Colgados (Diario)
Publicado en Jan 15, 2017
Yo solía pasear, solitario muchas de las veces, por la calle Segovia de Madrid. Y siempre que pasaba por allí pensaba en los suicidas; en esos desesperados, por algo del vivir imposible de descifrar, que se lanzaban al vacío de sus existencias desde lo más alto del Viaducto. Y veía cómo lo ilimitado del "vuelo sin motor" terminaba estrellado en una diáspora de pérdidas de pensamientos. Yo entonces pensaba en cosas como "en el buen gusto siempre existe alguna mujer". Y, al día siguiente, seguía recordando ese vacío de la existencia que era causa y consecuencia de los desamores ajenos; de esos desamores que se perdían desde el barandal y, productos etílicos de la desesperación, terminaban en la terrible confesión de que la culpa era eso de no conformarse con aquel vivir y, perdido de vista el horizonte de las esperanzas, se disipaban en la inexistencias aplastados sus cuerpos en el cemento del suelo sin duda por no haberse acomodado a ese poder llegar acompañados "a petición propia" del sueño renovador. Algunos hasta aparecieron, en la portada de "El País", colgados del Viaducto. Fue el final de una costumbre.
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