Catorce abriles en mis queridos madriles (Diario)
Publicado en Jan 19, 2017
Cambió mi voz y esa fue la señal de que había que despedirse ya de Alcalde Sáinz de Baranda porque nos esperaba Pizarra. En la pizarra de Altamira yo escribí una imaginaria canción a Marisol: "Si tú me hubieras dicho siempre la verdad, si hubieras respondido cuando te llamé, si hubieras amado cuando te amé, serías en mis sueños la mejor mujer. Si no supiste amar, ahora te puedes marchar. Si tú supieras lo que yo sufrí por ti teniendo que olvidarte sin saber por qué y ahora me llamas, me quieres ver. me juras que has cambiado y piensas en volver. Si no supiste amar ahora te puedes marchar. Aléjate de mi, no hay nada más qué hablar contigo yo perdí, ya tengo con quién ganar. Ya sé que no hubo nadie que te diera lo que yo te di que nadie te ha cuidado come te cuidé. por eso comprendo que estás aquí pero ha pasado el tiempo y yo también te amé. Si no supiste amar, ahora te puedes marchar. aléjate de mi. Si no supiste amar, ahora te puedes marchar"
Y mirando a la pantalla del cine Alcalá, le lancé el reto sin ninguna clase de temor: "Pero mira mira mira pero mira mírame. Lo que tú estás buscando aquí se llama café. Para pasar un buen rato jugamos al dominó pero no creas que yo voy a pagar todo el pato. Pero mira mira mira pero mira mírame lo que tú estás buscando aquí se llama café". Yo ya había dejado de ser un niño y entraba, decidido a ir a por todas, en mi excelsa adolescencia. Llegó el verano y me divertí como un loco con Lolita mientras Marisol seguía rodando entre cámaras y ovaciones de quienes seguían enamorándose de ella. Para mí ya sólo era un recuerdo lejano nada más. Por eso canté con toda mi alma pensando en Lolita: "El final del verano llegó, y tú partirás, Yo no sé hasta cuando, este amor recordarás. Pero sé que en mis brazos yo te tuve ayer, eso sí que nunca, nunca yo olvidaré. Dime dime dime dime amor dime dime que es verdad lo que sientes en tu corazón si es amor en realidad. Nunca nunca nunca nunca más sentiré tanta emoción como cuando a ti te conocí y el verano nos unió. El final del verano llegó, y tú partirás, Yo no sé hasta cuando este amor recordarás. Pero sé que en mis brazos yo te tuve ayer, eso sí que nunca, nunca yo olvidaré, nunca yo olvidaré". Fue entonces, cuando ya el verano estaba agonizando, el momento en que conocí a la primera extranjera de mi vida. Recuerdo que se llamaba Celia y yo seguía cantando superando todas las expectativas de mi tío Benito que no salia de su asombro aunque la envidia le reconcomía las entrañas: "Oye como ya, mi ritmo bueno pa' gozá', mulata. Oye como va, mi ritmo bueno pa' gozá', mulata. Si tú no sabes bailar, si estás peleado con el son, sígueme marcando el paso, que te aseguro que es de lo más sabrosón. Voy pa' la rumba, la rumba, la rumba, porque me llama, me llama, me llama. Y necesito que suene el coro, para que se ponga a vacilar; Y te digo: "Oye como ya, mi ritmo bueno pa' gozá', mulata. Oye como ya, mi ritmo bueno pa' gozá', mulata." Esto se pone caliente, esto se baila apretado; cuatro pasitos pa'l frente y un meneíto de lado". Mi abuela materna no hacía más que hacerse cruces y decir "¡Dios mío, Dios mío y Dios mío, que este "guacho" va a batir el récord del Emilín!". y por supuesto que batí a "Gimi" con suma facilidad; puesto que mientras él, ya todos viviendo en Pizarra y estando a "vista de pájaro" el San Isidro de Madrid, sólo se conformaba con productos nacionales sin definir muy bien su calidad, yo no sólo era extrafino con las españolas sino que contacté con una italiana que me confírmó como algo más que un simple "novillero" pues yo estudiaba todas las formas y maneras de ligar. Y seguí cantando: "Sabor a sal, sabor a mar, qué tienes sobre la piel, qué tienes en los labios, cuando sales del agua y te vienes a tumbar cerca de mí cerca de mí. Sabor a sal, sabor a mar, un sabor un poco amargo de cosas perdidas, de cosas dejadas lejos de nosotros donde el mundo es diferente, diferente de aquí. El tiempo está en los días que pasan perezosos y dejan en la boca el sabor de la sal. Te tiras al agua, y me dejas mirándote y me quedo solo en la arena y en el sol. Luego vuelves cerca de mí y te dejas caer así en la arena y en mis brazos y mientra te beso, sabor a sal, sabor a mar, sabor a ti". Y entré por la puerta principal del San Isidro de Madrid dispuesto a seguir triunfando para terminar por convertirme en el líder que ya estaba formándome durante los catorce abriles en mis queridos madriles. Un balón de fútbol confirmó que era capaz de hacer parábolas increíbles con el esférico mientras que con las chavalas hasta era capaz de crear misteriosas y enigmáticas metáforas con mis sueños. Por eso me admiraban tanto. La confirmación me llegó con la ayudante de química que estaba más buena que el pan con tomate. Así fue, así pasó, tal como lo canto yo. Así fue, así pasó, tal como lo canto yo.
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