Los ex jefes de la nada (Diario)
Publicado en Jan 18, 2017
ACGLMRSV. Cuando miraba a mi alrededor veía hasta un total de, al menos, 8. Buen número esto de ver a 8 jefecillos arrastrándose por los suelos para optar por seguir "trepando" en el Departamento de Transferencias. Tranferencia del pasado hasta el presente pasando por el destierro de "Cartonera" que fue, para mí, de gran contento, placer y hasta alegría gracias a Ondaro y su compañía. Si no hubiese sido por todo ello no hubiese alcanzado tanta fama entres las chavalas del BHA gracias a las cuales salí elegido representante sindical sin pertenecer, ojo al dato como decía José María García, a ningún sindicato.
Un total de, por lo menos, 8 jefecillos que se hacían la "guerra de guerrillas" por algunas "perrillas" mientras a mí me daba por sonreír cuando más intentaban hundirme. Ni me hundieron jamás ni tan siquiera hicieron que yo me proecupara lo más mínimo por ellos ni por lo que ellos hacían. Solo eran chupatintas palustres y ya se sabe que chupatintas, con el Diccionario de la RAE entre manos, significa "oficinista de muy poca categoría" y, por otro lado, palustre viene a significar en la jerga "cheli" de los madrileños, algo así como "oficinista paleto o apaletado que sólo sirve para hacer palotes en los documentos que otros han elaborado". Para entendernos todos bien, los 8 jefecillos venían a ser causa de tanta risa que las chicas se doblaban o caían al suelo de tantas carcajadas que soltaban y pudiera ser que hubiesen servido para "dobles" de los protagonistas de "una novia para ocho hermanos" pero sin novia. ¿Saben por qué? Porque, al final, resultaron ser los 8 ex jefes de la nada que me sirvieron de impulso hasta alcanzar a mi estrella. Y aquí viene muy bien, como música de fondo, la canción de José Vélez tan famosa por entonces y que sirve como "anillo al dedo" para reír por todos aquellos sucesos tan famosos que dieron la vuelta a toda la OP de Madrid y sirvieron para jolgorio y desahogo de los más necesitados: Te aproximas hacia mí, como haces siempre cuando llego algo más tarde de las diez y descubres un cabello inexistente en mi jersey o un carmín imaginario en mi piel. Andas siempre urga que urga entre mis cosas intentando descubrir algún papel; la prueba indiscutible de una cita en un café, la factura de un regalo o yo que sé. Y te digo no por favor, no dudes más de mi, no por favor, no tientes al amor. Te he sido fiel, tal vez no lo merezcas pero siempre te fui fiel. Por favor no desconfies créeme. Te aproximas hacia mi como haces simpre cuando llego algo más tarde de las diez y descubres un cabello inexistente en mi jersey o un carmín imaginario en mi piel. Y te pienso repetir que todo es falso. No por favor, no dudes más de mi. No por favor, no tientes al amor. Te he sido fiel, tal vez no lo merezcas, pero siempre te fui fiel. Por favor no desconfies créeme. No por favor, no dudes más de mi. No por favor, no tientes al amor. Te he sido fiel, tal vez no le merezcas pero siempre te fui fiel. Por favor no desconfies créeme. No por favor, no dudes más de mi. No por favor no dudes más de mí. Y recuerdo que alguien dijo: "Si le hubiésemos dado un poco de cariño a este chaval qué distinto hubiera sido todo". Sonreí. Solamente sonreí y me dije para mis adentros: "Si, compañero, sí. Alcanzas a llenar de luz un texto armoniosamente poético. Está dirigido hacia el interior pero dejas entrar la ensoñación externa a través de esa puerta que está entreabierta. Es buena y verdadera tu frase. Se extiende por el sonido que nos sume en el sueño. Un abrazo, compañero". Y seguí sonriendo.
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