lugar al movimiento místico-secular llamado Sebastianismo (con ciertos parecidos con la leyenda inglesa del Rey Arturo o la alemana de Federico Barbarroja). Durante el periodo de unión con España, entre 1580 y 1640, cuatro pretendientes afirmaban ser el rey Sebastián; el último de ellos, que en realidad era un italiano, fue ahorcado en 1619. En el Archivo Nacional de Simancas se conserva el proceso del "Pastelero de Madrigal", o Proceso de Madrigal. Este proceso fue declarado materia reservada y secreto de Estado por el duque de Lerma, con lo que no pudo ser investigado hasta que, a mediados del siglo XIX, se levantó el secreto procesal. Su muerte sin descendientes provocó que su trono fuese ocupado por su tío-abuelo Enrique I, cuya muerte también sin herederos en enero de 1580 abrió la crisis sucesoria que desembocaría en la cesión de la corona portuguesa a Felipe II de España. - Muy bueno. Noto que te encanta la Historia. - Es cierto. Me encanta toda la Historia de la Humanidad. - Sigamos con Lavapìés... - También de la Plaza sale la Calle del Tribulete. En un corralón de esta calle se reunían los vecinos a jugar al tribulete, un juego popular de la época que se convirtió en el modo de denominar a esta calle. -¿Qué es el juego del tribulete? - Hay mucha ignorancia sobre ese asunto; pero lo que parece ser más probable es que es parecido a los tejos o es el juego de los tejos mismo. Quizás consistiera en introducir el aro, arete, sortija, en el bolo, o lo que parece un bolo; o bien había que derribar los tres bolitos pequeños que están encima de los bolos grandes. Yo creo que, viendo la placa conmemorativa del barrio, se trata de un juego parecido a la tanguilla, pero con bolitos en lugar de una montañita de monedas. Nadie sabe si fueron o no fueron aros. Lo que si está claro, y parece que es lo más cierto, es que se juega con 3 pares de piezas de madera o metal. Las 3 más grandes sirven de base a las 3 más pequeñas que se apoyan en ellas. Ahí no hay ninguna duda. El problema viene en qué consistía en realidad el "juego del tribulete", pues no se aprecia en la placa si los jugadores usan "tejos o "anillos"; así que hay 2 versiones como más probables: en la primera versión, el objetivo del "juego del tribulete" sería tirar las 3 piezas superiores, sin tirar las 3 piezas inferiores, valiéndose de unos tejos" o trozos de teja o piedra, similares a los usados en otros juegos populares de la época. La segunda versión del "juego del tribulete" consistiría en introducir unos "anillos" de metal en las piezas inferiores sin derribar las superiores. - Dejemos ya ese asunto. Cuéntame más historias. - Hay calles en mi barrio que tienen el origen de su nombres en dos o más leyendas diferentes, al gusto del consumidor como se dice vulgarmente. Tal es el caso de la Calle del Ave María. Ésta tiene su entrada por la Calle de la Magdalena y termina en la Plaza de Lavapiés. Su nombre puede haberse originado en el proceso de cristianización de la calle tras la expulsión de los judíos, durante el siglo XV, cuando algunas familias judías se vieron en la necesidad de convertirse al catolicismo para salvar sus vidas. Así es cómo surgió la cristianización católica de las viejas calles moriscas del barrio, cuyos nombres se cambiaron por la exaltación exagerada de los religiosos como sucede con la del Ave María, la de La Fe, la del Amor de Dios y otras más. - ¿Y cuál es la otra hipótesis sobre el nombre de la Calle del Ave María? - Existe otra historia más novelesca. Cuenta la tradición que aquí había varios burdeles. Cuando esto llegó a oídos del beato Simón de Rojas, éste se escandalizó tanto que instigó a Felipe II para que las demoliera. Al demolerlas, en sus pozos se encontraron varios cadáveres. El beato sólo pudo exclamar !Ave María! y por eso ese es ahora su nombre. - ¿Qué sabes tú de ese beato tan radical? - Simón de Rojas, vallisoletano de nacimiento pero residente en Madrid, es un santo de la Iglesia católica, la cual celebra su fiesta el 28 de septiembre. Su devoción a la Virgen María le llevó a fundar la Congregación de los Esclavos del Dulcísimo Nombre de María, en 1612, para el servicio de pobres y enfermos de Madrid, además de ser conocido como el "Apóstol del Ave María". Fue ordenado sacerdote en el convento de la Trinidad Calzada de Valladolid en 1572, donde había ingresado a los doce años. Una vez ordenado, se trasladó a estudiar a la Universidad de Salamanca, y posteriormente fue profesor de filosofía y teología en Toledo desde el año 1581 hasta el 1587. Fue en dos ocasiones Visitador Apostólico de la Provincia de Castilla y una de la de Andalucía. En 1619 fue nombrado preceptor de los Infantes de España y dos años después fue elegido como confesor de la reina Isabel de Borbón, primera mujer de Felipe IV de España. El fervor que mostró por la Virgen le fue inculcado por su madre Constanza, que desde niño le instruyó en las oraciones a María, y sus hagiógrafos mantienen que sus primeras palabras, cuando contaba catorce meses, fueron "Ave María". Se acostumbró a visitar santuarios marianos, y los pintores que le retrataron le adjudican siempre el lema mariano, por lo que fue conocido familiarmente como el Padre Ave María. Mandó imprimir miles de estampas de la Virgen con el lema, y sus influencias en la Corte consiguieron que se labrase en oro en la fachada del Real Alcázar de Madrid. En 1622 escribió una liturgia dedicada al Santo Nombre de María, que más tarde el papa Inocencio XI extendió a toda la Iglesia, para su rezo el 12 de septiembre. Falleció en Madrid, en 1624. El 8 de octubre del mismo año el Nuncio apostólico ordenó la apertura del proceso de beatificación. Sus virtudes fueron reconocidas por el Papa Clemente XII, fue beatificado por Clemente XIII y el 3 de julio de 1988, antes de la clausura del Año Mariano, fue finalmente canonizado por el Papa Juan Pablo II. - De verdad que las calles de tu barrio están llenas de leyendas e historia. ¿Puedes contarme alguna más? - Una calle perpendicular a la del Ave María es la Calle de la Cabeza y su nombre alberga otra macabra historia. En este lugar habitaba un rico sacerdote junto con su criado. La avaricia del sirviente se materializó cuando éste, con un encarnizamiento bestial, robó y asesinó al cura degollándole con un cuchillo de cocina. Años después, y convertido en caballero, el criminal regresó a Madrid y le dio por comprar una cabeza de cordero en el vecino Rastro. De camino a casa, la sangre que desprendía la cabeza del animal alentó a un alguacil. Preguntado por lo que llevaba, el criado explicó que era una cabeza de cordero lista para comer. Pero cual fue el asombro al abrir el paquete y descubrir que lo que allí había no era sino la cabeza del cura asesinado. Sorprendido por aquello, el criado acabó por confesar su crimen. Poco después el criado fue condenado a la horca y, según cuenta la leyenda, una vez cumplida la sentencia, el milagro se obró de nuevo y la cabeza del sacerdote volvió a convertirse en cabeza de cordero. - ¡Qué horror! - Puedo contártela con más detalles... -¿Y por qué no lo has hecho antes? - Es que me da en la nariz que eres bastante carca. - ¿Carcundia yo? Quizás un poco más joven de lo que soy ahora tal fuese un poco carca, no mucho tampoco pero sí algo bastante como decís en los bajos barrios madrileños, mas ahora para nada de nada; así que cuenta con más detalles. - ¿Te gusta el morbo? - Es que hay que ser muy actual y estar a la última. Y la última resulta que es el morbo. - Si tú lo dices será verdad. Repito con más detalles. La Calle de la Cabeza, muy próxima a la céntrica plaza de Tirso de Molina, esconde una siniestra leyenda que le da nombre. En la esquina con la plaza de Antón Martín existe una placa de azulejos que no pasa inadvertida. Además del peculiar nombre, en ellos está representada una cabeza cortada, un cuchillo y un carnero degollado. Su historia, basada en una leyenda del siglo XVI, tiene por protagonistas a un rico sacerdote y a su criado portugués. Un sirviente, envidioso y acosado por las deudas, que optó por decapitar a su amo y huir a Portugal con todos los bienes del adinerado cura. El crimen quedó en el olvido y la cabeza del desgraciado sacerdote no apareció. Sin embargo, después de varios años, el sanguinario criado portugués volvió a Madrid, convertido en un respetable caballero. En su regreso a la capital, mientras paseaba por el Rastro, decidió comprar una cabeza de carnero para darse un buen festín. Una vez comprada con el dinero que años antes había robado a su amo, escondió la cabeza bajo su capa y se marchó caminando a su nueva casa. Tras sus pasos, un alguacil vió un reguero de gotas de sangre que brotaban bajo la capa del caballero portugués y decidió detenerle para descubrir qué guardaba bajo sus ropajes. «Llevo la cena, una cabeza de carnero que acabo de comprar en el Rastro», le dijo. Con total seguridad, abrió la capa y cuando fue a mostrar la cabeza de carnero que pensaba cenar asada, el antiguo criado dio un respingo al ver que lo que tenía en su mano era la cabeza de su amo. Estaba chorreando sangre fresca como si acabara de decapitar al rico sacerdote al que había matado tiempo atrás. El criminal no tuvo más remedio que confesar su crimen y fue ejecutado públicamente en la Plaza Mayor. Tras el casual esclarecimiento del suceso, la calle comenzó a conocerse en Madrid como la de la Cabeza. - ¿Hay algunas leyendas de las calles de tu barrio que sean algo más alegres? - No acaban aquí la calles con historias tétricas detrás, pero paso a relatarte otras más bonitas aunque también inverosímiles. Como la de la Calle Mira al Sol. Cuenta la tradición que tras un temporal de lluvias y nieves, el 2 de febrero de 1440 amaneció como un día claro y templado. La gente, pletórica, gritaba "¡Mira al Sol! ¡Miral al Sol!" y de ahí viene su nombre. Lindando con la Calle Ave María está la Calle de la Primavera. En ella existían unos frondosos jardines donde se celebraba la fiesta de la Cruz de Mayo. Una fuente y un paseo adornaban esta bonita vía reforzando su frescura y verdor. - Espera... espera... ¿que es eso de la fiesta de la Cruz de Mayo? - ¿Pero no eres tú más católica que la Reina Isabel I de Castilla? - ¡Vaya tontería, jejeje! ¡Lo era! ¡Lo era! ¡Pero me he modernizado tanto en lo físico como en lo espiritual! - En fin. Si no lo veo no lo creo... pero qué cosas se aprenden en este mundo de las Artes y los artistas... - ¿Cuentas o no cuentas? - Sí. Sigue imaginando escenas. Cruz de Mayo o Fiesta de las Cruces es la denominación popular de una festividad cristiana denominada inicialmente Invención de la Santa Cruz. Se celebra el 3 de mayo. La fiesta de la Cruz de Mayo tiene sus antecedentes en la celebración precristiana conocida como "Festividad de los Mayos" (o "Palo de Mayo", del inglés "maypole"), en la que se conmemoraba el tiempo medio de la primavera rindiendo cultos a la naturaleza. En especial, se festejaba adornando un árbol o eligiendo un tronco o tótem al que se le ponían adornos o flores, mientras se ejecutaban danzas rituales y se cantaban o se recitaban motivos alusivos a la fecha. Con la llegada del cristianismo, esta fiesta fue adaptada a la nueva fe, reemplazándose el tótem por la cruz cristiana. En algunos países se mantienen en forma paralela las festividades de la Cruz de Mayo y del Palo de Mayo. El origen cristiano es la "invención" (es decir, el "hallazgo") por Santa Elena de la"Vera Cruz", la que se suponía era la "verdadera cruz" donde Cristo fue fue crucificado. Actualmente, la liturgia cristiana ha eliminado esta fiesta de su calendario, quedando unificada con la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, celebrada el 14 de septiembre, fiesta de origen similar. - ¡Vale, sabihondo, vale! ¡Tírate ya de la moto y date prisa en terminar que se acaba el almuerzo y tenemos todavía que brindar con champán! - Termino rápidamente. También era común denominar a una calle por la forma que tenía. Es el caso de la Calle de la Escuadra, muy cercana a la de la Cruz de Mayo, y la Calle del Codo. Ambas reciben su nombre por su forma en estas figuras. Las del Olmo, del Olivar, de la Rosa y otras similares, se llaman así por los plantíos y huertas sobre las que fueron trazadas. Y ya está. Todo eso es mi querido y viejo barrio de Lavapìés. Sira Montesa dejó de imaginar y volvió a la realidad. - ¡El champán! ¡Sólo falta la botella de champán para los dos como inicio de nuestra sin igual historia de amor! - Que no sea muy cara, por favor... - ¿Qué tal una de Jacquesson de tan sólo sesenta euros? - Esto... señora... digo querida señora... ¿no podríamos brindar con Coca Cola?... - ¡Yate dije antes que no me enrollo con los horteras! - Perdona. Sólo era una sugerencia. Se bebieron el champán en un completo silencio, cada uno pensando en sus cosas, y todo el costo de la fiesta hizo que Juan Manuel Fernández Fernández tuviera que gastarse, con propina para el camarero incluída, un total de doscientos euros. Pero la mezcla del vino con el champán ya le estaba haciendo efectos mareantes cuando volvieron a la calle. - Esto... qué raro... pero me siento hambriento... - Pues yo te veo todavía bastante sano, tío. - ¿Cómo dices? ¿Has dicho que soy... un... un gusano...? - No. Que te veo sano. - ¿Enano? ¿Yo... yo... yo soy un enano...? - Oye, guapo... ¿puedes prestarme quinientos euros? - ¿Quinientos pelos? ¿Quién... quién tiene... quinientos pelos...? Sira Montesa lo pudo sujetar a tiempo y lo sentó en un banco callejero. Y mientras él se quedó dormido, ella le sacó la billetera del bolsillo trasero del pantalón. Tenía un total de seiscientos euros y le dejó solamente cien cogiendo los quinientos restantes. Después sacó una tarjeta del Berlin Cabaret, de la Costanilla de San Pedro, 11, en el Distrito de La Latina de Madrid. Escribió en el dorso, y con su pintalabios de color rojo, "Te espero el sábado por la noche". Acompañó la frase con un dibujo de labios femeninos. Metió la tarjeta del cabaret en la billetera. Llamó a un taxi y colocó a Juan Manuel en los asientos de atrás. - Taxista... por favor... lleve a este chaval a la calle de Lavapìés. - ¿A qué número de la calle de Lavapiés? - Cuando llegue a la calle le despierta usted como mejor pueda y que le pague el trayecto porque yo tengo ahora muchas cosas que hacer. Abur. Que tenga usted suerte con la criatura. Y se dirigió hacia un Ferrari que estaba esperando en el Parking del Paseo del Prado de Madrid.
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