Niphoresas (Diario)
Publicado en Jan 18, 2017
En Cuarto de Periodismo ya estaba yo lanzado hacia la meta final. Si lograba aprobar todas las asignaturas del curso en junio sería señal de que estaba preparado para hacer lo mismo con el Quinto Curso de Periodismo; algo que, por supuesto, así ocurrió. Pero no anticipo la aventura final y me detengo, en este momento, en Nipho y su Diario Noticioso; ya que ese era el tema que tenía yo que impartir a todas mis compañeras y compañeros tanto amistades como rivales pues esto de los unos contra los otros ni iba conmigo ni jamás se me ha ocurrido plantearme a la hora de ser un perfecto profesional del periodismo escrito, o hablado, o a través de las imágenes. Lo primero que había que hacer olivdándome del resto de los rivales del aula (y lo hice a la perfección) fue saber quién era, en realidad, Nipho. He aquí lo que pude descubrir a través de mis investigaciones.
Francisco Sebastián Manuel Mariano Nipho y Cagigal (Alcañiz, Aragón, 1719 - Madrid, 1803), fue un periodista aragonés. Apodado como el "Monstruo de la Naturaleza", es considerado en España como uno de los mejores periodistas de todos los tiempos. Su figura brilló coincidiendo con el gobierno de Carlos III (despotismo ilustrado), época en la que se consagró como el fundador del periodismo moderno y el primer periodista profesional. Su verdadero nombre era Francisco Manuel Mariano Nipho y Cagigal. Nació en Alcañiz (Teruel), trasladándose cuando era muy joven a Madrid, donde vivió hasta su muerte. Nipho unió la idea de la modernidad con la tradición espiritual española. Fundó un número considerable de periódicos que dirigió bajo diferentes seudónimos: "Mariano de la Diga", "Manuel Ruiz de Uribe"... Nipho resaltó la faceta artística y de responsabilidad social de la profesión periodística, aunque le reportó muy pocos beneficios a nivel económico. Decía que el periodismo era "un oficio penoso y poco lucrativo", pero afirma que la verdadera tarea del periodismo es "educar y moralizar". No sería hasta sus últimos años cuando empezaría a asentar su situación económica y profesional, ejerciendo de censor a finales del Siglo XVIII. Nipho creía que el libro quedaba fuera del alcance del gran público y que era necesaria la difusión de periódicos para la culturalización de la sociedad. Sus periódicos, más que noticiosos, fueron críticos y eruditos, pero siempre buscando cauces divulgadores, intentando conectar con lectores poco cultos. Con un criterio castizo, tradicional y cristiano, pretendió transmitir los nuevos saberes de la minoría ilustrada al resto del país, a pesar de que el racionalismo de la época chocaba con sus ideas religiosas. En cualquier caso, su visión teocéntrica se mantuvo intacta. Nipho dejó varias ideas acerca de su forma de entender el periodismo: Debía de contener tres notas fundamentales: variedad, exactitud y celeridad. Tenía que reportar una inmediata utilidad, en este caso, el saneamiento de la economía española. El periodista debía de cumplir dos objetivos: educación (especialmente del sistema francés) y desarrollo de la ciencia. Las circunstancias del siglo XVIII tuvieron gran influencia en Nipho. Era una época donde estaban triunfando las ideas ilustradas, base del liberalismo en el próximo siglo. Los ilustrados tuvieron gran afán de reforma y fueron apoyados por la monarquía. Poseían un espíritu emprendedor. Sin embargo, los ilustrados no tuvieron en cuenta que sus medidas reformistas podían no coincidir con los auténticos deseos del país. Ciertos sectores tradicionalistas se opusieron y las transformaciones se desarrollaron con lentitud. Los problemas de la España del momento (pobreza, escasa movilidad social, sociedad estamentaria) hicieron que Carlos III junto con políticos e intelectuales decidiera llevar a cabo una serie de mejoras. Se intentó al mismo tiempo reducir el poder de la nobleza apoyándose en la burguesía. Por esto, las reformas no llegaron por la vía revolucionaria. La Ilustración tenía una serie de postulados básicos: deísmo (reducir los principios religiosos a la razón), naturalismo (la naturaleza es lo único real) y la fe en la potencia de la razón humana. Estos principios generales no se pudieron aplicar en España, ya que en nuestro país primaba una educación bajo la doctrina católica. La producción de Nipho fue muy variada y numerosa, pero en toda ella refleja su concepción de periódico como medio de comunicación que llega a las masas, a diferencia del libro que según él no es asequible para un sector amplio de la población. Entre otras publicaciones: "El Murmurador Imparcial". Nipho aplicó el sentido satírico junto a un propósito moralizante y una crítica literaria, social y de costumbres, basados en su preocupación por el progresivo proceso de descristianización de la sociedad. "La Estafeta de Londres" fue una obra periódica repartida en diferentes cartas en el que se explica el proceder de Inglaterra en diferentes costumbres, artes. etcétera. Fue dirigido por Nipho bajo el nombre de "Mariano de la Giga". "El Correo General, Histórico, Literario y Económica de la Europa" recoge memorias útiles sobre diferentes países. Salía semanalmente, y constituye una ampliación de "La Estafeta de Londrés2, saliendo ya de Inglaterra para recorrer varios países europeos. "El Bufón de la Corte" es un semanario satírico bajo el seudónimo de "Joseph de la Serna". Su propósito fue reírse de aquello que mereciese la risa y ponerse serio ante los despropósitos. Por ello, aparece marcadamente la crítica social, irónica y amarga en un estilo muy variado. "Diario de Madrid" fue el primer diario que ha conocido España (1758). Utilizó el seudónimo de "Don Manuel Ruiz de Uribe", colaborando con Juan Antonio Lozano. Pudieron emprender esta tarea gracias al privilegio obtenido por parte de Fernando VI. "El correo de Madrid o el Correo de los Ciegos" fue también obra suya. La vida y obra de Nipho deja en evidencia su carácter inconstante, que se tradujo en el abandono de varias de sus publicaciones por uno u otro motivo. Sin embargo, merece elogio su espíritu innovador y su afán de superación, producto de su propia personalidad, amor al periodismo y la época que le tocó vivir. Podemos encontrar en sus escritos manifestaciones de un profundo espíritu crítico. Es pesimista debido a la descristianización y la desmoralización que atravesaba la sociedad española. Esta concepción pesimista es la que genera ese afán de arreglar y de mejorar. Demostró que el periodismo para él era un arte de una gran responsabilidad social, aunque encontraba en él pocas compensaciones como profesión retribuida. Nipho provocó una evolución en el periodismo: prensa diaria, prensa política, prensa moralizadora y de costumbres, además de perfeccionarse los conocidos periódicos literario-eruditos. Junto a la prensa diaria, trae consigo el establecimiento de la suscripción y de la información comercial o publicidad. También la venta de periódicos en la vía pública del modo que hoy concebimos. Y entro a referirme al diario que me tocó a mí analizar desde su esquema de presetnación hasta lo más hondo y profundo del espíritu que eanidaba en cada una de las secciones pues fue Nipho el primer periodista que dividió a la prensa en diversas secciones diferentes. Los dos primeros ejemplares se denominaron: "Diario Noticioso, Curioso-Erudito y Comercial Público y Económico". Tuvo una larga vida, hasta 1918. Nipho creó en 1758 la primera publicación de carácter diario de la historia del periodismo español. Muchos periódicos anteriores tuvieron la denominación de "diario", debido a que informaban de los acontecimientos por un orden cronológico día a día. "Diario Noticioso" es junto con "El Censor" y "El Pensador", los tres periódicos más importantes de la segunda mitad del siglo XVIII en España. En 1759 Nipho se desprende de su parte de esta empresa, y se la vende a su socio, Juan Antonio Lozano, que sigue publicando el periódico hasta su muerte en 1780. En el "Diario Noticioso" los anuncios se insertaban "de balde". Nace la "Advertencia" en España, que concluye el "Plan" del periódico. Nipho lo explicaba así: «Muchos sujetos me aconsejaron diera los avisos, que se determinan para el Diario de ocho a ocho días, o cuando más dos veces a la semana; pero no me he podido acomodar con esta idea, por una muy fuerte razón, y es que muchas veces hay en esta corte una persona que tiene precisión o encargo de comprar algunas cosas para sí, o para personas de su lugar: este sujeto está un día en la Corte y no toda la semana; con que para éste, si no sucede venir o estar en Madrid el mismo día de publicarse el Diario, los avisos que por él se comuniquen serán tardos o no oportunos. Por esta misma razón, el que desea vender algunas alhajas o muebles, puede perder en el forastero que decimos un buen comprador. Más, hoy tiene dinero quien mañana lo necesita; con que saliendo todos los días de trabajo útiles el Diario a todos sirven sus avisos». Esta publicación llegó a tener hasta 1.000 suscritores abonados. En 1786, Jacques Thevin le cambió el nombre por "Diario de Madrid". Cubría lo local, frente a lo nacional, que tenía cabida en los periódicos oficiales: la "Gaceta" y el "Mercurio". Describiendo hasta lo inimaginable y comentando hasta lo increíble impartí una clase magistral en honor de la más guapa y de mejor ver de todo el aula: una de las chavalas más impresionantes (de cara y de cuerpo entero) de toda la Facultad de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid. Fue ella la que, antes de irse a su casa, con aires de aburrimiento, se dirigió a mí diciendo: ¿Eres tú quién impartes la clase esta tarde?". "Me toca a mí". Y ella respondió "¡Entonces me quedo!". Aquello dicho por la Miss Cuarto Curso de Periodismo de Madrid me llenó de entusiasmo, la coloqué en el lugar más elevado sustituyendo a alguna que otra ingrata que, a decir verdad, no estaban tan buenas como ella, y me lancé "en picado". Fue todo un éxito. Un éxito de tal calibre que hundí del todo al "enchufado" Marculeta que me había tocado como compañero de investigación pero que no me había ayudado en nada. Por eso le pillaron "en bragas" e hizo el rídículo delante de todos los demás compañeros de aula y, sobre todo, delante de todas las compañeras. Niphoresas lograba nadie arrebatarme la querencia de las mejores chavalas (física y psíquicamente) de toda la Facultad. Tuve, además, la oportunidad (y no la desaproveché para nada) de dar una clase magistral y totalmente en serio pero añadiendo, a su debido tiempo, alguna que otra nota de humor que no rompió para nada la atención de lo que estaba explicando como asunto muy serio pero que hizo a más de una de las chavalas y algún que otro chaval, sonreír y hasta soltar alguna carcajada en general. Pero en verdad que iba en serio y en verdad que aprobé "Historia del Periodismo Español" sin tener que quitarme la gorra ni despeinarme tan siquiera; porque ya dominaba yo el arte de presentarme ante el público y hablar cuando me llegaba la oportunidad de hablar y no como le pasaba a mi tío Benito, el paleto de los molinos de papel, que ni sabía cuándo debía de ser gracioso y no era gracioso nunca jamás. Por eso, cuando yo estaba ligando con chavalas de la talla de Miss Cuarto Curso de Periodismo, lo del asunto de "las varillas" (¡qué pocas varillas vas a coger en tu vida!) me servía para descojonarme de risa. Posdata.- "Ajo y agua, Benitín, y si quieres se lo dices a Emilín".
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